Elecciones municipales en Nicaragua:

El Sandinismo, claro vencedor

16/11/2004
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En las elecciones municipales del pasado 7 de noviembre el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) obtuvo una aplastante victoria en tanto que el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), que dirige desde la prisión Arnoldo Alemán, cayó estrepitosamente. Los comicios constituyeron el primer round de lo que será la disputa por la Presidencia de la República en el 2006.

 

El FSLN y sus aliados de la Convergencia Nacional (Movimiento Renovador Sandinista, Unión Demócrata Cristiana, Movimiento de Unidad Cristiana y otras agrupaciones) obtuvieron 90 de las 152 alcaldías en disputa, lo que les convierte en la primera fuerza electoral. En el 2000, cuando existían 149 municipios, el PLC ganó en 94 localidades, el FSLN en 52 y el Partido Conservador en tres. Los sandinistas ganaron en 15 de las 17 capitales gubernamentales, incluyendo Managua. En esta última ciudad el sandinista Dionisio Marenco venció cómodamente al candidato del PLC, Pedro Joaquín Chamorro, hijo de la ex presidenta Violeta Barrios de Chamorro.

 

Marenco reemplazará al actual alcalde sandinista Herty Lewitís, quien ha realizado una buena gestión. Además de una administración libre de corrupción ha invertido en obras de infraestructura gracias al aumento de los ingresos ordinarios en un 50%. Daniel Ortega, el dirigente del FSLN, nombró a Marenco como candidato en mayo de 2003 sin tomar en cuenta la opinión de Lewitis. Esto ocasionó una relación tensa entre los dos personajes. Lewitís, que se proyecta como candidato presidencial, nunca ha roto con el FSLN pero se ha negado a que éste capitalice su éxito, lo que ha dificultado la labor de Marenco, según señala la revista Envío de la Universidad Centroamericana.

 

Un elemento a destacar es el avance del abstencionismo que, según los primeros resultados, supera el 50% del padrón electoral, diez puntos más con respecto a las elecciones municipales de 2000. La razón fundamental de este fenómeno apunta a la gran frustración que se ha apoderado de muchos nicaragüenses que se encuentran cansados de los manejos de la clase política, de la corrupción y de las promesas no cumplidas.

 

El gran perdedor de estas elecciones es el PLC y su dirigente Arnoldo Alemán, quien se encuentra condenado en primera instancia a 20 años de prisión por estafa al erario y blanqueamiento de 10 millones de dólares. El PLC perdió 40 alcaldías de las 94 que tenía. Dos factores contribuyeron para esta derrota: el alineamiento de su dirigencia hacia la desgastada figura de Alemán y el debilitamiento de la maquinaria clientelista del PLC que, al dejar de gobernar, perdió su capacidad de captar votos.

 

Otra agrupación política derrotada es la Alianza por la República (APRE) en la que confluyen los liberales que siguen al presidente de la República, Enrique Bolaños, y el antiguo Partido Conservador, entre otros. Con toda la maquinaria gubernamental a su favor, apenas pudo captar 6 alcaldías.

 

Con miras al 2006

 

Las elecciones tienen como telón de fondo los cálculos y las ambiciones con miras a los próximos comicios electorales de 2006. Los protagonistas tienen nombres y apellidos. Por un lado, Arnoldo Alemán, que quiere salir de la cárcel a como dé lugar y presiona por una amnistía. Desde una cómoda sala privada del Hospital Militar de Managua, dirige las estructuras del PLC y controla las actuaciones de los diputados liberales en la Asamblea Nacional, los magistrados del PLC en el Consejo Supremo Electoral y en la Corte Suprema de Justicia y los contralores del partido en la Contraloría General de la República. No descarta volver a ser el mismo candidato presidencial.

 

Por otro lado está Daniel Ortega, convertido en un cacique que se niega a dar paso a nuevos liderazgos. Tiene un gran peso en la política nicaragüense: Controla al bloque parlamentario de la Asamblea Nacional, parte del Poder Judicial y de la Contraloría. De la jueza sandinista Juana Méndez dependen los casos judiciales que involucran a Alemán. Esta influencia en el poder judicial le permite a Daniel Ortega “negociar cualquier cosa con los liberales”, según la revista Envío de Managua. Arnoldistas y danielistas han pactado en varias ocasiones en función de repartirse cuotas de poder y actualmente están empeñados en reformas constitucionales para recortar las funciones del Ejecutivo.

 

Ortega ya se autoproclamó como candidato presidencial, pese a que ha sido derrotado en tres oportunidades. Pero esto todavía no está definido, pues cuenta con un contendor: el alcalde saliente de Managua, Herty Lewitís, quien se sitúa en el centro político, y según las encuestas, es popular entre sandinistas y antisandinistas. Es apoyado por el grupo empresarial del FSLN encabezado por Humberto Ortega y por sectores que rechazan la continuidad de Daniel Ortega.

 

Un tercer protagonista es Enrique Bolaños que pretende dar continuidad a su proyecto político neoliberal con una alianza con los conservadores. Atraviesa momentos difíciles, a raíz de que la Contraloría —controlada por el FSLN y el PLC- pidió al Legislativo su destitución por haberse negado a informar sobre el origen de los fondos con los que financió su campaña electoral.

 

Un cuarto actor es la Embajada de EEUU que apunta a bloquear y liquidar al FSLN. La embajadora Bárbara Moore interviene en la política nacional en forma permanente y descarada. Ha ordenado al presidente Bolaños excluir a los sandinistas de cualquier espacio de poder, no consensuar nada con ellos y apuesta a una articulación de fuerzas de derecha que sea capaz de derrotar al FSLN en las próximas elecciones. Después de las elecciones municipales, este propósito no se presenta nada fácil.

 

 Publicado en América Latina en Movimiento # 390 (ALAI), p. 5-6,  16-11-2004, Quito

 

https://www.alainet.org/pt/node/193013
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