Nigeria: Boko Haram a la hora de votar

22/01/2019
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Foto: americateve.com
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Boko Haram mantuvo hasta principios de 2015, en el noreste del país, un territorio del tamaño de Bélgica, pero ha retrocedido desde que el presidente Muhammadu Buhari asumió su cargo, en cumplimiento de su promesa de campaña de exterminar la guerrilla fundamentalista, que desde 2009, se ha convertido no solo en la pesadilla de los nigerianos sino también de muchos de sus vecinos.

 

Para ello Buhari, ha puesto en marcha la Operación Lafiya Dole, y, desde mayo de 2016, ha conseguido desalojarla de gran parte de ese territorio, que ha sido reconquistado a sangre y fuego, por las tropas de Ejército nigeriano y la Fuerza Multinacional Conjunta o MJTF (Chad, Camerún, y Níger), en una guerra que no ha sido siempre limpia, pues son numerosas las denuncias acerca de violaciones a los Derechos Humanos. Más allá de las acciones de los ejércitos regulares, de los 26 mil hombres de la Fuerza de Tarea Conjunta Civil (FTCC) y de los Comités Civiles de Vigilancia (CCV), grupos de autodefensas de vecinos, mal entrenados y peor armados, en su improvisación, han cometido varios asesinatos de inocentes, mientras que los regulares han sido denunciados por cometer ejecuciones sumarias, secuestros y torturas, cayendo, en muchas oportunidades, en los excesos de todas guerra sucia, como si alguna, alguna vez hubiera sido limpia.

 

El próximo sábado 16 de febrero, el presidente Buhari, pondrá en juego su reelección frente a un conglomerado de unos veinte candidatos; su primer mandato se acerca a su fin sin haber concretado su promesa de derrotar a Boko Haram, que desde 2009 ha provocado más de 35 mil muertes y más de cinco millones de desplazados. En procura de interferir en las elecciones, tanto Boko Haram como su desprendimiento en 2016, el Daesh de África Occidental (ISWA), han comenzado a intensificar sus ataques contra bases militares, poblados y ciudades con el fin de desestabilizar al ex general Buhari a pocas semanas de las votaciones.

 

Según fuentes cercanas a Washington, el plan del ISWA y Boko Haram, para hacer naufragar las elecciones, es darle más intensidad y continuidad a los ataques contra mercados, terminales de ómnibus, hoteles y centros comerciales, para aterrorizar a la sociedad civil y desgastar el acto eleccionario, por lo que se prevé en las próximas semanas una seguidilla de nuevos atentados.

 

Dada la cantidad de los golpes demoledores sufridos por los wahabitas, y las malas condiciones en que se encuentra muchos de sus frentes, es previsible que la oleada de ataques, iniciada en diciembre pasado, continúe todavía de manera más sangrienta. Por lo que el país tendrá que preparase para lo peor, sin no logran ser detenidos, por los servicios de inteligencia locales y norteamericanos que operan en el terreno.

 

De hecho, ya son al menos cien los efectivos del Ejército Nigeriano muertos a causa de la intensificación de estos ataques al tiempo que los muyahidines lograron incautar una gran cantidad de armas. Mientras que se mantiene en secreto el número de bajas civiles, tras esta nueva campaña de los takfiries, se estima que estarían llegando a los 300 muertos.

 

El último 26 de diciembre, el ISWA tomó, por algunas horas, el cuartel general de la fuerza multinacional en el estado de Borno, próximo a la frontera de Camerún y Chad. La presencia de los muyahidines provocó el desplazamiento de unos 50 mil vecinos de la localidad de Kukawam hacia la de Monguno, todavía con el recuerdo fresco de la matanza de unos 2 mil aldeanos de Baga, el 9 de enero de 2015, a manos de Boko Haram, que prácticamente pasó desapercibida para el mundo muy atento de la masacre de Charlie Hebdo.

 

Un segundo ataque se produjo a los cuarteles de Kekeno y Monguno, el día 28, provocando todavía más terror en la población, que ha comenzado a movilizarse hacia la frontera con Camerún.

 

El 13 de enero, fue atacada la base militar cercana a la ciudad de Magumeri en Borno y,  al día siguiente, fue asaltada Rann, cercana a Camerún, en el área Kala Balge, una aldea improvisada, que llegó a albergar a unas 76 mil personas,  todas provenientes de otros puntos del noroeste nigeriano.

 

Tras el ataque a Rann, donde fueron asesinados unos 10 civiles, incendiadas las viviendas y saqueadas los locales de alimentos y medicinas, ahora, esas 76 mil almas se enfrentan a una crisis alimentaria y sanitaria, ya que los equipos de las agencias de las Naciones Unidas que trabajan en la zona, por razones de seguridad, han detenido sus operaciones.

 

Tres días después de ese ataque, se registró la llegada de unas 8 mil personas a Camerún, mientras se espera que el número alcance los 15 mil. Lo que ha generado la preocupación del gobierno de Yaundé, que habría ordenado operativos de seguridad, para impedir el arribo de más desplazados. Los refugiados llegaron a pie desde Rann hasta Bodo (Camerún), un pueblo fronterizo a siete kilómetros de Rann.

 

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (UNOCHA) en Nigeria, ha pedido al gobierno camerunés que no expulse a los recién llegados, ya que no hay manera de recibirlos otra vez en Nigeria.

 

Los desplazados internos, que ahora tienes estatus de refugiados, han llegado a Camerún,  en muchos casos,  solo con lo puesto y en pésimas condiciones físicas y mentales, según las ONGs que trabajan en el lugar, que también declararon carecer de alimentos, agua y atención médica para asistirlos. Según las organizaciones humanitarias que operan en ese sector de la frontera, muchos de ellos permaneces en estado de shock y profundo estado de angustia, dado que la gran mayoría han vivido en varias oportunidades ataques de los integristas. Sin lugar donde guarecerse se han improvisado campamentos a cielo abierto o debajo de los árboles. En 2017, en un campo de refugiados de Rann, un avión de combate atacó por error el lugar asesinando a 200 personas.

 

El día 16 de enero, ISWA atacó al ejército en la ciudad de Gajiram aunque fueron repelidos después de algunas horas de intensos combates, lo que demuestra, además de la actividad frenética de los insurgentes estas últimas semanas, su capacidad de combate para poder ordenar esta ofensiva, que se intensificará por los menos hasta las elecciones.

 

Una guerra de múltiples frentes

 

Tanto Boko Haram, liderado por Abu Bakr Shekau (que hizo su bayat, juramento de fidelidad, al Califa Ibrahim, líder del Daesh Abu Bakr al-Bagdadí, en marzo de 2015), como los hombres del ISWA, son leales a al-Bagdadí, pero la metodología netamente terrorista de Shekau, los obligó a separarse en 2016. Abu Musab al-Barnawi, líder de ISWA, no está de acuerdo con los ataques contra objetivos civiles con carros u hombres bombas y prefiere el combate contra las fuerzas de seguridad, mientras ha sido una característica típica de Shekau los ataques utilizando suicidas, solo militantes sino, en muchas oportunidades, mujeres y niños, que son detonados a control remoto en lugares atiborrados de civiles como mercados, procesiones, iglesias, mezquitas y terminales de ómnibus.

 

Este renovado impulso en los ataques frenéticos de los muyahidines tanto de Boko Haram, como de ISWA, obligará al presidente Buhari a redoblar sus esfuerzos para contener la ofensiva e investigar si detrás de esta campaña sangrienta están enmascarados intereses políticos de algunos de sus contrincantes electorales, ya que la presidencia de Nigeria significa administrar al mayor productor del continente de petróleo y gas. Por lo que Buhari, debe velar por la seguridad de los casi 200 millones de nigerianos, como también por su propia sobrevivencia política.

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

https://www.alainet.org/fr/node/197703
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