Vientos huracanados en Guatemala (II)

17/10/2017
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Sacar a un presidente por ladrón no es golpe de Estado. Si no entendemos eso mejor repliquemos el modelo de Somalia” (1).

 

En la medida que la CICIG profundiza sus investigaciones y empuja casos cada vez más paradigmáticos, salta a la vista la actual cooptación del Estado guatemalteco por parte de las mafias.

 

Puestos a la defensiva, personajes que han gozado de mucho poder en el país y que ahora están bajo investigación (la ex –vicepresidenta Roxana Baldetti, el ex –mandatario Álvaro Arzú, por ejemplo), elucubran alucinantes teorías conspirativas en torno a supuestos “golpes de Estado”, orquestados supuestamente desde la Embajada de los Estados Unidos en la ciudad de Guatemala (2).

 

Aunque el argumento es ridículo, la intención es victimizarse y a la vez desviar la atención del curso de las investigaciones, a partir de las cuales la CICIG y el Ministerio Público vienen destapando “ollas” cada vez más podridas, y siguen apareciendo más nombres de personajes oscuros y otrora intocables.

 

En una cosa si tienen toda la razón quienes desde las posiciones de ultra-derecha más recalcitrante hablan de “conspiración gringa”. El país nunca ha dejado de ser traspatio norteamericano, y ahora menos, cuando las estructuras mafiosas creadas al amparo de la contrainsurgencia durante la guerra de los 36 años, ha crecido tanto que no solo pone en riesgo la viabilidad del país, sino también amenaza la propia seguridad interna de la potencia hegemónica del norte (3).

 

Y, sí, en cierto sentido también tienen razón cuando hablan de que detrás de todo esto se encuentra un golpe de Estado. Solo que este golpe de Estado fue el que se produjo en 1954, con la traición de las fuerzas armadas a su pueblo y el entreguismo total a la CIA y la United Fruit Company, que acabaron con la gesta democrática y revolucionaria encabezada por Jacobo Árbenz, defenestrado aquel fatídico 26 de junio, producto de lo cual tenemos ahora este caótico estado de cosas.

 

No se trata entonces, de golpes de Estado en contra del general Otto Pérez (removido de su cargo presidencial por la vía judicial), ni de supuestos intentos de golpes de Estado en contra del actual presidente Jimmy Morales (que enfrenta por estos días una lluvia de solicitudes judiciales de remoción de su derecho de antejuicio, para ser investigado por el Ministerio Público en un rosario de irregularidades y actos muy oscuros de aparente corrupción con fondos del erario nacional).

 

Lo que ha terminado de hacer saltar todas las alarmas por parte de las principales redes mafiosas que durante décadas han corrompido al Estado, es la reciente solicitud de retiro de su derecho de antejuicio al ex –presidente y actual alcalde de la ciudad capital, Álvaro Arzú, interpuesta por el MP y la CICIG ante la Corte Suprema de Justicia.

 

Este caso hecho público por el MP y la CICIG hace muy pocos días atrás, ha sido denominado por los entes investigadores como “Caja de Pandora” (4), y como su nombre lo sugiere, promete destapar una serie de hechos delictivos y conexiones oscuras que involucran al alcalde Arzú, en aparente contubernio con personajes militares muy poderosos y peligrosos, incluyendo a Byron Oliva, un ex –militar involucrado en el brutal asesinato del Obispo Juan Gerardi en 1998, un par de días después que el religioso diera a conocer los principales resultados del REMHI, un informe histórico de la iglesia católica sobre las atrocidades cometidas durante la guerra interna de los 36 años, la gran mayoría de ellas, ocasionadas por parte de tropas y mandos militares en contra de población civil no combatiente.

 

Byron Lima fue asesinado mientras cumplía su condena en una masacre cometida hace pocos meses en una prisión guatemalteca junto a otras 12 personas, pero su ex conviviente se ha declarado “testiga protegida” ante la CICIG y el MP, y ha proporcionado información clave y secretos importantes que este siniestro personaje se llevó a la tumba.

 

Todo esto parece un capítulo de una siniestra novela negra, pero es la realidad. Tan real y siniestra como la propia historia de Guatemala, aplastada, silenciada y masacrada desde hace al menos 63 años, cuando se puso fin de manera violenta y fraudulenta a la primavera democrática iniciada el 20 de octubre de 1944.

 

Notas:

 

  1. Hablemos de golpes de Estado”; articulo de Alejandro Balsells Conde, Prensa Libre, 11/10/2017, p. 28).

 

  1. Baldetti en declaraciones expresadas por ella en Audiencia judicial el 09/10/17: “Me dieron golpe de Estado” (…) “Hay fuerzas que pueden salir a la calle y actuar con violencia…”. Mientras el alcalde Arzú a dicho en tono amenazante: “Yo firme la paz (en 1996, en calidad en ese entonces de mandatario), “pero también puedo hacer la guerra”.

 

  1. El Departamento de Estado de Estados Unidos lo ha dejado bien claro: las redes de corrupción e impunidad que tienen secuestrado al Estado guatemalteco no solo provocan oleadas de inmigrantes hacia el país del norte, impiden la solución de la pobreza extrema de grandes contingentes de la población, hacen de Guatemala un “país bodega” y corredor para el trasiego de la droga hacia los EEUU, sino además, ponen en riesgo la seguridad interna de la potencia norteamericana, al generar “fronteras porosas” y funcionarios corruptibles ante los intentos de las redes de terrorismo internacional por infiltrar individuos y células desde Centroamérica.

 

  1. “El nombre “Caja de Pandora” para este nuevo caso es más que elocuente porque ha permitido la salida de sapos, culebras y monos aulladores. El criollo impecable, cuya obra capitalina se ha limitado al maquillaje del área urbana sin entrar a los problemas de fondo, no es solo el político bonachón que cena tamal con gente pobre en Nochebuena. No, además de haber sido el responsable del descalabro del Estado con la venta de activos cuando fue presidente. Arzú se muestra ahora como el político que utilizó fondos ediles para mantener sus oscuros vínculos con el capitán Byron Lima, quien había sido parte de su escolta cuando fue gobernante. ¿Por qué se mantuvo esa relación a lo largo de los años? Cuando Lima Oliva fue condenado, junto a su padre, por el asesinato del obispo Juan Gerardi, Arzú defendió a capa y espada la inocencia de ambos militares. ¿Por qué le constaba que eran inocentes? Recuerdo que en esa época se manejó la versión no confirmada de que una persona muy cercana al ahora alcalde habría estado involucrada en el hecho sangriento y que los militares guardaron total silencio”; (…) “El alcalde representa ese conservadurismo recalcitrante que cree que los tiranos y mafiosos pueden andar sueltos”. (“Arzú y la caja de Pandora”; Haroldo Shetemul; Prensa Libre, 11/10/17, p. 29).

 

- Sergio Barrios Escalante es Investigador Social. Editor de la Revista virtual Raf-Tulum. Activista por los derechos de la niñez y juventud a través del Proyecto ADINA.

 

https://revistatulum.wordpress.com/

 

https://www.alainet.org/fr/node/188672

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