Occidente y otras fábulas evanescentes (II y final)

13/10/2012
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“El que pertenece orgánicamente a una civilización no sabría identificar la naturaleza del mal que la mina (“La tentación de existir”: E.M. Cioran: Editorial Taurus, España, 1973, p. 25) (En Memoria de Eric Hobsbawm, fallecido días atrás)
 
Hemos dicho entonces en la primera parte de ésta reflexión, que la civilización Occidental se está desplomando rápidamente, debido a que, entre otras cosas, sus principales pilares de sostén se están desmoronando con igual velocidad; la familia, el patriarcado, la mediana propiedad privada, el cristianismo, el Estado, la democracia y su progenitor, el capitalismo.
 
Ante esta realidad quizá valdría la pena preguntarnos; ¿Qué se puede hacer?, ¿qué se debe hacer?
 
Sin embargo, pareciera que ese tipo de preguntas ante tal tipo de problemas no pueden contestarse sin antes averiguar hacia dónde debemos dirigirnos, es decir, como especie humana.
 
Pero a decir verdad, tal y como lo reconoce Hobsbawm, sencillamente no sabemos hacia dónde vamos (1).
 
Es más, hablando al respecto él nos dice lo siguiente:
 
“Sin embargo, una cosa está clara: si la humanidad ha de tener un futuro, no será prolongando el pasado o el presente. Si intentamos construir el tercer milenio sobre estas bases, fracasaremos. Y el precio del fracaso, esto es, la alternativa a una sociedad transformada, es la oscuridad (2).
 
Siguiendo esta línea discursiva, Hobsbawm dice en la última página de la monumental obra que hemos estado citando: (…) “Tenemos ahora menos razones para sentirnos esperanzados por el futuro que a mediados de los ochenta… (3).
 
Y a renglón seguido afirma: “Los indicios de que el mundo del siglo XXI será mejor no son desdeñables. Si el mundo consigue no destruirse con, por ejemplo, una guerra nuclear, las posibilidades de ello son bastante elevadas” (4).
 
¿Hacia el Nirvana por medio del fracaso y la oscuridad civilizacional?
 
Pensar en un siglo XXI luminoso y sin el fracaso y la oscuridad de la que nos advierte Hobsbawm resulta muy difícil, por sobre todo si se cuenta con un mínimo de información confiable sobre los principales asuntos del mundo y de quienes lo dirigen o pretenden dirigirlo.
 
Quizá resulta más realista pensar en la posibilidad de la peor variante. En este caso, el peor y más extremo de los escenarios; el fin violento del proyecto de occidentalización a través de la guerra termonuclear.
 
La justificación para tal planteamiento no deviene de una mente enfermiza o necrofílica, sino del estado actual de la política o geopolítica mundial, en particular, del análisis frío de lo que viene ocurriendo en los últimos doce meses en el Medio Oriente.
 
Quizá por ello es más realista pensar en que el desplome del proyecto de occidentalización vendrá acompañado con su disolución y/ o extinción como una forma concreta de conciencia colectiva.
 
Un resultado así sería una especie de “nirvana” al revés, un nirvana de oscuridad en lugar de ser una explosión de luz tal, y como lo conceptualiza la tradición metafísica védica (5).
 
Pero caminando un paso más en éste sentido paradojal, también podríamos decir que al proyecto de occidentalización también le estaría reservado ese triste destino del Hamlet shakesperiano, en la obra del mismo título.
 
Del análisis de éste personaje alguna corriente de la psicología ha derivado el famoso “complejo de Hamlet”, que no es otro sino la actitud auto-destructiva de aquellas personas que de manera consciente o inconsciente buscan el “triunfo” a través del fracaso (6).
 
Pero aún hay una tercera posible paradoja en todo esto. Una paradoja que haría reír o llorar a Marx y a su gran amigo Engels. De hundirnos en el fracaso y la oscuridad de la violencia a escala de agresión nuclear, la historia registraría el desarrollo de los sistemas de producción como aquel proceso en el cual la humanidad transitó desde el capitalismo hacia el comunismo primitivo (7).
 
En otras palabras, vistas las cosas de esa peculiar manera, la historia no sería otra cosa sino el “samsara” de los antiguos vedas… la rueda del eterno retorno. En esta perspectiva, el problema de la historia no sería más que el permanente aprisionamiento del hombre en las ciegas fuerzas de lo cíclico y lo recurrente, algo que desde la óptica de Eliade ha obsesionado por igual al mundo europeo y a la filosofía india desde sus orígenes (8).
 
Notas:
1-     Hobsbawm lo dice en los siguientes términos: “Un mundo en el que no sólo no sabemos a dónde nos dirigimos, sino tampoco a dónde deberíamos dirigirnos… (“Historia del siglo XX”: E. Hobsbawm; Editorial Crítica, Barcelona, 1995, p. 26).
2-     Op. Cit., p. 576.
3-     Ibíd., p. 576.
4-     Ibíd. P. 576.
5-     La palabra “nirvana”, viene del sánscrito y significa aproximadamente “extinción”, “aniquilación”. En la metafísica hindú se refiere al último paso en la disolución del ego a través de la experiencia psicológica de la “iluminación”. 
6-     A ésta actitud algunos psicólogos también le denominan “auto-sabotaje”.
7-     Por sobre todo si recordamos la famosa frase de Einstein: “No sé cómo será la tercera guerra mundial… sólo sé que la cuarta será con palos y piedras”.
8-     Planteamiento tomado de la obra “Yoga, inmortalidad y libertad”, de Mircea Eliade; Editorial La Pléyade, Buenos Aires, Argentina, 19 (¿), p. 11
 
- Sergio Barrios Escalante, es Científico Social e Investigador. Escritor y narrador. Editor de la Revista virtual RafTulum y activista por los derechos de la niñez y adolescencia en la Asociación ADINA.
https://www.alainet.org/fr/node/161837

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