Sociedad masoquista

29/08/2018
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Se calculan en todo el mundo en alrededor de 30.000 los casos de abuso sexual perpetrados por curas, en particular contra niños o jóvenes. Esto es solamente la punta del iceberg de los últimos 100 años, sin contar lo que todavía no se conoce ni lo que no se conocerá porque fueron acallados hábilmente. Y si se descubrieran los 1900 años restantes sería impresionante.

 

Esto solamente a nivel sexual, y sin contar los millones de asesinados por la inquisición, las cruzadas, las conquistas, y toda la "guerra santa" perpetrada por la iglesia de dios, como la de las otras religiones monoteístas con casos parecidos. La iglesia es la única institución en el mundo con características trasnacionales o totalizadoras, pues ni los políticos, ni los militares, ni los educadores, ni las mismas corporaciones todavía no tienen una institución estructurada mundialmente, aunque muy pronto las tendrán.

 

Si todos los casos de abuso sexual, que se han ido destapando paulatinamente, se hubiesen dado dentro del ambiente educativo, militar, político, de cualquier país del mundo, ya hubiese habido marchas, protestas, desmanes por todo lado. Y hasta hubieran caído presidentes, autoridades, instituciones, y a todo cuanto se le pudiera darle un golpe de gracia.

 

Pero por qué no sucede esto con la iglesia, por qué es la institución menos topada. Cómo explicar aquello. En primer lugar, porque la iglesia es el puntal ideológico de control de la conciencia a través del concepto de la divinidad. Y por otro lado, por una sociedad masoquista que después de tantos siglos que ha sido "religiosada" siente placer y disfrute en autoflagelarse.

 

La "palabra de dios" ha sido el instrumento, en la que ciertos hombres le hicieron hablar a dios y le hicieron decir lo que a ellos les convenía. Y cuando ha habido algo incomprensible o exagerado han surgido las interpretaciones o los ajustes en los distintos concilios. Así cada cual interpreta hasta el día de hoy, a según dicen, que dios les ha revelado en un sueño, les ha guiado su pensamiento, se les ha aparecido a través de la Virgen María, etc., etc.

 

En más de 2000 años de repetición del mismo mito, el rebaño ha terminado creyéndose que son ovejitas del reino de dios. Casi todos han terminado haciendo actos de constricción, de mea culpa, de castigo, de perdón, por los crímenes cometidos por sus primeros padres Adán y Eva. Un mundo que se autoflagela, porque los primeros hijos de dios cometieron el pecado venial y fueron expulsados del paraíso para pagar sus pecados, especialmente las mujeres por la traicionera Eva.

 

El mundo se ha convertido en una sociedad masoquista (y a veces sadomasoquista), como lo hacen abiertamente algunos que se sacrifican directamente sobre la carne, pero la gran mayoría prefiere hacerlo solo mentalmente. Es una humanidad religiosa que se siente cómoda pidiendo perdón y perdonando toda su vida, creyendo que básicamente así se resuelven los problemas. De que tan solo hay que ir donde el cura a confesarse y ya queda libre del pecado cometido. Es una sociedad pecaminosa que gusta de lloriquear y cantar sus penas, a través de la música, de los rezos, de las protestas públicas, y de las lamentaciones familiares.

 

Es una sociedad de claustro que ama la culpa, y que disfruta de culpabilizar, criticar, calificar, sentenciar, a todo el mundo, por medio de la política, del derecho, de la educación, del deporte, del espectáculo; y a nivel privado, al interior de las familias, en las que educan a sus hijos a través del castigo, la culpa, la recompensa.

 

Es una sociedad enferma, degradada, inferiorizada, acomplejada, ignorante; la que justamente le conviene a los grupos que controlan y dirigen a todo el rebaño. Ahora ni las izquierdas se salvan, ya no creen que la religión es el opio de los pueblos sino que ahora dicen que dios también les guía, como dice Maduro, Ortega, Correa, etc. Tanto es así, que ni los partidos de izquierda ni las organizaciones sociales no dicen nada, temen que la iglesia les señale, todos prefieren callar ante el inmenso poder de la iglesia que les puede caer en su contra, por lo que también son encubridores.

 

Sin embargo, la sociedad más mojigata o hipócrita es la que defiende todo ello, incluso realizando marchas denominadas "pro-vida", que en el fondo son pro-muerte, pro-religión, pro-dogmatismo, pro-ignorancia, para seguir manteniendo el mismo estado de las cosas. Son los ejecutores, son los torquemadas, son los que movilizan a los pueblos a través del fanatismo más acérrimo. La religión es el camino anti-espiritual o que le aleja al ser humano de la espiritualidad.

 

Hemos llegado al clímax de la degeneración social, y la iglesia con su religión es el más vivo ejemplo de ello. No son casos aislados ni puntuales, es algo que corroe a toda la institución, unos más otros menos, eso es todo. Unos a nivel sexual, otros a nivel mental, intelectual, emocional, económico, político, y con todo el despotismo y el dogmatismo que les ha carcomido históricamente. Y si hay algunos que no lo son, pues son otros que forman parte del rebaño, que prefieren callar o hacerse de la vista gorda porque siguen creyendo en ese dios con forma de varón y porque tienen miedo de irse al tal infierno. Nadie se salva, solo los que han visto como es todo por adentro y se han marchado, aun cuando lo que debieron hacer es desenmascarar todo aquello. Por lo que ésta es una sociedad en donde unos son los autores, otros los cómplices y otros los encubridores.

 

Si la iglesia, considerada lo más sagrado, está así, es que toda la sociedad está así, a diferentes niveles y ritmos. Y si esta humanidad quiere salir de todo ello, tiene que salir de todo el fundamentalismo, fanatismo, fascismo, nacionalismo, xenofobismo, homofismo, etc. que llevamos cada uno.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/195027
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