La ‘danzadera’ del Mundial de Fútbol
11/06/2014
- Opinión
La XX edición de la Copa Mundial de Fútbol está llegando a todos los rincones de la tierra como una danzadera que a todos invita a bailar y a unos pocos a manejar el sucio negocio que la tecnología global les brinda. Brasil, un país de 200 millones de habitantes, fue elegido como sede del Mundial por la FIFA en el 2007. Acudirán a verlo, según cálculos, unos 3.000.000 de brasileños y unos 600.000 extranjeros.
El Gobierno brasileño de Dilma Rouseff ha invertido más de 15.000 millones de dólares en la reparación de doce estadios de futbol y en otras reformas. Los gastos superan a los dos juntos del campeonato mundial de Alemania (2006) y de Sudáfrica (2010). Y, desde hace un año, han saltado a la calle encendidas manifestaciones contra una política que no repara en miles de millones para un acontecimiento deportivo y no tiene dinero para acometer los graves problemas de vivienda, salud, educación, transporte urbano, trabajo y otros derechos sociales.
Ha sonado como una alerta dolorida la voz de Paulo Coelho: “Por razones políticas contra Dilma Rouseff no estaré dentro en los estadios del Mundial de Fútbol, sabiendo lo que ocurre fuera en los hospitales”. Escritores, cantautores, actrices… denuncian: “El mundial no es nada bueno para la población”. Y el pueblo lo grita y exhibe en carteles: “No a la Copa del capitalismo y del turismo sexual”, “Somos guiados por ladrones de la FIFA, que juegan sucio para ganar”, “FIFA, vete al infierno”.
Si la FIFA ingresó en el 2009 la cantidad de 873,9 millones de euros y un beneficio de 196 millones, ¿a cuánto ascenderá el ingreso y beneficio del 2015? Naturalmente la FIFA es una entidad privada y sobrefactura cuánto dinero quiere a través de los acuerdos televisivos y los patrocinios (sponsors) de grandes empresas: Iberdrola, Adidas, Banesto, Cepsa, Chevrolet, etc.
Pocas entidades como ésta gozarán de tanta libertad e impunidad a la hora de planificar y pactar sus intereses. Y sabe que el éxito lo tiene asegurado, por más lacerante y opuesto que sea a los intereses del pueblo y de los más necesitados. La danzadera, puesta en marcha, no hay quien la pare, pues nos meten en ella a todos, comenzando por los gobernantes, quienes harán todo con tal de asegurar la imagen exterior de su pueblo.
¿Y la ética? Porque lo han dicho, sin reparo ni vergüenza, algunos expertos de la redistribución: “Hombre, en ese sentido, esto suena mal, pero no hay que mezclar lo uno con lo otro”.
Ahí, creo, está la clave: la ética sobra, y no por atender a derechos básicos de la población y de los más necesitados vamos a parar la danzadera que es negocio, lucro, placer, explotación; en definitiva, dinero-negocio que la FIFA sigue moviendo para proseguir con la danzadera más cautivadora de todas: el fútbol.
Unida a ella, está también y de manera privilegiada, ‘La Roja’, que depende de la RFEF (Real Federación Española de Fútbol), también entidad privada, que apenas recibe 4 millones de Euros del Consejo Superior de Deportes (todo para cuestiones de formación, desarrollo de actividades deportivas, etc.), pero no usando ni un euro de dinero público para las primas que, ahora en el mundial, ella y los jugadores acuerdan otorgarse.
Ya en el 2010, en Sudáfrica, los 24 jugadores seleccionados recibieron una prima de 600.000 € cada uno. En Brasil, si ganan la Copa, va a ser de 720.000 €, todo, como se ve, por un par de semanas de trabajo, lo que equivale al sueldo por un año de más de un millar de personas mineristas.
Acabo con tres reflexiones fundamentales:
1. Vivimos en comunidad. Esto quiere decir que somos, los unos para los otros, personas de igual dignidad y con unos mismos derechos y obligaciones. Como tales, a nadie le resulta indiferente el bien y la suerte del otro; somos solidarios.
2. Vivimos en un Estado Social Democrático y de Derecho. Lo cual quiere decir que, al elegir a nuestros políticos, lo hacemos para que nos representen y cumplan lo establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Constitución del respectivo país. Es deber de ellos, por ejemplo en España, exigir al Gobierno que cumpla y haga cumplir las normas establecidas en la Constitución Española:
- “El Estado español propugna como valores superiores, la igualdad y la justicia” (Art. 1) y “le corresponde promover las condiciones para que la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra, sean reales y efectivas” (Art. 9, 2).
- Los ciudadanos que no se atengan a la solidaria igualdad, malgastando bienes o dañando derechos que son de todos “podrán ser privados de sus bienes y derechos por causa justificada de utilidad pública o interés social” (Art. 33,2). En la crisis actual, una ética social y comunitaria reclama que sea real “El derecho de todos los españoles a una remuneración suficiente de su trabajo para satisfacer sus necesidades y las de su familia” (Art. 35, 1). Así mismo, “Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para que todos los españoles hagan efectivo el derecho de tener una vivienda digna y adecuada” (Art. 47).
- Toda la riqueza del país en sus distintas formas y se, a cual fuere su titularidad está subordinada al interés general” (Art. 128,1).
3. Ganar la Copa de la ÉTICA será el más alto trofeo de ‘La Roja’. Se lo mire por donde se lo mire, los 24 seleccionados de ‘La Roja’ debieran rechazar como insultante la prima acordada (ellos ya perciben sobrada participación por estar seleccionados) o decidir entregarla para cubrir derechos y necesidades básicas de las que otros ciudadanos carecen.
Las entidades privadas, como integradas por personas, tienen un límite a su libertad de mercado, señalado por los derechos de quienes en ellas trabajan o de ellas se benefician. Proponerse como objetivo el lucro y beneficio a costa incluso de conculcar derechos de otros, supone negar el principio básico de la justicia, esencial para una convivencia de armonía y de paz.
Pero en uno y en otro punto, la ideología neoliberal en una Democracia de Derecho no abona la intervención del Estado, gestor y garante de la igualdad y de los derechos que pertenecen a toda persona.
El Estado no interviene, tiene base y razones para hacerlo, pero no lo hace porque le guía la ética egoísta y competitiva del yo y no la ética solidaria del nosotros.
https://www.alainet.org/es/articulo/86287
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