Urge consenso mundial contra noticias falsas de la pandemia

Ante el avance y permanencia de las noticias falsas o infodemia, los organismos internacionales estructuraron campañas para frenar su difusión, aunque a la fecha el fenómeno persiste con impactos alarmantes.

08/09/2021
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Al tejido y recomposición social, política y económica globales inmersos en la crisis pandémica por la Covid-19 los dañan más las noticias falsas que el propio virus que tiene en jaque al mundo. Las también conocidas como fake news se han apoderado de los medios de comunicación masiva, y fundamentalmente de las redes sociales que son campo fértil para su propagación por el alcance que tienen (un 40% de la población mundial) y la velocidad e inmediatez con que circulan.

 

Un sencillo ejercicio con las modernas tecnologías digitales deja ver que al consultar en Google “noticias falsas de la covid-19” arroja 220 millones de resultados en 0,57 segundos.

 

De acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en marzo de 2020 ya se utilizaban términos como coronavirus y pandemia, en más de 550 millones de mensaje de Twitter y para abril del mismo año en Internet se habían publicado alrededor de 360 millones de videos con los términos “COVID 19” y “COVID-19”.

 

En la Revista Panamericana de la Salud, Giselly Mayerly Nieves-Cuervo, Edgar F. Manrique-Hernández, Angelo Fernando Robledo-Colonia y Elvia Karina Grillo Ardila publicaron una investigación sobre el tema en el que precisan que “la circulación de mensajes, audios y videos con noticias no confiables relacionadas con la pandemia —incluidas afirmaciones sobre la inexistencia del virus— ocasionaron que un segmento de la población decidiera no hacer caso a las medidas preventivas y se diseminara a gran escala en la población la angustia y el temor —o la indiferencia— ante esta enfermedad. Asimismo, la proliferación de noticias falsas sobre aparentes curas y tratamientos contra la COVID-19 puso en riesgo la salud de muchas personas”.

 

En julio de 2021, Luis Ángel Hurtado Razo, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y estudioso de las redes sociales, precisó que “la desinformación se ha convertido en una industria que explota los temores e ira de las personas para obtener beneficios políticos y económicos”.

 

Lo anterior lo expuso durante la conferencia virtual Democracia en riesgo, el virus de las noticias falsas que dictó para los integrantes de la comunidad de Global Muners en México, en la que precisó que, “a diferencia de las mentiras o los rumores, la desinformación tiene un interés político o económico: construir una narrativa para impulsar algún tema falso o verdadero; desde su creación, para el impulso de esta agenda se utilizaron los aparatos de gobierno y los medios de comunicación; así como influir a la opinión pública”.

 

El académico de la UNAM citó la investigación del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) sobre las noticias falsas en Twitter, en la que se explica que éstas circulan 25 veces más rápido que las verdaderas con ganancias de más de mil millones de dólares, y comentó que hoy en día, la desinformación se ve automatizada gracias a las granjas de bots que manipulan a la opinión pública a partir de tendencias falsas con intereses detrás; “también hay políticos o empresas que contratan los servicios de estas granjas de bots”.

 

Las fake news se pueden distinguir gracias a una serie de características: utilizan solamente los medios digitales; le arrebatan la generación de la desinformación a los gobiernos porque cualquier persona con acceso a internet puede generarlas; buscan influir en la sociedad interna y la externa; pero también se puede importar o exportar entre unos países y otros, pero se adapta al contexto de cada región; y circulan con una velocidad muy alta de manera que puede circular simultáneamente en diversos países.

 

Un ejemplo de ello es que las noticias falsas divulgadas durante los seis primeros meses de la pandemia de COVID-19 en Brasil se caracterizaron por contenidos de posicionamiento político y desinformación sobre el número de casos y muertes y sobre las medidas de prevención y tratamiento. Los principales medios de divulgación fueron WhatsApp y Facebook, con utilización de mensajes, imágenes y videos, y un mayor alcance en las regiones sudeste y nordeste del país, precisa un reporte de Naciones Unidas sobre este tema.

 

Esta problemática de dimensiones incuantificables es de grado tal que la propia Organización Mundial de la Salud y la ONU la clasifican como “infodemia”, y consideran que puede causar más muertes que el propio virus SARS-CoV-2.

 

Ante el avance y permanencia de las noticias falsas o infodemia, los organismos internacionales estructuraron campañas para frenar su difusión, aunque a la fecha el fenómeno persiste con impactos alarmantes.

 

En mayo de 2020 a iniciativa de António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, y en colaboración con la agencia Purpose, se lanzó la campaña Pausa, como parte de la iniciativa Verified (de la ONU), con el objetivo de “brindar información y consejos médicos y científicos confiables relacionados con la COVID-19, y detener la difusión de información errónea. Según la Organización Mundial de la Salud, solo en los primeros tres meses de 2020, casi 6 mil personas fueron hospitalizadas debido a información errónea sobre COVID-19”.

 

Verified tiene como objetivo empoderar a las personas de todo el mundo con información basada en la ciencia durante la respuesta a la COVID-19. Al trabajar con agencias de la ONU, personas influyentes, la sociedad civil, empresas y plataformas de redes sociales, Verified crea y distribuye información confiable y precisa y alienta a los consumidores a cambiar sus prácticas de consumo de medios para reducir y detener la propagación de información errónea en línea, precisa un informe de Naciones Unidas.

 

También se plantea que “la campaña Pausa llegó a casi mil millones de personas en 2020, y está redoblando sus esfuerzos para capacitar a más personas para que compartan información de manera responsable. La nueva fase de la campaña pide al mundo que tome el compromiso de hacer una pausa e inunde Internet con el símbolo de Pausa”.

 

Esta estrategia para frenar y anular las noticias falsas, que es resultado de una investigación del MIT, “se basa en la premisa de que, al interrumpir, incluso por unos segundos, el impulso de compartir algo que vemos, un impulso a menudo alimentado por emociones como la ira, la tristeza, la euforia e incluso el altruismo, nos damos tiempo para pensar de forma más crítica. Prevalece un mejor juicio y circulan menos afirmaciones falsas”.

 

La actual situación en cuanto a la circulación de noticias falsas muestra, por una parte, el poder de penetración y eficacia de las tecnologías digitales para la comunicación masiva y, por otra, revela los intereses de las grandes empresas y gobiernos para tomar utilidades de una emergencia sanitaria global. En el capitalismo lo fundamental es la ganancia y la acumulación de riqueza, y por lo mismo el sistema no puede desaprovechar esa oportunidad que le representa la difusión de noticias falsas respecto a un virus mortal que horroriza al mundo entero, y eso, el terror, es la divisa más importante para hacer negocio.

 

Por eso mismo se difunden lo mismo curas milagrosas para salvar a la humanidad sin sustento científico, que conspiraciones mundiales que atentan contra la existencia de la especie humana, también sin bases informativas sólidas en su argumentación. En la mayoría de los casos se respaldan en instituciones inexistentes o sabios desconocidos.

 

Los organismos internacionales reconocidos formalmente aceptan que las tecnologías digitales son herramientas de gran alcance y utilidad en la salud pública; no obstante, para lograr el resultado esperado es indispensable garantizar el manejo responsable de la información y velar por su buena calidad, a fin de evitar la difusión —masiva o no— de noticias y rumores falsos (incluidos los engañosos e inexactos) y el predominio de medios poco confiables. La actual emergencia ha tenido una gran repercusión sanitaria, social, económica y política; en este contexto, la diseminación masiva (para lo cual se ha acuñado el término “viralización”) de la información falsa ha actuado de manera directa y colectiva sobre los lectores.

 

“El enorme volumen de información generado por la pandemia se ha propagado tanto por medios de comunicación tradicionales como digitales, lo que hace difícil encontrar fuentes confiables y seguras cuando se las necesita. La información disponible sobre la pandemia ha aumentado de manera exponencial entre el 50% y el 70%, cifras que incluyen en gran medida la desinformación —la propagación de rumores y la manipulación con intenciones dudosas—, un fenómeno amplificado por medio de las redes sociales”.

 

La OMS respondió a esta situación con el cuño de una nueva disciplina para estudiarla y enfrentarla: la infodemiología, enfocada en cuatro vertientes: “el fomento de la alfabetización científica y en temas de salud; los procesos de perfeccionamiento del conocimiento y la mejora de su calidad; la verificación de datos y la revisión por pares; y la traducción precisa y oportuna de conocimientos, sin distorsiones o influencias comerciales o políticas. Estas líneas de trabajo se han convertido en los cuatro pilares de la infovigilancia, entendida como la gestión de infodemias en épocas de crisis, como la debida a la pandemia por COVID-19”.

 

Sin duda los esfuerzos realizados representan un importante avance en tratar de controlar y erradicar las informaciones falsas sobre la pandemia, pero también dejan ver la necesidad de crear un Consenso mundial de la comunidad científica, los Estados y empresas para delimitar a hechos estrictamente comprobados por ese Consenso la emisión y difusión de la información sobre la situación diaria, tratamientos, avances, contagios y muertes por la Covid-19. Crear, quizás, un sello de garantía que le dé confiabilidad a la información que se difunde, de tal suerte que se genere una cultura sólida para entender, detener y, en todo caso, convivir con la pandemia al menor costo posible de vidas humanas.

 

 

Juan Danell Sánchez, reportero mexicano, director de la Revista digital sostenible.com.mx y autor del libro Campanas Rotas. jdanell1@hotmail.com

https://www.alainet.org/es/articulo/213751
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