Chile y el voto joven por el cambio

La desafección política, achacada a los jóvenes en las últimas décadas, ha llevado a a que estos generen nuevas formas asociativas que se han convertido en el capital social de las nuevas candidaturas.

20/07/2021
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Las elecciones primarias de dos de los conglomerados políticos en el país nos reafirman lecciones que aún cuesta comprender y aceptar. El pensar en una sorpresa electoral es analizar y observar la realidad chilena desde una vieja política. Los anteriores procesos electorales del plebiscito, la elección de constituyentes, e incluso las votaciones por autoridades locales y regionales, ya nos sorprendieron con cambios abruptos en la lógica de la cultura política añeja.

 

Hoy nos encontramos ante dos nuevos candidatos a las elecciones presidenciales, los primeros que salen abiertamente a la arena política electoral por medio de primarias abiertas, que se distinguen por elementos comunes que reflejan la nueva forma de hacer política. Lo primero es la renovación joven de la política, reflejada no solo en los datos del SERVEL y en la información entregada del plebiscito del 2020, que dan cuenta del crecimiento del voto joven; sino también en la juventud de los propios presidenciables. Esto se marca el el hito histórico de que contaremos con el candidato más joven de la historia de Chile, solo precedida por la experiencia de Jose Santos Salas con 37 años; sin duda se bajará también el promedio de edad en general de los candidatos que se presenten para las elecciones de noviembre.

 

Otro rasgo común es el aparente alejamiento de los partidos políticos tradicionales e históricos, lo que refleja el cansancio del electorado por la vieja política. Por un lado Sebastián Sichel, que aunque haya sido electo como candidato en la primaria dentro del conglomerado de la derecha, se presentaba como independiente no afiliado a ninguno de sus partidos. Y por otra parte Gabriel Boric, candidato por el Frente Amplio, que aglutina en su mayoría a partidos políticos y movimientos sociales relativamente jóvenes y alejados de la vieja política.

 

La desafección política, achacada a los jóvenes en las últimas décadas, ha llevado a a que estos generen nuevas formas de participación social y de política “informales” dando lugar a nuevas formas asociativas que se han convertido en el capital social de las nuevas candidaturas. Los nuevos movimientos sociales y políticos han ido generando una relación helicoidal, de nuevas formas de entender la política. Se da un fenómeno de “repolitización” de la sociedad, que tiene como uno de sus hitos el estallido social, que instala cuestionamientos de fuerza a lo político y que en lo social interpela a la ciudadanía en general en pos de cambios y transformaciones.

 

La participación política de los jóvenes ha dejado de ser solamente el reflejo de su voto, sino que va mas allá, en el involucramiento en las políticas que le atañen, donde las diversidades de formas de participación construyen una nueva identidad. Se consolida un cambio de la cultura política, en especial sobre la visión que se debe de tener de los jóvenes, lo cual se posiciona en el inconsciente colectivo de los electores no partidistas.

 

Los resultados electorales han sido un reflejo de la necesidad de cambios en la política, del cual se nos viene haciendo un llamado en la última década de movilizaciones sociales, si es que no más, pero con fuerza desde octubre del 2019. Hoy el votante es más joven, más independiente y con más deseo de cambio, alejado de las antiguas estructuras políticas y partidarias. Hoy los candidatos son un reflejo de una nueva realidad de un Chile que quiere cambiar.

 

Francisco Ramírez Varela es Trabajador Social, Dr. en Cultura y Educación en América Latina. Académico Universidad de las Américas.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/213142
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