Crisis sanitaria y cooperación Internacional

¿Dónde quedó el Sur Global?

¿Dónde quedó la cooperación internacional en la crisis sanitaria? Ante postales sanitarias devastadoras, siguen reinando los intereses económicos.

26/05/2021
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Los últimos días han circulado fotografías devastadoras que muestran el impacto de la segunda ola de contagios por COVID-19 en la India. Los rostros de angustia y desesperación se multiplican por doquier. Gran parte de los nosocomios quedaron rebasados, la población se encuentra en las calles a la espera de ser atendida. El sistema sanitario se mostró ante los ojos del mundo como una infraestructura bastante limitada en la que hay escases de camas, tanques y concentrados de oxígeno, entre otros insumos de primera necesidad, así como falta de personal médico para la cantidad de población que habita ese país.

 

El colapso sanitario incrementó el número de fallecimientos desencadenando una sobredemanda para los servicios funerarios, lo que generó cremaciones improvisadas de carácter masivo. Después de cinco días con cifras récord tanto de contagios como de fallecimientos, el gobierno de Estados Unidos decidió hacer llegar insumos que permitieran dar un respiro a India. Luego se sumarían Gran Bretaña y la Unión Europea, así como la Organización Mundial de la Salud (OMS), al considerar que podría traer graves consecuencias para el control de la pandemia en el mundo.

 

Por ello la respuesta para atender la problemática fue promover la cooperación internacional, en particular atendiendo dos motivaciones fundamentales: 1) aminorar los efectos epidemiológicos que puedan emanar de la propagación de la variante identificada en ese país, conocida como B.1.617 que apareció en octubre de 2020, dado que se considera podría elevar el nivel de transmisibilidad del virus o, en su defecto, hacer a la enfermedad más resistente frente a la respuesta del sistema inmunológico; y 2) las consecuencias de una baja en la producción de vacunas. Hay que considerar que India es un país de renta media que cuenta con la infraestructura tecnológica con la que ha venido produciendo Covishield (AstraZeneca).

 

Sin embargo, no hay que perder de vista que pese a que el desenvolvimiento de la pandemia evidenció con prontitud que no sería sencillo afrontarla y que varias condiciones económico-políticas jugarían un papel importante en agudizar sus efectos tanto en los países considerados de renta baja - Haití o la mayoría de los del continente africano- como los de renta media -en este caso India-; el multilateralismo no logró conciliar intereses y crear una estrategia de respuesta con carácter global.

 

Y es que entre los factores que incidieron en que en India la crisis sanitaria fuera más profunda es que en el país también se llevó a cabo un proceso de privatización de buena parte de los servicios básicos, incluido el sector salud, dejando con poco presupuesto a los hospitales públicos, sin mantenimiento o modernización y con muy poco personal médico. Además, es una economía que no tendría la posibilidad de mantener por un periodo tan prolongado el confinamiento ya que gran parte de su población económicamente activa labora en el mercado informal, lo que llevó con carácter urgente a la apertura de actividades y con ello reactivar la economía, sobre todo por el incremento del desempleo y la pobreza.

 

Aunado a ello, India es de los países con mayor densidad poblacional, con altas concentraciones en las zonas urbanas, con falta de acceso a agua potable, hacinamiento y con ello bajas posibilidades para llevar a cabo el distanciamiento social. Un delicado escenario que desafortunadamente comparten varios países del Sur Global, en diferentes escalas o profundidades, pero con casi las mismas características en el ámbito económico, social, sanitario y hasta político-electoral -por los procesos políticos en puerta que están generando campañas y/o mítines con altas concentraciones de personas- que los ha llevado a la reapertura económica, regreso a actividades presenciales y aumento de la movilidad.

 

Ante ese panorama, en todos los países se está librando una batalla complicada para lograr controlar la propagación del virus, reactivar la economía y acceder a la vacuna e inmunizar a la población. En algunos casos los gobiernos han tenido que combinar estrategias orientadas a reactivar sus economías, algo que está íntimamente asociado con retomar la movilidad, apertura de negocios y flexibilizar las medidas tomadas al principio de la pandemia: el confinamiento y el distanciamiento social. En otros casos generan la reapertura de actividades y luego se acude de manera urgente a toques de queda, sobre todo cuando tienen registros de alza de contagios.

 

El resultado ha sido un cúmulo de escenas desbordadas de desesperación que no han dejado de circular, en mayor o menor escala, desde el principio de la pandemia. A India le antecedieron Brasil - también señalado como un posible foco epidemiológico de alto riesgo-, Colombia, Ecuador, Haití, Perú, por mencionar algunos casos que muestran los rostros de la angustia por los contagios, los decesos, el desempleo, la pobreza, que están llevando a las personas a participar en protestas sociales por los impuestos establecidos, la desigualdad, las restricciones a la movilidad, los toques de queda; porque finalmente el riesgo a morir es el menor de sus males.

 

El diálogo multilateral creó iniciativas que terminaron en ser meros paliativos frente a la crisis económica y sanitaria que se profundizó a raíz de la pandemia. La Unión Europea promovió la creación de un fondo especial en el Fondo Monetario Internacional (FMI)[1] para que los países más vulnerables accedieran a un préstamo en condiciones favorables, es decir, no se les brindó apoyo financiero como tal; se les alentó a contraer deuda.

 

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud, en conjunto con la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI) y la Alianza Gavi para las Vacunas (Gavi) establecieron el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19[2], mejor conocido como COVAX, con el objetivo de evitar el acaparamiento de vacunas; un desafío enorme debido a que seis países concentran más del 50% de las vacunas dejando, por un lado, muy pocas dosis para el reparto desde COVAX; y por otro, al resto de los países quedando a disposición de la buena voluntad de quienes han compartido sus suministros médicos: Rusia y China, principalmente, pero también de India en algunos países del sudeste asiático.

 

Sin duda, el rol de India en la producción de vacunas generó preocupación y marcó la diferencia, por el grado de incertidumbre ya que, de generarse una baja o pararse por completo, lo previamente pactado no podía ser entregado a tiempo y, por ende, el plan de vacunación de varias naciones estaría en riesgo pues no lograría culminarse en el tiempo proyectado la inmunización de su población. Esto ya ha presentado diversas dificultades, principalmente por el proteccionismo de algunos países en los insumos.

 

La liberalización de la patente para una mayor producción de vacunas no logró tener el cuórum necesario entre los gobiernos, India abogó por ello en la Organización Mundial del Comercio (OMC) con poco éxito y eso sería algo que le permitiría tener más elementos para lograr mitigar un poco la cadena de contagios, pues apenas había logrado vacunar a 8% de su población, y muchos de ellos sólo contaban con la primera dosis.

 

Lo cierto es que claramente la cooperación internacional ha estado prácticamente ausente, o no se moviliza con la misma rapidez para todos los Estados, en realidad se ha priorizado más una visión de carácter interno dejando de lado el multilateralismo. Además, el apoyo brindado a India parece estar más vinculado a la alianza de producción de vacunas con AstraZeneca que implica garantizar el suministro para Europa y Estados Unidos, primordialmente, que con el interés genuino de aminorar los impactos epidemiológicos que desencadenaría un mal manejo de su variante del virus SARS-CoV-2. Por si eso fuera poco, la rivalidad que mantiene con China al disputar áreas de influencia en Asia le resta posibilidad para ser país receptor del gigante asiático.

https://www.alainet.org/es/articulo/212388

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