Algunas valoraciones sobre el primer año de gobierno Bukele

01/06/2020
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Introducción

 

Al llegar al primer año de gobierno del presidente Nayib Bukele, El Salvador atraviesa una situación de transición histórica, que iniciada en 2018-2019 se expresa en el agotamiento de las fuerzas políticas que hegemonizaron el periodo anterior –ARENA y FMLN- iniciado con los Acuerdos de Paz de enero de 1992, así como en la emergencia de una nueva fuerza política –Nuevas Ideas, que protagoniza desde la presidencia este nuevo momento. Es un momento de transición, de viraje del sistema político.  

 

Es una situación inédita, que abre nuevos desafíos a la izquierda política y social salvadoreña, en el marco de recuperar la primera la confianza popular perdida y la segunda, reorganizar el potencial organizativo de los sectores populares hoy debilitado, atomizado y en disputa por Nuevas Ideas.  Y a la vez es una situación con nuevos retos para la oligarquía y su hoy fuertemente disputada dominación de la sociedad y estado salvadoreños.

 

El actual momento político guarda algunas semejanzas con el existente en enero de 1980 cuando el Partido Demócrata Cristiano, PDC, dirigido por el entonces carismático Ing. José Napoleón Duarte, entra en alianza con las Fuerzas Armadas, en el contexto de una estrategia de contrainsurgencia dirigida por el gobierno estadounidense. En ese momento tanto la derecha oligárquica, en particular la ANEP, así como el FMLN guerrillero se enfrentaron al bloque de poder integrado por el PDC-Fuerzas Armadas-Estados Unidos. 

 

Hoy existe un nuevo pacto político entre Nuevas Ideas-Fuerzas Armadas-Estados Unidos contrapuesto a la derecha oligárquica, encarnada en la ANEP y ARENA, así como al partido político de izquierda FMLN. Tanto Duarte como Bukele han sido personalidades carismáticas del mundo de la política, su único antecedente histórico es el Dr. Arturo Romero, líder antimartinista de los años cuarenta del siglo pasado.

 

Esta transición requiere un análisis lo más objetivo posible que permita definir la situación y las principales tareas del movimiento popular en esta nueva etapa. Un análisis que tenga dos características básicas: por un lado, que sea materialista, que asume la realidad en sus múltiples y complejas vertientes de clase y se cuide de la muy común ilusión en la izquierda de considerar nuestros deseos como verdades, como realidades y, por otra parte, que tenga una perspectiva dialéctica, que se acerque a identificar los nuevos procesos que están surgiendo, en el cuadro de una realidad siempre en proceso de constante cambio.

 

Es clave saber reconocer tras los discursos los intereses y motivaciones de las clases y grupos sociales. Es en este espíritu materialista y dialéctico que realizamos estas pinceladas de este próximo 1 de junio, primer aniversario de la administración de Nayib Bukele.

 

1. Las fuerzas en pugna

 

Hemos presenciado estos doce meses un extraordinario enfrentamiento social y político que ha venido a modificar el paisaje político de la nación. La principal característica de este enfrentamiento en términos históricos radica en el desplazamiento de la pugna –primero social 1974-1980 luego militar 1981-1992 y finalmente electoral 1994-2018/19- entre el proyecto oligárquico y el proyecto popular.

 

Esta pugna ha sido desplazada por una nueva contradicción esta vez entre los protagonistas anteriores, ARENA y el FMLN y un nuevo actor político emergente, el partido Nuevas Ideas, NI, del ahora presidente Nayib Bukele. En términos históricos presenciamos un retroceso a la etapa previa a la formación del FAPU en 1974, donde los actores principales del enfrentamiento eran sectores de la oligarquía en pugna con la burguesía. Este cambio de la situación plantea nuevos desafíos y tareas para la izquierda política y social.

 

Las derrotas políticas y electorales sufridas por la izquierda partidaria en 2018 y 2019 debilitaron y agotaron las posibilidades de la continuidad del enfrentamiento entre oligarquía y sectores populares como contradicción principal hasta una nueva situación en el futuro. Hoy es un enfrentamiento entre un sector de la oligarquía versus un sector de la burguesía y pequeña burguesía.

 

La oligarquía

 

En el periodo anterior 1992-2018/19, ANEP representaba los intereses de la oligarquía en su conjunto. Hablaba como clase dominante y lo mismo su instrumento político principal, el partido ARENA, no obstante, la fractura sufrida en el 2009 con la creación de GANA. Durante este año, el presidente Bukele ya en el gobierno ha tenido la capacidad de romper esa granítica unidad.

 

Y lo determinante no son factores ideológicos, son claramente intereses políticos y económicos.   Presenciamos hoy por una parte, una ARENA y ANEP al servicio del clan Simán, y sus allegados, orientado al enfrentamiento directo  contra el presidente Bukele  y por la otra un amplísimo sector oligárquico interesado en llegar a acuerdos con el ejecutivo, entre estos nada más y nada menos que los patriarcales apellidos Murray Meza, Poma, Kriete, Araujo, Salaverría, Calleja, Tesak, de Sola, Saca, entre otros, como lo evidenció la reunión entre estos y el presidente Bukele del pasado 19 de mayo. 

 

ARENA

 

Esta bifurcación política empresarial impacta fuertemente al interior del instrumento político ARENA provocando múltiples grietas y bloqueando la posibilidad de una línea única frente al gobierno. Esto explica en parte la anhelada asistencia de los principales alcaldes de ARENA a una cita con el presidente Bukele en el marco de la pandemia del coronavirus, el pasado 20 de mayo.  Y esto de cara a un nuevo reto electoral para febrero de 2021. A esta situación debe agregarse el reconocimiento a la gestión edilicia desarrollada por Ernesto Muyshondt como alcalde capitalino.

 

Nuevas Ideas

 

Por otra parte, a nivel de clases dominantes, la emergencia de Nuevas Ideas les abre un nuevo canal de expresión política, pero bastante riesgoso por la acumulación de poder político lograda por el presidente Bukele -y su estilo autoritario- mediante alianzas con el capital transnacional, apoyo de las fuerzas armadas y un abrumador respaldo popular. Hay que señalar que el capital transnacional controla en la actualidad los resortes principales de la economía, incluyendo la banca, seguros, energía, telecomunicaciones, pensiones, etc.

 

La Embajada

 

Un poderoso actor-aunque no determinante- de la realidad política es el embajador estadounidense. A los Estados Unidos les interesa contar con un aliado en la región que goce de popularidad, y que le colabore en darle continuidad a su estrategia regional, que incluye aislamiento a Venezuela y Nicaragua y control en asuntos migratorios, independientemente de lo que sucede en noviembre de este año en ese país. Al presidente Bukele le interesa profundamente entenderse con la Administración Trump y dejar así en la orfandad política internacional a ARENA, a la vez que como gobierno mantiene relaciones con la Republica Popular China.  

 

Movimiento Popular

 

A nivel de movimiento popular debemos de comprender que nos encontramos en un momento de reflujo de la organización y la movilización, la iniciativa política ha pasado a sectores de las clases dominantes. Recuperar el protagonismo popular con banderas de lucha de naturaleza movilizadora es uno de los grandes desafíos y tareas.

 

Sumado a esto existe una situación de debilidad y atomización y hoy incluso su contingente de avanzada, los sindicatos de empleados estatales, así como el sector de cooperativistas, son sujetos sociales en disputa entre las antiguas organizaciones gremiales vinculadas a la izquierda y las políticas de acercamiento y cooptación hacia Nuevas Ideas impulsadas desde el Ministerio de Trabajo por un exdirigente sindical.

 

Por otra parte, el amplio sector de trabajadores informales constituye una base social inclinada mayoritariamente hacia Nuevas Ideas.  El presidente Bukele se reunió el 28 de mayo a la vez con sectores sindicales que le expresaron su respaldo. Esta situación de desmovilización popular solo podrá ser superada en la medida que enlacemos con las necesidades más apremiantes de los sectores populares y nos involucremos en sus luchas. Y esto difícilmente se logra desde la lucha parlamentaria y el esfuerzo electoral.

 

FMLN

 

A nivel de la izquierda política, en su expresión principal como FMLN, durante este año, y desde una nueva dirección política,  se le ha dado continuidad a una visión de rechazo categórico a la administración Bukele. Parece que este es un punto de coincidencia principal entre las tres tendencias que integran este partido político de izquierda. No obstante esto, hacia futuro el FMLN enfrenta diversos retos.

 

El principal es el de recuperar la confianza perdida de su base social, parte importante de la cual se desplazó electoralmente hacia Nuevas Ideas. Da la impresión que se considera la lucha contra el gobierno Bukele, su desgaste político, como la estrategia que permitirá restablecer el vínculo con su antigua base social. Ojalá que así sea, porque de no ser así, el FMLN y en general la izquierda, sufrirá seguramente una nueva derrota electoral en febrero de 2021.

 

2. Los escenarios del enfrentamiento

 

Existen tres grandes escenarios de conflicto, el político, el social y el económico. En el político el tema básico ha sido el de la preservación del desafiado orden político. En el social, los temas básicos han sido la salud y la lucha contra la delincuencia, al que hay que agregar hoy los estragos causados por la tormenta Amanda.  En el económico el tema clave es el del despegue de la economía. Alrededor de estas temáticas es que han girado estos doce meses los múltiples y diversos conflictos en el plano de la cotidianidad, de la siempre cambiante y hasta electrizante coyuntura.

 

Lo político

 

Es muy interesante como la derecha empresarial y política, ANEP y ARENA, pretenden convertirse en los nuevos adalides de la democracia y defensores de las libertades públicas, de los derechos humanos del viejo orden capitalista.  Se pretende al agitar las banderas democráticas ocultar su pasado dictatorial, antidemocrático y confundir a la población.

 

En su estrategia política pretenden responsabilizar nacional e internacionalmente al gobierno Bukele como violador de derechos humanos, como una dictadura emergente, como un régimen corrupto, carente de transparencia, corrupto e incapaz. El principal argumento radica en la pretendida toma “militar” de la Asamblea legislativa del 19 de febrero.

 

Por su parte, el presidente Bukele recurre al respaldo popular para legitimar sus acciones autoritarias, así como de rechazo contra la Asamblea Legislativa y la Corte Suprema de Justicia. Es claro que el propósito fundamental de la oposición política a Bukele es lograr el descarrilamiento de su gobierno, ahogándolo económicamente, desprestigiándolo, aislarlo nacional e internacionalmente, de cara a disminuir el seguro impacto del golpe electoral de febrero de 2021 en las elecciones municipales y legislativas.

 

Lo social

 

Es en este terreno vital para los intereses populares, donde se han desarrollado los principales combates, en particular los vinculados a la lucha contra la delincuencia (pandillas) y la emergencia provocada por el Covid-19. Como aspectos positivos es que en ambos se han realizado importantes avances, ha disminuido drásticamente el nivel de asesinatos y se ha logrado “aplanar la curva” del coronavirus.

 

Pero como elementos negativos y preocupantes, es de señalar que en ambos casos se ha recurrido fundamentalmente a mecanismos de naturaleza represiva, autoritaria, lo cual no contribuye a una mayor democratización de nuestra sociedad, y reproduce los mismos patrones del modelo político que se pretende superar.

 

Lo económico

 

El proyecto populista y bonapartista de Bukele no precisa con claridad las líneas maestras de su plan económico. Es claro que beneficiara a su sector de clase no oligárquico, y al capital transnacional, pero es todavía muy confuso la manera en que lo realizara. Todavía no se define cual es el motor estratégico de su proyecto de desarrollo económico y esto es muy preocupante.

 

Y esto se agrava en el marco de las graves consecuencias que provoca ya la pandemia del coronavirus en términos de aumento del desempleo y de los niveles de pobreza y marginalización, los cuales indudablemente se multiplicaran y amenazaran cualquier proyecto de cambio político. 

 

A esto hay que sumar el desenlace del debate sobre las medidas para la reapertura económica en el marco de la pandemia, que podría desembocar en una salida pro oligárquica, en una apertura de los grandes centros comerciales y almacenes y el funcionamiento del transporte público, lo cual seguramente incrementará los fallecimientos a causa del coronavirus.

 

3. Las perspectivas

 

En el caso de la administración Bukele sino comete graves errores estratégicos, y mantiene sus alianzas y respaldo popular, seguramente tendrá garantizada el próximo año el control de la asamblea legislativa, desde donde impulsará cambios en beneficio de los intereses de su bloque de poder, pero por su naturaleza bonapartista estos cambios incluirán también medidas populistas, de rechazo al modelo neoliberal, las cuales agudizarán su conflicto con la oligarquía. 

 

El enfrentamiento de Bukele con la oligarquía pasa inevitablemente por golpear el modelo neoliberal, de no hacerlo y pronto y de manera visible su caudal político irá disminuyendo.

 

Y en la medida que Bukele siga chocando con la oligarquía conservará e incluso incrementará su respaldo popular. Esto forma parte del aprendizaje político realizado por los sectores populares que “olfatean” magistralmente por dónde va la jugada política. Al escuchar a ARENA y a la ANEP se ubican, clarifican y definen posiciones.

 

Los sectores populares no son ni malagradecidos ni manipulables como piensan algunos intelectuales, incluso de izquierda. Han aprendido a pulso el difícil arte de pasar facturas electorales y políticas, humillaron a la ARENA de Ávila (2009) Quijano (2014) y Calleja (2019), y al FMLN de Martínez (2019), y lo harán seguramente con Bukele si este no cumple sus promesas.

 

La correlación actual de fuerzas favorece al presidente Bukele y determinara el rumbo de la transición hacia un nuevo orden político y jurídico, que desde una visión neodesarrollista fortalezca el papel del Estado en la economía.

 

Esta transición y transformación del régimen político puede tener dos desenlaces, el primero mediante acuerdos con la oligarquía para garantizar estabilidad y el segundo, más probable, mediante la agudización de su enfrentamiento. Este segundo desenlace favorece en mayor medida a los sectores populares.

 

En el caso de la oligarquía empresarial y su instrumento político ARENA, su instrumento gremial ANEP y su instrumento de propuestas, FUSADES, no obstante que constituyen la expresión principal de oposición a Bukele, su acometida se irá debilitando en la medida que sus propuestas sean bloqueadas y que un importante sector se separe (vemos ya a la ESEN y al INCAE en esta línea) y decida negociar con el gobierno, como ya lo hemos visto, bajo la simpática mirada del poderoso padrino del norte.

 

En términos generales de la actual etapa de lucha, la oligarquía continúa siendo el principal obstáculo para el desarrollo del país y para el logro de un mayor bienestar de los sectores populares.  

 

En el caso de la izquierda social y política,  el peor escenario, el peligro principal para el movimiento popular es ser cooptado por Nuevas Ideas y perder su identidad de organización y lucha popular, así como continuar desmovilizado, dejando a la espontaneidad el desarrollo de la lucha social, como es hoy el caso del movimiento de las banderas blancas pidiendo comida, y lo fue ayer el movimiento de cerrar calles para exigir agua.  

 

El movimiento popular no debe de transformarse en apéndice de las campañas de la oligarquía (ANEP) ni tampoco de la pequeña burguesía (Nuevas Ideas)  sino debe defender su independencia de clase, su esencia clasista y popular. En el caso del FMLN el peligro principal es el de ser un mero auxiliar legislativo para la derecha oligárquica, y caer en la irrelevancia política.

 

En ambos casos es urgente una reorientación profunda desde una visión parlamentarista y desmovilizadora hacia una perspectiva  orientada a la lucha popular  desde abajo, desde las comunidades, desde los centros de trabajo y pensamiento, a la construcción de poder popular, a la acumulación de fuerzas, combinando los intereses inmediatos del movimiento popular (programa mínimo: empleo, salud, seguridad, transporte, AFP, incluso la consigna de una Asamblea Constituyente) con los objetivos finales de las batallas futuras por el socialismo (programa máximo).

 

San Salvador 31 de mayo de 2020

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/206914
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