El exterminio racial como política de Estado

29/05/2020
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  • Opinión
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El racismo y la discriminación racial es consecuencia del surgimiento del capitalismo y su continuidad en el imperialismo.

 

Para justificar el secuestro de millones de africanos con fines de explotación de acumulación del modo de producción capitalista, se denigró al africano y sus descendientes con argumentos de inferioridad biológica, intelectual y estéticamente expresando que eran más próximo a los monos que a los seres humanos.

 

Estos argumentos,  según la Convención Internacional contra la discriminación Racial aprobada por la Organización de Naciones Unidas en 1965, son “científicamente falsos, moralmente inaceptables y socialmente peligrosos e injustos”.

 

Sin embrago,  desde que esta declaración fue puesta en marcha en 1967, países como Estados Unidos, paladín de los “Derechos Humanos”,  nunca la firmó. Esa convención que se enmarca en los Derechos Humanos, países como Honduras, Colombia, Haití y Brasil la firmaron, pero hoy sus resultados en cifras de violencia racial son denigrantes.

 

El racismo, en la potencia más grande mundo, Estados Unidos, desde la esclavitud e inmediatamente a la abolición, es quien más ha practicado el exterminio racial, desde los linchamientos, hasta mantener la estructura de la pobreza hacia los afroestadounidenses y otras formas de asesinatos selectivos como enviar a las invasiones y guerras a otros países a gran cantidad de afroamericanos para que mueran defendiendo los intereses de las grandes corporaciones,  como ya conocemos los sonados casos de Vietnam, Irak, Afganistán, Siria, África, Caribe, Latinoamérica.

 

De los Ángeles a Minneapolis

 

En unos de los barrios del sur, de la ciudad de Los Ángeles, cuatro policías por prejuicio racial, tomaron al afroamericano Rodney King y lo golpearon salvajemente dejándolo agonizar en la calle. Para ese entonces,  no existían la redes sociales, pero alguien grabó cuando cuatro policías golpeaban a King, lo cual provocó que la gente saliera a las calles y se iniciara una rebelión ciudadana que comenzó a incendiar los símbolos de los poderes racistas en esa ciudad como estaciones de policías, instituciones gubernamentales que habían dejado libre a los cuatros policías. El presidente Bush tuvo que enviar cuatro mil marines para sofocar la rebelión ciudadana. Casi 60 muertos y miles de millones de dólares en pérdidas.

 

 Entre esa rebelión antiexterminio racial en Los Ángeles y la que sucede hoy en Minneapolis han transcurrido casi cuarenta años.

 

 

En Minneapolis, el pasado lunes 25 de mayo Día de África, un policía blanco bajo la mirada insensible de otros tres policías,  en plena calle de Minneapolis y ante testigos que pasaban por el lugar, colocan en el suelo aprisionando el cuello del afroamericano George Floyd. Al grito de no puedo respirar de Floy, el policía más presionaba su cuello con la rodilla hasta que murió.

 

Entre King (1992) y Floyd (2020) han sido muchos los casos de exterminio racial, pero la respuesta que en estos momentos están dando los ciudadanos y ciudadanas de Minneapolis es similar a la de los Ángeles.

 

No es disturbio o desorden, no es una simple protesta, la gente está indignada contra el sistema policial que la supremacía blanca, y sobre todo en los últimos años, bajo la presidencia de Donald Trump, ha puesto en evidencia que el exterminio racial es una política de Estado que no solo funciona en Estados Unidos, sino que está funcionando en Colombia, donde , el actual gobierno de Duque en el poco tiempo que tiene como presidente de ese país, ha asesinado más de cien afrocolombian@s. El exterminio racial como política de Estado está funcionando con el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, asumiéndolo sarcástica y públicamente. La semana, en Brasil, asesinaron al líder afrobrasileño Joa Pedro. En Honduras el gobierno del presidente narcotraficante Juan Hernández todos los días asesinan a un Garífuna, aparte de despojarles de sus tierras.

 

El exterminio racial es una política de Estado y organismos como la ONU deben llevar eso a la próxima Asamblea General a realizarse en septiembre, pues en el marco del Decenio Afrodescendientes 2015-2024, el racismo y el exterminio racial, con un sistema policial institucional más la higiene racial que está causando muchas muerte el COVID 19 en las comunidades de Estados Unidos, son un crimen de lesa humanidad.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/206870
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