Australia arde: ¿Antropogénesis o cambio climático?

13/02/2020
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El cambio climático es real y sus consecuencias se hacen presentes: el derretimiento de glaciares, la desaparición (extinción) de especies, alimentos más caros, aumento en el nivel del mar, entre otros, son evidencia de ello. El año 2019 despidió al mundo con un severo incendio en Australia, el presente artículo pretende indagar sobre las causas de estos fenómenos y las acciones a emprender como humanidad en beneficio de lo que garantiza la supervivencia.

 

Sin grandes soluciones en la COP25

 

En mayo de 1987 Rusia padeció incendios que consumieron 15 millones de acres, en el Black Dragon Fire, mientras que, en China tres millones, dando un total de 72,884 km² destruidos y la muerte de 200 personas; años más tarde en el verano de 2003, en Siberia se quemaron 68,349 hectáreas y la humareda llegó a la ciudad de Osaka, Japón; en diciembre de 2010, en Monte Carmelo, Haifa, Israel, 5 millones de árboles fueron calcinados, 43 personas murieron y 17,000 fueron evacuadas; mientras que en julio de 2018, en Ática, Grecia, se desplegaron 600 bomberos y se declaró estado de emergencia; misma fecha que, en California, Estados Unidos, se calcinaron 62,053 hectáreas, fallecieron 86 personas y los daños sumaron más de $16,000 mdd en Camp Fire; en agosto 2019, se quemaron 29,944 km² en la Amazonía «el pulmón del planeta»; y en diciembre del mismo año, Nueva Gales del Sur, Australia (El Comercio, 2019).

 

El cambio climático es uno de los desafíos más grandes que se presentan a la humanidad, si la temperatura continua en aumento se producirán alteraciones peligrosas para el planeta, es por esto que un grupo de países tomaron la decisión de bajar las emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero, de la misma manera promover la resiliencia, así como aumentar la capacidad de adaptación a los efectos de la variación climática, elementos que conforman el Acuerdo de París del año 2016; sin embargo, en las negociaciones de la COP25 (Conferencias de las Partes, por sus siglas en inglés), en la que Australia, junto con Estados Unidos y China, se negaron a negociar un Mercado de Carbono Común, que pretendió lograr un acuerdo para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y de desearlo o necesitarlo, comprar derechos de emisión a otros países para seguir generando emisiones, a la par que optaran por energías renovables. Este hecho no le favorecía a Australia por ser uno de los principales productores de combustibles fósiles, cuenta con, una exportación del 1.3% ($3.29 mil millones) de petróleo crudo o minerales bituminosos y un 8.3% ($20,3 mil millones) de gas de petróleo y demás hidrocarburos gaseosos (OEC, 2017).

 

 Temporada de incendios en Australia

 

 La temporada de incendios forestales en Australia sucede en cualquier momento del año y varía por región según datos de Australia burning: fire ecology, policy and management issues (Cary, Dovers y Lindenmayer, 2003: p.38): en las ciudades de Hobart y Adelaide, la temporada suele ser en verano y otoño; en las ciudades de Perth, Kalgoorlie, Melbourne y Canberra, son durante el verano; en Geraldton, Alice Springs y Sydney, en primavera y verano; en Port Hedland, Tennant, Mount Isa y Brisbane, ocurren en primavera; mientras que en Darwin en invierno y verano.

 

Si bien son recurrentes los incendios, éstos se intensificaron en septiembre de 2019, el año más seco y caluroso en Australia, convirtiéndose en una de las temporadas más difíciles desde el Sábado Negro de 2009; de acuerdo con la biblioteca de recursos de National Geographic (2014), es considerado uno de los peores desastres naturales de Australia, donde el Estado de Victoria sufrió alrededor de 400 incendios, entre el 7 de febrero de 2009 y no se detuvieron hasta el 14 de marzo del año siguiente, destruyendo 4.500 km² de superficie así como 2,029 hogares, la pérdida de 173 personas y el costo de recuperación de 100 millones de dólares.

 

Extremar la situación

 

Con información de Breitbart (2020), 183 personas han sido arrestadas y/o acusadas por ser los causantes de los incendios (69 son menores de edad). Noticieros como The Guardian y ZDNet, entrevistaron al Dr. Timothy Graham, de la Universidad Tecnológica de Queensland, quien en un análisis de las publicaciones realizadas en Twitter con el hashtag #ArsonEmergency sobre lo que sucedió, señaló que los datos preliminares arrojaron que la mayoría de estas publicaciones son bots y que es factible la existencia de una campaña de desinformación, «Australia de repente parece estar inundada por la mala información/desinformación como resultado de esta catástrofe ambiental, y estamos sufriendo las consecuencias en términos de polarización exagerada y una mayor dificultad e incapacidad para que los ciudadanos puedan discernir la verdad», dijo a ZDNet (ZDNet, Stilgherrian, 2020).

 

Por otro lado, Australian Competition & Consumer Commision (ACCC, 2020) advirtió que hay muchas maneras de recaudar dinero para ayudar a personas y animales afectados por los incendios; no obstante, algunas de esas ayudas son estafas, por lo que estableció un número telefónico para reportarlas (1300 795 995), así como una lista de cómo se disfrazan estas supuestas organizaciones benéficas.

 

El gobierno y la opinión pública

 

Bomberos que combatieron los incendios están enojados con el gobierno, en especial con el Primer Ministro, Scott Morrison, quien en medio de los incendios, decidió tomar vacaciones familiares en Hawái, al regreso de su viaje ofreció disculpas a sus compatriotas y tomó la medida de llamar a 3,000 reservistas del ejército para apoyar a los bomberos, así como un despliegue, el cual fue criticado por considerarse una manera de obtener «ganancias políticas del desastre». Otro miembro del gobierno que también ha sido criticado es el parlamentario, Craig Kelly, quien durante una entrevista con Good Morning Britain (El Comercio, 2020. The Sun, 2020) aseguró que los incendios no tienen «‘ningún vínculo’ con el cambio climático, ‘lo que causa lo principal de los incendios es la acumulación de combustible en el suelo y la sequía’».

 

Desde las conferencias de la COP25, el gobierno de Australia mostró indiferencia ante el cambio climático y las responsabilidades que conlleva, el negacionismo que tienen hacia este tema es por intereses económicos, el utilizar energías renovables no será tan eficiente como menciona Jorge Beinstein en Crisis e Imperialismo (Saxe-Fernández, John, 2012: p. 67): dar la razón a que los incendios que se están viviendo es una consecuencia del cambio climático es aceptar los acuerdos de las Conferencias de las Partes y se niegan a hacerlo, el gobierno prefiere no hacer nada al respecto, dejando que miles de personas pierdan sus hogares, millones de animales mueran, en algunos casos su desaparición antes de hacer algo para acabar con los incendios.

 

 No toman en cuenta que tanto sus acciones, como cada decisión que toman tiene repercusiones en los diversos sectores, económico, político, ambiental y social, todo está ligado, si uno falla todos fallan y no sólo al interior de Australia, sus repercusiones son a nivel mundial; sin embargo, esto no sólo es una cuestión aislada en Australia, es en los Estados y las empresas que no tienen la intención de realizar un cambio, de ver los estragos causados, de creer que la imagen eco friendly es suficiente para marcar la diferencia.

 

El desastre

 

Un desastre sucede cuando un riesgo importuna la facultad de una estructura social para enfrentarlo y solucionarlo: «La batalla ideológica de una década entre la izquierda y la derecha de la política australiana ha paralizado el desarrollo de la política climática. Esto no puede continuar». Dave Dominey-Howes, profesor de Ciencias de Riesgos y Desastres en la Universidad de Sydney, también asegura que los incendios duran más y no es posible retener a voluntarios por tanto tiempo debido a las responsabilidades con sus familias y empleos, se necesita una «fuerza laboral profesional» que sí sea retribuida tanto como un fondo monetario para desastres naturales, que sería pagado tanto por los contribuyentes, como por el Estado y una gestión de desastres, aunque ya se cuenta con una, necesita ser actualizada, dado que ya no es eficiente.

 

Los incendios provocados por el ser humano y el cambio climático tiene consecuencias devastadoras, y el daño que recibe Nueva Gales del Sur lo demuestra, donde 650 viviendas resultaron dañadas y 2,000 fueron destruidas; se quemaron más de 7.3 millones de hectáreas (un terreno poco más grande que el que tiene Dinamarca y Bélgica); 25 personas perdieron la vida, algunos eran bomberos voluntarios; se afectaron cerca de medio billón de animales, entre estos mamíferos, aves y reptiles (especies de aves y ranas podrían extinguirse), se estima que un tercio de los koalas murieron y tienen pérdidas en ganado y canguros; y hasta que no terminen estos incendios las cifras aumentarán, según datos de CNN World (2020).

 

 Es imprescindible que todos los gobiernos de los países industrializados y en vías de desarrollo, en específico los Estados escépticos sobre el cambio climático (Estados Unidos, China y Australia), dejen de evitar las responsabilidades de los acuerdos firmados sobre el clima, contaminación, entre otros; que, aunque falta mucho para crear el acuerdo «ideal» en materia ambiental exista un compromiso real, hay que ver al cambio climático como un detonante a más problemas e inestabilidad como la migración por escasez de alimentos, inundaciones en zonas costeras y el difícil acceso al agua potable.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/204745
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