Aplicaciones militares de la inteligencia artificial

15/11/2019
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 544: Las redes de la guerra 14/10/2019

La lucha por la superioridad tecnológica juega un papel fundamental en la disputa por la hegemonía mundial entre Estados Unidos, China y Rusia, en donde la inteligencia artificial (IA), el machine learning y la conducción autónoma se han vuelto campos estratégicos para la supremacía en la guerra.  Al obtener el control de la tecnología se define la capacidad hegemónica de los capitales y de los Estados, siendo una herramienta esencial de la competencia.  De esta manera, la búsqueda por la superioridad en inteligencia artificial está alimentando una carrera armamentista en la que se busca desarrollar aplicaciones tecnológicas que confieran una ventaja sobre adversarios y competidores en diversos dominios de la guerra (Hoadley, 2019: 34).

 

La primera definición de inteligencia artificial fue acuñada por John McCarthy en 1956, quien a partir de un proyecto denominado Dartmouth Summer Research Project on Artificial Intelligence buscó desarrollar varios conceptos alrededor de lo que él y sus colaboradores consideraban que eran thinking machines o máquinas pensantes.  Actualmente, las definiciones se centran en que la IA es un sub-campo de la informática que busca aprender cómo es que las máquinas pueden imitar la inteligencia humana (Marr, 2018).  En este sentido, la inteligencia artificial es la búsqueda por realizar tareas generalmente reservadas a la cognición humana, como lo son reconocer patrones, predecir resultados y tomar decisiones complejas (Lee, 2018).

 

Sin embargo, cabe señalar que es una tecnología que procesa una gran cantidad de información sobre un campo específico, con el fin de tomar una decisión en un caso determinado a partir de un objetivo particular.  Es decir, la inteligencia artificial funciona en dominios únicos, por lo que no es capaz de generalizar la información o de tener sentido común.  Por ello, donde la IA puede tener dificultades es cuando se encuentra con una situación más allá de su experiencia o modelo aprendido, puesto que puede tener problemas para pensar más allá de su base de datos o programación.  Además, la IA necesita un objetivo para trabajar, por lo que se vuelve necesario mantener una colaboración entre humano y máquina para llevar a cabo sus tareas.  En este modelo de trabajo en equipo, los humanos determinan los objetivos y proporcionan la creatividad, mientras que la IA brinda experiencia autodidacta, habilidades de pronóstico y eficacia (Cain, 2017: 33).

 

Para lograr su objetivo es necesario el uso de algoritmos, los cuales permiten que las computadoras perciban e interpreten el mundo para tomar decisiones por sí mismas.  Ello se logró a raíz del desarrollo del deep learning, un modelo inspirado en el cerebro humano, donde las redes del sistema están programadas por seres humanos a partir de grandes cantidades de datos etiquetados.  De este modo, utilizan lo que han aprendido para seleccionar matemáticamente ciertos datos, reconocer patrones dentro de la vasta cantidad de información y desarrollar las tareas de manera más eficiente (Lee, 2018).  Para realizar sus análisis, se requiere de grandes conjuntos de datos para programarlos y una gran capacidad computacional para procesarlos, de forma que la información, la creación de infraestructura y el desarrollo de algoritmos se vuelven factores estratégicos para la guerra (The Economist, 2018a).

 

En este sentido, un grupo considerable de expertos señala que la IA tiene el potencial de cambiar la naturaleza misma de la guerra (The Economist, 2018a).  Los defensores de esta posición argumentan que el mundo ha pasado de la era industrial de la guerra a la era de la información, en la que la recopilación, el análisis y la difusión de datos será el aspecto más importante en las operaciones de combate (Hoadley, 2019: 35).  En la búsqueda por mantener la superioridad tecnológica, cobra relevancia la capacidad de reunir e interpretar información en tiempo real, en donde la supremacía en este campo se traduce en poder de combate a partir de una mejor reacción ante cualquier situación que se pueda enfrentar (Ceceña, 2006: 18).  Es así como Estados Unidos, China y Rusia han comenzado a desarrollar avances en inteligencia artificial con aplicaciones militares.

 

Con IA: decisiones y respuestas más rápidas

 

En 2014, el Pentágono anunció la Third Offset Strategy, la cual busca recuperar una ventaja militar por medio del aprovechamiento de una gama de tecnologías, incluidas la inteligencia artificial, sistemas autónomos, la robótica y el big data, mediante las cuales pueda actuar de manera más rápida y efectiva (The Economist, 2018b).  Frente a esto, China lanzó en 2017 su New Generation of Artificial Intelligence Development Plan que incorpora a la IA como la tecnología transformadora que sustentará los poderes económico y militar, utilizando una estrategia de fusión militar-civil.  Por su parte, Vladimir Putin estableció que la inteligencia artificial es el futuro y quien se convierta en el líder en esta esfera, se convertirá en el gobernante del mundo (The Economist, 2018a).  A pesar de que Estados Unidos cuenta con una ventaja tecnológica considerable, China está empezando a posicionarse como un competidor real frente a los avances estadounidenses, mientras que Rusia continúa rezagado en esta disputa.

 

Así pues, la IA está siendo incorporada a la guerra a través de aplicaciones relacionadas con operaciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, así como en logística y procesos de toma de decisiones, operaciones del ciberespacio y de información, comando y control, vehículos semiautónomos y autónomos y sistemas de armas letales autónomos (LAWS, por sus siglas en inglés) (Hoadley, 2019: 9).  Aunado a ello, el impacto potencial que la IA tendrá en el futuro de la guerra estará en función de diversos factores, incluidos la tasa de inversión comercial, el impulso para competir con rivales internacionales, la capacidad de la comunidad de investigación para avanzar en el estado de la IA, la actitud general de los militares hacia su aplicación en las operaciones de guerra y el desarrollo de conceptos específicos para su empleo en combate (Hoadley, 2019: 34).

 

De esta manera, a partir del desarrollo e implementación de esta tecnología, un Estado podrá obtener una ventaja informativa y temporal con la cual tendrá una mejor comprensión de los factores que afectan un entorno estratégico y podrá generar respuestas de manera casi instantánea frente a las operaciones de sus adversarios.  La capacidad de automatizar el análisis de datos a través de múltiples dominios, les permitirá recortar el proceso de toma de decisiones y facilitará la capacidad de respuesta en eventos en los que los humanos no puedan reaccionar lo suficientemente rápido, como puede ser el caso de un ataque cibernético o el despliegue de misiles supersónicos.  En particular, en la guerra cibernética se hace uso de sistemas de inteligencia artificial a partir de la búsqueda de vulnerabilidades en la red para atacar, por lo que el diseño de softwares con habilidades de autonomía pueden aprender de los ataques para advertir a los planificadores cuando las suposiciones ya no son válidas o si hay una oportunidad para mejorar los planes y generar una mejor respuesta (The Economist, 2018a).

 

Vehículos y armas autónomos

 

Por su parte, los vehículos semiautónomos y autónomos son otro campo en el que se puede aplicar la IA en la guerra, en donde los vehículos pueden percibir el entorno, reconocer obstáculos, fusionar datos, planificar la navegación, comunicarse con otros vehículos, interferir amenazas electrónicas y portar armas (Hoadley, 2019: 12-13).  Igualmente, el empleo de la inteligencia artificial en este ámbito ha introducido el despliegue de vehículos autónomos de manera simultánea, lo que comúnmente es conocido como enjambre o swarm, con el fin de abrumar a las defensas del enemigo y generar una mayor coordinación, inteligencia y velocidad en la guerra (The Economist, 2018a).  En el caso de los sistemas de armas letales autónomos o “robots asesinos”, la IA permitirá la creación de sistemas capaces de identificar un objetivo y tomar decisiones de manera independiente sobre si atacar y destruir a dicho enemigo.  No obstante, su aplicación ha presentado importantes problemas éticos, legales, políticos y prácticos en los que se cuestiona la autonomía de esta innovación y su capacidad de matar.

 

De este modo, el surgimiento de la inteligencia artificial ha implicado el desarrollo de múltiples innovaciones que han permitido su aplicación en diferentes ámbitos militares, teniendo un impacto importante en el reposicionamiento tecnológico necesario para la supremacía en la guerra.  Sin embargo, su aplicación sugiere ciertos cuestionamientos, especialmente sobre la forma en la que puedan librarse los conflictos en un futuro y sobre cómo los humanos deben de interactuar con máquinas que son capaces de tener diversos grados de autonomía.  Así, se presenta un ambiente de incertidumbre en el cual es posible que se generen riesgos vinculados a la capacidad de las máquinas de funcionar sin supervisión humana, llegando a amenazar todas las condiciones de vida.

 

Ana Katia Rodríguez Pérez tiene una Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM y es miembro del proyecto PAPIIT Economía y guerra en el siglo XXI de OLAG (UNAM).

 

 

Fuentes consultadas

 

Cain, C. B. (2017), “Go and Artificial Intelligence: Potential for Strategic Decision-Making” en Samuel R. White Jr., Closer Than You Think: The Implications of the Third Offset Strategy for the U.S. Army, Estados Unidos: Strategic Studies Institute y U.S. Army War College Press.

 

Ceceña, A. E. (2006), “Sujetizando el objeto de estudio, o de la subversión epistemológica como emancipación” en Ana Esther Ceceña (comp.), Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado, Buenos Aires: CLACSO.

 

Hoadley, D. S. (2019), Artificial Intelligence and National Security, Estados Unidos: Congressional Research Service.

 

Lee, Kai-Fu (2018), “The Four Waves of A.I.” [en línea], Fortune, 22 de octubre.  Disponible en: https://bit.ly/2nSqFnX [Consultado: 13 de agosto de 2019].

 

Marr, B. (2018), “The Key Definitions of Artificial Intelligence (AI) That Explains Its Importance” [en línea], Forbes, 14 de febrero.  Disponible en: https://bit.ly/2mg4Qyx [Consultado: 11 de agosto de 2019].

 

The Economist (2018a), “War at hyperspeed.  Getting to grips with military robotics.  Autonomous robots and swarms will change the nature of warfare” [en línea], The Economist, 27 de enero.  Disponible en: https://econ.st/2mpGUZr  [Consultado: 20 de agosto de 2019].

 

The Economist (2018b), “The new battlegrounds.  The Future of war” [en línea], The Economist, 25 de enero.  Disponible en: https://econ.st/2ng8vwn  [Consultado: 20 de agosto de 2019].

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/203286

Ciencia y tecnología

Publicado en Revista: Las redes de la guerra

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