Padrino López y la geopolítica existencial de Venezuela

10/05/2019
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Todos los patriotas de Venezuela deberíamos unirnos en un gran acto nacional de desagravio al General en Jefe Vladimir Padrino López. Desde hace ya varios meses lo mejor de la opinión pública mundial ha visto, con una mezcla de incredulidad y rechazo, la cantidad incesante de amenazas e improperios que han sido dirigidos, desde el gobierno norteamericano, contra el actual ministro de la defensa y uno de los líderes militares de mayor prestigio de nuestro país. No cabe duda de que en la crisis actual la FANB constituye la columna vertebral de nuestro Estado y, tampoco puede dudarse de que, en el centro de esa estructura, como clave de bóveda que sostiene, hoy por hoy, el edificio institucional de nuestra Fuerza Armada, se encuentra la figura de este militar venezolano. Atacarlo es, ni más ni menos, intentar socavar o destruir un personaje clave de una institución esencial para mantener en pie a nuestra asediada Venezuela.

 

Pero más allá de los innegables méritos profesionales de Padrino López los ataques en su contra tienen que ver con su profunda identificación con lo que pudiéramos llamar la “geopolítica existencial” de Venezuela, tomando prestado el concepto de Alexander Dugin, uno de los intelectuales más influyentes en el gobierno de Putin. Se tiende a pensar, en términos geopolíticos, en la geografía como una especie de destino, un territorio determinado contendría, de este modo, todas las potencialidades y limitaciones de una nación. Esto es lo que argumentaron, con distintos énfasis, Mackinder, Mahan y Spykman, desde fines del siglo XIX hasta comienzos del XX, debatiendo sobre la prioridad del control territorial o marítimo, sobre si la clave, para dominar el globo terráqueo, estaba en Eurasia, como “corazón territorial del mundo” o en el control de las costas, los grandes ríos y las rutas marítimas. La historia de las grandes potencias (y de los dominados por estas potencias) no sería otra cosa que la de los avatares de la milenaria disputa entre los poderes de la tierra y los poderes del mar, entre las telurocracias y las talasocracias. En geopolítica estas ideas se han planteado y replanteado desde posiciones de un determinismo extremo hasta aquellas que adoptan un determinismo relativo o parcial.

 

Una geopolítica existencial admite, sin duda, la enorme importancia de la geografía, de la ordenación de los territorios. Tiene, también, plena conciencia del gran conflicto entre los señores de la tierra y los amos del mar, entre los dueños de los cielos, del arma nuclear y del ciberespacio. Sin embargo el énfasis, dentro de una geopolítica existencial, se encuentra en la presencia o carencia de una conciencia histórica colectiva, en la subjetividad de un pueblo, en las decisiones que toman aquellos líderes que son capaces, en momentos de máximo peligro, de apostar, con toda las fibras de su ser, por una fe suprema, por un ideal que trasciende al líder en tanto individuo concreto, con una biografía y unas circunstancias determinadas. Ser líder, desde esta perspectiva, termina negando las determinaciones de la biología personal, la triste materialidad de los intereses particulares, para identificarse con algo potencialmente infinito o inmortal como lo es el pueblo.

 

Podemos repetir las obviedades de la geopolítica tradicional con respecto a Venezuela: nuestra patria se encuentra dentro de un territorio que es, simultáneamente caribeño, andino y amazónico, con una enorme costa, uno de los ríos más importantes del mundo, y un subsuelo con las principales reservas de crudo del mundo. Y sin embargo, frente a todo esto, pudiera argumentarse que la principal motivación para la agresión norteamericana no es otra que la necesidad de reafirmar la autoridad de Washington, en términos geoestratégicos, sobre el Hemisferio Occidental dentro de una vasta disputa global con China y Rusia. Las nuevas tecnologías de fracturación hidráulica, para citar tan solo un ejemplo muy pertinente, hacen que las reservas petroleras tengan un valor muy importante pero relativo para la potencia del Norte, tal y como lo ha expresado, en un artículo reciente, Alfredo Toro Hardy.

 

Todo esto nos coloca, una vez más, frente a la geopolítica en términos existenciales, entendida como decisión, de vida o muerte, para toda una nación y frente a esta decisión, hoy por hoy, es necesario reivindicar el rol inmenso que juega el General en Jefe Padrino López y su conciencia patriótica, su propia decisión de acompañar, hasta las últimas consecuencias, la verdad histórica de todo un pueblo que se ha elegido a si mismo dentro de un ideal de soberanía, dignidad e independencia.

 

- Juan Antonio Hernández es Doctor en Estudios sobre América Latina (Universidad de Pittsburgh), con una especialización en filosofía política. Ex embajador de Venezuela en Qatar y Egipto.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/199759
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