La lucha creciente en defensa de la educación

El gobierno brasileño parece empeñarse en una cruzada para destruir la educación pública en todos sus niveles.

07/05/2019
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Paulo Freire
Foto: Acervo Instituto Paulo Freire
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En las últimas semanas, el gobierno brasileño parece empeñarse en una cruzada para destruir la educación pública en todos sus niveles. El desprecio de Bolsonaro por la educación, especialmente la universitaria no es ninguna novedad. Durante toda su campaña a través de Twitter, ya daba señales de lo que pretende realizar actualmente en el país: desmontar el sistema educacional por considerar que Brasil derrocha demasiado en esa cartera.

 

Bolsonaro no solo ignora –o parece ignorar- las cifras entregadas de estudios realizados por organismos internacionales, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en donde se expone que Brasil ocupa el último lugar en gasto en educación entre los 39 países analizados, que incluye también a Argentina, Chile, Colombia y Costa Rica. Lo que él desea es destruir las bases para la formación de una ciudadanía informada y preparada y, por lo tanto, crítica. Como muchas veces lo había afirmado Paulo Freire, la educación es una herramienta que les permite a las personas libertarse en el pensar y no resignarse en ser dominados y obedecer.

 

Por lo mismo no es casualidad que exista actualmente una campaña destemplada para despojar a este pedagogo del título de Patrono de la Educación Brasileña, el que recibió por el Estado en 2012 como reconocimiento por todos los años dedicados a difundir y trabajar por una educación basada en el pensamiento reflexivo, crítico y transformador. Justamente en este momento, en que Paulo Freire está siendo expurgado de los textos educativos por una decisión del ejecutivo, su figura crece mundialmente y es considerado uno de los pensadores más influyentes de la actualidad y su obra de las más importantes entre las producidas durante el siglo XX.

 

Cuando Vélez Rodríguez asumió el ministerio de educación, se pensaba que su principal propósito a la cabeza de dicha secretaría estaba destinado a desmontar las políticas educacionales, pero sus acciones fueron tan bizarras y descriteriadas que al poco tiempo le fue solicitada la renuncia, pese a los reclamos de su mentor en el gobierno, el alucinado astrólogo Olavo de Carvalho. Pero finalmente, este mismo personaje consiguió que fuera indicado el nuevo titular, Abraham Weintraub, más fundamentalista y peligroso que Vélez Rodríguez. Al igual que el ministro saliente, el actual ministro no posee ninguna experiencia en gestión educativa y solo viene a confirmar el hecho de que la mayoría de los ministros de Bolsonaro no provienen del área a la cual fueron designados y son ilustres desconocidos en el ámbito de las políticas públicas. Es un gobierno de personas sin preparación que van improvisando diariamente a partir de sus prejuicios y preceptos morales.

 

Desde que asumió en el ministerio, Weintraub comenzó a anunciar que los cursos de filosofía y sociología no pueden ser dictados en universidades públicas, ya que el país necesitaría de otro tipo de profesionales como médicos, ingenieros o veterinarios, áreas que generarían un “retorno inmediato a los contribuyentes”. El ministro supone falsamente que ambos programas profundizarían la crisis de financiamiento de las universidades federales, cuando en realidad ellos no representan más del 2% del total de alumnos matriculados en dichas universidades.

 

A seguir el ministro dictaminó el corte del 30% de todas las universidades públicas (2 mil millones de dólares aprox.), con el argumento de que ellas no se encuentran realizando ninguna producción científica relevante para el provecho de la nación. Otra falsedad. En la actualidad el 90% de la investigación y producción científica en Brasil es realizada en las Universidades Federales, siendo que ellas tienen la responsabilidad de formar solamente al 20% del total de alumnos de la enseñanza superior. Y muchas de ellas ocupan los primeros lugares en los rankings internacionales entre entidades de educación superior.

 

El ataque y el abandono de las universidades públicas solo se puede entender como parte de un proyecto que busca la asfixia administrativa por escasez de recursos (cortes en los gastos de alimentación, agua, luz, aseo, etc…) para proceder posteriormente a su privatización. Casualmente, la hermana del Ministro de Hacienda, Paulo Guedes, es Vice-Presidenta de la Asociación Nacional de Universidades Privadas.

 

Por otro lado, esta arremetida contra los establecimientos educacionales busca acabar con un foco de resistencia importante al gobierno de ultraderecha y desestimular las futuras movilizaciones que están siendo anunciadas en todo el país. Ya se han producido manifestaciones de estudiantes en las principales ciudades del país, Sao Paulo, Rio de Janeiro, Salvador, Brasilia y Belo Horizonte. También se ha convocado para el día 15 de mayo a una movilización estudiantil en torno al “Día Nacional en Defensa de la Educación”.

 

En momentos en que la política gubernamental parece concentrarse en la destrucción del sistema educacional brasileño, miles de personas entre docentes, alumnos(as) y funcionarios(as) en todos los niveles de formación, se encuentran articulando un gran pacto nacional por la defensa de la educación. Mientras más groseros sean los ataques a la educación pública, más fuerte será el rechazo entre todos los estamentos del sistema educativo y entre la ciudadanía. Del éxito de dicha convergencia y de la persistencia de esta lucha, dependerá la posibilidad de construir una educación pública de calidad que permita generar mayores y mejores oportunidades a las futuras generaciones de brasileños.

 

 

- Fernando de la Cuadra es Doctor en Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia.

https://www.alainet.org/es/articulo/199704
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