Alexander von Humboldt, Venezuela y la Revolución Bolivariana

Tal vez sea Venezuela, Cuba y Bolivia quienes tengan que liderar las celebraciones del "Año Humboldt".  Porque Alexander von Humboldt y su legado viven hoy mucho más entre estos pueblos latinoamericanos que en una Europa neoliberal.

14/02/2019
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Alexander von Humboldt
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“No se puede elogiar lo bastante a la legislación de las nuevas repúblicas de la América española, que desde el principio han tenido una gran preocupación por poner fin a la esclavitud, En este sentido, esta vasta parte de la Tierra tiene una inmensa ventaja sobre el sur de los Estados Unidos (...)".

"En Norteamérica, los hombres blancos se han creado una República blanca con las leyes más vergonzosas de la esclavitud". 

Alexander von Humboldt (1769-1859) 

 

 En 2019 celebramos el 250 aniversario del nacimiento de Alexander von Humboldt, el científico que, según Símon Bolívar, que lo conoció personalmente, fue el verdadero "descubridor" de América. Entre 1799 y 1804, Alexander von Humboldt, acompañado por el botánico francés Aimé Bonpland, viajó por las colonias de la entonces América española, explorando regiones que hoy pertenecen a Venezuela, Ecuador, Colombia, Perú y Cuba. 

 

 De vuelta en Europa, Humboldt comenzó la publicación de varios libros que relatan sus aventuras en América y revelan a un público europeo curioso y fascinado las riquezas naturales y culturales de Sudamérica. Al mismo tiempo que escribía sobre las maravillas de la naturaleza tropical de América y la riqueza cultural de sus pueblos nativos, Humboldt denunciaba, como ningún otro antes que él, los horrores de la esclavitud, la opresión de los pueblos indígenas y la injusticia del sistema colonial.

 

 Su importancia para nuestro tiempo proviene precisamente de su capacidad para ver las interrelaciones entre el medio ambiente, la sociedad, la política y la economía. Fue el primer pensador occidental moderno en describir científicamente el planeta como un organismo vivo en el que los seres humanos, las plantas, los animales, los suelos y el clima se relacionan e influyen entre sí. La novedad de esta visión, en su momento, en la que todavía prevalecía una visión mecanicista de la naturaleza, fue revolucionaria. Para Humboldt, la poesía y la ciencia eran dos formas complementarias y necesarias de entender el mundo. Su influencia en poetas, escritores y científicos fue enorme. A Goethe le encantaba pasar horas hablando con su amigo más joven, Humboldt, y tanto "Fausto" como sus estudios sobre plantas podrían no existir como los conocemos hoy en día si no fuera por la influencia de Humboldt. 

 

 Charles Darwin se llevó varios libros de Humboldt en su viaje en el ‘Beagle’ , con los que mantuvo un diálogo constante. Sin Humboldt, Darwin difícilmente habría escrito el "Origen de las especies" o Thoreau habría escrito "Walden". Humboldt fue probablemente el último pensador en dominar casi la totalidad del pensamiento científico de su tiempo, cuando esto todavía era posible, aunque extraordinariamente difícil, utilizando este conocimiento para mostrar cómo se relacionan varios fenómenos diferentes entre sí, en un enfoque que hoy llamaríamos interdisciplinario. Al explorar la región del lago de Valencia en la actual Venezuela, por ejemplo, Humboldt comenzó a entender la relación entre la agricultura y el cambio climático.

 

 Como él mismo escribió: «Cuando los bosques son destruidos, como en todas partes de América, en una imprudente precipitación por parte de los agricultores europeos, las fuentes de agua se vuelven menos abundantes o se secan por completo. Los ríos, que permanecen secos durante parte del año, se convierten en torrentes cuando caen fuertes lluvias sobre las montañas. Con la desaparición de los arbustos y la pequeña vegetación en las orillas de las montañas, las aguas lluviosas ya no tienen obstáculos en su curso y en lugar de infiltrarse lentamente en los ríos, arrastran la tierra y forman las repentinas inundaciones que devastan la región.»

 

Humboldt llamó la atención sobre el hecho de que los bosques aumentan la capacidad de los suelos para retener agua y contribuir a enfriar el clima. Comprender estas interrelaciones y cómo contribuyen al cambio climático es una parte fundamental de la labor del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en la actualidad, lo que Humboldt hizo hace más de 100 años. Además, Humboldt denunció claramente el sistema colonial y el modo de producción capitalista -sin utilizar este término- como los principales responsables de la destrucción del medio ambiente y sus consiguientes impactos sobre el clima: los agricultores europeos y su producción dirigida a los intereses de la metrópoli, utilizando mano de obra esclava y expulsando a los pueblos indígenas de sus tierras.

 

 Humboldt denunció claramente la "barbarie" colonial europea y presentó una visión de los pueblos indígenas sudamericanos y de los esclavos negros que era completamente diferente de las concepciones dominantes de su tiempo. Humboldt no sólo rechazó el racismo endémico de su época y la supuesta "superioridad" de la "raza blanca", sino que declaró que la cultura de los pueblos indígenas es tan creativa y diversa como la de Europa. Además, Humboldt atacó vehementemente a uno de los principales defensores del "racismo científico" europeo, el conde de Buffon, exponiendo el ridículo de sus ideas.

 

El progreso de la ciencia en el siglo XIX condujo inevitablemente a una creciente especialización y a un relativo aislamiento de las diversas disciplinas científicas, lo que dificultó la visión integral que Humboldt aun tuve sobre el planeta. Esta situación persiste hasta el día de hoy, porque la mayor dificultad que tenemos es precisamente la de integrar los enormes conocimientos que ya hemos acumulado en diversos campos en una visión global, una tarea fundamental que puede contribuir de forma decisiva a nuestro futuro. Una vez más, el trabajo del IPCC es un ejemplo concreto y actual de este intento. Sin embargo, por su propia naturaleza, el IPCC no puede incluir de manera clara y precisa las dimensiones políticas y económicas en sus estudios, o sólo aludir superficialmente a los problemas planteados por la economía capitalista y no condenar al propio capitalismo.

 

Si, por un lado, la cosmovisión de Humboldt, que combinaba filosofía, poesía y prácticamente todo el conocimiento de las ciencias naturales de su tiempo, sólo era posible en esa época, por otro lado, Humboldt llegó "demasiado pronto" en cierto modo. Murió antes de que Alemania comenzara sus aventuras coloniales en África, especialmente en Namibia, con el consiguiente resurgimiento del racismo "científico" no sólo en Alemania sino en toda Europa. El Conde de Gobineau, que tomaría la bandera del racismo de Bouffon, tan ridiculizado por Humboldt, nació en 1816 - Humboldt tenía entonces 47 años - y vivió hasta 1882 - así que más de 20 años después de la muerte de Humboldt, más de 20 años de "trabajo" por el racismo sin un adversario que tuviera la misma reputación y capacidad que Alexander von Humboldt. Y el vínculo entre el colonialismo alemán en África y el posterior surgimiento del movimiento nazi ya ha sido ampliamente demostrado por historiadores como David Olusoga y Casper W. Erichsen en "El Holocausto del Kaiser". Con el ascenso del nazismo a finales de la década de 1920 en Alemania, ¿cómo reconciliar el pensamiento de Humboldt, el científico alemán más famoso del siglo XIX, con la ideología nazi? De hecho, a finales del siglo XIX, Humboldt ya se había convertido en un personaje embarazoso para la élite cultural capitalista de Europa. En consecuencia, su obra tuvo que ser amputada de su parte más visionaria: su denuncia del colonialismo y la explotación económica del medio ambiente y de los seres humanos, especialmente indígenas y esclavos. Debemos olvidar que el científico más famoso de todos los tiempos atacó el racismo y defendió a los pueblos indígenas y a los esclavos negros de la explotación económica capitalista, precisamente para que esta explotación de los países del tercer mundo por las mismas potencias europeas denunciadas por Humboldt pudiera continuar.

 

Puede que me equivoque, pero no creo que Karl Marx -un contemporáneo exacto del Conde de Gobineau- haya estudiado a fondo los escritos de Humboldt, pero no puedo evitar pensar que el marxismo habría adquirido otra comprensión de los países del tercer mundo y de la naturaleza si Marx lo hubiera hecho. En relación con el racismo y la supuesta "superioridad" de la civilización europea y de la "raza blanca" sobre los pueblos indígenas y los negros, por ejemplo, las ideas de Hegel, exactamente contemporáneas de Humboldt, que tanto influyeron en Marx, están mucho más cerca de las ideas del conde Gobineau que de la visión revolucionaria de Humboldt.

 

Tal vez la contribución más relevante para la comprensión del momento que vivimos hoy en día proviene, sin embargo, de la relación entre Humboldt, Simón Bolívar y Thomas Jefferson. A su regreso de su viaje a través de la América española en 1804, Humboldt pasó un corto tiempo en los Estados Unidos donde conoció a Thomas Jefferson, entonces Presidente de este país. Jefferson compartía los intereses de Humboldt en las ciencias naturales y también era una mente enciclopédica. Los dos se llevaban muy bien, hablando durante horas cuando Humboldt era un invitado de la Casa Blanca. Pero había un problema fundamental irreconciliable entre los dos: la esclavitud.  

 

Thomas Jefferson, uno de los "padres fundadores" de la nueva república que se proclamó a sí mismo como la patria de la libertad y la igualdad, no sólo poseía esclavos sino que también reconocía la importancia de mantener la esclavitud para el desarrollo económico de Estados Unidos. Humboldt denunció esta hipocresía y el horror subyacente de tal idea de "desarrollo económico". Jefferson también estuvo de acuerdo con las ideas de Buffon sobre la "inferioridad" de la "raza negra", que Humboldt consideraba estúpida.

 

Poco después de su regreso a Europa, en París, Humboldt conoció a un joven noble que acababa de llegar de las colonias españolas de América: Símon Bolívar, el futuro "libertador".  Más tarde, Bolívar relató cómo el encuentro con Humboldt le abrió los ojos a las maravillas y potencialidades de su propio país, la futura Venezuela.  Fue Humboldt quien, de hecho, dio a conocer a América al propio Bolívar, como el lo mencionó en su famosa "Carta de Jamaica".  Ambos se reunieron de nuevo meses después en Roma, y esta vez Bolívar ya hablaba de la necesidad de independizarse de la América española. Los consejos y la sabiduría de Humboldt han sido fundamentales para la madurez política del joven Bolívar.  Todavía en Roma, Bolívar tomaría el juramento de liberar a América y luego volvería a su país.  Y las luchas por la independencia de las colonias españolas no pasaron desapercibidas para Thomas Jefferson, quien mantuvo correspondencia con Humboldt, solicitando la más diversa información sobre el movimiento revolucionario liderado por Bolívar a medida que éste se desarrollaba.  Preguntas que Humboldt podía responder "mejor que ningun otro", como escribió Jefferson.  Pero la relación de Jefferson con la lucha por la liberación de las colonias españolas era bastante ambigua.  Por un lado, Jefferson consideraba importante el establecimiento de repúblicas y el fin del control de la monarquía española sobre el territorio americano, pero temía las consecuencias de esta liberación sobre la economía estadounidense.  Mientras España mantenía su control sobre las colonias, la economía estadounidense se beneficiaba de la exportación de cereales y trigo a la América española, ya que la agricultura de las colonias estaba totalmente centrada en los intereses financieros de la metrópoli o, como diríamos hoy, era una economía basada en la exportación de unos pocos productos al mercado mundial.  Con la independencia, las colonias podrían producir sus propios alimentos, lo que sería un duro golpe para las exportaciones estadounidenses.  Además, la independencia de la América española representaba otro peligro mucho mayor para Estados Unidos, un peligro que Jefferson comprendía muy bien: el esperaba que las colonias permanecieran separadas, que no se unieran en un solo país, porque como "una sola masa serían un vecino muy poderoso", como admitió Jefferson.

 

Y desde entonces este ha sido el verdadero problema y la gran pesadilla de América: una América del Sur unida, independiente y poderosa.  Es la razón principal de las agresiones que vemos hoy desde Estados Unidos contra Venezuela.  Que Venezuela tenga petróleo y otras riquezas naturales codiciadas por grandes corporaciones multinacionales intrínsecamente ligadas a la élite que gobierna a Estados Unidos es un hecho, pero no explica del todo la intensa aversión y hostilidad de Estados Unidos hacia Venezuela.  La razón más profunda y antigua es la que viene de la época de Humboldt, de las guerras de liberación de Bolívar y del gobierno de Jefferson: la necesidad de impedir, por todos los medios, la unión de Sudamérica, de no permitir su desarrollo independiente y soberano.  Desde su elección en 1999, Hugo Chávez ha sufrido tres ataques violentos: el golpe de 2002, el paro 2002-2003 y el referendo revocatorio de 2004, además de los intentos permanentes de desestabilización y estrangulamiento económico.  Pero Chávez también fue el mayor contribuyente a la integración latinoamericana: UNASUR y CELAC fueron iniciativas lideradas principalmente por Venezuela bajo su gobierno, lo que representó el mayor y más peligroso desafío a la hegemonía de Estados Unidos en la región desde la revolución cubana.  Hugo Chávez y Venezuela se atrevieron a volver al sueño de Simón Bolívar de una América del Sur independiente, unida, soberana y poderosa.  El imperio no puede soportar esta afrenta - ni esta amenaza.

 

Símon Bolívar, a diferencia de Jefferson, liberó a todos sus esclavos y colocó en la primera constitución del nuevo país que liberó de España la prohibición de la esclavitud, de ahí la admiración de Humboldt en la cita puesta al principio de este texto.  Humboldt acompañó y animó las luchas por la independencia de la América española hasta el final de su camino.  Entre Jefferson y Bolívar, entre una nación que libera a sus esclavos y otra que se alimenta de ellos, Humboldt se puso del lado de Bolívar y su proyecto.  En el siglo XX Humboldt habría defendido y apoyado los movimientos de liberación de las colonias europeas en África y Asia, habría intercambiado cartas con Ho Chi Min y defendido a Vietnam, habría saludado a la revolución cubana y habría sido amigo de Fidel Castro y del Che Guevara.  Humboldt habría admirado a Hugo Chávez y al proyecto bolivariano ALBA.  Y hoy, sin duda, Humboldt estaría defendiendo a Venezuela de las agresiones de la "República de los hombres blancos".  Gabriel García Márquez lo sabía, así que puso a Humboldt en su novela "El General en su laberinto" y lo mencionó, por supuesto, en "Cien años de soledad".

 

Tal vez los eventos planeados para el "Año Humboldt", especialmente por parte de las instituciones alemanas, no hablen de este Humboldt, tal vez lo sitúen como un personaje del pasado, con poca relevancia para el presente y especialmente para el futuro.  Después de todo, hoy en día Humboldt puede considerarse el ejemplo más flagrante de la traición de Europa a sus propios ideales ilustrados.  Cuando vemos a Europa uniéndose a las mentiras del Imperio sobre Venezuela, cuando vemos a Europa uniéndose al golpe contra el gobierno legítimamente elegido de Nicolás Maduro, la agresión no es sólo contra el pueblo venezolano, sino también y sobre todo contra lo que la cultura europea ha producido de mejor.  Celebrar a Humboldt hoy y al mismo tiempo no defender a Venezuela será otro ejemplo de la hipocresía y la falta de honestidad intelectual que parecen haberse convertido en el sello distintivo de nuestro tiempo.

 

Tal vez sea Venezuela, Cuba y Bolivia quienes tengan que liderar las celebraciones del "Año Humboldt".  Porque Alexander von Humboldt y su legado viven hoy mucho más entre estos pueblos latinoamericanos que en una Europa neoliberal cada vez más sumisa a los intereses del Imperio y a la "supremacía blanca" que el representa.

 

Tradución Pilar Koeller

 

https://www.alainet.org/es/articulo/198162
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