Don Francisco ante Venezuela

30/01/2019
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Las definiciones de Francisco, el líder espiritual de 1.299 millones de católicos en la aldea global, por “una solución justa y pacífica para superar la crisis respetando los derechos humanos”, pues teme “por un derramamiento de sangre”, fortalecen extraordinariamente la postura de México, Portugal y Uruguay que con sus respectivos matices estiman que el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la no intervención, la solución pacífica de las controversias, la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, y el apego al derecho humanitario son la mejor vía para afrontar la grave situación que amenaza al país bolivariano.

 

Incluso dejó bien abierta la puerta para que si “las partes” lo solicitan, el Vaticano intermedie para auspiciar el diálogo y la negociación, como lo postulan los tres gobiernos de Iberoamérica, en un terreno en el que existe una vasta experiencia vaticana, como lo evidencia el papel que desempeñó en el reencuentro entre Estados Unidos, presidido por Barack Obama, y Cuba con Raúl Castro, política del paulatino levantamiento de medio siglo de bloqueo económico y comercial que ahora destruye Donald Trump, el magnate imperial que determinó sin el más mínimo respeto por el derecho internacional que llegó la hora para que “el demócrata” Juan Guaidó presida Venezuela como “encargado”.

 

La denominación corresponde al súper halcón John Bolton, secretario de Seguridad Nacional de EU, quien dejó ver las notas que llevaba en su libreta durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, en las cuales se alcanzaba a leer: “5 mil soldados en Colombia” (aliado incondicional de USA en Latinoamérica), lo cual cobró importancia porque reiteró que en la búsqueda de una solución a la crisis en Venezuela, el gobierno de Trump tiene todas las opciones sobre la mesa.

 

Más aún, el harto influyente senador republicano Marco Rubio, considerado el impulsor más decidido del plan estadunidense contra Maduro y, a la vez, contra Cuba, continuó su campaña y no descartó que Washington recurra a una acción militar. “Le corresponde a Maduro decidir. No hay manera de que permanezca en el poder. Él tiene que decidir de qué manera va a abandonar ese poder, o por las buenas o por las malas”. Así es la democracia Made in USA que tanto admiran intelectuales y analistas “liberales” del oligopolio mediático mexicano y que actúan como propagandistas de los planes de la Oficina Oval y el Departamento de Estado.

 

En tanto que el senador demócrata y antes precandidato presidencial, Bernard (Bernie) Sanders no tiene empacho en advertir: “Todavía hay millones de personas en el mundo que siguen creyendo que la crisis que padece actualmente Venezuela es por culpa de Nicolás Maduro y no del brutal bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, al no tener nuevamente el gran acceso y control del petróleo y de sus recursos naturales. Pero así son los medios de comunicación, te hace odiar al oprimido y amar al opresor.”

 

En tal contexto es muy saludable, salvo su mejor opinión, que entre los dos vigorosos bloques de gobiernos que apoyan a Maduro Moros (Bolivia, Cuba, China, El Salvador, Laos, Nicaragua, Rusia, Turquía y Vietnam, entre otros), y los que se alinean con el “presidente encargado (sic) de Venezuela”, y que denominan “la comunidad internacional” y/o los “gobiernos democráticos”, adquiera un vigor inusitado la posición tercerista que pone por delante la solución negociada del conflicto, la autodeterminación del país caribeño y el rechazo al empleo de la fuerza.

 

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