Libro sobre el 68: indispensable; pero bajo censura

05/12/2018
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Asalto al cielo. Lo que no se ha dicho del 68, libro editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), coordinado por Enrique Condés Lara, es una obra ineludible para comprender las circunstancias que dieron lugar al movimiento estudiantil de hace 50 años. Sin embargo, no ha tenido la fortuna esperada, ya que tan pronto salió de la imprenta, ha sido presa de la censura.

 

El texto fue publicado originalmente por Grijalbo en 1988. Y al cumplirse cinco décadas de la masacre de Tlatelolco, se pensó en actualizarlo. El resultado es una edición renovada, de lujo, tamaño oficio, en papel cuché y profusamente ilustrada.

 

Pero ahora mismo, los 67 mil ejemplares de que consta el tiro, permanecen en alguna sombría bodega, bajo resguardo de las autoridades de la BUAP. Solo circula una versión en disco compacto –disponible también en Internet-­, mutilada en partes importantes, sin el brillo y realce del libro-objeto impreso.

 

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Enrique Condés Lara (coordinador).

Asalto al cielo. Lo que no se ha dicho del 68.

BUAP Ediciones.

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Dirección General de Publicaciones.

México. Julio de 2018.

170 páginas.

 

El volumen comprende una presentación de José Alfonso Esparza Ortiz y epílogo de César Cansino Ortiz; con textos de Enrique Condés Lara, Joel Ortega Juárez, Esmeralda Reynoso Camacho, Jorge Poo Hurtado, Rubén Aréchiga Robles y Jorge Meléndez Preciado; actores o testigos presenciales de los hechos narrados.

 

José Alfonso Esparza Ortiz, rector de la BUAP, establece que se promovió la publicación de la presente obra “para contribuir positivamente al conocimiento y el estudio del tema”. Añade que con ello se pretende proporcionar “herramientas para el análisis y la comprensión de este importante capítulo de la historia inmediata de nuestro país”, a la comunidad de dicha institución educativa.

 

Enrique Condés Lara, sociólogo, exmilitante del Partido Comunista Mexicano (PCM), formula dos acotaciones: primero, “el movimiento estudiantil de 1968 no es del 2 de octubre, sino algo mucho más que esa trágica circunstancia represiva” y, segundo, “no fue exclusivamente mexicano, sino internacional. Se trató de una rebelión juvenil que maduró a lo largo de la década e involucró a estudiantes de decenas de países”.

 

“La del 68 fue una generación de ruptura” –anota el coordinador de este estudio–, en plena Guerra Fría, protagonizada por el enfrentamiento entre los bloques capitalista y socialista, más el frente de países no alineados con los que México coqueteaba.

 

Respecto a los culpables de la matanza ocurrida en la Plaza de las Tres Culturas, Condés Lara concluye que no se puede señalar a uno, porque “los responsables fueron todos: Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez, Martínez Domínguez, García Barragán, Corona del Rosal…”, hasta los granaderos, policías y soldados que dispararon, sin olvidar a los jueces que toleraron la ilegalidad y los excesos.

 

Joel Ortega Juárez, que fue alumno de la Escuela Nacional de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y también exmilitante del PCM, explica que “el 68 mexicano era, efectivamente, un movimiento por las libertades políticas. No fue gratuito que se cristalizara en seis demandas: destitución del jefe de la policía, libertad a los presos políticos, desaparición del cuerpo de granaderos, pago de indemnización a las víctimas, deslinde de responsabilidades y derogación de dos artículos del Código Penal”.

 

Ortega Juárez rechaza que aquel movimiento haya sido una lucha gremialista. En realidad, apostilla: “Fue libertario, planetario, revolucionario, anticapitalista y antiestatal”. Sostiene además que para Díaz Ordaz y Luis Echeverría significó “una conjura Castro-comunista”.

 

Esmeralda Reynoso Camacho, escritora e historiadora, resalta que tras sus experiencias del 68 –cuando fue representante por la Escuela Nacional Preparatoria número 1, en el Consejo Nacional de Huelga–, lo más relevante es que cambiaron las relaciones entre hombres y mujeres. Fue un momento, estima, en que “se desmoronó la escenografía montada por la élite gobernante”, afloró el rostro de las desigualdades y los problemas que aquejaban al país. Las mujeres “comenzaron a tratar de romper las reglas, iniciaron una transformación que aún hoy no termina”.

 

En Asalto al cielo. Lo que no se ha dicho del 68,  Rubén Aréchiga Robles, antropólogo, otrora miembro del Comité de Lucha de la Vocacional 3 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), presenta una cronología contextual de los sucesos más significativos en México y el mundo, que tuvieron lugar de enero a diciembre de aquel histórico año.

 

Jorge Poo Hurtado, exguerrillero de la Liga Comunista 23 de Septiembre, con mirada perspicaz, propone una línea de análisis poco examinada: la de la violencia. “Desde el inicio del movimiento, indica, la violencia estuvo presente con sus secuelas de gases lacrimógenos y olores ocres. Los humos de las granadas, el tufo de las llantas quemadas y el hedor de camiones incendiados invadieron la atmósfera citadina”.

 

También llama la atención sobre la importancia que tuvieron los diferentes grupos maoístas, trotskistas, guevaristas y demás, para configurar la “rebeldía radical del estudiantado”. Y no menos importante: la relevancia de las brigadas estudiantiles, “columna vertebral” del movimiento. “Podría afirmarse que sin las brigadas estudiantiles no hubiera sido posible el 68”, señala.

 

Por su parte, el académico y periodista, César Cansino Ortiz, tras reconocer algunos aportes innegables, sugiere no ignorar que indirectamente el 68 también “propició que el régimen perfeccionará sus mecanismos de control”.

 

Cansino Ortiz destaca que, como sea, la connotación histórica de la revuelta estudiantil estriba en haber propiciado que “la sociedad mexicana se apropiara del espacio público”.

 

A su vez, el periodista Jorge Meléndez Preciado comparte testimonios recuperados mediante entrevistas a diferentes líderes y valora: “El 68 es un movimiento que sigue vivo, a pesar de que muchas autoridades han tratado de secuestrarlo en recintos donde elaboran teorías que no tienen relación con lo presentado y vivido por muchos de sus autores”.

 

El profesor Meléndez Preciado juzga que el compendio ahora reeditado aparece en un contexto “con buenas perspectivas y reivindicando algo que es propio de los jóvenes: la rebeldía, la bravura, el desafío, la necesidad de que el mundo sea algo compartido por todos y de todos”.

 

En suma, Asalto al cielo. Lo que no se ha dicho del 68 es un texto de lectura obligada, indispensable y de consulta permanente para comprender los sucesos de hace cinco décadas y sus repercusiones. Pero es muy lamentable que un tratado de este calibre haya quedado en medio de un escándalo trivial. Y en lugar de circular ampliamente, sin restricciones, para su estudio y discusión, se le encuentre confinado en un secreto barracón. Valdría la pena buscar pronto una solución que permita cumplir los nobles objetivos que lo concibieron.

 

Como es sabido, el título de este libro fue inspirado en Marx, quien impresionado por la experiencia de la Comuna de París, señaló que los revolucionarios de las jornadas de 1871, “valientes hasta la locura”, estaban “dispuestos a tomar el cielo por asalto”.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196974
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