La gastada política yanqui contra Caracas

29/11/2018
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Para quienes han seguido de cerca a Venezuela en los últimos años, existe una inevitable sensación de algo déjà vu en la política exterior de Estados Unidos hacia la nación sudamericana, porque la estrategia de cambio de régimen que utiliza Washington allí es casi idéntica a la que ha adoptado en América Latina en numerosas ocasiones desde la Segunda Guerra Mundial. Es una estrategia que incluye la aplicación de sanciones económicas, amplio apoyo a la oposición y medidas desestabilizadoras para crear un grado tal de consternación humana y caos que justifique un golpe militar o una intervención militar directa de Estados Unidos”.

 

Esa es la introducción que el escritor e investigador canadiense Gary Leech formula a los lectores de su más reciente ensayo titulado “Business as Usual: Washington’s Regime Change Strategy in Venezuela” (GreanvillePost, 23/ 11/ 2018).

 

“Debido a lo bien que la estrategia ha funcionado para Estados Unidos durante más de medio siglo, nuestros líderes electos no ven ninguna razón para no usarla con respecto a Venezuela. En otras palabras, desde la perspectiva de Washington, sus políticas de cambio de régimen hacia Venezuela constituyen la coda de un negocio que ya es la acostumbrada en América Latina”, dice Leech.

 

Esta estrategia de cambio de régimen no tiene en cuenta si se trata de un gobierno electo democráticamente ni las consecuencias para los derechos humanos de tales intervenciones. Prácticamente todos los gobiernos latinoamericanos que Estados Unidos ha derrocado exitosamente en los últimos 65 años habían sido elegidos democráticamente.

 

Jacobo Arbenz en Guatemala (1954), Salvador Allende en Chile (1973), Jean Bertrand Aristide en Haití (2004) y Manuel Zelaya en Honduras (2009) han sido líderes democráticamente elegidos que han sido derrocados por golpes de Estado con tales métodos. Washington presionó a todos estos líderes con sanciones económicas y campañas de desestabilización que crearon el caos económico y las crisis humanitarias necesarias para justificar una solución militar en sus naciones.

 

El denominador común en todos estos casos no tiene nada que ver con democracia ni derechos humanos, sino con el hecho de que los gobiernos escarmentados priorizaron los intereses de su propio pueblo por encima de las disposiciones de Estados Unidos.

 

Así lo demostró la actitud del director de la CIA, George Tenet, durante una audiencia del Comité de Inteligencia del Senado en febrero de 2002, cuando declaró que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, "probablemente no tiene en mente los intereses de Estados Unidos" y dos meses después, Washington promovió un golpe militar que intentaba derrocar al líder venezolano.

 

Aquel fue el primero de muchos intentos fallidos de EEUU para derrocar a Chávez tras su victoria electoral en 1998. Tras ese fracaso, Washington multiplicó esfuerzos por instalar en Caracas un gobierno con el corazón puesto en los intereses de Estados Unidos.

 

Aumentó el apoyo a los grupos de la oposición mediante el incremento de fondos para los programas de USAID dedicados al objetivo de alinear a la población contra el gobierno. Wikileaks publicó un cable clasificado enviado desde la embajada de Estados Unidos en Venezuela a Washington en 2006 que decía claramente que el financiamiento de USAID para programas locales buscaba influenciar a los líderes comunitarios alejándolos lentamente del chavismo" y declaraba que el objetivo más amplio de la embajada debía ser "aislar a Chávez internacionalmente". En 2015, el presidente Obama firmó una orden presidencial que decretaba a Venezuela como una "amenaza extraordinaria para la seguridad nacional" y explicó que las leyes de Estados Unidos exigen que su Administración imponga sanciones a detractores de su país. Sobre esa base, dos años después, Trump declaró que no descartaría una "opción militar" contra Venezuela.

 

Los principales medios de comunicación estadounidenses han desempeñado su papel propagandístico con una narrativa dirigida a demonizar al gobierno venezolano y calificar a Chávez y Maduro de autoritarios, antidemocráticos e incluso de dictadores. También han centrado su atención en la escasez de alimentos y en una supuesta crisis humanitaria que conduzca a que los venezolanos e ignoren los extraordinarios avances sociales logrados en la educación, la vivienda, la reducción de la pobreza, la democracia participativa y pretendan abandonar su patria.

 

En política exterior reproduce medidas implementadas con éxito en décadas pasadas que derrocaron gobiernos que no tenían "los intereses de Estados Unidos en el corazón". .

 

La estrategia de socavar la democracia e imponer dificultades económicas para lograr un cambio de régimen funcionó en varios países latinoamericanos, pero esta vez, con el pueblo venezolano, Washington pudiera haber topado con la horma de sus zapatos.

 

29 de noviembre de 2018

 

Publicado originalmente en el diario ¡POR ESTO! de Mérida, México.

Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196857
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