Reseña

Estrés ‘sociógeno’

23/11/2018
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-Los medios de comunicación son generadores de estrés

 

-Tras la revolución, el nivel de estrés podría incluso ser mayor “porque su carga se mediría con la escala de las grandes expectativas”

 

El filósofo Peter Sloterdijk (Karlsruhe, Alemania, 1947) sugiere que los medios de comunicación son ante todo instrumentos generadores y reproductores de estrés.

 

En el breve, pero muy sustancioso ensayo Estrés y libertad (Ediciones Godot. Buenos Aires. 2017), el pensador alemán enuncia que los mass media son “indispensables para la producción de coherencia en las comunas nacionales y continentales de estrés”. Solo ellos son capaces de ofrecer “una oferta que es un torrente incesante de temas irritantes”.

 

La función de los medios, explica, consiste en “evocar y provocar al colectivo en tanto tal, presentando propuestas nuevas cada día, a cada hora, para que este se excite, se indigne, se llene de envidia, se exalte: una multitud de posibilidades que apunta al sentimentalismo, al miedo y a la indiscreción de sus miembros. Los receptores eligen entre esta oferta todos los días”.

 

La sociedad es concebida como un “gran cuerpo psicopolítico… que oscila entre los temas de estrés inducido por los medios”. Son colectividades caóticas, estresadas, histéricas, obsesionadas por su autoconservación, con marcadas tendencias individualistas.

 

Los grandes hacinamientos humanos que sobreviven con los nervios de punta, se debaten en “campos de fuerzas constituidos por el estrés”. Representan “sistemas de preocupaciones que se estresan en sí mismos y se precipitan hacia adelante permanentemente”.

 

En este entorno, el estrés funciona como el sustrato, la argamasa, el factor de “vínculo entre los miembros de la sociedad”. Se trata de un estrés ‘sociógeno’ (neologismo del propio Sloterdijk).

 

El concepto de nación se interpreta aquí como el “colectivo que consigue mantener la inquietud común” y “abriga un intenso flujo constante de temas más o menos estresantes”. Es un plebiscito en el que “no se consulta sobre la constitución, sino sobre la prioridad de las preocupaciones”.

 

Con el surgimiento de las sociedades angustiadas irrumpen en la escena “miembros de oficios terapéuticos, que ofrecen técnicas para relajarse y retiros de meditación, así como representantes de nuevas religiones reconfortantes” que prometen la liberación de la esclavitud del estrés.

 

La aflicción, el desasosiego, la zozobra permanente frente a la tiranía de la realidad y la opresión política inhiben el ejercicio de la libertad, que los griegos designaron como eleutheria (y complementaron con la parrhesia). Romper las cadenas que la coartan reclama un esfuerzo radical y titánico. Sloterdijk cita dos ejemplos: la liberación de Roma del dominio etrusco de Tarquino (apodado el Soberbio), tras la violación y suicidio de Lucrecia, en el año 509 antes de nuestra era y el caso de Jean-Jacques Rousseau que perseguido por el fanatismo religioso, se refugia en una cabaña cercana al Lago Bieler, de la Isla de San Pierre (Suiza), en 1765. El primero como revuelta fundacional de la res publica y el segundo como acto del sujeto ‘ensoñador’ liberado del estrés.

 

Dicho sea de paso, nuestro autor también propone un acercamiento a la obra de Samuel Beckett para comprender cómo nace “la libertad a partir de la huelga con la exigencia de lo real”.

 

“Las revoluciones estallan, consigna Sloterdijk, cuando los colectivos vuelven a calcular intuitivamente su nivel de estrés y llegan a la conclusión de que es más duro vivir sometido previniendo el estrés, que el estrés que provoca rebelarse. En última instancia, el cálculo es el siguiente: antes muerto que seguir siendo esclavo”.

 

Empero, “si los revolucionarios llegaran a triunfar, cobrarían conciencia de que una revolución siempre empuja a una segunda, no tanto porque los partidarios de la antigua situación se lanzasen a una contrarrevolución, sino porque aquellos que en la primera revolución quedaron insatisfechos con su balance del estrés volverían a hacer cálculos y se darían cuenta de que el orden mejorado de la sociedad no les sería conveniente. Sí, tendrían estrés, quizá incluso más, porque su carga se mediría con la escala de las grandes expectativas”.

 

En tiempos de la globalización –reflejada por el fantasma de la especulación financiera–, ante la tiranía de lo real –que moldean los medios de comunicación– y con sociedades enfermas –entre otras causas, por el estrés–, apenas hay lugar para “una experiencia de la libertad”.

 

Es urgente, por ello, entrar en el debate de los temas planteados en Estrés y libertad, a diferencia del prudente juicio de Zhou Enlai, primer ministro chino en tiempos de Mao, que a pregunta expresa sobre su parecer de la Revolución Francesa habría dicho, según registra Sloterdijk: “Todavía es demasiado pronto para poder decir algo al respecto”.

 

Peter Sloterdijk es uno de los pensadores más renombrados de nuestro tiempo. Obtuvo un PhD por la Universidad de Hamburgo. También se formó en la escuela de Bhagwan Shree Rajneesh (mejor conocido como Osho). Fue rector y profesor de la Universidad de Arte y Diseño de Karlsruhe. Miembro de la Academia de las Artes de Berlín. De su amplia obra tal vez habría que revisar El pensador en escena, Crítica de la razón cínica, los tres tomos de Esferas (I. Burbujas, II. Globos, III. Espumas), Has de cambiar tu vida y ¿Qué sucedió en el siglo XX?

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196738
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