La que concluye es la primera semana de entrevistas y programas de análisis sobre ellas, con el presidente electo desde que conquistó la Presidencia en forma impresionante (30.1 millones de votos o el 53% de la votación).

El tour mediático comenzó hace una semana en Tv Azteca con Javier Alatorre y no produjo notas significativas. Caso distinto fue el debate más que entrevista conducida por Leopoldo Gómez y los cinco conductores estrellas de Televisa en Canal 2.1, y René Delgado, de Reforma, transmitido el lunes 19 y tres días después todavía valoraban los juicios de Andrés Manuel López Obrador, a partir de los propios que le expresaron. Pero omitieron lo sustancial y es, salvo prueba en contrario, que se trató del primer debate en televisión con un presidente electo en 60 años. Nada más, pero nada menos.

La soberbia los llevó a reeditar la quejumbre de “Es muy grave que un presidente califique y descalifique” (Leo Zuckermann), lo que repitió el jueves un hablantín Carlos Loret. Ambos y Joaquín López-Dóriga quien evitó chocar con AMLO reformulando una observación, olvidan que están entre los destacados difamadores de AMLO desde 1999, en particular durante la campaña de 2006. Por ello les recordó lo que dijo entonces: “¡Al diablo con sus instituciones!” El silencio sepulcral fue la respuesta a pesar de que se los repitió.

Ciro Gómez Leyva mostró sus dotes de gran entrevistador en Imagen Televisión, el martes 20, cuando no actúa a modo con los entrevistados como acostumbra en Radio Fórmula donde le deja el micrófono a la esposa de Leopoldo López para que vierta consignas y deseos. Y el elemental principio de presentar las opiniones de la contraparte sencillamente lo ignora para desplegar la verdad única sobre Venezuela.

Hábilmente intentó Gómez cercar al interlocutor desde un plano de respeto y sin polemizar con AMLO, como lo hicieron los de Tercer Grado, pero al final le ganó el amor propio cuando subrayó que tienen juicios encontrados con Obrador sobre el fraude electoral de 2006. ¿A usted le importa que el entrevistador no coincida con el entrevistado?

La extraordinaria periodista Carmen Aristegui ya cumplió el primer mes en Radio Centro (17-X), todo indica que gracias al impulso público del presidente de México dentro de ocho días, después de superar el magnificado desencuentro de mayo de 2017, pero el miércoles 21 empezó por presentar al entrevistado con un subrayado tuteo que llegó al extremo del muy desagradable “oye” para cualquier persona, le ayudó a completar las repuestas una y otra vez, le “arranco” el compromiso para realizar tres encuestas vinculatorias a cargo del Instituto Nacional Electoral sobre el consejo asesor empresarial –copado por la televisoras, según María del Carmen–, la estratégica Guardia Nacional y el eventual enjuiciamiento de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.

Durante 150 minutos, cortes y anuncios incluidos, Aristegui Flores usó prácticas ajenas al periodismo, como formular las preguntas de la encuesta, traducir a su gusto las respuestas del entrevistado, abogar por los respetables críticos del Tren Maya –“¿Cómo dices eso Andrés Manuel?”– y solicitarle una entrevista para el semanario Proceso.

Cada quien su estilo, sólo que el asunto es de fondo, implica al ser y la función social del periodista. La valiente conductora organizó una mesa de análisis (22-XI) sobre las implicaciones de los compromisos que le “arrancó” a Obrador y se dio por sorprendida del encuentro con Peña Nieto, en la casa de Tlalpan. Como si el presidente electo tuviera que avisarle. Y aclara, además, que los compromisos no fueron con ella, sino “¡con el pueblo de México!”

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