Sampaoli salvó al fútbol argentino

Desde Rusia con papelón (III)

19/07/2018
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Son las dos de la tarde en la Ciudad de Buenos Aires, siete de la noche en París, las 20 en Zagreb, la capital croata; el cronista intenta concentrarse en su última nota mundialista. Sin embargo, las escenas maravillosas que siempre generan los triunfos futbolísticos entre los simpatizantes distraen su atención. Una y otra vez vuelve a las pantallas que muestran, en vivo y directo, los bailes y las bromas del “Pulpo” francés Paul Pogba en los jardines del Palacio del Elíseo del presidente Emmanuel Macron, con el mismo desparpajo con que se divierte en las publicidades de Adidas, o la imagen del subcampeón Domagoj Vida -ya sin la coleta que lo hacía más vikingo que a los islandeses- haciendo tremolar su bandera también tricolor desde la capota del móvil que los trasladaba por Zagreb.

 

El Mundial es una experiencia que, en Argentina al menos, lo tapa todo… solo por un rato, obnubila sentidos, destruye programaciones enteras de televisión, resigna costumbres familiares, cuando no suspende noviazgos y condiciona horarios de reuniones laborales, entrenamientos, bautismos y solo se detiene ante la imposibilidad de planificar los horarios de la propia muerte del fanático. En ese contexto, el periodismo deportivo local hizo “televisión comparada negativa”, es decir, no se dedicó a informar, comentar, expresar, con objetividad -algo que no alude a la “neutralidad”-, sino que lo hizo parangonando cada suceso con la realidad del seleccionado de Sampaoli.

 

Lo peor del periodismo

 

Transcurrían los primeros minutos del domingo 13 de julio de 2014 en Río de Janeiro cuando uno de los periodistas de Fox Sport que cubrían para Argentina el Mundial de Brasil hizo estallar “la primicia” de la reaparición en la final con Alemania de Angel Di María, apenas seis días después del desgarro sufrido durante el triunfo albiceleste ante Bélgica que lo depositó en una semifinal después de 24 años. Antes del “dato” que ilusionó a la hinchada del equipo de Alejandro Sabella, el reportero dio una clase de lo que no debe hacerse en periodismo: anunció que daría a conocer una información que obtuvo “off the récord” ya que, dado lo avanzado de la hora, su fuente no lo estaría escuchando. Ante todo, si se acepta un dato “en off” se aprueba de modo tácito no revelar la identidad del informante pero, tampoco, difundir el contenido que, en realidad, sirve de soporte de otro dato, de contexto a una información.

 

Di María no jugó, Argentina perdió 1 a 0 ante Alemania, después de aquel penal indiscutible del arquero Manuel Neuer a “Pipa” Higuaín que el árbitro italiano Nicola Rizzoli no cobró por lo que el entonces Director de Formación Arbitral de la AFA, Miguel Scime, llama “ley del ser y parecer”, por la que “ante cualquier jugada conflictiva su proceso de toma de decisiones nunca iba ser a favor de Argentina”, por ya haber dirigido dos veces al equipo en el mismo torneo.

 

El periodista de marras puede haber sido “operado” por la conducción del fútbol argentino para “confundir” al DT Joachim Löw, el mismo que chocó de movida a uno de los favoritos cuatro años después y fue reconfirmado en el cargo de manera inmediata, también puede haber participado a conciencia de la supuesta manipulación de datos, algo muy alejado de las tareas y las reglas del periodismo, por deportivo que sea. En lo que no quedan dudas es en la violación de los códigos profesionales al faltar a las reglas del “fuera de registro”, para expresarlo en castellano. Apenas una anécdota, en la que ninguno de sus colegas reparó, probablemente porque el espíritu de cuerpo transforma en “buchón” al honesto; apenas un botón de muestra que, cuatro años después, sería la habitualidad de las coberturas de las tres principales pantallas de cobertura de Moscú 2018, todas comandadas por el Grupo Clarín, incluso la de la estatal Televisión Pública cuyo personal trabaja sin paritarias salariales durante los últimos dos años y la producción de contenidos periodísticos de noticias se redujo al 50%, en la que desembarcó el equipo de Fox Sport encabezado por el “Pollo” Sebastián Vignolo y su inexpresivo “qué lindo volver a verte” Selección.

 

Coco” Marrow convertida en mandataria croata

 

Aquel comportamiento marginal dejó de ser una anécdota penosa para convertirse en el cuerpo, en el hecho común, de la “información” y la “comunicación” sobre el Mundial, una cumbre futbolera que también tuvo al tope a los memes y las redes, tanto irónicos como informativas, igual que a la presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarović, estadista llena de méritos salvo del que la hizo famosa universal: unas fotos con muy poca ropa y suficientes kilos… que no eran de ella sino de la bailarina californiana e instagrámica compulsiva Nicole Natalie “Coco” Marrow, esposa del rapero conocido como Ice-T. Los argentinos, rápidos para los mandados del desnudo, y también de la crítica a su mandatario Mauricio Macri, aparearon las pulpas convertidas en balcánicas a una imagen del hijo de Franco bajo la expresión graciosa “y nosotros tenemos esto…”. Antes, habían inventado el “rayo macrizador” de la mufa presidencial.

 

 

Alfombra Sampaoli

 

El seleccionado argentino de fútbol estaba al borde de quedarse fuera del Mundial de Rusia. Aunque había llegado a tres finales en pocos años, hazaña únicamente no valorada en su propio país bilardo-simeonístico, donde “el segundo es el primero de los últimos” -concepción que habrá que explicarle al balón de oro Luka Modrić, o al pueblo todo de Croacia-; dos, tres años después, ese plantel que seguía siendo de los mejores del mundo, no cuajaba como equipo. Muchas de las causas de esa situación estaban fuera del campo de juego, aun concediendo que un partido empieza con el pitazo del árbitro y termina con el silbatazo final.

 

El desquicio deportivo, económico, administrativo y político de la conducción de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) de las últimas décadas, es el gran responsable de esa situación que tiene a Sampaoli, Messi o cualquier otro jugador como último e inocente eslabón de la cadena trágica de la pelota. Negocios, sobornos por los derechos televisivos, operaciones periodísticas, imposiciones de técnicos, fraudes electorales, intervención gubernamental embozada y no tanto -disimulada por la FIFA-, deudas a entrenadores, debacle logística, negación de jugadores para los Juegos Olímpicos o en la previa del propio viaje a Rusia, programación inoportuna de partidos alineados con los intereses presidenciales (de la República más que de la AFA)…, constituyen los escalones de la alfombra que condujo a Moscú i ii.

 

Todo, eso y más, quedó tapado por el desquicio de “El Pelado de Casilda”, como terminó siendo nombrado el señor Jorge Luis Sampaoli Moya quien, conforme se deslucía el juego de su selección, vio cómo degradaban su nombre, pasando por el “Sampaioli” de Gustavo Silvestre hasta convertirse en el “calvo” que no resiste los parámetros del INADI iii, del mismo modo que no los podrían superar los destratos que algunos de los “comunicadores” televisivos, en especial ex futbolistas, tienen para con los periodistas con quienes comparten programas, desde Daniel Arcucci, egresado hace 35 años de la Escuela del Círculo de Periodistas Deportivos, biógrafo de Diego Maradona, secretario de redacción de La Nación, Premio Konex de platino en 2007, que terminó siendo “Chiqui” o “El Chiquito”​ -en alusión despectiva hacia su altura-, hasta Marcelo Benedetto, eterno “hombre de campo” de las transmisiones deportivas, sometido a escarnios -tolerados casi siempre-, por parte de uno de los relatores de paso por la TVP y por uno de los “históricos” del ´86, quien le tiró el pelo hasta desencajarlo… El hecho fue denunciado en las redes sociales, que consideran que el fanático de Argentinos Junior y manducador de una milanesa con “El 10” es sometido a un constante “bulling” por ellos iv.

 

¿Golpe de estado?

 

 

Sin embargo, agresión, faltas de respeto a los códigos del lenguaje televisivo, desprecio por el trabajo de prensa, no parecen ser las peores características de alguno de los personajes de este nuevo “fútbol de primera”, al que no le faltó ni siquiera un resucitado Enrique Macaya Márquez, aunque a kilómetros de distancia de la profundidad de análisis y dinámica televisiva de Diego Latorre, otro de sus coequiper y uno de los pocos que se salva del lodo en que chapotean sus ex colegas de pantalón corto, boquense de fuste respetado hasta por los de River.

 

 

La inocencia de Maradona, tal vez su picardía, hizo que el mundo se enterase que, con la suerte echada, aún antes del partido contra Francia, ya se conspiraba contra el titular de la AFA. Aquel martes 26 de junio en que los corazones argentinos latieron por partida doble, quedando fuera de la máxima competencia primero, clasificando luego con el increíble gol Rojo a cuatro minutos del final, al capitán del Campeón ´86 se lo vio mal. Parecía el corazón, él explicó que le sirvieron vino tinto siendo que el acostumbra el blanco…, lo cierto es que un mercachifle de la primicia anunció su “muerte”, y los replicadores sin confirmación inundaron las redes llamadas “sociales” con la novedad. La indignación del de Villa Fiorito llegó apenas se repuso, puso precio a la identificación de su sepulturero y le mandó un par de audios de whatsapp a una de sus hermanas. Fueron mucho más allá de la aclaración vital.

 

Maradona aseguró: “Terminó el primer tiempo y me fui a hablar un rato con una gente que estaba ahí, que va en contra de (el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui”) Tapia”; primer dato: ya estaba en marcha una maquinación para expulsar de la Asociación a su titular.

 

Tras aclarar que no es “comprable”, dio más pistas: “si acepto ahora es por el Cabezón Ruggeri que nos presentó”. El hoy presidente del Dinamo Brest de Belarús -país que hasta 1991 formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)- con un contrato que septuplicó lo que cobraba en Dubái, hizo otros comentarios apenas inteligibles sobre problemas cardíacos e

 

Inyecciones, pero la leña había sido echada al fuego. Los canales en los que trabaja el implicado, a diferencia de lo que hicieron con todas las demás versiones que circularon alrededor del seleccionado, silenciaron el hueso más jugoso, el propio Vignolo intentó transformar los dichos en una “imitación” de la voz de Maradona.

 

¡Decime qué se siente!

 

La festiva invasión argentina al Brasil 2014 fue tan apabullante que el himno humillante no parece exagerado cuando le pregunta a los vecinos “qué se siente tener en casa a tu papá” con el recuerdo eterno de cuando ”el Diego te gambeteó, Cani te vacunó” y “estás llorando desde Italia hasta hoy”, rematado con la sentencia de que Maradona “es más grande que Pelé". Faltó que se cumpliese -¡vaya pequeñez! - el “a Messi lo vas a ver, la Copa nos va a traer”. El impacto de ese canto fue tan fuerte, que el pasado lunes 16, en las escalinatas del Eliseo “Les Bleu”, con el técnico Didier Claude Deschamp a la cabeza, tararearon sus notas ya inmortales.


Desde ese momento de éxtasis, por encima del 0-1 en alargue, hasta este páramo argentino de juego y resultados, pasó de todo, en el país y en la Selección. Desde la partida de Cristina Kirchner hasta el desembarco de Macri y los gerentes de sus grupos económicos en la Rosada, desde la muerte de Julio Grondona con sus 35 años de manejo discrecional del fútbol, hasta dos finales de Copa América perdidas ante el Chile de Sampaoli, con la FIFA y la Conmebol estalladas por las acusaciones fundadas en pruebas contundentes por cobros de sobornos a cambio de entrega de locaciones y derechos de televisión, con el máximo dirigente de la empresa productora argentina, socia del Grupo Clarín, encarcelado en Estados Unidos por esos delitos, la “renuncia” de Lionel Messi a una función que en realidad no es permanente sino ocupada por convocatorias concretas, más tres cambios de directores técnicos, con especialistas con tecnologías de preparación europeas hasta o con un cultor del “vamos para adelante” ubicado por los mismos periodistas que esperaron en las sombras para darle el zarpazo a Sampaoli, claro que cuando este les ofreció todos los flancos deportivos, su “cristinismo”, simpatías por “indeseables” como Indio Solari o Pato Fontanet, sus tatuajes visibles, la hiperquinesia al costado de la cancha… ya había nutrido el rechazo de “la prensa”.

 

Corto de argumentos, el presidente Mauricio Macri acostumbra a condimentar sus discursos o conferencias de prensa junto a otros mandatarios internacionales con comentarios poco felices sobre el fútbol. Sucedió ante la canciller alemana Angela Dorotea Merkel; el ya eyectado primer ministro español, Mariano Rajoy; el presidente colombiano Juan Manuel Santos Calderón, a quien le asoció el delicado tema del proceso de paz en esa nación con “la columna vertebral” del Boca multicampeón de Carlos Bianchi, integrado por los “paisanos” Mauricio Serna, Oscar Córdoba y Jorge Bermúdez, o frente al mismísimo Vladimir Putin, a quien le dijo que “si Dios y Messi” lo disponían, vería junto a él la final del mundo con Argentina en la cancha… v.

 

Alfombra mundialista

 

Desubicaciones al margen, el gobierno argentino esperaba un buen resultado mundialista por parte del equipo de Sampaoli, el DT impuesto por el presidente de Boca Junior, Daniel Angelici -operador judicial y de inteligencia del mandatario vi-, contra la opinión de Tapia. Los estrategas comunicacionales fantaseaban con poder esconder bajo de las supuestas victorias de los de Messi y Mascherano buena parte las nuevas y más radicales políticas de empobrecimiento generalizado de la sociedad argentina desarrolladas desde la Casa Rosada y disimular el cambio de humor social generado desde la Casa Rosada, que pulverizó las simpatías hacia su gobierno y sus posibilidades reeleccionarias.

 

Como todo castillo de naipes, ni qué decir los construidos sobre deudas externas ya impagables, inflacionarias y perjudiciales para todos, los soplidos de Rebic, Modric y Rakitic primero y de Mbappe (dos veces) Griezmann y Pavard después, se llevaron puestas las esperanzas de un festejo tan fuerte que aligerase broncas, protestas, descontentos y caídas de cualquiera de los parámetros de opinión sobre el Presidente, cuyos acuerdos con el Fondo Monetario Internacional quedaron más expuestos que las debilidades de la selección de futbol.

 

 

Ese protagonista de la cumbre pelotera que fueron los memes, muchos más informativos y constructores de sentido que los medios de “comunicación” formales, también tuvo su primavera en pleno invierno argentino, con la irrupción de la crítica política hacia el gobierno y las denuncias contra sus funcionarios. Seguramente la imagen de los “Campeones mundiales en devaluación 2017-2018”, con su “Primer puesto mundial de endeudamiento 2016-2018” y los rostros de los responsables de fugas y depósitos encubiertos en guaridas fiscales se lleva las palmas.

 

 

Los diseñadores de esa perla fútbol-informativa, se tomaron el trabajo de, además, agregar el prontuario de cada uno de los implicados, con el presidente, su jefe de tarifazos de la Shell, Juan José Aranguren, y el ministro económico-financiero Nicolás Dujovne a la cabeza.

 

Racismos

 

La peor perfomance del “periodismo deportivo” argentino de los últimos años, en la que los “destacados” junto a la selección en Rusia o en los estadios en los que se disputaron los partidos, eran tapados, ignorados o desmentidos por los que hacían banco en el piso de canales y estudios de radio, en base a “datos” sin confirmar que rapiñaban de redes sociales, tuvo momentos penosos como los de calificar de “lusos” a los croatas; tan sesudos como los “vamos, vamos, vamos” a modo de análisis de ex deportistas con contratos millonarios, certeros como respuestas al “¿ahora qué está pasando?” formuladas a jugadores de 1978 o 1986 que proyectaban sus vivencias al planeta Siglo XXI, un tiempo de tecnologías, cambios culturales, diferencias científicas y cifras terroríficas que se mueven alrededor del fútbol.

 

 

Ya en Buenos Aires, un reportero de TN, el canal de noticias del Grupo Clarín, no tuvo mejor idea que parangonar a los primeros ejemplares de raza Aberdeen Angus, de pelo negro uniforme, que llegaban al predio de la Sociedad Rural Argentina, con los jugadores del equipo francés Campeón del Mundo, que cuenta en sus filas con descendientes de inmigrantes africanos. “Acá está toda la selección francesa, menos Griezmann que es rubiecito", apuntó el cronista con un humor digno de Jean-Marie Le Pen, el político xenófobo y antisemita. Bautizó al primero de los toros con el nombre de la “revelación” del Mundial, Kylian Mbappé Lottin, el 10 de Francia, tan diestro en la cancha como generoso fuera de ella, que donó la totalidad de sus millonarias ganancias a una organización no gubernamental que da instrucción deportiva gratuita a niños hospitalizados y discapacitados y desarrolla campañas de concientización sobre discapacidad para escuelas y empresas vii.

 

El tema de la “negritud” de los galos dio mucho que hablar y también nutrió las redes de momentos tan memorables como penosos por su racismo. Hasta hace algunas décadas, seguir el mapeo de las telecomunicaciones permitía ver el circuito de las colonizaciones depredadoras que diferentes naciones europeas -Gran Bretaña, España, Inglaterra, Bélgica, Portugal, la propia Francia- habían ejercido sobre otros pueblos; en la actualidad, los componentes de las selecciones deportivas de esos países muestran, en algunos casos esos mismos circuitos y en la mayoría de ellos constituyen la imagen exacta de la forma en que los daños que esa expoliación causó sobre todo en Africa, junto a las invasiones y ataques estadounidenses, generaron una reacción migratoria tan masiva como desesperada, que desembarca en las costas europeas, se afinca, trabaja, es perseguida y, finalmente, tiene hijos que nutren las barriadas más pobres de ese nuevo “Cuarto Mundo”. Algunos de estos pibes, muy pocos, es cierto, llegaron a campeones mundiales.

 

 

Un tweet atribuido a Felipe Pigna, historiador de poca aceptación académica y gran popularidad por su didáctica a la hora de cronicar los acontecimientos argentinos, puso el dedo en la llaga racial durante el único momento en que los argentinos disfrutaron el Mundial que ya murió. Fue aquel en que el nigeriano Ahmed Musa metió los dos goles con que su equipo derrotó a Islandia y le dio la vida que Argentina, finalmente, aprovechó para clasificar a la siguiente, frustrante, ronda de un campeonato de desatinos y mal fútbol que a la sazón salvó Sampaoli, el malo propiciatorio bajo el cual se cobijaron las autoridades de la AFA y los gobernantes nacionales. Unos y otros, de todos modos, quedaron a la intemperie, por más “periodismo” que los encubra.

 

ii Carlos A Villalba: No mancharon la camiseta argentina, a pesar de la presión de Macri e Israel. www.alainet.org/es/articulo/193366">https://www.alainet.org/es/articulo/193366">www.alainet.org/es/articulo/193366">https://www.alainet.org/es/articulo/193366

 

iii www.inadi.gob.ar/">http://www.inadi.gob.ar/">Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo de la República Argentina

 

https://www.alainet.org/es/articulo/194206
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