La Universidad de Panamá en el centenario de la Reforma de Córdoba

12/06/2018
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En 2018 conmemoramos el centenario de la llamada Reforma de Córdoba, 50 años de Mayo de 1968 y 60 años de la Gesta Estudiantil Panameña de 1958, con su larga lista de mártires, empezando por José M. Araúz. Estos movimientos fueron encabezados por estudiantes, los dos primeros tuvieron alcances internacionales y lograron influir considerablemente en el curso de la historia política y social. El primero a nivel de América Latina y el segundo a escala mundial. El tercero marcó la lucha por la descolonización de Panamá.

 

En 1918, empezó en la Universidad de Córdoba un movimiento que tuvo gran repercusión en todo el continente, cuyos objetivos se centraron en la democratización de la enseñanza superior (autonomía y cogobierno), de allí surgió una generación de intelectuales y revolucionarios del calibre de: Aníbal Ponce, José Ingenieros, Víctor R. Haya de la Torre, José C. Mariátegui, Julio A. Mella, y tantos otros.

 

El “Mayo del 68” tuvo demandas políticas más radicales y amplias, y barrió desde Francia, tanto hacia el este, con la “Primavera de Praga”, contra el régimen totalitario estalinista, como hacia el Oeste, teniendo en el movimiento estudiantil mexicano su principal referencia en este continente, el cual fue respondido por el régimen del PRI con la Masacre de Tlatelolco, con centenares de muertos, heridos y arrestados. En Panamá su influencia se vio limitada por el golpe de Estado del 11 de octubre, que cortó las libertades democráticas e implicó el cierre de la Universidad de Panamá por un año.

 

Se puede decir que, en Panamá, la Reforma de Córdoba tuvo una influencia relativa en cuatro momentos distintos: inmediatamente en los años 20, en la primera Federación de Estudiantes de Panamá y los primeros movimientos anticolonialistas; a inicios de los años 40, con la primera huelga estudiantil, se reorganiza la segunda FEP y se logra la primera conquista de autonomía y cogobierno para la Universidad de Panamá; en los años 50 y 60, donde se reorganiza la FEP, más radical y antiimperialista bajo la influencia de la Revolución Cubana; y en 1980-81, en la lucha contra el régimen militar y por democratización de la universidad se recupera la autonomía y el cogobierno perdidos desde el golpe de estado militar de 1968.

 

La Reforma de Córdoba

 

La gran movilización estudiantil que tuvo su vanguardia en la universidad de aquella ciudad de Argentina, Córdoba, se propuso modernizar la educación superior, superando el escolasticismo y verticalismo heredado del periodo colonial, que seguía sosteniéndose en nuestro continente gracias a las oligarquías conservadoras y el peso de la iglesia Católica en el proceso educativo.

 

Los estudiantes argentinos con proclamas, mítines y huelgas lucharon por acabar con la modorra heredada del período colonial en que curas jesuitas controlaban la educación superior con criterios disciplinarios antidemocráticos y métodos pedagógicos anticientíficos y obsoletos. Los estudiantes empezaron a exigir que su voz fuera escuchada, no solo dentro del aula en el proceso de enseñanza/aprendizaje, sino en la administración de la propia universidad.

 

En su Manifiesto Liminar del 21 de junio de 1918, decían: “La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho de exteriorizar ese pensamiento propio de los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa”.

 

Que los estudiantes empezaran a movilizarse por estos derechos fue posible gracias a un clima de cambios políticos y sociales que, en 1916, hizo que se rompiera el monopolio del poder por parte de la oligarquía tradicional porteña (“el roquismo”), y surgiera el primer gobierno de la Unión Cívica Radical, dirigido por Hipólito Yrigoyen, que expresaba a un sector de capas medias liberales, modernizantes y reformadoras.

 

Clima de radicalización y cambios en Argentina que a su vez fue influenciado por otros procesos internacionales de gran impacto, como la Revolución Mexicana, la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa de 1917.

 

Yrigoyen, como es habitual en el reformismo pequeñoburgués, tuvo una actitud ambivalente: por un lado, alentó las demandas estudiantiles haciéndoles un guiño y enviando supuestos interventores a las universidades que debían consagrar las reformas estatutarias y jurídicas que expresaran la autonomía y cogobierno; pero, por otro lado, cuando la lucha escaló y los sectores tradicionalistas y conservadores se enfrentaron a los estudiantes, no vaciló en reprimir el movimiento.

 

Por esa razón, el movimiento de la Reforma Universitaria de Córdoba no alcanzó un triunfo inmediato, pese al masivo apoyo estudiantil. A la proclama de junio de 1918, siguieron años de conflictos, de huelgas, tomas de instalaciones universitarias, represiones y retrocesos. Lucha que se extendió a todas las universidades de Argentina, y a otras del continente en Perú, en La Habana, en México y otros sitios.

 

La propagación del movimiento universitario por el continente fue asociada a un sentimiento que iba más allá de lo académico, y lo fue el renacimiento del bolivarismo, el antiimperialismo, del latinoamericanismo, incluso el socialismo, por oposición al panamericanismo impulsado por Estados Unidos. Los grandes líderes del movimiento estudiantil se destacarían en ese sentido y sus nombres se harían legendarios: Haya de la Torre, Mariátegui, Mella, etc.

 

Dos organismos importantes nacieron del proceso de lucha: la Federación Universitaria Argentina (FUA) y la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), así como la realización de Congresos Estudiantiles que, andando los años influenciarían a la creación de similares organismos en Panamá.

 

La Reforma de Córdoba levantó principios que se extendieron a todas universidades del mundo como: autonomía y cogobierno. Autonomía, para que alumnos y profesores pudieran elegir democráticamente sus autoridades y decidir sobre sus planes de estudios, sin la intervención de autoridades gubernamentales. Cogobierno, para que se regulara la participación democrática de todos los estamentos universitarios (docentes, estudiantes y administrativos) en la toma de decisiones y en la gestión de sus asuntos, empezando desde el Rectorado.

 

Gabriel del Mazo, historiador de este proceso, resume las demandas del Primer Congreso Nacional de Estudiantes de la FUA, de julio de 1918: participación estudiantil en gobierno universitario; participación graduados también; asistencia libre (que el estudiante pudiera escoger sus cursos); libertad de cátedra; periodicidad y concurso de cátedras; publicidad actos universitarios; extensión; ayuda socia al estudiantes; orientación social de la universidad.

 

 

La Reforma en Panamá

 

Aunque para esa época Panamá no tenía una universidad, acá también se sintió el impacto de los acontecimientos de Córdoba, principalmente a través del movimiento peruano y su gran líder Víctor Raúl Haya de la Torre, que contaba con amigos y simpatizantes aquí.

 

Por un lado, el joven Diógenes De la Rosa, presidió una primera Federación de Estudiantes de Panamá y, a partir de 1920, no sólo por la influencia de Córdoba, sino también de la Revolución Rusa de 1917, surgen la Federación Obrera y el Sindicato General de Trabajadores. Pero lo más parecido al movimiento creado por Haya de la Torre fue el Movimiento de Acción Comunal, tanto por su programa nacionalista, como por composición social basada en las capas medias profesionales.

 

La culminación de estos procesos fueron los dos Movimientos Inquilinarios, de 1925 y1932, aunque con un carácter más obrero que estudiantil, y el salto en las conciencias que implicó la fundación de los partidos Comunista y Socialista a inicio de los años 30.

 

La generación estudiantil de la década de 1940

 

Los principios de la Reforma de Córdoba tardaron en llegar a Panamá, casi tanto como tardó en fundarse nuestra institución universitaria, en 1935. Nuestra “reforma” empezó en 1943, cuando el presidente Ricardo A. De la Guardia ordenó la destitución del profesor Juan Felipe Escobar. Este hecho daría inicio a una huelga estudiantil, de la que nacería la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) y que lograría los primeros atisbos de autonomía y cogobierno, aunque no se alanzó la restitución del docente.

 

Aunque parezca contradictorio, pero que confirma el carácter inconsecuente del reformismo político, el ministro de Educación del gobierno de De la Guardia, era Víctor F. Goytía, fundador de Acción Comunal 20 años antes. Goytía intentó todo tipo de represiones para aplastar el movimiento de 1943: destitución de funcionarios públicos que eran estudiantes, cancelación de becas, amenazas, etc.

 

Veintiséis días duró la huelga estudiantil en la Universidad de Panamá, que funcionaba en el mismo espacio del Instituto Nacional. Al final el ministro emitió un decreto estableciendo el cogobierno en la universidad y la autonomía.

 

Esa generación estudiantil fundó la FEP heroica que recuerdan nuestros libros de historia, que luchó por las mejoras en la educación y por la soberanía nacional frente a la ocupación norteamericana de la Zona del Canal. Ellos dieron vida al Movimiento Antibases de 1947 que logró derrotar al Tratado Filós – Hines y al Frente Patriótico de la Juventud.

 

Destacan nombres como: Diamantina Carrera R., Carlos Calzadilla, Federico Velásquez, Diógenes Arosemena, María J. de Obaldía y Ernesto Castillero Pimentel. Posteriormente se sumarían jóvenes como Rubén D. Souza, Carlos I. Zúñiga, Humberto Ricord, Jorge Illueca, Jilma Noriega, Ramón H. Jurado, y una larga lista más.

 

La generación de 1950 -1970

 

La siguiente generación estudiantil libró la lucha de 1952 en defensa de la Normal de Santiago, que generó una huelga general provincial en la que participaron diversos sectores sociales, que evitó la desarticulación de la escuela como pretendía el gobierno de turno.

 

Aunque lograron derrotar los intentos de enviar el internado de varones a David, la FEP no pudo resistir la política represiva del régimen dictatorial y macartista de Remón Cantera. Las asociaciones estudiantiles fueron perseguidas y dejaron de funcionar por varios años. Incluso líderes como Carlos F. Changmarín fueron encarcelados sólo por su filiación comunista.

 

El magnicidio de Remón abrió un espacio democrático por el que resurgió la Federación de Estudiantes de Panamá. Pero a fines de los años 50 una nueva ola revolucionaria y de ideas llegaba del exterior, con la Revolución Cubana. Bajo su influjo, jóvenes como Floyd Britton, Polidoro Pinzón y otros, refundan la FEP y dirigen las luchas, como el gran movimiento estudiantil de 1958, por “más escuelas y menos cuarteles”.

 

La FEP se empieza a reorganizar desde 1957, y uno de sus principales frutos fue la organización del movimiento de mayo de 1958. Los dirigentes estudiantiles elaboraron un pliego con reclamos para mejorar el estado crítico de la educación. El presidente de la república, Ernesto de la Guardia, pasaba por supuesto hombre “progresista”, y se suponía que debía escuchar a los estudiantes y atender sus reclamos, para lo cual se programó una marcha.

 

Miles de estudiantes de secundaria, luego respaldados por los universitarios, se echaron a la calle para gritar: “¡Más escuelas, menos cuarteles!” Las demandas por más inversión en educación fueron respondidas con una dura represión en la que cayeron decena de mártires y de heridos. El movimiento escaló a demandas políticas exigiendo que los coroneles de la Guardia Nacional fueran transitorios en sus puestos.

 

En lugar de recibir a los estudiantes, “Ernestito”, como le llamaban al presidente ordenó que se les impidiera el paso mediante una fuerte represión, que costó la vida del joven José M. Araúz, el 19 de mayo. El día 22, pasados los funerales de Araúz, la policía rodea el Instituto Nacional apostando no solo antimotines, sino también francotiradores. En la dura represión se llegan a reportar más de 30 muertos y decenas de heridos.

 

Trasladados los asediados estudiantes al predio de la Universidad de Panamá, permanecieron sitiados por la Guardia Nacional, por más de una semana. Hasta que finalmente el rector, Jaime De la Guardia, media un acuerdo del gobierno con los estudiantes, por el cual el presidente se compromete a atender las necesidades presupuestarias de las escuelas, como los nombramientos de docentes que se requerían. El llamado Pacto de la Colina contiene también un acuerdo incumplido de retiro de los jefes de la Guardia Nacional.

 

Esta gloriosa Federación de Estudiantes de Panamá es la que va a protagonizar las heroicas luchas por la soberanía en la Zona del Canal, empezando por la “Operación Soberanía”, “la Siembra de Banderas”, hasta culminar en la Gesta de Enero de 1964, que cambiaría la historia nacional, iniciando el proceso de descolonización del canal. También fue decisiva esta generación estudiantil en el rechazo de los Tratados “Tres en Uno”, en 1967.

 

Sus dirigentes terminarían unos enfrentando al régimen militar surgido de la crisis del régimen oligárquico en 1968, incluso caerían víctimas de la represión, como Floyd Britton, pero otros, pese a que también sufrieron los carcelazos, terminarían sumándose al proceso político encabezado por el general Omar Torrijos a partir de 1970-71.

 

La generación de 1980-81 y la democratización de la Universidad de Panamá

 

Los principios de la Reforma de Córdoba, fueron derogados por el golpe de Estado militar de 1968, mediante el nefasto Decreto 144. La Universidad de Panamá fue clausurada por un año y luego reabierta con cero autonomía y cogobierno, pues los militares influían directamente en sus decisiones, además de imponer una Guardia Universitaria que vigilaba internamente a estudiantes y profesores. Este régimen antidemocrático rigió por una década.

 

Hubo que esperar hasta 1980 – 81, cuando una nueva ola de movilizaciones y huelgas estudiantiles expulsamos a la Guardia Universitaria y reconquistamos los principios de autonomía y cogobierno. En ese marco se creó la Coordinara Estudiantil Universitaria (CEU), que dirigió la lucha.

 

El inicio de esa década está marcado por la combinación de dos factores: la necesidad de impulsar una serie de reformas “democráticas” pero dosificadas y muy controladas, que Torrijos pactó con Carter, que debían culminar en las elecciones de 1984; por otro lado, una creciente movilización popular que combinaba exigencias economicistas con demandas democráticas.

 

Aunque ideológicamente favorable a los partidos empresariales de derecha, habían debilitado al régimen militar masivas huelgas docentes que se produjeron entre 1978 y 1981. En 1980, se produjeron elecciones parciales a diputados para una Asamblea con poderes recortados, pero en la que por primera vez aparecían voces opositoras.

 

En ese marco nacional caldeado es que se inicia la movilización estudiantil universitaria para exigir la derogación del Decreto “Mordaza” 144. Desde 1980 se iniciaron protestas y asambleas masivas en el Paraninfo exigiendo la derogación del decreto y reclamando autonomía y cogobierno. El movimiento escaló en importancia y, a inicios de 1981, una movilización estudiantil se tomó el “cuartelito” de la Guardia Universitaria, expulsando y disolviendo de hecho a este instrumento de la represión interna.

 

En la práctica se produjo una toma de la Universidad de Panamá por los estudiantes, los cuales crearon la Coordinadora Estudiantil Universitaria, es decir, una especie de resurgimiento de lo que antes de 1968 fue la Unión de Estudiantes Universitarios (UEU). Desde esa directiva se coordinaban las asambleas e incluso la custodia de las instalaciones.

 

En un proceso de participación de los tres estamentos comenzaron los debates de lo que debía ser la nueva ley que reemplazara al Decreto 144. Una vez que hubo consensuado un borrador éste fue sometido a un referéndum de la comunidad universitaria. Fue un verdadero proceso constituyente universitario.

 

Finalmente, el gobierno cumplió su parte en el compromiso democratizador al aprobar el proyecto y convertirlo en la Ley Orgánica No. 11 de 8 de junio de 1981, que derogó el Decreto Mordaza 144.

 

La Universidad de Panamá hoy

 

Próximos a cumplir 40 años de gestión universitaria bajo los principios de la Reforma de Córdoba, gracias a la lucha estudiantil de 1980-1981. Bajo un régimen de más o menos relativa autonomía y un sistema de cogobierno más o menos imperfecto, se ciernen algunos peligros sobre la Universidad de Panamá y sobre esos principios que cumplen cien años.

 

Por un lado, la autonomía permanece bajo la amenaza permanente del ahogo presupuestario que le imponen todos los gobiernos. Las limitaciones financieras son una manera de cercenar la autonomía retaceando los programas de desarrollo institucional y una forma de extorsión discreta para que las autoridades universitarias se sometan a los gobiernos.

 

Otra amenaza concreta a la autonomía es la aparición de un ente supra universitario, el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitario (CONEAUPA), que se ha erigido en controlador de la educación superior, pisoteando los principios constitucionales que atribuyen esa función a la Universidad de Panamá.

 

Por otro lado, las reformas neoliberales han impuesto modelos educativos basados en la educación por “competencias” emanados de organismos del poder político y económico del mundo (OCDE, FMI, Banco Mundial, BID), cuyo objetivo es la formación de estudiantes que, al llegar al mercado de trabajo, sean flexibles en cuanto a tareas a cumplir, sean capaces de adaptarse a diversos cambios laborales en su vida, todo ello sin protestar, sino en una actitud rastreramente “colaborativa” con sus patrones.

 

En esos objetivos de la “educación por competencias”, algunos cursos de área humanística salen sobrando en este esquema neoliberal, pues promueven el pensamiento y la actitud crítica del estudiante que también es un ciudadano.

 

Internamente, un grupo de decanos inspirados en esa visión neoliberal y antihumanística han lanzado un ataque contra las materias del llamado “tronco común”, que hasta ahora eran obligatorias para todas las carreras. Se ha llegado a presentar una demanda de inconstitucionalidad contra seis leyes que hacen obligatorio que se dicten cursos en todos los niveles del sistema educativo de: Español, Inglés, Historia de Panamá, Geografía de Panamá, Historia de las Relaciones de Panamá con Estados Unidos y Educación Ambiental.

 

Se aduce que las leyes violan el artículo 103 de la Constitución Política de Panamá, que establece la autonomía, porque interfiere en su soberanía de establecer sus planes de estudio. ¡Qué ironía! Se usa la autonomía para atacar las Humanidades por voluntad de un grupo de decanos que expresamente han sostenido su interés de liquidar el tronco común.

 

Visto lo visto. Hay una relación dialéctica entre las luchas por la democratización a nivel nacional y la democratización universitaria, van de la mano. La Reforma de Córdoba estuvo relacionada con el proceso que llevó al fin del “roquismo” y las reformas de Yrigoyen. En Panamá, la lucha por los principios de la autonomía y el cogobierno universitario, no se la puede disociar de la lucha por un país democrático, antioligárquico, soberano y basado en la justicia social, ni se puede separar de los cursos donde se enseña esta historia. Hemos avanzado, pero la lucha continúa.

 

Panamá, 10 de junio de 2018.

https://www.alainet.org/es/articulo/193433
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