La presencia de la Iglesia en la actual transformación de A. Latina, a la luz del Concilio Vaticano II

La institución eclesiástica y el imperio contra “Medellín 68” (II)

27/04/2018
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Foto: periodistadigital.com
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Segunda parte

 

La Conferencia de Obispos de América Latina (“Medellín-68”) tuvo un objetivo central y de largo alcance: trabajar por la “Transformación de América Latina”. El contexto del Concilio Vaticano II (1962-1965), el hecho histórico y los documentos, inspiraron y alimentaron los diálogos y los debates de la asamblea episcopal, en Medellín. También hicieron parte del contexto, los fuertes vientos de cambio que recorrían Europa Occidental, USA, Canadá y América Latina. Sin olvidar las luchas libertarias de diferentes pueblos de África y Asia, para acabar con el colonialismo.

 

Con “Medellín-68” y sus desarrollos, las iglesias de América Latina buscaban iniciar una nueva etapa de su historia, con rostro propio. Hubo un antes y un después. “Antes”, todo se decidía desde El Vaticano. “Después”, empezaron a cobrar vigencia la autonomía, el protagonismo y la descentralización de las iglesias latino-americanas.

 

Los protagonistas, los documentos, las Conclusiones y la praxis de “Medellín-68”, llenaron de miedo a las más altas instancias de la Institución Eclesiástica, al Imperio USA y a los estamentos político-económicos de los países de América Latina. Muy pronto organizaron una estrategia para “desmontar Medellín-68”, desde lo eclesial y desde lo político.

 

Por tal razón, a cincuenta años, NO hemos logrado cambios estructurales para las iglesias y para los pueblos de América Latina.

 

La estrategia contra “Medellín-68”

 

Las fuerzas del no cambio, eclesiásticas y políticas, tanto nacionales como imperiales, se opusieron tanto al Concilio como a Medellín-68. No lograron frenar las dinámicas eclesiales y sociales, durante el desarrollo de esos dos procesos, pero sí se organizaron para evitar la puesta en práctica de sus visiones liberadoras, de sus teologías, de sus propuestas pastorales y de sus nuevas maneras de analizar, de entender y apoyar los cambios socio-políticos.

 

Desde El Vaticano, se podría afirmar que la persona-símbolo que representaba el anti-concilio, desde antes del inicio del Concilio, fue el cardenal Alfredo Ottaviani, Presidente de la hoy llamada Congregación para la Defensa de la Doctrina de la Fe, o nueva inquisición.

 

La Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo Juan Pablo II y el cardenal Joseph Ratzinger, como su presidente, llamó al orden a cerca de 200 teólogos y teólogas progresistas, de todos los continentes, y particularmente a teólogos y a teólogas de la Liberación. Hubo una sistemática persecución de la inteligencia de la fe. Se frenó el desarrollo de la Teología Conciliar, de las teologías progresistas y de la Teología de la Liberación. El cardenal Ratzinger, como cabeza de la Congregación para la Defensa de la Doctrina de la Fe, escribió y publicó dos “Instrucciones” sobre y “contra” la Teología de la Liberación, con el visto bueno de Juan Pablo II, en 1984 y 1986.

 

Además, circuló ampliamente y traducido a varias lenguas, el documento llamado “Informe sobre la Fe, fruto de una larga entrevista del cardenal Ratzinger, con el periodista italiano, Vitorio Messori, lamentando la situación de la Iglesia post conciliar.

 

““En este libro, que salió a la luz a la vez en muchas lenguas, dio a conocer en su momento el texto completo de un encuentro que muchos han calificado de «giro histórico» para la Iglesia. En efecto, las raíces de la crisis que desde finales del Concilio padece el catolicismo se exponen aquí con «escandalosa» claridad por quien ahora es la voz más autorizada de la Iglesia católica. Es éste un informe claro y vigoroso sobre los peligros que amenazan a la fe. Un análisis que tiene, tal vez, el acento de una denuncia, pero que no es ciertamente pretexto para la resignación o el pesimismo. Porque lo que el cardenal Ratzinger pretendía era ayudar a los creyentes a encontrar de nuevo la esperanza y la alegría de la Sagrada Escritura leída en el interior de la tradición antigua y siempre nueva de la Iglesia”… (Cita tomada de un artículo el Google).

 

Ese Informe toma postura sobre y “contra” la Teología del Concilio Vaticano II

 

A propósito de la Congregación para la Defensa de la Doctrina de la Fe, vale recordar brevemente cómo se originó la inquisición. Ésta nació en la región del Languedoc, en el sur de Francia, para perseguir a los cátaros o albigenses, en 1184. En 1542, Pablo III organizó la Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, que en 1965 Pablo VI le cambió el nombre, por Congregación para la Defensa de la Doctrina de la Fe. Nombre que se utiliza actualmente. En 1478, Sixto IV instituyó el Tribunal del Santo Oficio. La inquisición española, que se extendió a las colonias, funcionó de 1478 a 1831. La inquisición portuguesa, que también se aplicó en Brasil, trabajó de 1536 a 1831.

 

Con el cardenal Alfredo Ottaviani se conformó un coro cardenales, obispos y teólogos renombrados, asesores de obispos, que hicieron marcha atrás. Cito dos nombres de la mayor influencia: el joven teólogo Joseph Ratzinger (alemán) y Urs von Balthasar (suizo). Detrás de ellos se alinearon otros teólogos, sacerdotes, religios@s y laic@s. No lograron todo su objetivo porque pesaba la personalidad de Pablo VI, Papa de 1963 a 1978, aunque le metieron goles, como la Encíclica sobre la Vida Humana (Humanae vitae), en 1967, que prohíbe el uso de anticonceptivos, para evitar familias numerosas y el crecimiento exorbitante de la población mundial. Cumple 50 años y se la quiere presentar como totalmente vigente. Una Comisión “Ad Hoc”, de alto nivel, convocada por Pablo VI, había aconsejado el uso de algunos medios no biológicos, para el control natal.

 

Creo no equivocarme al afirmar que el paso definitivo hacia atrás, para frenar una verdadera aplicación del Concilio, se dio desde el inicio del Pontificado de Juan Pablo II, elegido en octubre de 1978, a la muerte de Pablo VI. Con Juan Pablo II y su teólogo Joseph Ratzinger, se inicia el muy largo pontificado de involución, neoconservadurismo y restauracionismo, de consecuencias fatales para la Iglesia, que hoy se encuentra en la crisis más grande de toda su Historia, como ya se explicó en la primera parte de esta serie de 4 artículos.

 

Leonardo Boff escribió un artículo sobre la renuncia de Benedicto XVI, y afirma que renunció al constatar “el fracaso de su teología”.

 

Complot contra “Medellín-68”, desde el Imperio y desde la Institución Eclesiástica

 

El Imperio y las fuerzas políticas conservadoras contra “Medellín-68” y su praxis.

 

“Medellín-68” y su praxis tuvo dos enemigos implacables:

 

1. El Imperio USA-LA CIA y las fuerzas políticas conservadoras de USA y de los países de América Latina

 

2. La institución eclesiástica: Vaticano-CAL, congregaciones vaticanas y conferencias episcopales nacionales

 

El imperio USA y la CIA

 

En 1969, Nelson Rockefeller llevó a cabo un viaje de investigación por América Latina, enviado por Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos.

 

Su título: Desarrollo institucional de América latina: Los cambios en la Iglesia católica.

 

Una frase de la investigación de Nelson Rockefeller:

 

“Los cambios han provocado una agitación entre la gente que ha tenido tremendo impacto sobre la Iglesia… haciendo de ella una fuerza dedicada al cambio; cambio revolucionario si fuese necesario… Debemos tener mucho cuidado con la Iglesia latinoamericana, pues si cumple los acuerdos de Medellín, atenta contra nuestros intereses…”

 

También la Rand Corporation escribió un Informe.

 

Un concepto del Informe:

 

… “La Iglesia Católica Romana en América latina manifiesta hoy en día una gran agitación en sus intentos por cambiar su multifacética presencia temporal… procurando enfrentarse al desarrollo social moderno”…

 

La investigación y el informe fueron solicitados por el Departamento de Estado

 

Es preciso tener en cuenta que América Latina vive un periodo de gran ebullición y agitación política-social, marcado por un anti-imperialismo muy fuerte. Se fortalecen las organizaciones sociales, populares y sindicales, Aparecen las guerrillas en varios países. USA teme perder su hegemonía sobre “El patio trasero”, que supone, le pertenece, por aquello del “Destino manifiesto”. USA, desde muy pronto, se arroga el derecho de intervenir sobre los países de América Latina. Recordemos que promueve la guerra contra España, para “quedarse” con Cuba, y está detrás de la separación de Panamá, de Colombia, para construir y quedarse con El Canal que une el Océano Pacifico con el Océano Atlántico. Con el triunfo de Fidel Castro y la revolución cubana en 1959, se arrogó mayores derechos.

 

Conclusiones de la mirada de USA sobre América Latina y la Iglesia católica:

 

1. Promover golpes de Estado por los militares, formados en USA, en la Escuela de las Américas

 

2. Perseguir los sectores progresistas de la Iglesia católica

 

3. Enviar misioneros evangélicos por todo el continente

 

4. Apoyar el desarrollo de las iglesias cristianas a largo plazo

 

5. Buscar alianza con El Vaticano: Relaciones diplomáticas

 

Luego vendrán:

 

1. El Plan Banzer (Bolivia), 1970, 15 instrucciones elaboradas por la CIA:

 

No. 7: “A los sacerdotes de la lista se les apresará en las calles, preferentemente donde no haya gente o en el campo. Los agentes deben ir de civil en taxis contratados para tal efecto”…

 

No se debe atacar a la Iglesia como institución…, sin o a una parte de la Iglesia, la más avanzada…”

 

2.“La Operación Cóndor” o “Plan Cóndor”, expresa el más vasto operativo de la derecha latinoamericana, aliada con los ejércitos, la CIA y la contrarrevolución cubana, y los servicios secretos franceses con el fin de eliminar las voces opositoras, principalmente izquierdistas, en el Cono Sur”, afirma Stella Calloni, docente de CETERA.

 

El dictador Hugo Banzer condecoró al obispo Hensbach, que era obispo castrense de Alemania y también Director de la Agencia Católica de Desarrollo ADVENIAT, de la Iglesia de Alemania, que colaboró con el sostenimiento económico de las actividades del sacerdote jesuita belga, Roger Vekemams, en operaciones contra “Medellín-68” y contra la Teología de la Liberación, como se verá más adelante.

 

Luego vendrán las dictaduras y/o gobiernos autoritarios, que aplicaban la “Doctrina de la Seguridad Nacional”: Chile, 1973, Uruguay, 1973 y Argentina, 1976, Bolivia, Ecuador… Pero antes hubo la Dictadura en Brasil, en 1964.

 

Con el golpe militar en Brasil, en 1964, se inicia el martirologio actual de la Iglesia de América Latina. Tres obispos fueron asesinados: Enrique Angelelli, Obispo de La Rioja, Argentina, el 4 de agosto de 1976; el Obispo Juan José Gerardi, de Guatemala, el 26 de octubre de 1998 y Monseñor Oscar Arnulfo Romero, el 24 de marzo de 1980 (quien será canonizado en octubre de este año). Además numerosos sacerdotes, religios@s y laic@s.

 

En Ecuador, el lunes 17 de agosto de 1976, bajo la dictadura militar, 17 obispos fueron detenidos en Riobamba, la Diócesis de Monseñor Leonidas Proaño, acusados de “marxistas”. Fueron expulsados del país, el martes 17.

 

Colombia. En 1978, el Ministro de Gobierno, Cornelio Reyes, declara en el mes de julio, que tiene una lista de 150 sacerdotes “subversivos”, que nunca hizo pública.

 

1979, en vísperas de la Tercera Asamblea de Obispos, en Puebla de los Ángeles, México, el presidente Carter ordena a la CIA, recoger más y mayor información, sobre los cristianos en A.L.

 

Proposición No. 3: “La política exterior de Estados Unidos debe comenzar a enfrentar (y no a simplemente reaccionar con posteridad), la Teología de la Liberación. El papel de la Iglesia en América Latina es vital para el concepto de libertad política. Lamentablemente las fuerzas marxistas-leninistas han utilizado a la Iglesia como una arma política contra la propiedad privada y el sistema capitalista de producción, infiltrando la comunidad religiosa que son menos cristianas que comunistas”…

 

Sucre-Bolivia, golpe eclesiástico contra “Medellín-68”

 

El golpe se asestó en la reunión de las directivas del CELAM (Conferencia de Obispos de América Latina), en la ciudad de Sucre, Bolivia, en 1972.

 

Protagonistas: Vaticano-CAL (Comisión Pontificia para América Latina, congregaciones vaticanas y conferencias episcopales nacionales.

 

El favorecido como Secretario General del CELAM, con plenos poderes, fue el joven obispo colombiano, auxiliar de Bogotá, Alfonso López Trujillo

 

Se conformó la “Santa Alianza”, entre la Pontificia Comisión para América Latina-CAL, con el cardenal Sebastiano Baggio, como Presidente desde 1969; las conferencias episcopales de México, Colombia y Argentina, que alguien calificó como “El triángulo conservador de la Iglesia en A.L.”, con la colaboración de Roger Vekemams, sacerdote jesuita belga, que trabajó en Chile, y después de la elección de Salvador Allende, se vino a trabajar a Bogotá, con el apoyo del cardenal Aníbal Muñoz Duque. Al salir de Chile, Vekemams llegó a Venezuela, pero el Gobierno no le dio la autorización necesaria.

 

Vekemams recibió apoyo económico de la Agencia ADVENIAT, de la Iglesia de Alemania. Y también de la CIA-USA.

 

Para esa reunión ya había sido escogido, desde antes, como Secretario General, con muchos poderes, el obispo colombiano Alfonso López Trujillo, quien tenía apenas dos años de consagración episcopal, y muchas ganas de poder. Ya se conocía su oposición a la Teología de la Liberación.

 

El 25 de marzo de 1971, organizaciones de laic@s protestaron contra la ordenación episcopal de Trujillo, dentro de La Catedral Primada de Bogotá, de forma silenciosa pero con pancartas. Ya se le conocía por intrigante, adulador y amante del poder, como sacerdote del clero de Bogotá. López Trujillo de inmediato suspendió la colaboración de los teólogos de la liberación, reorganizó los institutos y canceló contratos de una buena parte del personal que trabajaba en las oficinas, en la anterior sede de la Carrera 11 con la Calle 79.

 

Una pregunta de peso y fondo: ¿Cómo es posible que a menos de cuatro años se haya dado semejante zarpazo, colocando al margen a los obispos profetas de América Latina y al conjunto de teólogos, sacerdotes religiosas y laic@s, que habían construido el CELAM y la Asamblea de Medellín?

 

Contrarrestó la influencia de los Obispos profetas como: Helder Cámara (Brasil), Ivo Losrscheider (Brasil), Cándido Padim (Brasil), Leonidas Proaño (Ecuador), Eduardo Pironio (Argentina), Samuel Ruíz (México), Gerardo Valencia Cano (Colombia), Ramón Bogarín (Paraguay), Marcos G. MacGrath (Panamá), Sergio Méndez Arceo (México),…

 

Contó con el apoyo de Roger Vekemams y del teólogo Joseph Ratzinger.

 

Fue perseguidor de los grupos sacerdotales como “Golconda” (Colombia), ONIS (Perú), Sacerdotes del Tercer Mundo (Argentina), Sacerdotes para el Pueblo (México), SAL (Colombia)… Y de los movimientos laicales como Pax Romana, el MIEC, Cristianos por el Socialismo, CEBS…

 

En 1978 es nombrado Presidente del CELAM. Lo sucederá Darío Castrillón, igualmente contra la Teología de la Liberación.

 

Se fue conformando un grupo de obispos opositores a “Medellín”, que serían nombrados en puestos de importancia en El Vaticano y luego hechos cardenales bajo Juan Pablo II. El obispo Javier Lozano, en México; López Trujillo y Darío Castrillón, de Colombia, Jorge Mejía, de Chile… Cardenales que reinaron bajo el Secretario de Estado de Juan Pablo II, Ángelo Sodano, quien también hizo parte de la “Santa Alianza” contra Medellín-68, la Teología de la Liberación y la Iglesia de los Pobres. Siendo Nuncio en Chile, fue muy amigo del Dictador Pinochet.

 

El MEMORANDUM DE MÁS DE CIEN TEÓLOGOS DE ALEMANIA

 

La conclusión: Adveniat sí, pero consecuentemente

 

Con fecha del 21 de noviembre de 1977, un grupo de teólogos de Alemania publicó un MEMORANDUM, relacionado con ADVENIAT, por la financiación a Roger Vekemams, para combatir la Teología de la Liberación. El obispo Hensbach, que fue su director y a la vez el Obispo Castrense de Alemania, fue condecorado por el dictador Hugo Banzer, de Bolivia.

 

También López Trujillo, con la ayuda económica de ADVENIAT, adelantó la cruzada contra la Teología de la Liberación.

 

Firman, entre otros destacados teólogos: Karl Rahner, S.J., N. Greinacher, H. Vorgrimler, E. Kaeseman, J.B. Metz, W. Dirks, Jurgen Moltman…

 

Vale la pena recordar que ha habido 5 Asambleas de los Obispos de América Latina:

 

“Rio de Janeiro”, 1955; Medellín, 1968; Puebla (México), 1979; Santo Domingo (República Dominicana), 1992 y “Aparecida” (Brasil), 2007.

 

Para entender el porqué del Concilio Vaticano II y de “Medellín-68”, es positivo conocer dos hechos históricos para la Iglesia:

 

1. La Nueva Teología (La Nouvelle Théologie)

 

2. Del Nuncio Giuseppe Roncalli al Papa Juan XXIII y al Concilio Vaticano.

 

Concilio Vaticano II y “Nueva Teología”

 

Es bueno recordar que el Concilio Vaticano II no hubiera tenido lugar, si no se hubiese desarrollado “La Nouvelle Théologie”, la “Nueva Teología”, a lo largo de los primeros cincuenta años del siglo XX, en algunos países de Europa occidental (Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Inglaterra…), que fuera condenada por Pío XII.

 

Y si el cardenal Giuseppe Roncalli no hubiese sido nuncio en Francia, durante diez años, de 1944 a 1953.

 

La “Nueva Teología” fue fruto de más de 50 años de varios movimientos o corrientes de renovación en algunas iglesias protestantes y en la católica: la renovación bíblica, litúrgica, catequética, el movimiento ecuménico, el redescubrimiento de los Padres de la Iglesia, y una nueva mirada sobre la historia de la Iglesia, en primer lugar.

 

Y en segundo lugar, la constatación del abismo que se había establecido entre la Iglesia y la Sociedad, fruto de las dos guerras mundiales, así como el desarrollo de la democratización, el final de la vida campesina tradicional, el auge de la industrialización, el desarrollo del movimiento obrero y los descubrimientos científicos…

 

En Francia causó escándalo el alejamiento de la clase obrera de la Iglesia, registrado en un libro de 1943: ¿Francia, país de misión? De ahí surge la convicción de la experiencia de los sacerdotes obreros… Compartir la vida de los trabajadores para poder evangelizar…

 

¿Cómo era posible calificar a Francia como país de misión, si la Iglesia de Francia era considerada como “La hija primogénita de la Iglesia”? El abismo entre las ideas llamadas modernistas y la Iglesia, era cuasi total.

 

Pío XII, con la encíclica “Humanae generis” (Del género humano), del 12 de agosto de 1950, da uno de los tres grandes golpes contra la renovación, al condenar la Nueva Teología. En 1953, el segundo, al ordenar acabar con la experiencia de los sacerdotes obreros. Y el tercero, la descalificación y condena contra el jesuita Theillard de Chardin, en 1957, que buscaba reconciliar la biblia, la teología y la ciencia, en el tema de la evolución.

 

Actuaba como presidente de la Inquisición, el muy conservador y poderosos cardenal Alfredo Ottaviani. Pío XII muere en 1958.

 

““Esta corriente se inició en los albores del siglo XX, principalmente por los trabajos del P. Ambroise Gardeil O.P. (1909) y Pierre Rousselot S.J. (1910), pero no llegó a posiciones realmente objetadas sino en los años 1937 y 1938 con la publicación de “Une école de Théologie. Le Saulchoir” (1) del P. Marie-Dominique Chenu O.P. y de “Essai sur le problème théologique” (2) del P. Louis Charlier. La Escuela “Le Saulchoir”(1937) (El saucedal) fue protagonizada por herejes modernistas como Pierre Teilhard de Chardin, Henri de Lubac, Jean Daniélou, Yves Congar y el referido Chenu; aunque el que le dio el nombre de “Nueva Teología” fue su máximo contradictor, el dominico Réginald Garrigou-Lagrange, quien alertó que eran una manifestación del modernismo condenado por San Pío X.

 

El 4 de febrero de 1942, el Santo Oficio puso por decreto las obras de Chenu y de Charlier en el Índice de los Libros Prohibidos, dándosele por primera vez el nombre de “Teología nueva” a dichas tendencias”…

 

Sus principales protagonistas fueron: Pierre Teilhard de Chardin, en teología y ciencia; Henri de Lubac, en teología y catolicidad; Jean Daniélou, en teología e historia; Marie-Dominique Chenu, en teología de los signos de los tiempos e Yves Congar, de la eclesiología al ecumenismo”” (artículo en Google).

 

Todos los teólogos de la Nueva Teología, vivos en los años del Concilio, fueron teólogos asesores de obispos, es decir, fueron rehabilitados. Y su teología, aceptada y reconocida.

 

(1)Una Escuela de Teología, El Saulchoir” (Lugar de muchos sauces)

 

(2)Ensayo sobre el problema teológico

 

Del Nuncio Roncalli a Juan XXIII

 

El cardenal Giuseppe Roncalli fue casi siempre una persona dedicada a la diplomacia vaticana. De nuncio en Turquía, fue diez años nuncio en Paris (1943-1953). Tuvo que vivir las crisis de la Iglesia en Francia, y conoció de muy cerca los debates sobre la Nueva Teología.

 

Pienso que esa experiencia lo marcó para siempre, y vio con meridiana claridad, la urgente necesidad de renovar la Iglesia. Lo que no sabía era la oportunidad que le daría la Historia, muy pocos años más tarde, el 28 de octubre 1958, cuando fue elegido papa y tomó el nombre de Juan XXIII. Por su edad avanzada y su carácter tranquilo, fue elegido Papa de transición, ante las divisiones al interior de los cardenales. Tampoco sabía que las fuerzas conservadoras de la Iglesia atentarían contra su audaz iniciativa de convocar un Concilio Ecuménico y contra su desarrollo. El periódico oficial de El Vaticano, apenas publicó la noticia de la convocatoria del Concilio, en una nota breve y secundaria.

 

Juan XXIII convocó el Concilio el 25 de enero der 1959, a tres meses de su elección. El Concilio se abrió el 11 de octubre de 1962, y sesionó durante cuatros años, en los meses de otoño. Juan XXIII murió en 1963. Fue elegido papa el Cardenal Montini, quien como papa Pablo VI, clausuró el histórico evento, el 8 de diciembre de 1965, en solemne ceremonia en la Plaza de San Pedro. La sociedad civil observó con mucha complacencia el Concilio.

 

El cardenal Giuseppe Roncalli, tuvo un corto pontificado (1958-1963), pero pasó a la Historia de la Iglesia y del Mundo, por su voluntad férrea de buscar la reconciliación de la Iglesia con la sociedad. Para significar ese proyecto, utilizó una palabra que se convirtió en todo un programa eclesial: el “aggiornamento” de la iglesia, es decir, ponerla al día, actualizarla, leyendo “los signos de los tiempos”, una expresión del Evangelio Jesús de Nazaret.

 

Bajo el largo pontificado de Pío XII (1938-1958, la eclesiástica había seguido la tradición de condenar las nuevas ideas. Para ello contó con la colaboración del gran inquisidor del siglo XX, el cardenal Alfredo Ottaviani, a la cabeza de la Congregación de la Inquisición.

 

Hoy, en 2018, ese abismo entre la Iglesia y el mundo, es todavía mucho más profundo. Nos enfrentamos al cambio de paradigmas en todas las ciencias, que imponen nuevos e inéditos estudios en el campo de las llamadas ciencias religiosas: exégesis, teología, ética y moral, historia de la Iglesia…

 

El nuncio, cardenal Roncalli, conoció la Nueva Teología y siguió los procesos contra sus protagonistas mayores. Los sacerdotes Marie Dominique Chenu e Yves Congar, de la Orden de Predicadores, el sacerdote Henri de Lubac, del lado jesuita… Tiene que enfrentar la crítica de los sectores tradicionalistas contra los sacerdotes obreros y la condena de Pío XII. Conoce la situación del sacerdote jesuita francés Theillard de Chardin y la condena de sus planteamientos y libros, que buscan conciliar la Iglesia y la teología con la teoría de la evolución.

 

Preparando este texto me pregunté cuál sería la encrucijada eclesial y eclesiástica que le tocó vivir al Nuncio Roncalli. Conociendo el contexto, ¿intervino a favor de las víctimas? ¿No lo logró? ¿Guardó silencio? ¿Qué tipo de informes envió al Vaticano? No lo sé.

 

Pero lo que sí es cierto es que se dejó influenciar, en su manera de ver la iglesia y su papel en el mundo. De lo contrario no hubiera convocado el Concilio. Y para ello pronunció la muy conocida palabra “Aggiornamento”.

 

Desde el inicio marcó línea con la célebre frase que es todo un programa:

 

“Para todos los países subdesarrollados la Iglesia se presenta como es y cómo quiere ser, como Iglesia de todos, en particular como la Iglesia de los Pobres”, el martes 11 de septiembre de 1962, año de la apertura del Concilio. Convocado el 25 de enero de 1959, a tres meses de su elección.

 

Dos cardenales, Pierre Marie Gerlier (Paris) y Giacomo Lercaro (Bolonia), hicieron eco del pensamiento de Juan XXIII, a lo largo del Concilio. El Obispo de Tournai (Bélgica), en una sesión del Vaticano II, exclamó: “Hay que reservar a los pobres el primer lugar en la Iglesia”.

 

Juan XXIII y Pablo VI, por sus encíclicas Mater et Magistra y Populorum progressio y la Constitución conciliar, “Gozo y Esperanza (Gaudium et Spes) promocionaban y alentaban el estado de bienestar social. No me acuerdo si esa expresión aparece en los escritos. Pero tanto el espíritu como la letra sí iban en ese sentido y en esa perspectiva.

 

Los obispos profetas der América Latina tomaron seriamente el Concilio

 

Desde la primera sesión, un grupo de obispos de América Latina, se reúne de manera sigilosa, en el sitio “Domus Mariae” (Casa de María), bajo convocatoria de los obispos Helder Cámara (Brasil) y Manuel Larraín (Chile). Ese mismo grupo, cuatro años después, el 16 de noviembre de 1965, antes del cierre del Concilio, se congregaron en la Catacumba “Domitila”, para orar y firmar un documento en que se comprometían de vivir y aplicar, a fondo, el Concilio.

 

Es preciso recordar que la maquinaria vaticana, bajo el liderazgo conservador del gran inquisidor Alfredo Ottaviani (1890-1979), nombrado desde 1935, todo lo vigilaba. Ottaviani fue uno de los “destructores” del Concilio Vaticano II.

 

Varios de ellos serán protagonistas en sus iglesias, en sus países y para América Latina, en la manera de vivir y aplicar el Concilio.

 

La Teología de la Liberación, es hija de todo ese caldo de cultivo de la Nueva Teología y de la Teología del Concilio. Los padres de la Teología de la Liberación conocieron esos contextos. A la Teología de la Liberación le pasó, 30 años después, la misma persecución que a la Nueva Teología: sospechas y condenas. Ambas produjeron un gran debate, muy enriquecedor y fundamental para la Iglesia.

 

Bogotá, abril de 2017

 

Héctor Alfonso Torres Rojas

Licenciado en Sociología y Teología

 

https://www.alainet.org/es/articulo/192543
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