Elecciones en México, posibles escenarios

18/04/2018
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Foto: CELAG
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Todo parece indicar que la feroz guerra mediática en contra de la única candidatura de oposición real al crimen organizado que domina en México, entró en su fase más álgida y peligrosa. El pasado lunes 16 de abril, el hombre más rico de México, Carlos Slim, el Consejo Coordinador Empresarial, el blog anti Andrés Manuel llamado Pejeleaks, que es auspiciado por el empresario Claudio X. González, y el subcomandante Galeano (antes Marcos), aparecieron en forma sincronizada en los medios masivos de comunicación y en las redes sociales para golpear a López Obrador.

 

Es ya evidente que Carlos Salinas de Gortari se ha convertido en el “jefe de jefes” de la alianza entre su propio grupo mafioso y el grupo Atlacomulco, una virtual asociación político-criminal de la que Enrique Peña Nieto, el fallido presidente de México, es miembro prominente. De manera por demás inusual y poco protocolaria —por estar en plena campaña electoral por la presidencia de México—, el domingo 9 de abril Peña Nieto asistió a la casa del expresidente Salinas para participar en los festejos por su septuagésimo cumpleaños. Con ese gesto, ambos personajes —quienes anteriormente ya han sido aliados episódicos— enviaron una inconfundible señal pública de entendimiento político.

 

Es posible inferir que el degradante acercamiento del presidente mexicano a un pillo tan vilipendiado por el pueblo como lo es Carlos Salinas, se debe a su desesperación por el ascenso incontenible de la campaña de López Obrador, quien, a diferencia de sus dos intentos previos por llegar a la primera magistratura, en esta ocasión goza de una gran ventaja sobre sus rivales, aun en la región norte del país, tradicionalmente proclive al voto por el PRI y el PAN. A su inocultable influencia política se suma, sin duda, la muy vasta experiencia de Salinas de Gortari en el manejo de procesos de defraudación electoral, entre los que destacan por su desfachatez los de 1988, 2006 y 2012, Estas son algunas de las razones por las cuales un disminuido y fracasado Peña Nieto —tan repudiado por su corrupción y su abyección frente a Donald Trump— le ha cedido el control de la sucesión presidencial a uno de los poderosos tras el trono, con todo lo que ello implica1.

 

El objetivo de esta maniobra es impedir a toda costa que la ciudadanía imponga democráticamente el próximo 1º de julio un gobierno de transformación que estaría encabezado por López Obrador, cuyas tres propuestas centrales son veneno puro para los intereses de la mafia político-empresarial que es hegemónica en México: 1) terminar con la violencia y la inseguridad generada por la mal llamada “guerra contra el narco”, que en realidad ha sido una guerra contra la población para facilitar la entrega del patrimonio público a los grandes intereses económicos multinacionales, 2) poner fin a la corrupción y a la impunidad que ha marcado al gobierno actual como a ningún otro en la historia del país, y 3) ofrecer oportunidades de estudio y trabajo a los millones de jóvenes que han sido marginados y humillados por el régimen que tiene secuestrado a México.

 

Al analizar los posibles escenarios electorales, se pone de manifiesto que ninguno de los candidatos del narco poder tiene posibilidades de ir más allá del 28-32 por ciento de los votos (ver cuadro). Aun cuando todo el aparato de defraudación se coordine para apoyar a alguno de ellos, ni José Antonio Meade, candidato de la alianza Todos por México (PRI-Partido Verde-Nueva Alianza), ni Ricardo Anaya de la alianza Por México al Frente (PAN-PRD-Movimiento Ciudadano), ni los dos candidatos pseudo independientes, tienen ya condiciones para acercarse siquiera a López Obrador quien, en el peor escenario, los derrotaría por más de 10 puntos porcentuales y con una diferencia entre el primero y segundo lugar de entre 6 y 9 millones de votos. Las tendencias señalan que, con fraude o sin fraude electoral, la cuarteta de candidatos que representan de una o de otra forma al crimen organizado que se ha incrustado en el poder en México, está condenada a la derrota desde ahora.

 

Salinas y Peña tienen la esperanza de que en el primer debate, programado para el domingo 22 de abril, y sobre todo en el post debate de la semana siguiente —que no será otra cosa que un linchamiento mediático contra Andrés Manuel López Obrador (AMLO) —, lograrán descarrilar el ascenso del candidato de la alianza Juntos haremos historia (Morena-Partido del Trabajo-Partido Encuentro Social). Sin embargo, la probabilidad de que suceda tal fenómeno es muy baja por la sencilla razón de que la mayoría de los electores ya decidieron por quién va a votar y muy difícilmente el debate los hará cambiar de parecer. Dicho de otro modo, aun en el improbable extremo de que la franja completa de los indecisos (alrededor del 15 por ciento) decidiera votar finalmente por Meade y Anaya, que son los dos más aventajados candidatos de la “mafia del poder”, como la llama López Obrador, no les alcanzaría para acercarse lo suficiente a AMLO.

 

Cuando en mayo próximo comience la recta final de la campaña, el narco poder estará sin opciones y tendrá que decidir —de la mano de lo que digan sus jefes en la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA— si dejará pasar a López Obrador o si estará dispuesto a llevar a México a una vorágine de violencia de pronóstico reservado.

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/192341
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