¿Por qué La Exposición Nacional de Panamá de 1916?: sus objetivos y su relación con el urbanismo

06/03/2018
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En los últimos 500 años las exposiciones o ferias, como popularmente se siguen llamando en Panamá, son una necesidad para el desarrollo, circulación, expansión y acumulación del capital. Sin embargo, ellas no son genuinas del actual modelo económico, ya que éstas se registran con anterioridad al sistema capitalista. En ese sentido, explica el Dr. Araúz que las tribus indígenas de Abya Yala hacían uso de este recurso económico con anterioridad a la conquista europea. Además, señala que “en la altiplanicie de Bogotá, por ejemplo, los Chibchas celebraban ferias comerciales en determinadas épocas del año” (2016:75). Lo que sugiere pensar que los objetivos de estos certámenes no son universales, más bien están constreñidos al modelo económico hegemónico del momento.

 

El sistema de exposiciones internacionales se establece en Europa y Estados Unidos como un pilar en el proceso de consolidación del liberalismo económico, un sistema propuesto en 1776 por el filósofo escocés Adam Smith inspirado en el concepto de los derechos naturales propuesto a fines del XVII por John Locke. La riqueza de las naciones proponía un modelo opuesto al sistema mercantil, hasta entonces imperante. Hasta el siglo XVIII el poder se pesaba en dos recursos no renovables: la plata y el oro. Smith, al contrario, propone que las riquezas son ilimitadas y traslada el centro de la economía a “la libertad de hacer lo que uno desea sin interferencias por parte del Estado. Ello supone la libertad de movimiento para el trabajo, el capital, el dinero y los bienes”. Para cumplir con este sistema se hacía necesario romper con los monopolios monárquicos y distribuir las riquezas sobre un contrato social fundamentado en la separación de los poderes en gobiernos republicanos, y democracias con asambleas en las que las diferentes clases y regiones estuviesen representadas; cuyas relaciones con las demás naciones no se fundaran en la cantidad de oro detenido en grandes bóvedas, sino en el movimiento de capitales a través del libre cambio de bienes generados por la industria, el agro y los servicios(Rodríguez 2017:151).

 

Para el caso que nos atañe en el presente extracto, la Exposición celebrada a principios del siglo XX en Panamá, durante el periodo presidencial de Porras, guarda estrecha relación con la consolidación de la joven República, pero principalmente de las empresas privadas de las élites criollas, de corte liberal, de cara a las bondades económicas que supondría traer el funcionamiento del Canal de Panamá y su zona adyacente. Fue ese mismo espíritu rentista y transitista que inspiró, más tarde, los distintos acuerdos y distanciamientos entre los gobiernos de Panamá y Estados Unidos con respecto al tratado del Canal de 1903 (Hay-Bunau Varilla).

 

El historiador norteamericano Michael L. Conniff en su su aporte El Impulso Del Comercio Global publicado en Panamá Cosmopolita: La Exposición de 1916 y su legado explica perfectamente como “Entre fines del siglo XVIII y mediados del siglo XX, las grandes ciudades patrocinaron ferias y exposiciones internacionales para proyectarse como centros de cultura, industria, comercio y turismo. Querían dar a conocer las atracciones que ofrecían a los visitantes y llamar la atención sobre el nivel de civilización que habían alcanzado”. Apunta que “en muchos casos también buscaban impresionar a rivales y competidores con su poderío político. Por lo general se organizaban por comités que incluían a líderes civiles y magnates de la industria. Gastaban fortunas en construcción, publicidad, exhibiciones y personal especializado”. Subraya el autor que era una edad dorada para el urbanismo de los países desarrollados.

 

Las exposiciones solían ser campos de batalla por el control de la economía mundial, no obstante para los latinoamericanos significó vender una imagen pro mundo y beneficio para conquistar inversionistas e inmigrantes europeos. De hecho, sirvieron para que estos “países disputaran lugares de privilegio en la comunidad internacional y superaran la imagen de naciones atrasadas que se creía haber heredado de España” (Rodríguez 2007:59). Como en parte ocurrió en Panamá y principalmente durante los mandatos de Porras, pero para con la emergente potencia del siglo XX (Estados Unidos).

 

Para esta potencia significó poner en vigencia los postulados de Monroe y su política expansionista en los países ubicados al sur del río Grande: Hacia 1901, Estados Unidos había tomado plena conciencia de que debía estrechar sus relaciones con América Latina para impedir que Europa siguiera interviniendo en las antiguas colonias españolas. Alrededor de doce exposiciones fueron organizadas en Estados Unidos entre 1853 y 1930. Una de ellas, la Exposición de San Francisco, estuvo relacionada con la inauguración del canal de Panamá, obra que abrió nuevos horizontes al comercio marítimo internacional y estrechó los vínculos entre Estados Unidos y resto de los países del continente” (Chirú 2017:83)

 

Deteniéndonos en la implicación del fenómeno de urbanización en estas ferias, nos explica el científico británico David Harvey, profesor de la City University of Ney York (CUNY), en su obra El Derecho a la Ciudad, que el urbanismo tiene una conexión íntima con el desarrollo capitalista, ya que éste depende de la movilización del producto excedente. “Los capitalistas tienen que producir un producto excedente a fin de producir plusvalor; éste a su vez debe reinvertirse para generar más plusvalor. El resultado de la reinversión continuada es la expansión de la producción de excedente a un tipo de interés compuesto, y de ahí proceden las curvas logísticas (dinero, producción y población) vinculadas a la historia de la acumulación de capital, que es replicada por la senda de crecimiento de la urbanización en el capitalismo”. En Panamá los excedentes utilizados para la construcción del barrio de La Exposición, y con ella el Palacio de Gobierno, provenían de las rentas que ingresaba a las arcas del Estado panameño en concepto de uso de la posición geográfica por parte de la potencia que emergía para entonces (EEUU).

 

En esta oportunidad temprana se entrelazaron dos mecanismos para acumular excedentes: la urbanización y el concepto de ferias, ambos negocios rentables, en especial, en los albores de las ciudades modernas; caso Panamá. Pero paralelamente fue la oportunidad de imponer o engrosar una idea o un relato sobre que significaba lo nacional (la búsqueda de una identidad). Por supuesto, funcional para la construcción no solo de la república sino de una nación pero desde un enfoque liberal. Esta idea fue consolidada a través de la educación liberal y permanece, de manera hegemónica, hasta el presente, con algunas fusiones o bajones coyunturales (1964-1989).

 

Continúa Conniff explicando que “algunas ferias rindieron ganancias lucrativas, además de beneficios indirectos, como el crecimiento comercial, cultural y publicitario. El siglo XIX también fue un período en el que la tecnología de la Revolución Industrial permitió realizar obras gigantescas, como la torre Eiffel, los ferrocarriles transcontinentales (Rusia, Estados Unidos), el puente de Brooklyn y el Canal de Suez, por nombrar algunas. Era natural que los ciudadanos celebrasen la conclusión de dichas obras con ferias y exposiciones. El Canal de Panamá, cuya construcción empezó en 1880 y terminó en 1914, fue tal vez el mayor emprendimiento de este tipo antes de la Primera Guerra Mundial. Cuando abrió, era de rigor que el mundo mostrara un reconocimiento especial”.

 

Continúa, el autor, hilvanando dialécticamente el contexto internacional con el nacional resaltando que el El Canal de Panamá ofrecía “grandes ventajas marítimas al mundo, justo en los albores del siglo XX. Los buques de carga que utilizaban el Canal ahora podrían evitar cruzar el cabo de Hornos, ahorrando decenas de miles de kilómetros y semanas navegando por los mares. Las compañías estadounidenses sin duda se beneficiaron más, pero muchos otros países disfrutaron de costos reducidos por usar el Canal. Esta es la razón por la que la conclusión de la obra y su limitada apertura en agosto de 1914 atrajeron la atención global”. Además, comparte con otros autores que “El impacto habría sido aún mayor si la Primera Guerra Mundial no hubiese estallado ese mismo mes. Los dos países donde el Canal ejerció su máximo efecto fueron, evidentemente, Estados Unidos y Panamá: el primero como empresario y el segundo como anfitrión”.

 

Señala, también que para la época “estadistas y escritores de ambas naciones hicieron fabulosas proyecciones sobre los beneficios que traería la vía interoceánica. En Estados Unidos en especial nació una pequeña industria de libros y artículos de revistas sobre el futuro canal; centenares se publicaron entre 1905 y 1915. La construcción atrajo turistas. Se decía que el Canal sería la séptima maravilla del mundo. Los panameños esperaban que el flujo de buques y la demanda de mano de obra, un verdadero río de mercancías y de consumo diario de miles de empleados generarían mucha prosperidad” (2017:20). Sin embargo, las expectativas superaron la suerte de la mayoría de los panameños.

 

Planteado el objetivo de las exposiciones/ferias y su relación con el urbanismo, podemos continuar señalando que las exposiciones pueden ser nacionales, universales (o ambas a la vez) e internacionales. Son nacionales cuando se limitan a los productos/mercancías/servicios de una sola nación. Universales cuando encuentras en ellas todo tipo de productos/mercancías/servicios de una misma nación. Internacionales cuando incluyen productos/mercancías/servicios de distintas naciones. De manera que pueden celebrarse exposiciones nacionales y universales o internacionales y universales. Para el caso de la celebrada en 1916 en Panamá llevaba el título de Exposición Nacional de Panamá, sin embargo participaron en ésta países como España, Cuba, Ecuador y Estados Unidos. Lo que indica que no hubo concordancia entre el título y lo que realmente fue este certamen.

 

Por otra parte, la exposición no logró el éxito esperado; ya que explotó la Primera Guerra Mundial y pocos países participaron en el evento. Sin embargo, el proyecto legó a la República varios nuevos edificios, incluyendo la vieja sede del Ministerio de Relaciones Exteriores (Actualmente la sede de la Gobernación de Panamá), diseñada por H.G. Heath y J.C. Wright y Construido por R.W. Herbard y Co. Además, el evento añadió un nuevo barrio a la capital, empezando un proceso de suburbanización tan típico de Estados Unidos y apoyada por inversionistas extranjeros, sobre todo por el empresario bananero Minor Cooper Keith (Szok, 2003), vicepresidente para la época del emporio United Fruits Company; empresa que en 1921 robaría a la República una franja de terreno luego del Fallo White. EEUU optó por favorecer a los intereses de la compañía bananera, de capital norteamericano, arrebatándole una franja de tierra a Panamá para cedérsela a la República de Costa Rica con la intención de que la United Fruits Company continuara expandiendo su emporio. Paradójicamente durante este suceso el Dr. Porras continuaba en el Órgano Ejecutivo de Panamá.

 

En Panamá hay una larga tradición en la organización de exposiciones/ferias, se puede trazar puntos de contacto desde las grandes Ferias de Portobelo (época colonial) hasta las actuales -más rudimentarias- que se celebran cada mes en distintas provincias y pueblos de Panamá (Boquete, La Chorrera, Azuero, etc) o las más tecnificadas como expologística, expovivienda, expoautos, por mencionar algunas.

 

Previo a la exposición de 1916 se puede señalar la celebración de la exposición de noviembre de 1878 (durante la época del Estado Soberano) llamada Concurso Industrial, durante el mandato del General Buenaventura Correoso, y la Exposición Escolar de noviembre de 1907, gestionada por el entonces Secretario de Instrucciones Públicas Melchor Lasso de la Vega, para celebrar el cuarto aniversario de la República. La particularidad que tiene la Exposición Nacional de Panamá de 1916, con las anteriores y las posteriores, radica en la transformación urbanística que implicó de la Ciudad de Panamá y que posteriormente dejó como legado histórico, cultural, arquitectónico y urbanístico. Aún no superada, pasado un poco más de cien años.

 

 

Bibliografía

 

Araúz, C. (2016). La Exposición Nacional de 1916. Colección de Documentos de la Facultad de Humanidades, Tomo V.; Universidad de Panamá. Panamá.

 

Chirú, F. (2017). La Exposición: insignia de la joven república. Panamá Cosmopolita. Pág. 78-102. Alcaldía de Panamá-PNUD. Panamá.

 

Conniff, M. (2017). Las exposiciones Panamá-Pacífico. Panamá Cosmopolita. Pág. 18-52. Alcaldía de Panamá-PNUD. Panamá.

 

Rodríguez, R. (2017). El pensamiento liberal de Belisario Porras. Panamá Cosmopolita. Pág. 144-170. Alcaldía de Panamá-PNUD. Panamá.

 

Mario Enrique De León

Estudiante de sociología, Universidad de Panamá.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191433
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