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Estado y laicismo

09/02/2018
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El laicismo es la idea de que todos los seres humanos –sean cuales fueren sus opiniones filosóficas o creencias religiosas- pueden y deben vivir en común dentro del respeto por la verdad demostrada y en la práctica de la fraternidad”

Albert Bayet.

 

La decisión del presidente Jimmy Morales de viajar a los Estados Unidos de América a participar en un acto religioso, denominado desayuno de oración, es polémica. Porque el presidente representa la unidad nacional, porque el Estado guatemalteco es laico y porque el viaje de Morales al extranjero no es una visita de Estado, el propósito es privado. El presidente hace mal en asistir a un evento religioso privado, ostentando su condición de mandatario de un país que desde el Siglo XIX, adoptó la separación Iglesia-Estado, decisión que se debe observar y respetar.

 

La separación de funciones tiene origen en el Humanismo, se desarrolla durante el Renacimiento y se consolida en la Ilustración a través de la corriente filosófica del racionalismo. Sus fuentes son la revolución burguesa (1642) la independencia estadounidense (1776) y la revolución francesa (1789), que adoptan la separación como política oficial. En Guatemala esto ocurre a partir de la revolución liberal (1871), desde entonces, el Estado guatemalteco asumió el laicismo, debido a que la función de las iglesias es en el ámbito privado, mientras que la tarea del Estado es la función pública.

 

¿Por qué la importancia de un Estado laico? Porque garantiza la libertad de conciencia debido a que no adopta y tampoco se contrapone a los distintos credos religiosos. Si un Estado incluye en la educación pública las creencias de algún credo religioso, viola la libertad de creencias de quienes no comulgan con la denominación religiosa impuesta por ese Estado, entonces, se vulneran Derechos Humanos (DDHH), es decir, si el Estado adopta una religión -no importa de qué signo sea-, niega la libertad de unos y el derecho a la igualdad de todos. Hasta donde sé, el Estado de Guatemala no es confesional, tampoco teocrático, por tanto, el presidente del país debe respetar la condición laica.

 

Para comprender esta afirmación, es necesario acotar la relación entre democracia y laicismo; sostengo que este último es condición indispensable de la democracia; es decir, una democracia es laica o no es democracia. Para vivir en democracia, la educación es indispensable, pues toda la población debe estar capacitada para participar en su conformación y consolidación, así como para comprender los principios y normas que la rigen. La educación laica transmite valores y principios que contribuyen a que las creencias, costumbres y actos, sean coherentes con la dignidad y los derechos de todas las personas, a quienes otorga la posibilidad de entender y participar en la transformación del mundo, la naturaleza, la sociedad. El laicismo no debe entenderse como sinónimo de ateísmo, tampoco como tendencia antirreligiosa, como algunos quieren presentarlo.

 

Hablar de laicismo es aludir a la libertad de conciencia, religión y culto, garantizadas en los artículos 36 de la Constitución Política de Guatemala (CPRG), 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, 3 de la Declaración Americana de Derechos Humanos, 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 12 de la Convención Americana de Derechos Humanos.

 

No obstante, el deber de los servidores públicos en el ejercicio de sus funciones en un Estado democrático, de ciudadanos libres, es separar sus creencias religiosas del ejercicio de sus funciones. Desde 1871, el Estado guatemalteco es laico, cualidad que hay que respetar y defender.

 

Guatemala, 09/02/2018

 

Factor Méndez Doninelli

Maestro e investigador.

Consultor en Derechos Humanos y métodos alternativos de resolución de conflictos.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190936
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