¿A qué le tiras mexicano? (VI)

23/01/2018
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6ª parte

 

 La democracia es una forma de gobierno, de origen clásico, que nació para servir a los intereses primordiales de los pueblos y comunidades. Empero, las clases que detentan el poder, a veces por derivación de un proceso que surgió adecuado a los pobladores, mismo que se corrompió y se hizo inmune a la crítica social, a fin de conservar sus privilegios, otras como secuencia de presiones transnacionales coludidas con los poderes internos, derivan en dictadura. Ver: https://ladenunciaonline.com/2015/03/30/la-democracia-como-aspiracion-social-por-victor-manuel-barcelo-r/

 

Puede entenderse como dictadura, por tanto, el control de una clase social minoritaria, que cada vez que corresponde realizar un proceso electoral, lo gana -directamente o por interpósito partido- para seguir controlando con sus funcionarios, utilizados en un cargo y luego en otro, los destinos de un pueblo que poco o nada puede opinar, mucho menos participar en las decisiones cupulares. El cambio de partido es solo un cambio de rostro, para que continúen imponiendo las normas del mismo sistema económico y de gobierno, que poco o nada deja a la población mayoritaria.

 

El sistema capitalista permite la conformación de otros regímenes en el Planeta, para cumplir sus fines. Así encontramos: el parlamentario, el monárquico, semi presidencial y algunas derivaciones que intercalan condiciones de uno con otros. Pero todos ellos se unen a la globalización financiera que controla los movimientos económicos y definen los sociales de las naciones dependientes de uno u otro imperio planetario.

 

Por otro lado, se conforman regímenes antimperialistas, de claro tinte progresista, que buscan afanosamente construir componentes de vida buenos, que otorguen felicidad para todos sus gobernados, pretendiendo llegar al socialismo. Los éxitos que logran, se desvanecen al mantener vivas en su vida política y social, muchas de las formas capitalistas –en sus diversas acepciones- las cuales, a través de la denominada “democracia electoral”, influenciada y apoyada desde organizaciones multilaterales –en el caso latinoamericano y caribeño por la OEA- son vigiladas para que no se alteren los controles que la economía transnacional globalizada, mantiene sobre la vida toda de las naciones.

 

Por la puerta de la Organización de Estados Americanos, (Bogotá, abril de 1948), denominada “ministerio de las Colonias” estadounidenses, cada vez que hay oportunidad, se desata la propaganda contraria a los intereses de las naciones progresistas, mediante partidos políticos -que se mantienen y sostienen al interior de los países que pretenden democracias libres, igualitarias y soberanas- entregados a los designios del gran capital.

 

La OEA probó muy pronto para que fue constituida: no protestó ante regímenes antidemocráticos, ni le preocupó la instauración por medio de golpes de estado, de las dictaduras latinoamericanas, en su mayoría militares, conformadas en la década de los 60s en varios países; su silencio fuer mayor cuando se trató de las dictaduras militares en el Cono Sur las cuales se consolidaron mediante políticas de terrorismo de estado. La prueba mayor de tales actitudes fue la asonada en Santiago de Chile (11-Sep-1973), en que se derrocó al presidente progresista chileno, Salvador Allende, asesinándosele en el Palacio de gobierno de aquella nación. Ver: https://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/402456-oea-su-nuevo-rol/

 

La incongruencia de esta organización fue brutal, durante la Guerra de Malvinas (1982). En ese evento militar, E.U. –obligado por la Carta que signó en Río de Janeiro (2-Sep-1947) para estar al lado de cualesquiera de las países, en conflictos en que se involucrase una nación de fuera de la Región, obviamente considerada la Argentina- sin aclaración ninguna, apoyo a Reino Unido con sus aviones nodriza y otros implementos de guerra, postura que le ganó críticas no consideradas por el imperio. Las prevenciones para la unidad continental, suscritas en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y la OEA, fueron soslayadas por el imperio, apoyado en su poderío militar. Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_Interamericano_de_Asistencia_Rec%C3%ADproca

 

La tesis del americanismo se desdibuja y pierde vigencia, en su concepción original. No es posible confiar más en los E.U. como soporte de esta postura que ellos interpretan de acuerdo a su afán de dar vigencia a su viejo lema de “América para los americanos”. La OEA y el americanismo ya no pueden unir a la América toda, salvo bajo condición de dependencia, con la que la mayoría de las naciones del Continente no están de acuerdo. Nuevos gobiernos progresistas en la región -a partir de fines de la década del 90- impugnaron las mañosas prácticas de esta organización continental y crearon nuevos marcos de integración o decidieron fortalecer los existentes, exclusivamente latinoamericanos y caribeños.

 

Así se constituye la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur 2004/2011) como proyecto de integración y cooperación de numerosas líneas de acción que impulsan la integración de los doce países independientes de Sudamérica que se coaligan: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. Las naciones sudamericanas, respetando sus diferencias, crearon tal organización buscando cimentar, de modo participativo y consensuado, un área de integración y unión regional: cultural, social y en lo económico y político. Para ello emplean diversos métodos y herramientas, para desterrar la desigualdad social, a través de la inclusión social, mediante el fortalecimiento de la Democracia con una amplia participación ciudadana.

 

UNASUR, en una de sus líneas de acción, interviene en la resolución de varios conflictos entre naciones del continente, utilizando la vía diplomática. Ejemplo de buenas prácticas diplomáticas fue la intervención en el conflicto entre Colombia y Venezuela a comienzos de agosto de 2010. Ver: http://www.gobiernolocal.gob.ar/wiki/doku.php?id=union_de_naciones_suramericanas

 

Del empeño de la Región por caracterizar sus movimientos sin la intervención del imperio, surge la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA. 14 de diciembre de 2004), proyecto de colaboración y complementación política, social y económica, entre ciertos países de Latinoamérica y el Caribe: Los 11 países miembros son Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Granada, Nicaragua, Saint Kitts y Nevis, San Vicente y Granadinas, Santa Lucía y Venezuela. Fue promovida la Alianza inicialmente por Cuba y Venezuela, buscando un proceso propio, contrapartida del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), impulsada por E.U. como extensión del TLCan suscrito por Canadá, E.U. y México en los 90s del siglo XX. Las negociaciones de esta propuesta fueron realizadas en secreto, sin participación de la sociedad civil organizada. Las reglas y normas que contiene el acuerdo tratan de: reducción de barreras arancelarias, acceso a mercados, bienes y servicios de intercambio comercial, inversión extranjera, privatización de bienes y servicios públicos, agricultura, derechos de propiedad intelectual, subsidios y medidas antidumping, libre competencia y resolución de diferendos, entre otros. Ver: http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/10/24/alba-vs-alca/#.WmT64xRQXIc

 

El ALBA se fundamenta en la creación de mecanismos que aprovechen las ventajas cooperativas entre las diferentes naciones asociadas para compensar las asimetrías entre esos países, mediante la cooperación de fondos compensatorios, para corregir discapacidades específicas de los países miembros, y la aplicación del TCP (Tratado de Comercio de los Pueblos).

 

El ALBA-TCP, cuyo Secretario General es el ex canciller boliviano David Choquehuanca, nombrado el 5 de marzo de 2017, otorga prioridad a la relación entre los propios países en pie de igualdad y en el bien común, basándose en el diálogo subregional y abriendo campos de alianzas estratégicas fomentando el consenso y el acuerdo entre las naciones latinoamericanas.

 

En ese orden de integración para fines específicos, se crea la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños Celac (2010) culminando uno de los grandes sueños de Simón Bolívar, ejemplificado en su Reunión Anfictiónica de Panamá (22-junio-1826), al alcanzar la unión de 33 países de América Latina y el Caribe. CELAC, con todas las dificultades recientes por la caída de algunos gobiernos progresistas en la Región, está consolidando una identidad totalmente diferente a la de la OEA -verdugo de pueblos y gobiernos que buscan su libertad y autodeterminación en el manejo de sus recursos naturales, humanos y financieros- pretendiendo apuntalar sus políticas públicas para la disminución de la desigualdad, la pobreza y el incremento de la producción. Ver: http://www.sela.org/media/2088262/iv-cumbre-celac-plan-accion-2016.pdf

 

El ciclo progresista, pretendió, de maneras disímiles y con evidentes variantes, retomar principios de soberanía e independencia, que en unos casos se manifestaban más fuertes como expresiones antiimperialistas, mientras que en otros, organizaban la reivindicación del desarrollo de políticas heterodoxas, para obtener resultados considerables en el combate a la pobreza y miseria de nuestros pueblos. Ver: https://www.alainet.org/es/articulo/185786

 

La compacta presentación de los empeños progresistas globales en Latinoamérica y el Caribe, tienen el interés de crear un marco para el análisis de los procesos electorales, en marcha para diversos países, cada uno con características suigéneris, pero que representan, en conjunto, la posibilidad de recuperar rutas de autodeterminación para definir las formas que su democracia pueda asumir en el rescate: del manejo de sus recursos naturales; la mejor disposición de la energía laboral de sus habitantes para obtener mediante la educación, la salud, y un sistema de desarrollo sustentable bien planificado, mejores condiciones de vida para los pobladores de cada una de las naciones que conforman el ámbito regional.

 

Nos ocuparemos por tanto de las siete elecciones presidenciales a realizarse en el presente año, por orden de realización, en el entendido que ya revisamos el caso de Cuba en artículos anteriores de esta serie. Veremos las condiciones preelectorales y sus perspectivas en los eventos eleccionarios de: Costa Rica (febrero), Paraguay (abril), Cuba (ya considerada para abril), Colombia (mayo), México (julio), Brasil (octubre) y Venezuela (diciembre). Salvo Cuba y Venezuela, los últimos procesos electorales realizados en los otros países mencionados se definieron por escenarios de centro y centro derecha. Años atrás la izquierda o centro izquierda disputaban gobernar. ¿Qué puede ocurrir en el 2018 cuando es clara la tendencia a mantener el status quo en la Región o de plano retroceder a la ultra derecha entreguista y manipuladora de la voluntad popular? (Continuará)

 

Puebla, Pue. 21-enero-2018.

 

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190542
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