Esperando los resultados de Venezuela en Italia

17/10/2017
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Celebracion chavista tras conocerese la victoria electoral
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Me quedo despierta toda la noche esperando los resultados de las elecciones regionales en constante contacto con otr@s camaradas que hacen lo mismo, en diferentes lugares de Venezuela y en todos los países del mundo que apoyan el proceso bolivariano. Nos animamos con las consignas que han creado un sentido común alrededor del chavismo: es decir alrededor de la esperanza de que seguirá existiendo - y no sólo en los sueños o en la teoría - un camino diferente de aquel, obtuso y feroz del capitalismo. Cuando los resultados parecen tardar, nos reímos juntos por la broma escrita bajo la imagen de Tibisay Lucena pidiendo a "este grupo  whatsapp no apresurarse".

 

Pero entretanto, la impaciencia se comunica a través de los continentes. Venezuela ha hecho historia, también está haciendo historia con las urnas, que nunca son un ejercicio ritual, sino otro pasito para "demoler al estado burgués desde adentro". ¿Cómo es posible y hasta qué punto?

 

Me pregunto esto desde ese 4 de febrero de 1992, cuando en la pantalla salió el rostro del entonces Teniente Coronel Hugo Chávez para decir que la revolución había fallado, pero solo por el momento. Fue como una cita y un compromiso.

 

En esta época yo estaba en la cárcel, cumpliendo 25 años de prisión por tratar de hacer la revolución tomando las armas contra el estado burgués en Italia: para muchos, una herejía. Para mi generación, un proyecto concreto y una ocasión histórica. Pero perdimos, y ni siquiera tuvimos el honor de las armas, porque la burguesía cuando gana distorsiona y borra la memoria histórica de las generaciones más jóvenes. En 15 años, ha habido más de 5.000 prisioneros políticos, con duras condiciones carcelarias, torturas y represión como en la Cuarta República.

 

Pero en Italia no se habla de esto. Por el contrario, se habla mucho de los “políticos presos” en Venezuela, que siembran violencia y muerte, pero que nos presentan como "presos de conciencia", pacíficos y reprimidos.

 

Más tarde, en la celda, pensé en el joven comandante, que también era un prisionero, en promesa que luego se mantuvo una vez liberado de la cárcel, rumbo a la construcción de la victoria electoral de 1998. Cuando, después de haber cumplido la condena y que me devolvieron mi pasaporte, fui a ver personalmente esa extraña revolución "humanista, feminista, gramsciana", a la  que había decidido apoyar de inmediato. Me reí, bailé y lloré y compartí todos los momentos principales que han tenido lugar desde entonces. Y creo que entendí porque ese sueño me pertenece.

 

Y ahora estoy despierta esperando los resultados, junto a compañer@s del mundo que comparten la proclama Todos Somos Venezuela... El “partido” del socialismo debe tener un segundo tiempo también en el norte del mundo donde Rondon, desafortunadamente, aún no se ha despertado. Y finalmente celebramos la Victoria Popular: 17 estados de 23, y todavía hay esperanza para el de Bolívar. Los compañeros, desde allí, me mantienen informada: el margen es estrecho, sería muy importante ganar. Pero incluso si ese no pasa, después de haber peleado fuerte con el perpetuo poder de corrupción de la derecha, el resultado indicará que el consenso popular sobre el proyecto socialista todavía es fuerte.

 

La historia del movimiento obrero, la historia de las revoluciones, enseñan que mantener el consenso es complicado. Es complicado mantener viva la dialéctica entre el socialismo y la libertad a la que Chávez ha apostado, aunque de forma no dogmática y procedural. Es complicado hacerlo cuando los ataques de la derecha aumentan y se vuelven cada vez más insidiosos, apoyados por la propaganda de guerra pagada por los grandes poderes internacionales. Y el poder de la corrupción es más fuerte cuando se está "durmiendo con el enemigo en casa", cuando falta una fuerte cultura de trabajo, cuando de todo lado llega el mensaje capitalista según el cual, es mejor salvarse ahogando el vecino.

 

Y en cambio, "solos somos una gota, juntos un aguacero". Un aguacero bolivariano ha entregado más de 8 millones de votos en las urnas para decir sí a la Asamblea Nacional Constituyente, sí a la paz con la justicia social, sí a la profundización del socialismo. Sí al presidente Maduro y su equipo de gobierno. Un aguacero bolivariano fue a las urnas, incluso en este difícil momento, con una muy alta participación: para detener la pesadilla fascista, neoliberal, determinado a silenciar la voz de los oprimidos que, con Chávez, se han apoderado de la palabra.

 

Hemos ganado, hemos derrotado bastiones importantes de la derecha, como Lara, Miranda, Carabobo. Hemos visto el valor, el carisma, la preparación, de un cuadro político joven como Héctor Rodríguez, que ha logrado convencer y escuchar. Si no lo hubieran asesinado, en esta batalla hubiéramos tenido también a Robert Serra: para indicar que, a diferencia de gran parte de la política europea, hay un cambio generacional, el socialismo bolivariano se renueva.

 

Los jóvenes que cambian Venezuela no son los que hemos visto quemando y devastando detrás de las máscaras elegidas por el imperio. Las mujeres que cambian Venezuela no son las "manitas blancas" blanquitas protegidas por guardias y dinero. No son como esa ingeniera de clase alta, indignada por tener que votar en un barrio popular. Son mujeres que saben amasar el pan, que conocen la fatiga y la vida, que saben dirigir los barrios, el campo y el gobierno. Mujeres como Carmen Meléndez, la primera mujer en dirigir las Fuerzas Armadas Bolivarianas, y que ahora gobierna en Lara. Son feministas, comunistas como María León, que han mantenido alta la bandera del rescate, son las tantas que han pagado con sus vidas. Hemos ganado, "pero no hay que bajar la guardia", como escribió el periodista argentino Carlos Aznarez. Desde aquella Italia que atropella los derechos de las clases populares, y desde la Unión Europea neoliberal, vemos un nuevo ataque. Nuevas nubes se derraman sobre el horizonte del socialismo bolivariano. Planean los buitres.

 

Se conoce el patrón: el de las "revoluciones de colores" que se describen en el manual de Gene Sharp. La oposición tiene en sus manos algunos importantes estados fronterizos, en primer lugar Táchira, a partir del cual organiza los ataques de los paramilitares y la guerra económica utilizando mafias de todo tipo. A partir de ahí, y desde la frontera con Brasil, podría llegar las peligrosas consecuencias de maniobras militares conjuntas que el golpista Temer está permitiendo a los EE.UU en la Amazonía, junto con Perú y Colombia. En los mares del Esequibo, la Exxon Mobil se levanta, amenazadoramente. Mientras tanto, el Fondo Monetario ya ha regresado a Ecuador para complicar la delicada situación política.

 

Como prevé el guion, las derechas gritan fraude, tratan de volver a la violencia, o incluso a raspar grandes espacios de poder. El socialismo bolivariano parece una fortaleza sitiada, cuyo enemigo principal sigue estando, sin embargo, dentro de ella, tras las elecciones y de la ANC deberán ser capaces de relanzar una efectiva propuesta del gobierno, un proyecto y los ideales. Sabemos que no será fácil, que el resultado no se da por sentado. Pero mientras tanto, Venezuela Bolivariana es una trinchera que llama a nuestro compromiso. Y, de Italia y Europa, los revolucionarios consecuentes y la izquierda verdadera tienen que cumplir su papel.

https://www.alainet.org/es/articulo/188675
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