Filipinas: Sin piedad para Marawi

31/08/2017
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A más de 100 días de la toma de la ciudad filipina de Marawi, los muyahidines de las bandas integristas Abu Sayyaf y los hermanos Maute, tributarios del Daesh, siguen resistiendo a pesar de los constantes bombardeos de la aviación, la artillería y las operaciones terrestres del ejército.

 

El mando militar encargado de la retoma de la ciudad, ha dispuesto de más de 20 mil hombres para cercar todas las entradas de la ciudad, intentando así cortar cualquier vía de escape o llegada de refuerzos a los combatientes, según sus comunicados todavía tendrían que esperar un mes para la conquista total de la ciudad.

 

Recién en estos últimos días los wahabitas perdieron la posesión del estratégico puente sobre el río Mapandi, la principal vía de abastecimiento de los terroristas, a pesar de que el ejército filipino lo había intentado tomar, prácticamente desde que empezaron las acciones a finales de mayo.

 

Fuentes militares informan que los terroristas se encuentran sitiados en el centro de la ciudad, en un área que no tendría más de 500 metros cuadrados, donde están atrincherados entre ochenta y cien combatientes, con unos 130 rehenes en su poder. El ejército dice haber rescatado a 1728 civiles. Los efectivos militares preparan el asalto final, con la premisa de rescatar con vida a todos los rehenes.

 

Las autoridades todavía no han podido confirmar si aún permanecen en la ciudad los líderes wahabitas, Omar y Abdullah Maute y el emir del Daesh, para el Sudeste Asiático y líder de la organización Abu Sayyaf, Isnilon Hapilon. Durante estos cien días los hermanos Maute fueron declarados muertos , heridos y fugitivos en reiteradas oportunidades mientras que de Hapilon, no se han tenido noticias desde antes del 23 de mayo, día que se inició la toma.

 

 Hasta ahora la cifra oficial de muertos es de 614 terroristas, 133 militares y 45 civiles, aunque nada se menciona de la posibilidad de encontrar más  cadáveres entre los escombros de las muchas construcciones que literalmente fueron arrasadas por los ataques aéreos y de la artillería, que desde mayo se sucedieron prácticamente a diario. Los desplazados, tras el inicio de las operaciones en la ciudad de Marawi y zona cercanas, se estiman entre las 360 mil y 500 mil.

 

El mando filipino teme que frente a una acción de la infantería para copar esos 500 metros cuadrados, los terroristas hayan preparado trampas explosivas y que docenas de francotiradores se encuentren parapetados, para generan más bajas entre la tropa, teniendo el tiempo suficiente para ejecutar a los rehenes. Cada rehén muerto, cada soldado asesinado, es un tremendo golpe para el gobierno y la sociedad filipina, que ya poco comprende acerca de lo que sucede en la sureña provincia de Lanao del Sur.

 

El jefe del operativo militar, el coronel Romeo Brawner, comandante adjunto del Grupo de Trabajo de Marawi, declaró que ya existen indicios de que a los muyahidines les ha comenzado a escasear tanto provisiones alimentarias como municiones, por lo que el asalto final se podría posponer varias semanas más, para que se entreguen sin mucha resistencia, a pesar del apoyo de los Estado Unidos y Australia, que han enviado aviones P-3C Orión, drones, un  Cessna 208B “Caravana” y aviones ISR, entregados por  Washington recientemente.

 

Los militares prácticamente desde el inicio del conflicto han ido extendiendo los plazos de la resolución de la crisis, debido a las ineficiencias de la inteligencia militar y por carecer de armamento acorde a la situación.  Para cubrir estas faltantes, el gobierno está decidido a reequipar a las fuerzas armadas, por lo que no sería extraño que tantas dilaciones sea una manera de presionar a los legisladores y blanquear ante la sociedad la necesidad de incrementar el presupuesto militar.

 Cabe indicar que el gobierno de Rodrigo Duterte, declaró la ley marcial en toda la isla de Mindanao, donde se concentra mayoritariamente la comunidad musulmana, ni bien conoció de la toma de Marawi y estando de gira diplomática en Rusia

 

Una excusa para armarse

 

La toma de Marawi, una ciudad de 200 mil habitantes, fue perfectamente planeada y ejecutada, quizás la presencia de una importante comunidad musulmana ayudó a los milicianos a almacenar tanto armamento como víveres, disimular la presencia de forasteros, muchos de ellos provenientes de Malasia e Indonesia; antes de que estallasen los sucesos se detuvo a varios curas católicos junto a unos cincuenta feligreses.

 

La reciente reconquista de la gran mezquita de la ciudad, donde los francotiradores produjeron gran cantidad de muertos y heridos a las tropas de Manila, ha sido un golpe clave en la moral de los integristas ya que se creía que era el último lugar que entregarían a los militares.

 

Duterte justifica las dilaciones para la reconquista final en la cantidad de rehenes que podrían morir, sin tener en cuenta que durante los primeros dos meses de la toma se bombardeó indiscriminadamente, sin tener en cuenta los daños que se podrían generar entre la población. Mientras tanto, el ministro de Defensa, Delfín Lorenzana, está articulando la compra de equipos de reconocimiento facial, drones que operar durante largos períodos y a mayor distancia, aviones.

 

La comunidad internacional mira con particular atención este rearme del gobierno filipino, ya que se tiene muy en cuenta la guerra sucia que Duterte está librando contra los traficantes de droga, que, según algunas fuentes, habría provocado más de 5 mil muertes extrajudiciales de supuestos narcotraficantes en los 15 meses que lleva de gobierno.  

 

Según fuentes vinculadas al Daesh, en Medio Oriente, serían ya cerca de 400 los militares eliminados por los muyahidines, además de ocho blindados del ejército destruidos e importante cantidad de armamento capturado.

 

Poco a poco,  el foco insurgente que se encendió en Marawi el 23 de mayo, se va apagando definitivamente, aunque sin duda una organización que ha sabido resistir como lo ha hecho durante más de cien días, no se va a inmolar en un solo punto. Por lo que muy posiblemente otros combatientes ya instalados en Filipinas o arribando desde Malasia e Indonesia, y veteranos de Siria e Irak, se lanzarían más temprano que tarde tras el sueño del Califato.

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. 

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https://www.alainet.org/es/articulo/187770
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