La filosofía, la educación y el rescate de los valores (VI)

28/08/2017
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6ª parte

 

Hablando de Rousseau quizá lo más sobresaliente de su propuesta es que el tipo de educación que formula se aplicará hasta que el educando cumpla 15 años, pero los métodos aplicados para lograrlo se centran en el niño y subrayan la participación activa de él en su proceso formativo.

 

Veamos ahora a Immanuel Kant (1724-1804), el filósofo moderno prusiano del que, para entender su posición educativa, daremos un paseo por su pensamiento filosófico, con que inaugura una nueva forma de hacer filosofía, como respuesta y síntesis de la filosofía dogmática y el racionalismo inglés. Para él “la educación consiste en desdoblar, de modo proporcional y conforme a un fin, todas las disposiciones naturales del hombre (ser humano) y conducir así toda la especie humana a su destino”.

 

El sistema filosófico que propone es trascendental, logra unir razón y experiencia para legitimar todo conocimiento. Así fusiona racionalismo con empirismo, intentando sentar las bases de todo conocimiento, indagando en los límites de la razón. Por ello afirma que las dos son formas de realismo. Para ello, el ser humano es como un espejo en que se reflejan los objetos: “Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros”.

 

Ante la Revolución Copernicana, resultado de las investigaciones de Nicolás Copérnico (1473-1543) astrónomo renacentista de origen polaco quien inició su famosa revolución en contra del modelo del Universo de Ptolomeo, el geocéntrico, que situaba al planeta Tierra en el centro del universo y al resto de cuerpos celestes girando en círculos a su alrededor. Frente a ello, Copérnico propuso un nuevo punto de vista ubicando el centro del universo en algún punto cercano al Sol, moviéndose a su alrededor, circularmente, los demás cuerpos celestes-incluida la Tierra-, de forma uniforme y durante toda la eternidad. Kant pone el ojo en el conocente (sujeto) que construye al objeto en su mente. Lee todo en: ¿Qué es la Revolución Copernicana? | La guía de Filosofía http://filosofia.laguia2000.com/ciencia-y-filosofia/que-esla-revolucion-copernicana#ixzz4qyKWPyiZ

 

Se aclaran estos conceptos en su obra “Crítica de la razón pura” (1781), en que explica todo su esquema del conocimiento. Afirma que nuestros conocimientos emanan de dos fuentes principales: la recepción, al recibir impresiones sensibles (intuiciones) y las impresiones puras de los conceptos. Las impresiones sensibles del mundo exterior constituyen las fuentes del conocimiento, que llegan como un caos de ese mundo. El sujeto las ordena en un espacio-tiempo cierto y construye así el fenómeno manifestado.

 

Categorías llama a las estructuras organizadoras que otorgan la posibilidad de conocer los fenómenos e interiorizarlos o manifestarlos. Así sabemos diversas cosas: como es un perro, un auto y demás, pero siempre como un fenómeno que se estructura en la mente. Ver: http://www.biblioteca.org.ar/libros/89799.pdf

 

La ética kantiana se precisa en otro libro: “Critica  de la razón práctica” (1778), allí dice que toda ética debe ser formal -universal y formal- válida para todo el mundo y no nos debe mostrar un fin a lograr. Un ser actúa moralmente cuando lo hace por deber. Por ello a la ética kantiana se le conoce como ontológica: Acción por respeto a la ley, sometimiento a ella. “El derecho es el conjunto de condiciones que permiten a la libertad de cada uno acomodarse a la libertad de todos”.

 

Las acciones son: contrarias al deber y en su contra, las conformes al deber y las que se realizan por deber –que son las que poseen valor moral-. Por eso hay obras por inclinación contraria al deber: si una persona se está ahogando y no le ayudo, porque habló mal de mí; si obro de acuerdo al deber y por inclinación mediata, lo salvo, tal vez para que me pida perdón –acto neutro-. Si lo salvo sin conocerlo, es un acto moralmente bueno. Es un acto desinteresado. Así nace la máxima-fundamento de todo acto, que denominó imperativo categórico: obra de tal modo que se torne ley universal. “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado que está  sobre mí y la ley moral que hay en mí”.

 

Es una ética formal la de Kant porque nos lleva a actuar de tal manera que todo el mundo pueda hacerlo, porque así lo considera. Es una Regla para medir nuestros actos. Nos permite evaluar nuestras acciones. Esto nos lleva a la libertad política y al proceso educativo libre, generalizado: “La libertad es aquella facultad que aumenta la utilidad de todas las demás facultades”. Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%ADtica_de_la_raz%C3%B3n_pr%C3%A1ctica

 

Por ello nunca debemos considerar a nadie diferente. Deben cumplirse los derechos humanos -aunque él no use esos términos-. Lo cierto es que en Kant confluye el pensamiento de todos los pensadores anteriores, al unirles en la filosofía moderna, considerando las corrientes empirista y racionalista. Estos últimos estaban muy vinculados con las matemáticas y creían que la razón era la portadora del conocimiento y a la experiencia –empirismo-  le daban lugar secundario. Kant aclara que todo conocimiento empieza con la razón pero no puede quedarse allí, existen fenómenos a priori que son parte de la naturaleza.

 

Así, Kant como pedagogo (dio clases de filosofía, lógica y metafísica en la universidad de Konigsberg.) es racionalista y formalista. Se le tacha, oficialmente, de idealista, ya que elude la materialidad en la ética, como hemos indicado, y constantemente está operando con un hombre ideal, adelgazado, reducido a sus componentes racionales, a su capacidad de actuar según máximas, que es lo que hay que perseguir y que por tanto constituye, obsesivamente para él, el fin de la educación, sin concretar ya más cosas: “La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su naturaleza es capaz”. El formalismo moral del imperativo categórico late aquí, como ideal pedagógico que hace hombre al hombre (ser humano) y lo eleva sobre su propia animalidad.

 

Para Kant lo que más merece la pena en nosotros es lo que nos humaniza, aquello que, sin negar nuestro componente animal, nos distingue del mundo del hábito y el instinto. Esto puede incurrir en una negación de la materialidad, a pesar de todo, que como muchas filosofías posteriores han señalado, continúa operante en la inteligencia y la razón, sin que la superación o elevación que implican las mismas, constituya una negación absoluta de lo anterior. Uno de los sociólogos del S. XX, entre otras cosas, da la razón y apuesta a las ideas de Kant, desarrollando textos fundamentales para el proceso educativo, de tal nivel que corresponde su lectura comentada, tal es Pierre Bourdieu (1930-2002). Ver: http://revistas.ucm.es/index.php/RCED/article/viewFile/42085/40060

 

Kant tiene un ideal del hombre como alguien capaz de ejercer su energía  suprema para regirse por si solo -en el plano moral al menos-, pero también  progresivamente en lo colectivo, político e histórico. Su trabajo sobre pedagogía- resultado de la recopilación que sus alumnos hicieron de textos relacionados- indicaría el camino que ha de seguir la persona para esta propuesta cultivada, colectiva, que sería la educación: “De dónde viene el ser humano todos lo sabemos, a donde quiere llegar pocos lo conocen”, por tanto, habrá de empeñarse para definirlo y lograrlo a través de la educación.

 

Tal vez en el fondo la pedagogía kantiana sea como si el paso por la educación obrara de inevitable esfuerzo desempeñado, con el fin de rendir a la materialidad que nos configura, para rápidamente “dejarla entre renglones” y avanzar más allá, sin reposo: “Todo nuestro conocimiento arranca del sentido, pasa al entendimiento y termina en la razón”. (Continuará) Ver: https://educayfilosofa.blogspot.mx/2013/02/pedagogia-de-immanuel-kant.html

 

 

Puebla, Pue. 27-agosto-2017.

 

Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com  

 

https://www.alainet.org/es/articulo/187683
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