Discursos sobre una falsa elección: deuda, importaciones y metabolismo en la crisis económica venezolana

22/03/2017
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Al comentar la clásica escena de Matrix donde Morfeo lo ofrece a Neo la posibilidad de elegir entre la píldora azul y la píldora roja Slavoj Žižek ha acertado al sostener que se trata de una falsa elección. Pasando a denunciar inmediatamente la falsedad de la dualidad propuesta arguye: “¡Quiero una tercera píldora! ¿Cuál es esa tercera píldora? Definitivamente ninguna píldora trascendental que permita una falsa experiencia religiosa. Quiero una píldora que me permita ver no la realidad que hay ‘detrás’ de la ilusión… sino la realidad que hay ‘EN’ la misma ilusión”[1].

 

El debate en torno a la economía venezolana durante el año 2016 se asemejó a una elección dual como que se le plantea a Neo en Matrix. Llegado el momento el gobierno de Venezuela debió elegir entre pagar su deuda externa en detrimento de una reducción de las importaciones que harían colisionar el consumo interno, o no sacrificar el consumo interno cayendo en un impago de la deuda. ¿Existe acaso una tercera elección? De existir ¿qué tanto dependería de pensar las cosas desde otros fundamentos desplazándonos de la matriz metafísica en la que nos encontramos clausurados?

 

I. El relato de los Harvard Boys

 

De acuerdo al grupo de estudios ligado a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) dirigido por Ricardo Hausmann y Miguel Ángel Santos, quienes trabajan en el autodenominado “Bases para el diseño de un programa de reconstrucción nacional”[2]. Huelga decir, encargados de preparar el “programa de ajuste” o shock a la economía venezolana en el hipotético caso de hacerse del poder político. El origen de la actual situación económica se sitúa en el modo en que el Gobierno Bolivariano administró el “boom” de los precios del petróleo. Siguiendo con el relato que este grupo de investigadores hacen de la “crisis”, dicho “boom” se utilizó para promover un oasis de consumo, tanto privado como público, que ligado a la “destrucción” del “aparato productivo” que la política económica del gobierno había ocasionado en este periodo, solo podría ser satisfecho con un posterior “boom” de las importaciones[3]. Este “Boom de las importaciones” no se tradujo directamente en un “boom de la producción” (aumento del PIB), más si en una multiplicación de la deuda externa del país, lo que según esta axiomática conllevó al cierre del financiamiento internacional. De ahí se sigue que una vez finaliza el flujo de caja que generan los altos precios del petróleo “el modelo” demuestra sus carencias e “inviabilidad”:

 

La escasez de bienes que surgió luego de las elecciones presidenciales de octubre de 2012 fue la primera señal de que el modelo había empezado a pasar aceite, aun con el petróleo por encima de cien dólares por barril. La caída de los precios en 2014 y 2015 precipitó el colapso de la oferta de importaciones y puso en evidencia el grado de destrucción del aparato productivo nacional.[4]

 

Así las cosas, el único “mecanismo de ajuste” que le quedaba al gobierno para el 2016 es un colapso de las importaciones, una vez que durante 2015 se utilizaron in extremis todos los demás mecanismo posibles de acceso a recursos para reducir la brecha externa (utilización de reservas liquidas, swap de oro, derechos especiales de giro del FMI, activación de tramos de FCCV)[5].  De lo que se concluye que, en primer lugar, este “colapso de las importaciones” ocasionaría una “crisis humanitaria” y terminaría de detener a lo que quedaría de aparato productivo, al este ser altamente dependiente de las importaciones de materia prima. Ajuste, que al fin y al cabo sería insuficiente, produciendo una reducción creciente de las reservas internacionales, vía swap de oro, y la posibilidad de un default[6].  Non terræ plus ultra.

 

Dejaremos de lado las (en absoluto inocentes) consecuencias en política económica que se desprendes de este relato para así no atender, por ahora,  a sus para nada cándidas isotopías. Enfocándonos en la deconstrucción del origen de la “crisis” en el relato del programa de ajuste de los Harvard Boys.

 

II. Las propuestas extraordinarias para los propietarios de bonos y Miguel Pérez Abad

 

            Miguel Pérez Abad es nombrado Vicepresidente de Economía productiva el 15 de Febrero de 2016. Tres meses después expone su plan de ajuste de manera sucinta en una entrevista en el medio financiero internacional Bloomberg, la cual consiste en una reducción de las importaciones desde 37.000 millones de USD (en 2015) a 20.000 millones de USD en 2016:

 

Vamos a mantener este nivel de restricción para forzar el sector económico productivo e incrementar las exportaciones. Esperamos poder recortar las importaciones a un número tan bajo como 15 millardos de dólares (…) El Gobierno está trabajando muy bien en su redimensionamiento de la deuda y en la búsqueda de capital. (…) Tenemos un problema de caja, pero tenemos suficientes recursos para un corto plazo y para redimensionar los niveles de la deuda de una forma inteligente (…) Hay varios escenarios y todas las propuestas son extraordinarias para los propietarios de bonos. Tenemos la absoluta certeza que la seguridad de los bonos está garantizada[7]

 

El ajuste Pérez Abad consiste básicamente en privilegiar el pago de la deuda externa en detrimento del consumo interno. Teniendo en cuenta que a eso apunta la reducción de importaciones en la situación macroeconómica en la que se encontraba el país a principios de 2016. Pérez Abad sostenía en el programa de televisión José Vicente Hoy del 22 de mayo de 2016 que el país había cancelado 55.594 millones de USD por concepto de servicio de deuda durante el periodo 2013-mayo de 2016. La pregunta central es la siguiente: ante un escenario de decisión inconmensurable entre cancelar la deuda externa o privilegiar las importaciones ¿por qué un ministro del Gobierno Bolivariano pone especial énfasis en la seguridad de los tenedores de bonos, y aun así los mercados financieros (exceptuando los prestamos bilaterales de China) siguen cerrados?

 

Sin embargo, lo más relevante es la continuación lógica que existe entre el relato de la crisis realizada por el equipo de Hausmann y Santos y las decisiones tomadas por el gobierno bolivariano durante la dirección de Miguel Pérez Abad en materia de política económica (enero-agosto 2016), cuando para 2016 el Gobierno Bolivariano se encontraba “atrapado y sin salida” con respecto a esta decisión ¿Cómo el país fue a parar en la falsa elección recortes en importaciones a favor de cancelar deuda externa?

 

Tras la salida de Miguel Pérez Abad del gabinete su modelo de ajuste se siguió llevando a cabo, al menos en lo que tiene que ver con el recorte de importaciones y pago de la deuda. A finales de 2016 el presidente Nicolás Maduro sostenía: “En los últimos 18, 20 meses, Venezuela ha cancelado por el orden de los 40.000 millones de dólares distintos elementos de deuda financiera, sea capital, intereses”[8]. Más adelante anunciaba que el pago de deuda se encontraba por el orden de los 60.000 millones de dólares: “Venezuela ha cumplidos sus compromisos y seguirá cumpliendo todos sus compromisos internacionales y habrá muy buenas noticias en acceso a mercados internacionales en las próximas semanas y meses (…) Hemos pagado 60 mil millones de dólares en obligaciones internacionales”[9]. Del mismo modo, informaba que las importaciones del ejercicio anterior estuvieron alrededor de los 17.800 millones de dólares, de los cuales 11.000 millones de dólares fueron aportados por el sector privado y los restantes 6.800 por el sector público[10]. Confirmando que Venezuela se encontraba contra la pared en materia de liquidez en 2016.

 

III. Pago o impago: el debate en un futuro anterior

 

            A finales de 2014 en un artículo denominado “¿Habrá default en Venezuela?”[11] R. Hausmann y M.A. Santos ponían sobre el tapete la posibilidad de un impago para Venezuela:

Se aproximan los primeros días de Octubre, en donde el Gobierno de Venezuela debe afrontar US$5.200 millones en pagos de servicio de deuda. ¿Pagará? ¿Tiene suficientes fondos líquidos? ¿Reunirá los fondos mediante una venta apresurada de CITGO, filial de PDVSA, la empresa petrolera estatal de Venezuela? (…) ¿Debería Venezuela hacer default? Si las autoridades adoptaran políticas con sentido común y buscaran el apoyo del Fondo Monetario Internacional y otros prestamistas multilaterales, como lo suele hacer la mayoría de países en problemas, se le aconsejaría renegociar la deuda externa. De esa forma, el peso del ajuste se compartiría con otros acreedores, como ya ha ocurrido en Grecia, y la economía ganaría tiempo para recuperarse, particularmente en la medida que empiecen a madurar nuevas inversiones en las reservas petroleras más grandes del mundo. Los tenedores de bonos harían bien reemplazando sus papeles actuales por instrumentos de más largo plazo que se beneficiarían de la recuperación económica[12]

 

La intervención de Hausmann y Santos logró su cometido en la medida que sentó la posibilidad de un default en la prensa financiera internacional, en un momento donde era absolutamente impensable. Al mismo tiempo que marcaba en los mercados internacionales una senda: la posibilidad de un impago, cuya solución era surcar el camino de un plan de ajuste con el FMI. De cualquier forma, al gobierno decidir no acudir al FMI significaba que se dirigía directamente al default.

 

Como si estuviésemos ante cualquier escena de “policía bueno, policía malo”, Francisco Rodríguez respondía directamente a Hausmann y Santos explicando que

 

Venezuela no necesita entrar en incumplimiento de pagos. Necesita comenzar a cobrar un precio realista por sus divisas. Y necesita hacer lo mismo con los otros bienes y servicios – tales como la gasolina y la electricidad – que vende por precios cercanos a cero. Si Venezuela cobrase un precio razonable por sus divisas, recortaría su déficit presupuestario (que alcanzó 17,2% del PIB el año pasado) en 10 puntos del PIB; si eliminase el subsidio a la gasolina lo reduciría por otros 7 puntos. Entrar en incumplimiento de pagos sobre los bonos de deuda externa, por el contrario, le liberaría recursos por a lo sumo 1.5 puntos del PIB.[13]

 

            Rodríguez es partidario del argumento según el cual la economía venezolana afronta dificultades a causa de la restricción de sus ingresos, aunado a la incapacidad del gobierno por tomar decisiones que sean capaz de sacarle mayor ventaja a activos que ya posee[14]. En suma, el debate entre Hausmann y Francisco Rodríguez performateaba la baraja de opciones que podían decidirse en política económica, pero sobre todo sentaba las bases para una trasmisión directa de recursos desde Venezuela a los tenedores de bonos bajo condiciones cada vez más perniciosas para el país.

 

2016 fue el primer año de un futuro donde el tema de la deuda será central para la economía venezolana, al delimitar en gran medida su relacionamiento con el mercado mundial. Antes bien, la principal limitación se ejercerá sobre la cantidad de recursos que se pueden utilizar en un plan que se proponga dejar atrás la recesión económica, planteándose una política industrial y no sólo una política monetaria.

 

IV. El problema metabólico

 

El problema central que afronta la economía venezolana no es la restricción de sus ingresos ocasionada por la disminución de los precios del petróleo. La cuestión fundamental para la economía venezolana son sus relaciones metabólicas con el mercado mundial y sus concomitantes internas, es decir, el quid de la cuestión se encuentra en el origen de los recursos externos y en la incapacidad para adsorberlos internamente.

 

 Así las cosas, ciertamente el alza de las importaciones (sobre todo a partir del 2008) no se tradujo en un aumento acelerado del PIB. Algunas claves las podemos encontrar al verificar en qué sector de la economía se estaban dando dichas importaciones. ¿Qué parte del gasto se dedicó a la capitalización? Al hacerlo encontramos que el grueso de las importaciones estaba orientado al sector bienes de consumo y bienes intermedios. Mientras que la importación de bienes de capital capaz de generar valor agregado interno iba disminuyendo, bienes de consumo final aumentaba su peso porcentual en las importaciones totales. La economía venezolana vivía un proceso que podría ser llamado “Prebisch a la inversa”.

 

Tomemos como ejemplo el año 2012 por ser representativo en varios aspectos: 1. salen a la luz los problemas de metabolismo; 2. se llega a un tope de las importaciones; 3. es el último año donde el BCV publicó su Informe económico. Según los datos del BCV, al disgregar las importaciones por destino económico el 28% obedecían al sector bienes de capital, mientras que bienes intermedios y bienes de consumo final representaban el 56 y 16 por ciento respectivamente. En síntesis, la economía venezolana era patológicamente dependiente de la importación de materias primas. Además, el escaso sector manufacturero, estructuralmente incapaz de generar valor agregado y especializarse en empaquetado y distribución, fortaleció su perfil de dependencia. Todo esto ocasionó un desacoplamiento abismal entre consumo y producción que se expresaba en una vorágine insaciable por acceso a las divisas.

 

Privilegiar las importaciones para tapar los huecos que iba creando la crisis metabólica era sólo posible por los altos ingresos que el aumento de los precios del petróleo acarreaba. De cualquier manera, significaba un recrudecimiento del patrón de inserción dependiente del país en el mercado mundial, pero al mismo tiempo, el fortalecimiento del sector público como actor encargado de la repartición de la renta petrolera en su destino. Jorge Giordani va al quid de esta ambivalencia cuando expresa una de las medidas tomadas para saldar favorablemente las elecciones del 7 de octubre de 2012: “Mantener la tasa de cambio que favoreció las importaciones y redujo las exportaciones, ya limitadas de la economía privada”[15]. En este sentido, privilegiar las importaciones vía divisas subvaloradas se convertía así en un arma estratégica del gobierno en la disputa por el plusvalor que absorbe la renta petrolera del mercado mundial.

 

El exceso de liquidez, consecuencia del aumento de los precios del petróleo, se volvió inabsorbible productivamente por la estructura económica interna generando una presión centrifuga, o indigestión de recursos. Que encontró su retorno al mercado mundial vía canje por importaciones suntuarias, es decir, en productos ya terminados o capaces de generar escaso valor añadido internamente (empaquetado, ensamblado).

 

La inserción de la renta petrolera para financiar el consumo vía inversión social generó una transformación del “sistema de necesidades”[16]. Esto aunado a la sobrevaluación del tipo de cambio permitió que la brecha entre consumo y producción interna aumentara a medida que se destinaban más recursos a las importaciones para satisfacer las necesidades que el mismo aumento de las importaciones creaba. Por lo tanto, la disminución de la producción interna se debe a su incapacidad para competir con los precios de los bienes importados al estar en desventaja debido a su menor acumulación orgánica de capital. El tipo de cambio en las economías importadoras funciona como un elemento de traducción entre países con niveles de productividad disimiles, cuestión que originan los desarrollos geográficos desiguales propios de la división axial del trabajo. De ahí que, la sobrevaluación del tipo de cambio benefició a la burguesía importadora en detrimento tanto de una (muy) escasa burguesía productiva, como también de actividades productivas no privadas (estatales y comunitarias), pero sobre todo favoreció a que los recursos captados por la renta petrolera retornaran sin aspavientos al mercado mundial.

 

Del mismo modo, el alza creciente de las importaciones aceleró el metabolismo dependiente, y la divisa se convirtió en el standard de precios interno en detrimento de la productividad como standard del valor. Según el comportamiento clásico a mayor acumulación de capital, mayor valorización del trabajo y menores precios. Las importaciones se hacían a precios bajos desde el mercado mundial y a un tipo de cambio sobrevaluado desde lo interno. Lo que significaba la entrada de productos al país a muy bajo costo que favorecía el consumo de la población, pero aceleraba la desindustrialización. Cuestión que es problemática en tanto que lo hacía en sectores de la economía que no generaban dinamismo económico interno, sino el orientado al consumo final. Venezuela estaba invirtiendo la mayoría de los recursos que captaba del mercado mundial en consumo y no en la formación bruta de capital fijo, lo que hacía al mismo tiempo inabsorbible por circuito económico interno la ingente masa de recursos de origen externo. 

 

V. Los precios relativos

 

En junio de 2010 entra en funcionamiento el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (Sitme) en sustitución del dólar permuta. El Sitme era un mecanismo concebido para “aliviar” la crisis centrifuga que generaba el “sistema de necesidades” que las importaciones suntuarias creaban. Concebido como un “sistema marginal” a donde podían acceder aquellas “necesidades” que no se encontraban en la lista 1 y 2 de Cadivi. Este mecanismo solo era posible en las siguientes circunstancias: 1- funcionando por encima de otro mecanismo de adquisición de divisas a un tipo de cambio menor (Cadivi), 2- con un flujo de divisas ascendente como la que permitía los altos  precios del petróleo. El legado del Sitme fue introducir un problema grave de precios relativos en la economía venezolana que soportamos hasta hoy.

 

El intercambio de bienes en las economías capitalistas se da mediante precios relativos bajo un mismo standard de valor. Esto no es más que la utilización de una mercancía a otra mercancía para expresar su propia forma de valor: “cuando la mercancía A (el lienzo) expresa su valor en el valor de uso de la mercancía B (la chaqueta), imprime a esta última una forma peculiar de valor, la del equivalente (…) El lienzo, pues, expresa efectivamente su propio carácter de ser valor en el hecho de que la chaqueta sea intercambiable directamente por él”[17]. De ahí que, si una mercancía posee otras mercancías equivalentes, esta no pueda expresar su relación de valor y mucho menos de precios con respecto a sí misma. Este es el quiddel asunto que olvidan los defensores de los precios en base a leoninas estructuras de costo, quienes todavía esperan que el mercado funcione de forma lineal, clara y bajo reglas administrativas y no socio-económicas.

 

En consecuencia, una vez que introduces varios tipos de cambio, en una economía donde el tipo de cambio se convirtió de facto en el estándar de valor, están introduciendo una distorsión de dicho standard lo que lleva emparejado una distorsión de precios relativos. Una de las claves del problema del alza de precios se encuentra en este punto: la brecha que se genera entre varios tipos de cambio, permite que la mercancía adquirida a menor precio pueda relacionarse vis a vis con la misma mercancía adquirida a un tipo de cambio superior. La plusganancia que de allí se genera es el legado de los tipos de cambio múltiples. Mecanismo perverso que sigue vigente en materia de política económica, exacerbado por la pérdida de soberanía en la marcación del tipo de cambio y la creación del esquizofrénico y fuera de toda apariencia “dólar paralelo”.

 

Al bajar el ingreso petrolero se desnuda el metabolismo que la inserción dependiente en el mercado mundial genera. Sin embargo, se suelen colocar los caballos detrás de la carreta: lo que genera la crisis no es el aumento o la disminución del flujo de recursos desde el mercado mundial (precios del petróleo), sino el tipo de inserción que tiene el país en el sistema histórico capitalista como totalidad. Así, una vez este flujo no puede soportar las importaciones que a su vez soportan un sistema de necesidades que no tiene ninguna relación con la productividad de la estructura económica interna, tienen cabida mecanismos de acumulación por despojo que vuelven a lubricar el metabolismo dependiente y el intercambio desigual.

 

VI. La fiesta de la burguesía comercial

 

Entre las grietas resultaba posible vislumbrar que la magia del dinero proveniente del petróleo ya no podía sostener al Estado mágico, porque el dinero que el petróleo le aportaba al país se disolvía en los torrentes financieros globales del capital internacional

F. Coronil, El Estado mágico 

 

            Varias dificultades analíticas encontramos en los relatos que se hacen de la crisis en el espectro político venezolano. El antichavismo intenta posicionar la absurda idea según la cual la economía venezolana era un oasis de prosperidad antes de 1999, culpabilizando al gobierno de provocar el proceso de desindustrialización que hoy sufre Venezuela. Obviamente esta postura no resiste la mínima revisión empírica. La causa de la desindustrialización en el corto plazo en toda la región son los fracasados “Programas de Ajuste Estructural” neoliberales que asolaron América Latina en la década de los ochenta y noventa del siglo anterior. En el mediano plazo, el fracaso de los programas de desarrollo basados en la sustitución de importaciones. Y desde una mirada estructural, los mecanismos de centralización de excedentes que han condicionado cada vez más al continente a una posición subordinada dentro de la división internacional del trabajo.

 

            A este respecto es imprescindible referirnos a los sujetos que sustentan estructuras, ya que de lo contrario se corre el riesgo de presentar la problemática económica de Venezuela como un tema advenedizo. Lo que los Harvard boys presentan como un error garrafal del gobierno, a saber, convertir el “boom de precios del petróleo” en un “boom de importaciones” es un proceso mucho más complejo y opaco. Para lo cual debemos seguir la premisa: cui bono. El aumento de las importaciones que en apariencia era funcional al gobierno en realidad favorecía a otro sujeto histórico de la estructura económica venezolana: la burguesía comercial. Históricamente, pero específicamente a partir de finales de la década del setenta, la burguesía comercial viró estratégicamente hacia el mercado mundial. Al darse cuenta que la disputa por el plusvalor en Venezuela no se da en términos de apropiarse de la fuerza de trabajo, sino en captación de la plusganancia que genera el recurso petróleo en el mercado mundial, se volcó hacía el Estado para disputar la renta en su origen, lo que logró en gran medida en toda la segunda mitad del siglo XX. Pero al mismo tiempo fue capaz de construir una estructura de importaciones sumamente perfeccionada. Almacenaje, empaquetado, ensamblaje y distribución se convertían en “innovaciones” de esta burguesía comercial. Todo ello orientado a captar la renta en el destino, intercambiando manufacturas importadas y servicios por renta que el Estado introducía en el circuito económico interno.

 

             El problema del gobierno bolivariano, en todo caso, fue sobrevalorar el papel del Estado en el destino de la inserción de la renta. Creyendo que con la toma administrativa de PDVSA el trabajo estaba hecho, se construyó una corporativa forma de subsidio a la burguesía importadora, bajo el manto de importaciones estatales. “Mantener la tasa de cambio que favoreció las importaciones y redujo las exportaciones, ya limitadas de la economía privada”[18], como le expresara Jorge Giordani, sólo aniquiló a las muy escasas capas de producción interna, mientras que era absolutamente funcional a la estructura de importaciones que la burguesía comercial (de las que también formaban parte empresas trasnacionales) había aceitado. Siendo la escasa importación de bienes de capital a favor de bienes intermedios y de consumo final una lápida a la generación de valor agregado interno, para la burguesía comercial quedaba a pedir de boca. Al permitirle aprovechar la brecha que los tipos de cambio múltiples creaban en los precios relativos podían intercambiar cada vez menos productos manufacturados importados y servicios por una mayor cantidad de renta petrolera.  

 

Otra vez, al bajar el flujo de divisas proveniente del mercado mundial, el metabolismo entra en crisis. La burguesía comercial necesita respaldar las ganancias que ha obtenido en bolívares de intercambiar manufacturas importadas o servicios por consumo interno a dólares. Ya que: 1- ha utilizado la pérdida de valor del Bolívar como un mecanismo de captación de renta al aumentar los precios, 2- lo único que puede obtener con bolívares no le interesa: fuerza de trabajo. Su respuesta es aumentar la brecha que los tipos de cambio múltiple generan, extendiendo el diferencial entre el tipo de cambio menor y el mayor, y colocando al “dólar paralelo” como marcador del estándar de precios. Lo que permite a la burguesía comercial afrontar una pérdida del consumo relativo manteniendo sus ganancias en términos absolutos.

 

Malfred Gerig es sociólogo por la Universidad Central de Venezuela (UCV), Profesor-investigador de la Escuela Venezolana de Planificación

 

1] Este comentario lo realiza Žižek en The Pervert's Guide to Cinema, Sophie Fiennes, 2006. La clásica escena de Matrix la podemos ver acá: https://www.youtube.com/watch?v=b0K8_CPSxxM

[2] Véase R. Hausmann, “¿De qué se trata el proyecto sobre Venezuela que está haciendo Harvard?, Prodavinci, 27 de junio, 2016, Disponible en:[ http://prodavinci.com/2016/06/27/actualidad/de-que-se-trata-el-proyecto-sobre-venezuela-que-esta-haciendo-la-universidad-de-harvard-por-ricardo-hausmann/]

[3] “Bases para el diseño de un programa de reconstrucción nacional”, Prodavinci, 1 de junio, 2016, Disponible en: [http://prodavinci.com/2016/06/01/actualidad/laminas-presentacion-bases-para-el-diseno-de-un-programa-de-reconstruccion-nacional/

[4] M.A. Santos, S. Bustos y G. Baquero, “La emergencia económica, la brecha externa y el mito del petróleo”, Prodavinci, 13 de julio, 2016, Disponible en: [http://prodavinci.com/2016/07/13/actualidad/la-emergencia-economica-la-brecha-externa-y-el-mito-del-petroleo-por-miguel-angel-santos-sebastian-bustos-y-gustavo-baquero/]

[5] “Bases para el diseño de un programa de reconstrucción nacional”, cit.

[6] Ibídem.

[7] N. Crooks y N, Soto, “Venezuelan Economy Czar Says More Import Cuts Coming to Pay Debt”, Bloomberg, 13-05-2016, Disponible en: [https://www.bloomberg.com/news/articles/2016-05-13/venezuelan-economy-czar-says-more-import-cuts-coming-to-pay-debt], cursivas nuestras. Véase también: “Pérez Abad: Bajaremos importaciones a $20 millardos para forzar al sector productivo”, Efecto Cocuyo, 13 mayo, 2016, Disponible en: [http://efectococuyo.com/economia/perez-abad-bajaremos-importaciones-a-20-millardos-para-forzar-al-sector-producitvo]

[8] “Maduro asegura que Venezuela pagó $40.000 millones de deuda pese a la crisis”, Sputnik, 27-10-2016, Disponible en: https://mundo.sputniknews.com/economia/201610271064402449-venezuela-deuda-crisis/

[9] “Venezuela ha cumplido y seguirá cumpliendo sus compromisos internacionales”, Correo del Orinoco, 15-01-2017: http://www.correodelorinoco.gob.ve/nacionales/venezuela-ha-cumplido-y-seguira-cumpliendo-sus-compromisos-internacionales/

[10] “En 2016 el sector privado aportó 60% de las divisas para adquirir materias primas”, AVN, 15-01-2017, disponible en: http://www.avn.info.ve/contenido/2016-sector-privado-aport%C3%B3-60-divisas-para-adquirir-materias-primas.

[11] R. Hausmann y M. A. Santos, “¿Habrá default Venezuela?”, Project-Syndicate, SEP 5, 2014, disponible en:https://www.project-syndicate.org/commentary/ricardo-hausmann-and-miguel-angel-santos-pillory-the-maduro-government-for-defaulting-on-30-million-citizens--but-not-on-wall-street/spanish

[12] Ibíd

[13] F. Rodríguez, “¿Por qué Venezuela no debe hacer default?” Rebelión, 16-09-2014, Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=189619.

[14] “Estamos atravesando un momento de precios bajos de petróleo, pero eso es un episodio temporal, y por lo tanto, si es posible sortear este momento, en base a la utilización de los activos que representan los ahorros de la nación que se han conservado para enfrentar momentos difíciles. Venezuela atraviesa una crisis económica muy profunda sobre la que inciden varios factores, pero evidentemente juega un rol preponderante la fuerte caída de los precios del petróleo” (“Venezuela puede obtener financiamiento externo”, El Universal, 22 de febrero de 2016: http://www.eluniversal.com/noticias/economia/venezuela-puede-obtener-financiamiento-externo_1260)

[15] J. Giordani, “Testimonio y responsabilidad ante la historia”, Aporrea, 18/06/2014, Disponible en: [https://www.aporrea.org/ideologia/a190011.html], Cursivas nuestras.

[16] El concepto “sistema de necesidad” es planteado por Hegel para resaltar el nivel de dependencia entre individuos que la satisfacción de una necesidad requiere a medida que se profundiza el intercambio económico. En este punto hace referencia a la dependencia con el mercado mundial de un cumulo de necesidades que se presentaron en la sociedad venezolana a medida que el dinero que absorbía el petróleo del mercado mundial se introducía internamente.

[17] K. Marx, El capital. Critica a la economía política, Tomo I/Vol. I, Siglo XXI editores, México, 1975, pp. 68-69.

[18] J. Giordani, “Testimonio y responsabilidad ante la historia”, cit

 

https://www.alainet.org/es/articulo/184296
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