Trump, la transición intrasistémica y los riesgos del ascenso del neofascismo en EEUU

31/01/2017
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nostalgias trump
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Desde que Trump asumió la presidencia de los EEUU ha gobernado vía decretos ejecutivos, al mejor estilo de cualquier país autoritario y tercermundista. Con excepción de los nombramientos relacionados con la defensa y seguridad, no han sido confirmados aún la mayoría de los integrantes de su gabinete, y son palpables las tensiones entre el nuevo régimen y los funcionarios permanentes del Estado. El mentalmente inestable Trump que no logra distinguir lo real de lo virtual, la verdad de la mentira, está escupiendo decretos ejecutivos erráticos, ambiguos y violatorios de tratados y convenios internacionales en materia de derechos humanos, un reflejo del núcleo duro de personas blancas procedentes de la ultraderecha racista, fascista y guerrerista que le rodean. En el transcurso de una semana ha creado una crisis diplomática con México y los siete países cuyo ingreso a los EEUU está vetado temporalmente, generado tensiones con China, la Unión Europea y la OTAN.

 

Los nombramientos de su gabinete en materia de seguridad y defensa, así como los decretos ejecutivos emitidos, especialmente relativos a medidas migratorias, dejan entrever que el nuevo régimen trumpista se está preparando para la guerra. Más allá de apostar por renovar la carrera armamentista nuclear, mayor inversión en defensa, la reactivación del programa de espionaje global desde la NSA, está creando condiciones para reinventar un “enemigo interno” desde una perspectiva de amplio espectro que podría a corto plazo afectar la prensa, migrantes, intelectuales, los movimientos sociales y opositores políticos. Indudablemente, el contexto actual está generando inquietud y preocupación global entre los aliados tradicionales de los EEUU. ¿Acaso la medida de prohibir la entrada a los EEUU de ciudadanos iraquís quienes colaboraron con la ocupación estadounidense no envía un mensaje perturbador a la OTAN?

 

El ascenso de Trump sucede en un momento histórico de una transición intrasistémica geoestratégico mundial cuyo desenlace para la humanidad es incierto.  Transición porque algunos de los pilares y reglas del juego geopolítico están en crisis y modificándose, e intrasistémica porque se efectúa dentro del modo de acumulación del sistema capitalista. Se trata de una crisis sistémica del capital que no tiene solución a corto plazo, y solo podrá resolverse con una nueva masiva conflagración bélica. ¿Acaso los poderes profundos del imperio seleccionaron a Trump para cumplir esta misión histórica?

 

La inestabilidad geoestratégica actual se acentúa y traspasa de lo económica hacia lo político. El capital subordinó los sistemas políticos a su lógica en el sentido más perverso instaurando prácticas mercantilizadas, creando una casta de políticos alejadas de las necesidades de la ciudadanía, obstaculizando la democracia directa y participación efectiva ciudadana en las decisiones estatales. Mientras en América Latina la rebelión contra estas prácticas políticas emergió desde distintas posiciones progresistas de izquierda durante los últimos 16 años, en el resto del mundo con contadas excepciones, parece surgir desde posiciones políticas conservadores, hasta neofascistas. Ni Europa que se subordinó a los designios y objetivos de los EEUU, ni Rusia o China (inmersos en fortalecer sus defensas ante potenciales agresiones)  parecen estar preparados o interesados en convertirse en una fuerza que impulsa un  rediseño democrático del actual orden mundial.

 

La arrogante y despectiva actitud de Trump hacia México son los primeros indicios de cómo se desplegará la relación de los EEUU hacia la Patria Grande. Es de esperarse que la ofensiva contra los gobiernos progresistas, especialmente la agresión contra la República Bolivariana de Venezuela continúa y se intensifica, y se extenderán las operaciones de espionaje y militar en el subcontinente. El titubeo y la subordinación a la política imperial tendrán nefastas consecuencias para nuestros pueblos.

 

Si bien desconfío de los vaticinios que la emergencia de los nacionalismos significaría la ruptura a corto plazo con el denso tejido económico, político y socio-cultural de la globalización neoliberal, lo cierto es que uno de los pilares fundamentales de este modelo, las empresas transnacionales han adquirido tal grado de poder y capacidad de maniobra, que amenazan las soberanías de los Estados. Se sitúan en el centro de las contracciones del sistema y de la disputa por el dominio del orden mundial actual.

 

Hoy por hoy, los Estados constituyen aún un eslabón estratégico para cualquier estrategia de transformación del orden mundial, y para evitar que las fuerzas destructivas del capital y sus lacayos políticos nos encaminen hacia una nueva etapa de conflagración belicista.  La importancia de construir y fortalecer movimientos socio-políticos locales, nacionales y globales que trabajan en pro de la emancipación y liberación de la humanidad, constituye indudablemente un reto actual de enorme significancia.

 

30 de enero 2017

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/183201
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