La lucha por los derechos humanos y el socialismo en El Salvador

10/06/2016
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La dominación de los poderosos ha acompañado el largo camino recorrido por la historia escrita y no escrita de la humanidad. La primera expresión de esta dominación fue la de la mujer por el hombre en la familia. Luego aparece la dominación de pueblos poderosos sobre pueblos débiles así como la dominación al interior de la sociedad.  La dominación, la opresión, la explotación, la marginación, la discriminación, el estigma, han sellado la historia de todas las sociedades.

 

Pero también la resistencia, la rebelión, la insurgencia, la lucha de los oprimidos. Donde existe opresión hay resistencia nos enseñaba Mao. Para los oprimidos la historia de la humanidad es la historia de la lucha por la dignidad frente al poder opresor. En las civilizaciones de la antigüedad más remota, en Mesopotamia, Egipto, Asiria, resonaron los chasquidos de los latigazos y los gemidos de los oprimidos pero a la vez se alzaron las voces y los gritos de la rebeldía popular.

 

Nosotros somos herederos y herederas de esa milenaria marcha popular, de esa historia de lucha de incontables rebeldes alrededor del mundo. El mensaje subversivo de Buda y de Jesús de Nazaret, el primero con su planteamiento de una religión sin dioses ni castas, y el segundo con su idea del banquete para todos y todas, reflejaron un pensamiento emancipador orientado hacia el Nirvana y el Reino de Dios, hacia luchas por la dignidad de los humildes frente a los poderosos.

 

Los oprimidos alzaron su frente y levantaron su puño de protesta frente a los amos y al realizar esta acción de indignación y de resistencia, de toma de conciencia y de lucha, transformaron sus vidas de la condición de objetos al servicio de los poderosos, en sujetos, ya que el sujeto de la dignidad se construye en y desde la lucha.

 

Es en la lucha que la mujer, el joven, el anciano, el enfermo, la víctima, el indígena, el negro, el esclavo, el descastado, el siervo, el proletario, el desempleado,  el migrante, se reconoce y es reconocido en su dignidad como sujeto. Es en la lucha individual, familiar, colectiva o popular que supera su domesticidad, su temor y se construye y constituye como sujeto que ejerce, que practica, que arrebata, que le disputa el poder al opresor.   

 

Los oprimidos en sus múltiples luchas de resistencia fueron construyendo las ideas, elaborando los sueños de una nueva vida, la utopía de una nueva sociedad. En cada familia, sociedad, fábrica, plantación y territorio en que se luchaba, estas ideas adquirieron la calidad de subversivas, de prohibidas, fueron censuradas y amenazadas.

 

Pero aunque fueron muchas las derrotas sufridas en sus luchas, las ideas emancipadoras de los oprimidos nunca pudieron ser eliminadas porque sus semillas de rebeldía siempre eran de nuevo sembradas en las montañas, en las selvas y los desiertos de la misma opresión. El pensamiento emancipador acompañaba y a la vez era fruto de estas luchas. Volvían a surgir desde la piel de los oprimidos los profetas, los mártires y los héroes, ya que obediencia y rebeldía son los terrenos del enfrentamiento histórico, político e ideológico global de la humanidad.

 

1. Iluminación y Colonialismo

 

Una de las expresiones más relevantes de estas experiencias de lucha y de creación de pensamiento emancipador sucedió en las batallas contra los reyes de la llamada Europa, y fue conocida como la época de la Razón, de la Iluminación, el Siglo de las Luces, pero también hay que agregar de la Conquista de América, de las Cruzadas contra los pueblos árabes, del Colonialismo.

 

El pueblo francés en julio de 1789 con la toma de la prisión de La Bastilla iniciaba una de las revoluciones más significativas de la historia de la humanidad, dirigida por una nueva clase social, la burguesía, la cual había acumulado en los siglos previos un conjunto de ideas emancipadoras que le permitieron enfrentarse y derrotar a la monarquía, la nobleza y a la poderosa Iglesia Católica. Estas ideas emancipadoras tuvieron como momentos fundamentales lo que se llamo el Renacimiento, la Ilustración, y la Reforma.

 

Pero a la vez y a la par de estas ideas progresistas fue elaborado un conjunto de tesis que justificaban la opresión de otros pueblos mediante la conquista, el colonialismo y el racismo. Y las ideas de libertad igualdad, fraternidad y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y las ideas de democracia  fueron trasladadas en los mismos barcos en que iban los negros recién capturados en las selvas de África para ser esclavizados y explotados en las plantaciones de la llamada América.

 

Experiencias similares de agresión colonial fueron vividas en la India, China, Egipto, etc. Y los grandes teóricos europeos de la emancipación humana, entre estos el estadounidense Jefferson, el francés Voltaire, el inglés Locke y el alemán Hegel, consideraban a los pueblos no europeos como pueblos menores que necesitaban de la bondadosa protección paternal de Europa. 

 

Por otra parte, como idea emancipadora de la Ilustración y en particular de la Revolución Francesa surge el liberalismo republicano, en oposición a los sistemas monárquicos europeos, y un conjunto de ideas progresistas, entre estas la de la soberanía popular en oposición a la soberanía del monarca, y la de la división de poderes.

 

Y nacen las ideas de los derechos individuales, de la libertad de expresión, de religión, de imprenta, de organización y fundamentalmente del derecho a la propiedad privada, expresión jurídica suprema del sistema burgués capitalista. Nacen así los derechos humanos, que nos dicen los europeos que son universales.

 

Y las constituciones de las repúblicas creadas a partir de las luchas latinoamericanas y caribeñas de independencia, de principios del siglo XIX, asumen como propios estos principios, estas ideas emancipadoras liberales derivadas de la Revolución Francesa. Y la lucha por su cumplimiento se convierte durante ese siglo en las banderas de los liberales contra los conservadores.

 

Posteriormente, a principios del siglo XX llegan a nuestras costas latinoamericanas y caribeñas otro barco de ideas emancipadoras, siempre de la Europa, pero esta vez originadas en las luchas de una nueva clase social, el proletariado europeo organizado en sindicatos, y sistematizadas por dos luchadores sociales alemanes, Carlos Marx y Federico Engels. Asimismo llegan los ecos de una revolución en la lejana Rusia dirigida por los bolcheviques al mando de Vladimir Lenin. Se trataba del marxismo que nos habla de la lucha de clases, de la toma del poder, de la vanguardia política, del socialismo y del comunismo.

 

Y los sectores populares latinoamericanos y caribeños asumen estas nuevas ideas emancipadoras y emprenden la lucha por realizarlas en contra de los defensores del poder establecido, de las oligarquías y los imperialismos europeos. Y en 1959 en Cuba triunfa una revolución democrática que rápidamente se transforma en socialista. Y cuarenta años después, en 1999 en Venezuela inicia un proceso denominado “socialismo del siglo XXI.” Y durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI el marxismo continúa disputando el papel principal como idea emancipadora para la construcción de una nueva sociedad.

 

2. Etapas de la lucha por los derechos humanos y el socialismo en El Salvador

 

Tanto el pensamiento liberal de los derechos humanos como el pensamiento marxista de la lucha de clases han marcado fuertemente el desarrollo político y social de El Salvador. A continuación realizaremos un breve recorrido histórico del impacto de estas dos corrientes emancipadoras en el desarrollo de las luchas populares en nuestro país.

 

2.1 La lucha anticolonial 1524-1824

 

Fueron tres ejércitos (español, azteca y maya-caqchiquel) bajo el mando del Conquistador extremeño Pedro de Alvarado los que derrotaron en dos batallas estratégicas (Acaxual el 8 de junio de 1524 y Tacuzcalco el 13 de junio del mismo año) a las fuerzas armadas de los Pipiles, que habían defendido exitosamente su territorio durante tres siglos (Tilley 2007).  Existen dos versiones de esta derrota que fue posteriormente una gran masacre, la del propio Pedro de Alvarado así como la del sacerdote dominico Bartolomé de las Casas.

 

Ambas reconocen las tradiciones de lucha simbolizadas por la huida en rebeldía hacia los montes del actual Cerro de San Jacinto. Por otra parte, no existe la versión de los Pipiles vencidos. Según el lienzo de Tlaxcala, desde donde también se acompañó a Alvarado, también se libraron las batallas de Cenzonapan (Sonsonate), Itzalco, Yopicalco (Opico) y Xilopango.

 

Durante tres siglos la resistencia indígena asumió modalidades principalmente culturales centradas inicialmente en el rechazo a los símbolos de poder político y religioso, se refugiaban en las montañas y rechazaban ser evangelizados y posteriormente en su inmersión en el sistema colonial, para agregarle a las construcciones simbólicas europeas sus propias visiones y sueños, y mantener viva la esperanza de la liberación.

 

Un segundo momento de esta travesía histórica, inicia con un nuevo sector social surgido desde la colonia, los criollos, españoles nacidos en América que asumen las doctrinas subversivas de la Ilustración y que organizan y conducen a los sectores populares a las luchas por la independencia tanto del Imperio Español ( 1810-1821) como del efímero Imperio mexicano de Iturbide (1823-1824). Es en este marco que aparecen los primeros derechos políticos y civiles tanto en la primera constitución de la República Federal de Centroamérica como en la primera Constitución del Salvador, ambas de 1824.

 

Derechos orientados a consolidar la dominación de los criollos y en contra de los indígenas, mulatos, negros esclavos y ladinos pobres de la época. No contempla todavía la libertad de religión, aunque se proclama la libertad de pensamiento, palabra, escritura e imprenta. Se proscribe la esclavitud, se consagra el derecho de asilo, se prohíbe la pena de muerte, se establece el jurado y se suprimen los fueros. Y entre sus “principios inalterables” están los de “libertad, igualdad, seguridad y propiedad.”

 

2.2 La lucha liberal anti oligárquica, la lucha indígena anti liberal y la lucha obrera por el socialismo 1824-1931

 

Un momento muy especial lo constituye el levantamiento en febrero de 1833 contra la república federal, protagonizado por las comunidades indígenas Nonualcas bajo el mando de Anastasio Aquino, las cuales se levantan en armas contra los injustos tributos y el reclutamiento forzoso para las guerras. Aquino desafía con las armas en la mano el orden liberal de los criollos y a la vez el orden de la Iglesia, ya que en un simbólico gesto le quita la corona a la imagen de San José, y se la coloca proclamándose Rey de los Nonualcos, además de Comandante General de las Armas Libertadoras.

 

Aquino es finalmente capturado y ahorcado y su cabeza exhibida en una jaula como ejemplo del castigo que les esperaba a los rebeldes. Su memoria y sus ideas emancipadoras nos siguen convocando a la lucha por la dignidad y la justicia social. En esa época hubo también otros levantamientos contra los tributos, en San Miguel, Izalco, Sonsonate y Chalatenango.

 

Constituida la República Federal Centroamericana independiente, el principal desafío para los liberales criollos añileros y masones, fue el de enfrentar la oposición de la Iglesia y los terratenientes. En 1841 se declara el Estado del Salvador y en la segunda constitución, se pasa de 18 años a 21 el ejercicio de la ciudadanía, para los que sean padres de familia, sepan leer y escribir así como “tengan la propiedad que designa la ley.” Asimismo se reconoce el habeas corpus (recurso de exhibición personal).

 

Los momentos más destacados de la gesta liberal fueron los encabezados por el General Francisco Morazán, paladín de la causa unionista centroamericana y los del Capitán General Gerardo Barrios, firme combatiente anti oligárquico y anticlerical. Al final ambos fueron vencidos por las oligarquías conservadoras centroamericanas en alianza con la Iglesia católica romana. El último esfuerzo de los liberales estuvo dirigido por los hermanos Ezeta, que fueron derrocados en 1894 por un golpe de estado conservador, el de “los 44.”

 

Los liberales y masones salvadoreños debieron enfrentarse a las concepciones predominantes del liberalismo católico español que tenía como pilares la defensa del Estado confesional, tierras ejidales y comunales, cementerios católicos, total prohibición a la libertad de cultos, educación católica, matrimonio religioso, imposibilidad de divorcio, no libre testamentifacción, etc. (Ver Ramírez 2013).

 

El liberalismo dio origen a la constitución de 1886 que puede considerarse como el modelo constitucional más acabado de esta tendencia.  Reitera los principales derechos políticos y civiles y además establece la enseñanza primaria como obligatoria. Y contiene el famoso “derecho de insurrección” que fue utilizado en diversas ocasiones, para legitimar los golpes de estado civiles y militares.

 

En un tercer momento de esta etapa, los artesanos de las ciudades asumen la conducción del movimiento gremial y sindical; y se constituyen en partidarios de las ideas emancipadoras del marxismo, dando lugar en marzo de 1930 a la lucha abierta por el socialismo con la creación del Partido Comunista de El Salvador, PCS. Con la irrupción del marxismo, el liberalismo pasa a ser fundamentalmente expresión de sectores de derecha y conservadores del país.

 

Con este acontecimiento histórico de fundación del PCS, entraron en disputa y se mantienen en disputa, dos visiones del mundo en la sociedad salvadoreña, la liberal que luego legitima a la dictadura militar y a los gobiernos civiles de ARENA, y la marxista, que hoy desde el FMLN y desde el 2009 conduce el segundo gobierno de izquierda.

 

2.3 La lucha anti dictatorial 1931-1992

 

Los partidarios del marxismo organizados en el PCS participaron en enero de 1932 tanto en elecciones municipales y legislativas, como en una grandiosa insurrección indígena en el occidente del país, conducida hasta su captura días antes, por el comunista Agustín Farabundo Martí. El levantamiento fue rápidamente derrotado por las fuerzas del orden, las cuales realizaron posteriormente una cruel y masiva matanza de indígenas, acusándolos de comunistas.

 

Desde entonces, enero de 1932, las ideas emancipadoras del marxismo fueron prohibidas así como las organizaciones que promovieran esta ideología revolucionaria. Por décadas el marxismo se redujo a pequeños y clandestinos círculos intelectuales de docentes y estudiantes universitarios, junto con militantes de sindicatos de obreros artesanales. Fue hasta enero de 1992, luego de una guerra de doce años, que el marxismo y los marxistas    representados en el movimiento guerrillero y luego partido político FMLN pudieron legalizar su presencia en el país.

 

La dictadura militar derechista del General Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944) basada en un liberalismo autoritario, clausuró todo tipo de organización y movilización popular. Persiguió fieramente a los comunistas y demócratas en general, y fue un régimen profundamente reaccionario.

 

No obstante esto, la lucha de diversos sectores populares no fue interrumpida, sino que asumió otras modalidades. Esto explica como la Asamblea Legislativa el 5 de diciembre de 1938 aprobó el derecho al voto de las mujeres “casadas y mayores de 25 años”.  Luego esto quedo plasmado en la Constitución Política de 1939, en la Constitución de 1950 y ya en las elecciones legislativas y municipales de 1952, fueron electas por el partido PRUD, las tres primeras legisladoras en la historia de El Salvador.

 

Esto fue el resultado del movimiento de mujeres sufragistas, continuadoras de Prudencia Ayala (1885-1936), candidata -rechazada por la estructura política patriarcal- a la presidencia en 1930. En 1945 Rosa Amelia Guzmán y Ana Rosa Ochoa forman la Asociación de Mujeres Democráticas, para luchar por el derecho al voto de las mujeres. 

 

En 1941 al calor de la lucha contra el fascismo y lo que se llamo las 4 libertades de Roosevelt, fueron abiertos canales de organización (Asociación de Escritores y Artistas Antifascistas) y de protesta popular que desembocaron en un levantamiento cívico-militar el 2 de abril de 1944 y posteriormente en mayo de ese año, en una masiva huelga general de “brazos caídos” que obligo al tirano Martínez a dimitir.

 

La apertura política conquistada en mayo de 1944 duró poco, pero permitió reconstruir el movimiento popular y darle vida legal a un partido de izquierda, la Unión Nacional de Trabajadores, UNT.  En octubre de ese año vino la contraofensiva de la dictadura militar, la cual fue restablecida. A su vez, en diciembre de 1948 esta dictadura fue modificada, con un nuevo bloque de poder, que incluyo a sectores de la burguesía comercial e industrial.

 

Este nuevo bloque de poder, en el marco de una dictadura militar pero a la vez de un movimiento popular reactivado, promulgo una nueva Constitución en 1950 que amplió el marco de los derechos humanos, al incluir por vez primera derechos económicos, sociales y culturales, entre estos el derecho a huelga.

 

Fue la lucha precisamente por estos derechos sociales la que caracterizo el momento que va de 1950 a 1980. Los sectores populares, conducidos hasta 1970 por el PCS y a partir de ahí también por diversas organizaciones político-militares, entre estas las FPL, ERP, RN y PRTC, realizaron incontables movilizaciones populares por el derecho al trabajo, la salud, la vivienda, la educación así como realizaron alianzas y coaliciones (la UNO, el Foro Popular) para disputarle el poder político a la dictadura militar. Desde 1970 la lucha armada pasa a ser incorporada en la variedad de formas de lucha que implementan los sectores populares para derrotar a la dictadura militar.

 

Desde mediados de los años 70 surgen poderosas organizaciones de masas que desafían al gobierno, y que logran unificarse a principios de 1980. En marzo de este año es asesinado el Obispo Oscar Arnulfo Romero, hoy Beato, que se había convertido en la voz de los sin voz, en el representante de una iglesia que se identificaba con los anhelos de justicia de los sectores populares. Su asesinato es el prólogo para el comienzo de una guerra civil que se prolonga por doce años.

 

En octubre de 1980 la izquierda revolucionaria se unifica en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, y lanza una ofensiva militar que no logra derrotar al régimen, pero si iniciar una larga lucha librada desde territorios guerrilleros en Chalatenango, Guazapa, San Vicente, Jucuaran y Morazán.

 

Por su parte, la dictadura militar se transforma en un régimen de contrainsurgencia, y en esta marco, en 1982, en un esfuerzo por arrinconar y aislar políticamente al FMLN  se aprueba una nueva Constitución Política en la que se reconoce por vez primera, el pluralismo político e ideológico. Ya antes se habían visto en marzo de 1980 obligados a realizar una reforma agraria, la nacionalización de la banca y del comercio exterior, para “arrebatarle banderas” a la izquierda.

 

El conflicto armado entre el FMLN y el Gobierno, armado y respaldado por los Estados Unidos se prolonga por doce años y en su último tramo, y particularmente luego de la Ofensiva de noviembre de 1989, se genera un proceso de diálogo y negociación que conduce finalmente a un acuerdo de paz. En el marco de la ofensiva mencionada del FMLN, el alto mando de la Fuerza Armada toma la decisión de asesinar a 6 sacerdotes jesuitas, y dos de sus empleadas, en un hecho que genera un profundo repudio nacional e internacional a la dictadura.

 

El Acuerdo de Paz es firmado el 16 de enero de 1992 entre el Gobierno conducido por el partido ARENA y el FMLN, y representa una reforma profunda del sistema político del Estado salvadoreño, en sus modalidades judicial, seguridad pública, electoral y de derechos humanos.  A la vez comprende la desmilitarización y democratización de la sociedad salvadoreña, con lo que se cierra el ciclo histórico abierto en diciembre de 1931. 

 

2.4 La lucha por la construcción democrática 1992-2016

 

El enfrentamiento militar en los campos de batalla entre el FMLN y el Gobierno se traslada a partir de marzo de 1994 al enfrentamiento en la organización, propaganda, movilización y finalmente en las urnas electorales. El FMLN convertido en partido político pasa a administrar alcaldías y a contar con una fracción legislativa, no obstante esto ese mismo año el sector socialdemócrata (ERP, RN) abandona sus filas y forma el Partido Demócrata, PD.

 

En 1997 el FMLN en alianza con sectores democráticos, conquista la alcaldía de la capital San Salvador. En el 2006 fallece la figura más representativa de la izquierda revolucionaria encarnada en el FMLN, Schafik Handal, destacado luchador social y político desde la década de los años cincuenta del siglo XX. En el 2009 el FMLN alcanza la presidencia con el periodista Mauricio Funes y en el 2014, con el profesor Salvador Sánchez Cerén.

 

Desafíos actuales

 

El conflicto armado de los años 80 del siglo pasado modifica profundamente la economía, la sociedad y la cultura de El Salvador. Estos cambios fueron acentuados desde 1989 con la implantación del modelo neoliberal. A raíz de estas modificaciones pasamos de ser un país agrario cafetalero a ser un país con dos millones de personas viviendo y trabajando en Estados Unidos, que envían remesas que permiten la sobrevivencia de las familias que se quedaron.

 

A esto hay que agregar un amplio sector de trabajadores por cuenta propia (los informales) que saturan las plazas de todas las ciudades pequeñas y grandes; y con un amplio núcleo poblacional vinculado a las pandillas (maras) que viven con base a un ramificado sistema de extorsión y mantiene el control de extensos territorios, y que requieren un esfuerzo del Estado tanto preventivo a la vez que represivo.

 

Un cuarto sector es el integrado por mujeres que son explotadas en las maquilas textiles de las zonas francas, que han surgido en muchas ciudades. Otro sector es el conformado por los empleados públicos, estatales y municipales, civiles y militares.  Y también están los sectores rurales, de campesinos endeudados y trabajadores agrícolas desempleados.

 

La responsabilidad de la izquierda en el gobierno es garantizar a todos estos sectores servicios públicos de calidad, una oferta adecuada de empleos y facilidades de formación educativa, una situación de tranquilidad y seguridad en sus comunidades y barrios, mecanismos agiles de transporte, un medio ambiente sano, etc. Estos desafíos exigen necesariamente la construcción de un sujeto plural que asuma desde la organización popular diversas tareas, entre estas el acompañamiento a este gobierno del FMLN, para que avance en sus planes y no sea aplastado por la actual ofensiva continental de la derecha y el imperialismo. Esta son las nuevas batallas en las que los marxistas hoy nos encontramos inmersos.

 

9 de junio de 2016

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/178062
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