La corrupción y la “democracia”

01/06/2016
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  • Opinión
 corrupcion
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Dos conceptos que deben corregirse por el bien de todos, sería el de la democracia desgastada que hoy tenemos y la erradicación de la corrupción como enfermedad del sistema; sobre la primera sabemos que la democracia representativa fue la evolución de las monarquías absolutistas y parlamentarias; con la lucha de clases (burguesía y proletariado) aparecieron por primera vez los partidos políticos que representaban las ideologías e intereses de ambas clases sociales pero, ante la creciente heterogeneidad de la burguesía y la lucha interna que se da dentro de ella, los partidos burgueses se multiplicaron en demasía, formando gobierno, dejando sin oportunidad, para mal de muchos, el surgimiento y el desarrollo del verdadero partido de la clase trabajadora como contraparte importante al sistema capitalista y su nueva forma de explotación.

 

La democracia representativa hoy, debe dar paso a una participación más amplia al soberano, es decir a la sociedad en su conjunto, es decir al pueblo, aunque se tiene que tomar en consideración la organización de partidos, como la forma más acabada que hay, dentro del marco de la lucha de clases, para cambiar el sistema que ya no garantiza el estado de bienestar, ni tiene forma de resolver la crisis, producto de las contradicciones del mismo sistema.

 

La sociedad en su mayoría, cada vez más señalan a los gobiernos y políticos generalizándolos con la etiqueta de corruptos, aunque no tengan la seguridad de muchos de ellos, y esto sucede por el eco y el papel que juegan algunos medios de comunicación, pagados y favorecidos por aquellos poderes hegemónicos y oligárquicos en su constante lucha ideológica y política contra la clase social revolucionaria y a favor de la otra clase, asegurándole o alargando su régimen establecido (establishment).

 

Pasando a la parte del tema de la corrupción, se dice que cuando ésta ha tocado los tres poderes de la Unión, en los medios y altos niveles de gobierno, descompone o deforma la vida nacional, repercutiendo en aspectos, económicos y políticos, originando con ello podredumbre, malestar y hartazgo en las mayorías; ésta no sólo abarca a la política, ni a las cuestiones públicas y privadas, sino también las economías y con ello se desprende todo lo demás, causando enriquecimiento de unos pocos y empobrecimiento de muchos.

 

Se cree o se dice que la primera forma de corrupción habida fue el soborno, entendiendo a éste como el acto de corromper a alguien con dádivas para sacar algún provecho, personal o colectivo; otra forma es el institucional o político que trastoca las leyes locales y nacionales, es decir, modifican o manipulan alterándolas para sacar beneficios propios o para atender asuntos de índole internacional, nacional o local; la corrupción privada puede observarse principalmente en algunas empresas que recurren al soborno a las autoridades para lograr fines expansionistas, evadir impuestos y fugando capitales cuantiosos a paraísos fiscales. La corrupción desde el punto de vista moral es adyacente a la naturaleza humana, es decir, los corruptos principales, aseguran que todo ser humano lo es, pretexto sobrante para sentirse menos culpables y así seguir extendiendo su inmoralidad con mayor razón.

 

La corrupción a nivel internacional, esconde su proceder corrupto “legalizando” o estableciendo reglas o leyes que trastocan las soberanías nacionales como es el caso de los acreedores financieros o los grandes bancos que convierten o vuelven lícito lo que por su mala procedencia no lo es. La corrupción puede verse como un monstruo que está deglutiendo todo, el modelo neoliberal es un claro ejemplo de éste asunto en cuestión.

 

-La forma de evitarla o erradicarla de raíz es a través de la educación pública y privada, enfocándola a forjar o formar conciencia de este grave problema, induciendo a ser buenos ciudadanos, formándose desde temprana edad en valores como la honestidad y la rectitud.

 

-Establecer como principio de todo funcionario público y privado el conducirse con transparencia y rendición de cuentas, sin maquillaje y lo más plegado a la verdad, demostrando con hechos tangibles la utilización de los recursos públicos y privados, sin dejar dudas o suspicacias.

 

-Legislar tomando en consideración la participación ciudadana, promoviendo consultas públicas, el referéndum y la revocación del cargo cuando se pruebe indicios de corrupción.

 

-Evitar que las instituciones públicas legislen o que impongan leyes o reglas generales secundarias por encima de la Carta Magna, es decir que la democracia debe ser rescatada de los flagelos de la corrupción.

 

Finalmente, cuando un régimen político se dice está corrupto, el pueblo en su conjunto y en la más plena unidad, es el que puede y debe cambiar el sistema social insostenible por uno de mayor calado, con justicia y bienestar para todos.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/177835
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