Grecia, Unión Europea fallida

15/07/2015
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tsipras tsipras
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*El parlamento heleno ató de manos a Tsipras

 

*La no Grexit obligó adoptar medidas extremas

 

*¿Syrisa tiene un plan B?, si no el desencanto

 

Es como escupir al cielo. Si la Unión Europea (UE) presume que ganó con la imposición del plan de austeridad al pueblo griego, se equivoca. Las lecciones que pretende dar a los otros países que están en circunstancias similares a Grecia, se le revertirán tarde o temprano. Salvo que de plano le apueste a la desarticulación de la eurozona, no obstante cualquier medida apunta hacia allá. Carambola de dos bandas.

 

Aún y cuando el mismísimo poder legislativo heleno le diera la razón a la Troika (Unión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo), porque avaló el plan de recortes contra su propio pueblo —el miedo al cambio y a lo nuevo se impuso sobre las “viejas” conciencias; un acto más de traición que solución a fondo de los problemas—, y al presidente Alexis Tsipras no le quedara otrá más que aceptarlo, la UE pierde.

 

Ya lo reconoce el propio FMI, con sede en Washington, en un estudio: “El dramático deterioro en la sostenibilidad de la deuda apunta a la necesidad de un alivio en una escala que tendría que ir mucho más allá de lo que ha sido considerado hasta la fecha y a lo que ha sido propuesto por el Mecanismo Europeo de Estabilidad”.

 

Porque “la deuda pública de Grecia escalaría hasta el 200% del PIB en los próximos dos años, frente a su anterior previsión del 177%, y se mantendría en el 170% del PIB para 2022, cuando hace dos semanas había calculado que bajaría hasta el 142% del PIB”.

 

Y eso no es resolver el problema sino aumentarlo para Grecia. Se requería una medida más profunda de lo que sus socios de la zona euro han dispuesto, por el deterioro de la economía y los bancos. Con el acuerdo del domingo anterior apenas se crean las condiciones para el segundo programa de rescate y tener los 7,200 millones de euros, pero está en juego el programa para los siguientes tres años entre la Troika y Grecia, por los ¡86 mil u 87 mil millones de euros! ¡Qué negocio!

 

Grecia, con la soga en el cuello: capitulación o humillación. Tras la imposición del corralito, el referéndum —que el Parlamento heleno desechó y los negociadores europeos tiraron por la borda—, la salida fácil del ministro de Finanzas Yanis Varoufakis y seis meses de negociaciones entre la Troika y Grecia, Tsipras cedió. Le llamaron “acuerdo”, a lo pactado con reformas “serias” y “apoyo” financiero. Una suerte de “no humillación” a Grecia, según el presidente francés, Francois Hollande, pese a que las medidas tienen que ser avaladas “en 48 horas por los parlamentarios”.

 

No hay quita de la deuda. No hay abandono de la zona euro. Los legisladores griegos tienen que aprobar asuntos como el IVA, pensiones y privatizaciones. Que se transfieran hasta 50 mil millones en activos a un fondo público en Luxemburgo, “bajo la supervisión de instituciones europeas”.

 

Ante todo ello, Tsipras afirmó durante el proceso: “Estoy aquí para lograr un compromiso honesto. Se lo debemos a la gente que quiere una Europa unida y no dividida. Podemos alcanzar un acuerdo si todas las partes quieren”. Se impusieron porque barajaron la carta de miedo: la posible salida temporal de la eurozona, para presionar. Para obligar adoptar las medidas.

 

Tsipras aceptó, pero o apunta a su caída o es que tiene un Plan B. ¿Lo tiene? Más vale. Porque si no, entonces se ha portado blandito. ¿Por qué tirar todo a la coladera? ¿Por qué no defender el resultado del referéndum? ¿Por qué no seguir con el apoyo en finanzas de Varoufakis? ¿Por qué seguir con las presiones de la Troika si no hay salida con las medidas de austeridad y sólo conducirá a más pobreza al pueblo griego? Traición popular.

 

Lo contrario será si Tsipras trae un plan alternativo. Si no ya se amoló. Salvo, insisto, que traiga un haz bajo la manga. ¿Lo traerá? Como por ejemplo, darle un respiro al ahorcamiento de la crisis coyuntural para crear alternativas en el camino, no obstante tendrá menos posibilidades en lo sucesivo.

 

Por mientras, un aspecto ha quedado claro: la UE no tiene soluciones a la crisis creada por ella misma para los países que están en la picota. No las mostró para Grecia no las tiene para el resto. Su futuro es la bancarrota. Junto a los países convertidos ahora en periferia dentro de la eurozona, pronto el destino le alcanzará en sus metas: está al punto de la desUE. Una UE fallida.

 

La pagan los pueblos, desde luego. Son quienes padecen los planes de austeridad. Regresando al plan alternativo, necesario, será importante todavía evaluar las opciones que Grecia podría encontrar con los BRICS. Importante los acuerdos con Rusia y el acercamiento con China. Este conglomerado de países tiene el futuro del imperio entre manos. Lo quieran o no los gringos, los ingleses y los alemanes.

 

Más pronto que tarde, por lo mismo, Alemania está buscando el acercamiento con los chinos. Ya está jugando esas cartas. ¿Por qué no la podrán jugar otros países acorralados como los griegos, los españoles, los portugueses, los irlandeses, etc.? Buscar opciones de inversión y crédito para reactivar las economías. El recién anunciado Banco de Desarrollo de los BRICS podría ser una de las opciones, además de las inversiones directas de los países como el anunciado gasoducto de Rusia hasta Grecia, etc.

 

Convocar a elecciones anticipadas, como lo ha dicho el ministro del Trabajo puede ser el riesgo para Syrisa. Porque al final de la recta no ha sabido vender la idea de insertar medidas adicionales o diferentes —sin ser necesariamente extremistas— en las negociaciones con la Troika. Tsipras tenía la posibilidad de alcanzarlo con Varoufakis en las finanzas, pero como él mismo dijo, en las negociaciones tenía la razón pero lo “machacarían”. Dijo que se iba y nada lo retuvo, siendo que era una carta fuerte. Para presionar al Eurogrupo, especialmente al ministro de finanzas alemán Wolfgang Schauble, del Bundesbank.

 

Otro sendero posible se ha salido de las manos a Tsipras. No lo pudo lograr un país en quiebra como Grecia. De facto la lección que quería la Troika era esa: que nadie se saliera del huacal. Los pueblos no importan. Al final les gana el conservadurismo y esa es una apuesta de los hombres del dinero. A ver hasta cuándo aguantan los griegos. Creo que no tanto. Pero el desencanto está minando las aspiraciones de otros. Podemos en España, por ejemplo. La lección contra Grecia es una opción para el resto.

 

Entretanto queda claro también que si la otra cara de la moneda piensa que ya ganó, en realidad ganó perdiendo. Porque en el mediano-largo plazo se está autodestruyendo también. Es decir, la lección para Grecia es una autolección que le revertirá después. La mazorca puede desgranarse en cualquier momento. Por las medidas de austeridad contra los pueblos, pero también por la debacle del euro, del dólar y la posibilidad creciente de la profundización de la insuperada crisis financiera del 2008. Por ambos lados se observan las grietas de la UE. Grecia es solo un espejo.

 

Correo: sgonzalez@reportemexico.com.mx

 

https://www.alainet.org/es/articulo/171121
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