Coca y racismo

23/02/2011
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La hoja de coca (Erythroxylum coca; Erythroxylum novogranatense) fue la planta sagrada de los Incas y su consumo entre los pueblos andino-amazónicos de hoy en el Perú sigue siendo de vital importancia y significación como factor económico, ritual, medicinal, social y cultural.
 
Al respecto, el Dr. Fernando Cabieses Molina, destacado médico neurólogo recientemente fallecido en su libro “La coca ¿dilema trágico?” (Lima, 1992), escribe: “Pero donde la coca se hace totalmente insustituible es en sus funciones sociales como mecanismo de integración y de solidaridad. El profundo significado místico, religioso, mitológico y arraigadamente cultural de la coca, no es reemplazable por ningún otro elemento en el mundo andino. Al abolirse el uso de la coca desaparecería una utilísima herramienta de integración cultural, un símbolo del ser o no ser andino, un elemento sociológico de profunda y milenaria raigambre, filtrada y depurada por siglos de vida humana en el Ande. La abolición de la coca resultaría así en un cruel acto de etnocidio, de asesinato cultural y de violación flagrante de los derechos humanos”.
 
A la indiscutible autoridad científica del Dr. Cabieses Molina con relación a las virtudes de la hoja de coca se suman otras opiniones. El experto y defensor de la coca Baldomero Cáceres en su texto “Mamacoca” (9-10-2002) cita a Monardes (1565); Unánue 1794,1821; Mantegazza 1857,1859; Moreno y Maíz 1868; Christison 1876; Ulloa, Colunga y Ríos 1888; Mortimer 1901.
 
Sin embargo, tal como señala Cáceres en el texto citado, el picchado, chacchado o coqueo andino-amazónico ha sido considerado por otros autores mayormente sin base científica como una forma de “intoxicación crónica” y cuyas consecuencias son, según esos autores, débil rendimiento mental y pobreza social y cultural. Precisamente los trabajos de los psiquiatras Hermilio Valdizán, 1913 y Gutiérrez Noriega 1944-1946, sirvieron como fundamento a la condena y penalización de la hoja de coca en la Convención Única de Viena de 1961 que califica a la hoja de coca de estupefaciente
y al picchado o chacchado de toxicomanía.
 
En efecto, el Informe de la Comisión de Estudio de la Hoja de Coca de las Naciones Unidas -nos recuerda Baldomero Cáceres-, así como el punto de vista del Comité de Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que se negó a poner al día la información científica sobre la coca en los años 1952, 1953 y 1993 sirvió como sustento a quienes estigmatizaron la hoja de coca y su consumo tradicional con argumentos plagados de prejuicios y racismo contra los pueblos andino-amazónicos.
 
 La condena de la hoja de coca por la Convención Única de Viena de 1961 no ha hecho sino agregar más elementos prejuiciosos a los enemigos de la coca del pasado y del
presente quienes, bajo la capciosa aseveración anticientífica que el consumo tradicional de la hoja genera efectos negativos a la salud de los consumidores, arrojan una perversa insinuación racista sobre los pueblos andino-amazónicos.
 
 “Por su agresividad hacia el mundo andino, la legislación del siglo XX en torno a la hoja de coca, particularmente aquella generada a partir de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, no tiene parangón con ninguna otra, ni siquiera del siglo XIX o, incluso, con los de la colonia”, confirma el equipo integrado por Juan Ossio Acuña, Alejandro Ortiz Rescaniere, Fernando Cabieses Molina, Óscar Núñez del Prado, Percy Paz Flores, Lauro Hinostroza y Pilar Dávila en el ensayo “Cosmovisión Andina y uso de la coca” y publicado en el libro “La coca…tradición, rito, identidad” (México, 1989).
 
Recientemente, el Dr. Alfonso Zavaleta, Catedrático de Farmacología de la Universidad Cayetano Heredia en un debate radial con el Dr. Teobaldo Llosa, formuló la siguiente afirmación: “Los chacchadores de hojas de coca con el tiempo bajaban su cuociente intelectual”.
 
La confusión entre coca y cocaína y la “guerra mundial contra las drogas” desatada desde los centros de poder político y económico mundiales, especialmente desde Estados Unidos, han radicalizado las posiciones racistas contra los picchadores o chacchadores de la hoja de coca. Porque tanto la Convención de Viena de 1961 como las estrategias de la política antidrogas se plantean como objetivo la erradicación de dicha planta, por ser la materia prima del clorhidrato de cocaína, una de las drogas en uso en las sociedades globales y postmodernas del siglo XXI.
 
Pero la erradicación de la hoja de coca, como han opinado los mayores expertos mundiales en dicha especie vegetal y sus usos naturales y legales, entre ellos médicos, etnobotánicos, antropólogos, etnohistoriadores, sociólogos, nutriólogos, entre otros, es una forma de racismo, una violación de los derechos humanos y hasta un soterrado etnocidio contra millones de peruanos.
 
Peruanos que en el pasado edificaron maravillas arquitectónicas como Macchupicchu, construyeron sofisticados modelos productivos y crearon sistemas de pensamiento y cultura que asombran al mundo y que en el presente son pueblos que no sólo ofrecen a las sociedad del siglo XXI alternativas a una nueva relación con la Madre Naturaleza, la Pachamama, amenazada por el calentamiento climático, sino también valores morales y espirituales a una sociedad humana a la deriva.
https://www.alainet.org/es/articulo/147785
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