La Biblia del hambre: nueve apócrifos heréticos

25/01/2008
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RESUMEN

Los procesos de cambio estructural en el mundo rural están sugiriendo revolucionarios planteamientos sobre la futura evolución internacional de las sociedades rurales y de los sistemas agroalimentarios locales, donde confluyen nuevas exigencias de desarrollo sostenible, de seguridad alimentaria, de eliminación de la pobreza y erradicación del hambre. Desde esta óptica, este trabajo expone una síntesis de la crítica metodológica a la agroeconomía de mercado neoliberal, en el contexto de las corrientes económicas de izquierda, destacando especialmente el pensamiento marxista, con el propósito de desmitificar las bondades de un sistema económico basado en la interacción de curvas de oferta y demanda, poniendo al descubierto la deficiente estructura del sistema económico dominante, caracterizado por una superestructura o dimensión territorial, y una infraestructura o dimensión religiosa. El desarrollo del análisis metodológico profundiza gradualmente en la dimensión religiosa del sistema económico neoliberal, empleando para ello un irónico paralelismo con la oración espiritual básica del cristianismo, así, las etapas de este estudio metodológico serán las siguientes: 1) Economía nuestra que estás en los mercados, 2) cotizadas sean tus acciones democráticas, 3) venga a nosotros tu Capital, 4) hágase tu Reforma Agraria así en el Norte como en el Sur. 5) Dános hoy nuestra dosis de publicidad de cada día, 6) Condona nuestra Deuda Externa, como nosotros perdonamos la Deuda Ecológica a los poderosos. 7) No nos dejes caer en la recesión económica, 8) y líbranos de la multinacional. 9) Amén la Soberanía Alimentaria.

Palabr
as clave: Metodología, mercado, ética solidaria, territorio.

“Pero se puede decir que, por mil fenómenos, por mil modificaciones profundas, la sociedad anarquista está ya desde hace largo tiempo en pleno crecimiento. Se muestra en todas partes donde el pensamiento libre se desprende de la letra del dogma, en todas partes donde el genio del buscador ignora las viejas fórmulas, donde la voluntad humana se manifiesta en acciones independientes, en todas partes donde hombres sinceros, rebeldes a toda disciplina impuesta, se unen voluntariamente para instruirse unos a otros y reconquistar juntos, sin amo, su parte de la vida y en la satisfacción integral de sus necesidades. Todo eso es la anarquía, incluso cuando se ignora, y cada vez más llega a conocerse”. Eliseo Reclus (1830-1905). Prefacio de “La conquista del pan”. 1892.  (En Max Nettlau, 1978).

1. Introducción.-

“Los ricos y poderosos nunca aceptarán las reglas de mercado para ellos mismos de forma total, porque, en todo esto, el mayor interés consiste en minar la idea de la solidaridad. Nadie debe preocuparse por el otro. La preocupación por el otro es hoy la más profunda y revolucionaria idea”. (Noam Chomsky).



Los procesos de cambio estructural en el mundo rural están sugiriendo revolucionarios planteamientos sobre la futura evolución internacional de las sociedades rurales y de los sistemas agroalimentarios locales, donde confluyen nuevas exigencias de desarrollo sostenible, de seguridad alimentaria, de eliminación de la pobreza y erradicación del hambre. En este contexto, es necesario replantearse las interacciones entre hombres y mujeres, entre productos alimentarios y territorios, que nos ayuden a orientar el rumbo hacia un reequilibrio de las relaciones
entre la sociedad, la alimentación y el medio ambiente, desde un nuevo orden económico mundial.

La crítica metodológica a la agroeconomía de mercado neoliberal se fundamenta en la creciente Brecha Norte-Sur, en el contexto de las corrientes económicas de izquierda, destacando especialmente el pensamiento marxista y la “economía política radical” norteamericana de los 60, con el propósito de desmitificar las bondades de un sistema económico basado en la interacción de curvas de oferta y demanda, poniendo al descubierto la evidente dimensión religiosa de la teoría económica dominante, tantas veces insinuada en las acertadas reflexiones en torno a cuestiones como la realidad de los suspuestos, la subjetividad de las preferencias individuales, la infalsabilidad de ciertas teorías, etc.

El desarrollo del análisis metodológico profundiza gradualmente en la dimensión religiosa del sistema económico neoliberal, empleando para ello un irónico paralelismo con la oración espiritual básica del cristianismo. En consecuencia, se abordarán las falacias dogmáticas y verdades de fe inherentes al sistema de mercado, señalando, por su parte, otras relaciones y complementariedades obvias, pero silenciadas, como, por ejemplo, entre deuda externa y deuda ecológica, entre consumismo y publicidad, entre economía y ética, entre imperialismo y democracia, entre economía y medioambiente.

La crítica metodológica que se realiza en esta investigación nos irá aproximando cada vez más al planteamiento de un sistema económico alternativo basado en la importancia de los valores éticos ligados a una redistribución más igualitaria de la riqueza. Más aún, el desarrollo agroalimentario territorial
se basa en procesos de innovación que incentivan la puesta en valor de los recursos y los patrimonios locales, priorizando patrones locales de consumo no necesariamente basados en mercados, y apostando decididamente por los nuevos desafíos de equidad social, medio ambiente, calidad e inocuidad de los productos (cf. Grupo de Consumo “Bajo el Asfalto está la Huerta” en el trabajo de López y López, 2003).

La superestructura o dimensión territorial del sistema económico neoliberal se caracteriza por 3 elementos fundamentales: la deslocalización empresarial de las multinacionales, la agresión y degradación medioambiental de ecosistemas vírgenes, y la territorialización de la pobreza mediante el mapa geográfico del subdesarrollo trazado por la divergencia creciente entre el Norte enriquecido y el Sur empobrecido. Por su parte, la infraestructura o dimensión mitológica de la economía neoclásica se caracteriza por 3 factores básicos, un credo, una liturgia y un dios (ídolo, mito o valor absoluto). El credo neoliberal es la teoría económica neoclásica, su liturgia es la actividad consumista y su dios el dinero. Esta “Teología del Mercado” es necesaria para mantener y legitimar un sistema económico basado en el hambre del 80 por ciento de la población mundial.

“La religión económica es el opio del pueblo”, podría decirse hoy día, reactualizando la sentencia de Marx. En consecuencia, esta investigación se enmarca en el contexto crítico actual que rechaza el imperialismo económico, a la vez que sugiere un sistema económico alternativo fundamentado en la democracia y la equidad social, considerando la solidaridad como eje transversal que atraviesa todas las “esferas de intimidad” smithianas, según la terminología de Nieli (1986). Además, este artículo trata de responder a las cuestiones planteadas por Lindbeck (1971) relativas al mercado y a la burocracia como únicos mecanismos de redistribución de recursos.

Las etapas de este estudio metodológico serán las siguientes: 1) Economía nuestra que estás en los mercados, 2) cotizadas sean tus acciones democráticas, 3) venga a nosotros tu Capital, 4) hágase tu Reforma Agraria así en el Norte como en el Sur. 5) Dános hoy nuestra dosis de publicidad de cada día, 6) condona nuestra Deuda Externa, como nosotros perdonamos la Deuda Ecológica a los poderosos. 7) No nos dejes caer en la recesión económica, 8) y líbranos de la multinacional. 9) Amén la Soberanía Alimentaria.

2. Libro del Génesis: “Economía nuestra que estás en los mercados”.-

“Venden al pobre por un par de sandalias, abaten hasta el suelo las cabezas de los necesitados y esquivan el trato con los humildes... No saben lo que es hacer justicia; han amontonado en sus casas tesoros de iniquidad y rapiña...” (Profeta Amós).


El paraíso neoliberal es el Mercado, donde el culto al dinero es la principal devoción. En el Mercado hay también una rica mitología de dioses menores, como la Santa Preferencia, San Beneficio, Santo Precio, Santa Utilidad, las hermanas beatas Oferta y Demanda, Santa Eficiencia, y muchos más. En el Mercado la felicidad consiste en consumir de todo salvo del árbol de la Pobreza y la Riqueza, porque el peor pecado es nacer pobre. Economía y Ética fueron las primeras personas creadas en este hermoso cielo de la Competencia Perfecta, pero Ética pecó, incitando también a Economía, y las dos fueron arrojadas al mundo cruel de la Competencia Imperfecta, para que se ganaran el estatus científico con el sudor de sus externalidades.

La historia posterior es conocida, Economía y Ética se distanciaron, y la Economía comenzó a convertirse cada vez más en una disciplina técnica. Hoy día es posible analizar las consecuencias de este divorcio aparente, propio del enfoque positivista, pero lo cierto es que cualquier planteamiento económico lleva implícito un planteamiento ético determinado (Sen, 1997; Franco y Almeida, 1999; Chaves, 2002). Así, el análisis de Sen sobre la estructura motivacional de los agentes económicos nos permite profundizar en la inadecuación a la realidad de las categorías económicas asociadas al concepto de “preferencias individuales”. En consecuencia, es posible proponer teorías alternativas a la de la utilidad, basadas en el concepto de “necesidades” (Guillén, 2003), atendiendo, por ejemplo, a la clasificación jerárquica de Maslow.

Consecuentemente, puede desmontarse analíticamente el concepto mismo de “mercado”, basado en los principios clásicos de racionalidad y soberanía del consumidor, principios de beneficio y competencia de las empresas, y principios de propiedad y escasez de los recursos productivos referidos a la distribución final del producto. Por un lado se trata de conceptos ambiguos de significado impreciso, y por otro, de su significado intuitivo se desprende un principio oculto, estratégicamente discriminado, de significado económico más profundo, el principio del Poder y la Violencia, característico de la ética individualista propia de los sistemas económicos de mercado, los cuales plantean la actividad económica como un fenómeno de libre intercambio, eficiente y mutuamente beneficioso, tanto para oferentes como demandantes. La realidad es bien distinta, no es una cuestión baladí ignorar la dotación inicial de recursos, si bien el desequilibrio fundamental no es de recursos sino de poder, desequilibrio que no tiende a disminuir tras el proceso de negociación, sino a aumentar, pese a que ciertas innovaciones institucionales amortigüen el impacto final, como pueden ser las relacionadas con el Derecho y el Estado (obviamente su objetivo último es la consolidación de dicho desequilibrio). De hecho, es posible releer los principios económicos del mercado a la luz del principio profundo del Poder y la Violencia, del cual se desprende no la ley de la oferta y la demanda, sino la ley económica de la entropía (lo cual es diferente de un viejo enfoque entre neo-darwiniano y neo-freudiano). Este desequilibrio efectivo de poder se manifiesta, por definición, por el lado del demandante y en su nivel de urgencia en satisfacer su necesidad. Sin embargo, la negociación estratégica se establece ocultando la inferioridad inherente a la demanda, elevándose los negociadores a la categoría de oferentes. No obstante, la institucionalización mediante el mercado de los roles de demandantes y oferentes implica la institucionalización social de la “esclavitud económica” y del homo economicus violador.

De la reflexión anterior se desvela que el mercado se basa en los principios de sumisión y tiranía teórica del consumidor y en los principios de apropiación empresarial, según modelos legítimos de robo elaborados por los poderosos en alianza con el Derecho (que van desde la coerción física a la diplomacia verbal). Así, el Derecho representa el texto que legitima el rol de los diversos actores en la escena económica. En conclusión, se descubre una interesante paradoja, el mercado es una ficción, mientras que la realidad económica se representa mejor bajo el concepto de “escena económica”, de “teatro”. Ahondemos en esta recategorización de la economía que nos traslada del mercado al teatro, mejorando nuestra comprensión científica de la realidad económica del ser humano. Es preciso recordar dos cuestiones, primera, que la acción teatral es la primera forma de expresión y comunicación humana, la cual surge de la necesidad natural de expresión y comunicación con el otro. Y segunda, que las primeras manifestaciones teatrales son de carácter religioso[1]. Necesidad y carácter religioso son los términos claves (infraconceptos) en la estructura que define y asimila los (supra)conceptos de “teatro” y “economía de mercado”. En el próximo epígrafe indagaremos más sobre esta cuestión preguntándonos acerca de las características de la “escena política” agroterritorial asociada a esta “economía teatral” de gladiadores.

3. Libro de Reyes: “Cotizadas sean tus acciones democráticas”.-

“Lo más rechazable de la desigualdad en sociedades democráticas es que implica un reparto desigual del poder social, que puede ser incompatible con la democracia (...) Con los muy poderosos no hay negociación posible, ni pacto social, ni por lo tanto democracia”. (De Sebastián, 2005).



La escena agropolítica en la que se desenvuelve la economía teatral es la del autoritarismo, la del imperialismo transnacional (cf. Nadal, 1999). La jerarquización económica de los recursos agroambientales mediante el ejercicio político del poder no es más que la usurpación de la acción agropolítica inherente a la jerarquía de las necesidades alimentarias. Esto es, el poder violento suplanta a la debilidad pacífica de las necesidades como criterio de asignación de recursos. Así es posible la satisfacción de necesidades de lujo de unos pocos en detrimento de las necesidades básicas de la mayoría, como son el alimento, la vivienda, la ropa, la salud, la educación y el empleo. Además, las creencias neoliberales basadas en el teatro económico logran articular un vestuario verbal de tal suerte que disfrazan la dictadura económica de “democracia”, incluso de “democracia formal”, dando así argumento para una obra de teatro con texto de reivindicación política, salpicada de monólogos y ensayos sobre retórica acerca de valores humanos fundamentales y falsos dualismos entre democracia formal y democracia participativa, la cual es imposible de alcanzar por definición a través de la democracia formal.

La religiosidad neoliberal se fundamenta en la desigualdad de partida y la promueve, a pesar de la retórica de las teorías del crecimiento basadas en la idea de convergencia. ¿Quién puede sustraerse al canto y encanto de sirenas como Convergencia Alfa y Convergencia Beta? ¿Por qué sino se habla continuamente de la eficiencia del óptimo de Pareto? La ritualidad neoliberal exige proclamar de vez en cuando el credo de su fe, exige proclamar que se trata de un movimiento de represión de la dignidad (Holloway, 2002, pág. 56). Así como el Derecho representa el poder de coerción del Estado, la propiedad privada constituye este poder en la arena económica, en consecuencia, al tratarse del mismo poder represor, un solo ejército es necesario para imponer esta supuesta “verdad” natural.

Siguiendo las tesis de Holloway, puede afirmarse que el Estado no es garantía de la verdadera democracia, en cuanto que se basa en el mismo poder destructivo del neoliberalismo, poder que fractura lo social, ya que el concepto mismo de Estado se asienta sobre la dualidad economía/política, por lo tanto, “consolida la separación de las personas y el movimiento social del hacer por la apropiación privada de lo hecho”. Así mismo, este economista señala la dolorosa evidencia al poner el dedo en la llaga y relacionar los fenómenos de inmigración masiva con la violencia estatal. Y nos preguntamos con él: ¿cómo asociar la riqueza material con el poder creativo de lo social sin enfrentarnos frontalmente con la propiedad privada y la violencia que lo protege?

4. Libro del Apocalipsis: “Venga a nosotros tu Capital”.-

“El capital, pobre tonto, corre detrás de nosotros diciendo <esto es mío, esto es mío> cada vez que creamos algo nuevo”. (Holloway, 2002, pág. 61).


El Capital es la paloma de la Teología del Mercado. Mas, seamos compasivos con esta economía pueril, curemos su ceguera científica con el bálsamo del sentido común y el ungüento de la ironía. Así, para entrar en materia, partiremos de la crítica sraffiana al capital (Sraffa, 1983; Barceló, 1998), la cual postula que es teóricamente imposible medir la “cantidad de capital”, y por ende, demostró que la “productividad marginal del capital” es un concepto deficiente y teóricamente inválido. Igualmente desmontó el intento de medir el capital a través del concepto de “intensidad de capital” asociado a la adopción de técnicas productivas alternativamente mejores, lo cual implicaba un incremento del tipo de beneficio. Desde el enfoque neoclásico se consideró paradójica la situación en la que dos técnicas rivales pudieran ser alternativamente mejores o peores dependiendo de la combinación distributiva inicial entre salario y beneficio (este fenómeno se conoce como “reswitching” o readopción de una técnica). Sin embargo, es este tipo de readopción la que hoy precisa el medio rural, la readopción de instituciones feministas fundamentadas en la soberanía alimentaria, como antes de los primeros asentamientos agrícolas de la humanidad.

Pronfundizando aún más en este debate sobre el capital, se comprobó también la invalidez de la curva decreciente de la demanda de capital (también conocido como “capital reversing” o relación directa entre valor del capital y tipo de beneficio), así como el resultado teórico sobre el tipo de beneficio como medida de la escasez relativa de capital, ya que el producto marginal del capital no puede determinar la tasa de beneficio porque ésta ha de ser conocida antes de agregar el capital en una magnitud escalar (Barceló, 1998, pág. 78).

No es raro que en el contexto de una pseudociencia se considere paradójico lo que es cotidiano, ya que su objetivo principal no es la explicación de la realidad. Más aún, retomando de nuevo el planteamiento de Holloway, su objetivo es ocultar la importancia económica de la distribución, hasta el punto de erigir el capital como guardián que prohíbe la libre asociación entre personas, con lo que se deduce que existe un sistema económico distinto para cada tipo de distribución inicial de los recursos. En consecuencia, y en sintonía con las reflexiones anteriores, cabría destacar la importancia político-económica de la Renta Básica, ya que si la distribución de la renta debe explicarse al margen de la producción marginal, entonces es posible hablar de satisfacción económica universal de las necesidades básicas, lo cual supone, entre otras cosas, la liberación de la fuerza de trabajo del mecanismo de mercado. Resulta paradójico oir hablar en la Unión Europea de la multifuncionalidad de los sistemas agrarios sin reconocer previamente este fenómeno en los sistemas sociales en los que se encuadra el trabajo. La multifuncionalidad del trabajo va asociada tanto a una “renta básica o mínima” como al “incentivo económico o sobrerrenta”, pero no encadenado al salario (ni según el mercado ni según convenio). ¿Por dónde iniciar esta revolución socioeconómica? Por la revolución en el medio rural.

5. Libro del Éxodo: “Hágase tu Reforma Agraria así en el Norte como en el Sur”.-

MARX: “Las culturas que se desenvuelven desordenadamente y no son dirigidas conscientemente, dejan desiertos a su paso”. (Tamames. La reconquista del paraíso, pág. 73).


En este apartado veremos cómo es posible proporcionar sustento teórico a las movilizaciones campesinas a favor de la Reforma Agraria, basándonos en la teoría del valor-afecto de Negri, la cual constituye el camino hacia una economía política revolucionaria construida sobre la capacidad insurreccional del pueblo oprimido. A la vez que refuta los postulados de la teoría económica de los mercados internacionales basada en procesos de liberalización comercial y de capitales (auspiciados bajo la presión de organismos internacinales como el BM, el FMI, la OMC y la OCDE), empleando para ello los mismos instrumentos que utiliza el sistema neoliberal para justificarse, como por ejemplo el Trade Restrictiveness Index del FMI, que mide el grado de apertura comercial de los países, así se comprueba que más de 30 países de África subsahariana y de América Latina y El Caribe están más abiertos que las economías paradigmáticas de la liberalización, como son las de la UE y EEUU, las cuales subsidian su agricultura con más de 300 mil millones de euros anuales (Arias y Vera, 2002).

Por ejemplo, los 4 alimentos básicos de Indonesia son el arroz, el azúcar, la soja y el maíz. La liberalización agrícola emprendida por Indonesia en los últimos años, en el contexto de los compromisos con el FMI y la OMC, ha llevado a un auge de importaciones de alimentos básicos. Indonesia es uno los mayores importadores de arroz del mundo, importando aproximadamente el diez por ciento de sus necesidades. Entre 1995 y 2001 las importaciones de azúcar aumentaron un 45% y de soja un 40%. En muy poco tiempo el sustento de los agricultores ha sido destruido. Esto es grave en un país donde un cuarto de su población, más de 50 millones de personas, vive por debajo del umbral de la pobreza y más de 100 millones habitan en áreas rurales y la mayoría depende de la agricultura de subsistencia (Salazar y Franco, 2004a).

La importación masiva de alimentos subsidiados produce un efecto perverso en la agricultura local (como puede ser el caso de Indonesia, Haití o Bolivia), ya que la seguridad alimentaria de los agricultores de la zona se pone en manos del mercado. Lograr la seguridad alimentaria supone que las comunidades rurales accedan a tierras productivas, y que reciban precios justos por sus cosechas que les permitan una vida digna. Eliminar el hambre y reducir la pobreza de forma duradera y sostenible es posible a través del desarrollo económico local[2] (Rosset, 2003). Sin embargo, los mercados de los países enriquecidos permanecen mayoritariamente cerrados y fuertemente subsidiados en productos clave, se calcula que los países empobrecidos pierden ingresos por un valor del doble de la Ayuda Oficial al Desarrollo por causa de barreras comerciales injustas.

Por otra parte, la liberalización de capitales no está relacionada directamente con el crecimiento económico en los países empobrecidos debido fundamentalmente a 4 factores, relacionados paradójicamente con la no-espacialidad de la teoría de las ventajas comparativas de Ricardo, esto es, la necesidad de ausencia de control del movimiento de capitales, la debilidad de las instituciones socioeconómicas de los países empobrecidos, la ausencia de políticas internas adecuadas y el riesgo de crisis económica y social asociado a flujos financieros volátiles. Un ejemplo más claro de la característica de no-espacialidad de la ventaja comparativa es la influencia de los transportes sobre el medioambiente (Maria, 2000), así se ha observado que se emiten 20 kilos de dióxido de carbono para transportar en avión 1 kilo de uva desde California a Berlín; o la ruta que siguen los cangrejos del Mar del Norte, que pasan por Marruecos y Polonia antes de llegar a Hamburgo. Todo esto sin entrar a preguntarnos ¿cuál es el coste total de fabricación de un coche o de una simple exprimidora?

Las condiciones básicas de “espacialidad afectiva” para un comercio mutuamente beneficioso son la justicia, la equidad, la simetría, la paridad en la negociación y la solidaridad. Tales condiciones se encuentran fuera de la teoría económica convencional, que elude el estudio de la realidad de los intercambios desiguales. Sin embargo se encuentran presente en la teoría económica del valor-afecto, bajo la cual puede interpretarse el fracaso de la tercera reunión de la OMC en Seattle (diciembre de 1999) gracias a la movilización de la sociedad civil.

Pero la pregunta pertinente en este momento es la siguiente: ¿cómo aprovecha en su beneficio el sistema económico neoliberal las condiciones de la espacialidad afectiva?


6. Libro de los Salmos: “Dános hoy nuestra dosis de publicidad diaria”.-

"La clave está en buscar vínculos emocionales fuertes para atar al consumidor, la fórmula ganadora será aquella que logre obtener experiencias sensoriales que incluyan los cinco sentidos: vista + tacto + gusto + oído + olfato = marca”. (Bracey Wilson, manager de Revlon en Chile, 2004).


En esta sección se estudiará la interrelación existente entre las dimensiones psicológica y ética del consumo y del marketing, comparando las características de un modelo económico de ética individualista que prima la manipulación emocional del consumidor con otro modelo alternativo solidario que estimula la participación democrática de los ciudadanos y su capacidad crítica en la construcción de una sociedad más justa y libre, según el enfoque de las capacidades de Sen. La dialéctica psicológica en la que se apoya esta investigación se centra simbólicamente en los discursos de Gobé y Galbraith, o dicho de otro modo, entre las posiciones teóricas que enfrentan al consumidor como soberano (teoría neoliberal) y al consumidor como vasallo (teoría de la dependencia) o alternativamente como la tiranía del productor transnacional. Mientras que la dialéctica ética se dirime entre la corriente neoliberal y la corriente ético-económica del ciudadano que consume, en clara síntesis con las aportaciones de Daniel Miller y Adela Cortina (Cortina y Carreras, 2004) en el marco general de la teoría de la justicia de Rawls y Sen, y de la teoría de las necesidades de Max-Neef.

Las grandes superficies comerciales constituyen las actuales catedrales del consumo, los actuales campos de cultivo, en los que se celebra a diario la misa profana donde se nos recuerdan los mitos, roles y estereotipos compartidos dominantes en nuestra cultura mediante los mensajes publicitarios (cf. Eroski, 1984, pág. 32), a la vez que ayudan a trivializar y neutralizar aquellos otros mitos perturbadores de movimientos marginales o rebeldes, así como su contribución a la puesta al día de los símbolos (nuevos productos) que en cada momento representan la materialización de aquellos modos de conducta y actitudes. Consecuentemente, la publicidad cumple una función social básica, la de clasificar y jerarquizar a los consumidores (dicha función fue cumplida primeramente por la religión y después por el derecho), diciendo a cada uno lo que puede y debe comprar, qué productos y marcas corresponden a su condición social (cf. Eroski, 1984, pág. 9). En la sociedad neoliberal todo consumidor es una presa y la publicidad es el cebo, donde no parece posible discriminar entre tipos de necesidades en función de criterios objetivos (Hayek, 1961 y 1978), por lo que los economistas no ven una alternativa clara al modelo neoclásico de consumo, e incluso consideran que cabe adoptar la hipótesis –con buenos resultados predictivos– de que los gustos son estables a lo largo del tiempo y similares entre las personas (Stigler y Becker, 1997). No obstante, Veblen (1857-1929) analizó de forma interdisciplinar los patrones de consumo y la formación de gustos como parte esencial del proceso económico, concluyendo que el instinto de emular[3] a otros era central en la historia de la humanidad, junto con el de autoconservación (1899). En 1958 Galbraith publicó uno de sus libros más conocidos, La sociedad opulenta, cuya visión estaba muy influida por la teoría del consumo ostensible de Veblen. Si Galbraith consideró importante el estudio económico de las necesidades humanas para desvelar la influencia de la publicidad sobre los consumidores, por su parte, Scitovsky y Hirschman lo consideran importante para explicar la creciente insatisfacción social en un mundo de creciente opulencia material (cf. Ramos Gorostiza, 2003), dicha circunstancia probablemente se base en el principio de entropía de las emociones humanas ligadas al consumo (placer-comodidad-hábito-adicción-insatisfacción).

No obstante,
uno vale lo que consume, así, mediante las relaciones entre las marcas se generan las relaciones entre los grupos de consumidores marcados con esas marcas. La brecha económica entre ricos y pobres viene establecida e institucionalizada a través del déficit espacial y temporal existente entre las marcas que consumen las clases bajas y las que consumen las clases altas (cf. Eroski, 1984, págs. 8-9).

Las respuestas éticas a las preguntas sobre ¿qué se consume?, ¿quién lo consume?, y ¿quién decide lo que se consume?, son deudoras del concepto de necesidades humanas de Max-Neef, el cual no las considera como carencia desde el punto de vista meramente fisiológico, sino que las entiende como “motor de la existencia humana cultural” (cf. Bosch y otras, 2003). Dichas respuestas vienen aportadas, por un lado, por la postura de Daniel Miller que identifica a los consumidores como la vanguardia de la transformación sociocultural, en claro paralelismo con la idea marxista sobre la función social del proletariado; y por otro lado, por la aportación de Adela Cortina, que matiza la teoría de Miller, y que denomina “ciudadanía del consumidor”, cuyas pautas culturales de consumo definen las  bases del comportamiento altruista: liberador, justo, responsable y gratificante. En este sentido, el velo de ignorancia de Rawls es significativo para desarmar la paradoja del aislamiento del comportamiento altruista de Sen. Pero, ¿dónde aplica el burka de la ignorancia con mayor “eficiencia” el sistema patriarcal de economía de mercado? ¡En las deudas!

7. Libro de Jueces: “Condona nuestra Deuda Externa como nosotros perdonamos la Deuda Ecológica a los poderosos”.-

TAMAMES: “Toda Europa, cada uno de sus países, está más pendiente de sus socialegoísta prestaciones que de mirar las excrecencias de miserias del prójimo”. (La reconquista del paraíso, pág. 196).


La Deuda es la expresión del pecado económico original, mientras que la condonación de ella supone la manifestación de la misericordia del dios Dinero (“In God we trust”), lo cual es lógico, máxime si tenemos en cuenta que en la sociedad paradigmática de la economía de mercado el 60 por ciento de la población se declara protestante, el 25 por ciento católico y el 15 por ciento judíos, musulmanes y de otras confesiones, lo que ha tenido su reflejo en el lenguaje religioso de sus dirigentes como elemento esencial de su simbología del poder violento (Botey, 2004). Esta doctrina del “Pueblo Elegido” como “Nuevo Israel” fundamenta una liturgia y un credo económicos como encarnación de la violencia del poder económico, como encarnación de la voluntad de Dios, del dios Dinero, el nuevo ídolo que exige sacrificios humanos en los templos del consumo. Así, la ética individualista que fundamenta la economía neoliberal convierte al pobre en responsable de su pobreza, de tal forma que la búsqueda de la justicia socioeconómica se sustituye por la estigmatización y criminalización de los individuos ineficientes y escasamente competitivos[4].

Según declaran lúcidos teólogos como Leonardo Boff y dado que el problema ecológico no puede separarse del problema de la justicia y de la satisfacción a las víctimas, nos situaremos en el contexto de las teorías de la justicia de Rawls y Sen para profundizar sobre la hipócrita, injusta y patriarcal deuda externa que los países enriquecidos reclaman a los países empobrecidos, para lo cual emplearemos las aportaciones tanto de la “economía ecológica” como de la “economía feminista”, dado que la economía neoliberal invisibiliza tanto las energías de la naturaleza como las femeninas.  Se estima que cuando una persona nace en el Tercer Mundo debe al Primer Mundo una media de 500 euros, cantidad equivalente al sueldo de un año en muchos países. Así, frente a la deuda externa de los países del Sur se opone la deuda ecológica de los países del Norte, caracterizada por los siguientes elementos (RCADE, 2004):

  • La contaminación y apropiación ilegítima de la atmósfera y de la capacidad de absorción de carbono de los océanos y de la vegetación. Los servicios ambientales que ofrecen los países del Sur a través de la absorción de CO2 producido en los países del Norte no son reconocidos. Por ejemplo, la emisión de dióxido de carbono per cápita de un habitante de USA es 15 veces la de un indio.
  • La extracción excesiva de los bienes naturales y su intercambio ecológicamente desigual, ya que estos bienes son exportados sin tomar en cuenta los daños sociales y ambientales. Los impactos ambientales derivados de la extracción de recursos naturales necesarios para la producción de energía tampoco se pagan porque no son reconocidos. Por ejemplo, el 20 por ciento de la población más rica consume el 58 por ciento de la energía mundial, mientras que en el extremo opuesto consumen menos del 4 por ciento.
  • La apropiación intelectual y el usufructo de los conocimientos ancestrales relacionados con las semillas, el uso de plantas medicinales y otros conocimientos sobre los que se sustenta la biotecnología y la agroindustria moderna (incluida la biopiratería y los alimentos transgénicos).
  • La degradación de las mejores tierras, del agua y del aire y de la energía humana, para establecer cultivos de exportación, poniendo en riesgo la soberanía alimentaria y la cultura de las comunidades locales y nacionales. Los mayores exportadores de vitaminas, minerales y proteínas en los alimentos que exportan padecen hambruna en  más de la mitad de su población.
  • Sustancias y residuos tóxicos que son depositados en los países del Tercer Mundo.


Otras medidas que expresan gráficamente la insostenibilidad del sistema son la huella ecológica, la mochila ecológica y la huella civilizadora. Así se estima que la huella ecológica global de europa occidental es de 5 hectáreas/persona, mientras que la de norteamérica es de 10 hectáreas/pesona, la de América Latina es de 2 y la del continente africano de 1,7, de donde se deduce que países con niveles similares de vida según los parámetros económicos clásicos, poseen modelos ecológicamente sostenibles muy diferentes (Carrera y González, 2005). Por otra parte, la mochila ecológica mide la cantidad de materiales necesarios para todo el ciclo de vida un producto, así, por ejemplo, la mochila ecológica de una bandeja de madera de kilo y medio es de más de 2 kilos, y la de una de cobre puede alcanzar la media tonelada; y la de un coche es de 15 toneladas, diez veces el peso del propio coche (c.f. Varios Autores, 2004; Riechmann, 2005). Por último, la huella civilizadora (Bosch y otras, 2003) mide la cantidad de tiempo que se ahorra un hombre gracias al trabajo femenino no remunerado, trabajo doméstico y de cuidados.

8. Libro de Job: “No nos dejes caer en la recesión económica”.-

"En tiempos de crisis, las marcas tienen la misión de darle alegría al consumidor, de acompañarlo". (Marc Gobé).


La Brecha N-S es la gran crisis e injusticia económica de nuestros días, ya que, aunque las riquezas mundiales se han multiplicado por ocho en el último medio siglo, todavía una persona de cada dos vive con menos de dos euros diarios, una de cada tres no tiene acceso a la electricidad, una de cada cinco no tiene acceso al agua potable, una de cada seis es analfabeta (de las que el 60 por ciento es mujer), y una de cada siete padece hambre (de las que una de cada tres es menor de edad). (Comín, 2005).

El sistema bancario neoliberal es el que mayores beneficios obtiene de todas las crisis económicas, al igual que los fundamentalismos religiosos se benefician de la existencia de mártires (fieles o no a la doctrina oficial), unos y otros tienen ganado el cielo, anticipado ya aquí en la tierra en los Paraísos Fiscales. Pese a que la teoría económica neoliberal atribuya a los ciclos económicos la causa de las crisis económicas, es un hecho que las fortunas de los ricos crecen más que el número de ricos, lo cual es debido principalmente a que los ricos hacen a los pobres cada vez más pobres. Con estos datos podemos preguntarnos: ¿Por qué los países enriquecidos no pueden cumplir con su promesa de dar el 0,7 por ciento de su presupuesto para gastos de ayuda al desarrollo? Porque necesitan el 3 por ciento de su PIB para gastos derivados del estrés (Papeles, 2006). De hecho sólo 5 países cumplen con el objetivo del 0,7 por ciento, entre los cuales no se encuentra ninguno de los que forman el G-7, son Luxemburgo, Dinamarca, Noruega, Suecia y Holanda. Además, según la ONU, para cumplir el octavo Objetivo del Milenio, crear una asociación mundial para el desarrollo, los países enriquecidos deberían duplicar la actual ayuda oficial al desarrollo, alcanzado así la quinta parte del presupuesto militar anual. Dado que vivimos en un mundo global desordenado, donde proliferan las contradicciones socioeconómicas y culturales y se incrementa la Brecha Norte-Sur, podemos preguntarnos: ¿qué condiciones etico-económicas son necesarias para globalizar los Derechos Humanos y lograr la consecución de los Objetivos del Milenio en 2015?

Condiciones que favorezcan el desarrollo económico de los pueblos empobrecidos mediante las siguientes propuestas: creación de un Fondo Mundial contra la Pobreza que garantice las 4 necesidades vitales básicas de comida, sanidad, agua y educación; condonación de la deuda externa y pago de la deuda ecológica; aumento de la protección laboral de los países que son presa de las multinacionales; regulación de la libre circulación de capitales; democratización de organismos internacionales como el FMI y la OMC; eliminación de los paraísos fiscales; eliminación del dumping en las relaciones comerciales internacionales, especialmente en productos agrarios; y cambios en el sistema de propiedad intelectual que favorezca sobre todo la producción de medicamentos genéricos (Comín, 2005).

Las condiciones anteriores constituyen el pre-requisito para  otro conjunto de condiciones igualmente necesarias, que son, por un lado, las relativas a la institucionalización de la paz mundial mediante la creación de una Tribunal Internacional de Justicia y la unificación y reasignación de funciones estrictamente humanitarias a todos los ejércitos del mundo. Y por otro lado, las condiciones referidas al fomento de un proceso político democratizador, intercultural y dialógico de civilizaciones.

9. Libro de Ruth: “Y líbranos de la multinacional”.-

“No hay imperio completo sin un credo imperial en manos de su clase gobernante y un sentido correspondiente de dependencia por parte de sus súbditos”. (Lichtheim, 2000, pág. 5).


Entre 1980 y 1993, las 500 corporaciones  más grandes del mundo suprimieron casi 4,5 millones de empleos, a la vez que se multiplicaban por más de 6 los sueldos de los altos ejecutivos, además se incrementaron sus ventas en un 40 por ciento y sus activos en un 130 por ciento (Papeles, 2000b). Las multinacionales juegan un papel muy importante en la economía mundial, especialmente en la de los países empobrecidos. Cien transnacionales controlan el 25 por ciento del comercio mundial, mientras que medio millar de ellas controlan aproximadamente el 70 por cierto. ¿Por qué resultan tan atractivos los países empobrecidos para estas corporaciones transnacionales? Porque poseen abundantes recursos naturales, mano de obra barata y no organizada, legislación laboral permisiva, desgravaciones fiscales y mercados nuevos para sus productos. Los beneficios obtenidos por estas empresas son repatriados y distribuidos entre los accionistas, en consecuencia, los verdaderos efectos de este desembarco en los países empobrecidos son la explotación intensiva de los recursos naturales, la implantación inadecuada de tecnología (obsoleta, contaminante o peligrosa), la obstaculización de la soberanía alimentaria, la amenaza sobre la soberanía nacional y la alteración del modo de vida de la población nativa (Cáritas, 2003).

Las transnacionales conocen y manipulan los motivos psicológicos y emocionales del consumo. Los antecedentes del estudio económico de las motivaciones del consumo se encuentran en Veblen (1899), que comprueba cómo el afán de emulación es uno de los principales motivos en la decisión de consumir en las sociedades enriquecidas. Posteriormente Scitovsky se apoya en los resultados de numerosos estudios psicológicos sobre la excitación del sistema nervioso para explicar la creciente insatisfacción social en un mundo de creciente opulencia material, argumentando que las actividades de consumo están en principio destinadas a aliviar la incomodidad, produciendo de este modo placer, pero a medida que la novedad desaparece el placer se va tornando en simple comodidad. Por otra parte, las comodidades degeneran en hábitos y adicciones, por lo que resulta difícil prescindir de ellas aunque no se traduzcan en satisfacción real. Así, en conclusión, el aumento del nivel de ingresos no está necesariamente correlacionado positivamente con un mayor grado de felicidad (cf. Ramos Gorostiza, 2003).

El supuesto fundamental de las motivaciones del consumo es que siempre se consume de forma comparativa, de ahí la importancia de motivos como la emulación, la compensación, el éxito y las creencias y hábitos sobre el consumismo (Cortina y Carreras, 2004). Así, puede decirse que quien controla los motivos del consumo, controla la producción. Y en esto, la ética individualista del sistema neoliberal les concede el control sobre las motivaciones del consumo a los productores. La propuesta para el cambio parece evidente, pero, como bien señala Adela Cortina, no hay un “interés de clase” generador de solidaridad interna que una a los consumidores en una causa común, como tampoco hay voluntad para el cambio colectivo de los estilos de vida consumistas. Si la publicidad es necesaria porque el mercado no regula por sí solo de forma eficiente ni la asignación de recursos ni la distribución de la renta, quiere decir que el marketing supone la muerte del mercado y sus teorías económicas asociadas. Sin embargo, ¿hay alguien que dude todavía sobre la capacidad técnica del sistema para alimentar al doble de la población mundial actual?


10. Conclusión. Evangelio según San Sófocles: “Amén la Soberanía Alimentaria”.-

¡Si uno conociera lo que tiene, con tanta claridad como conoce lo que le falta! El pan nuestro de cada día provoca gases y malas digestiones. (Mario Benedetti).


¿Por qué tantos millones de personas están siendo empobrecidas en medio de la abundancia y eficiencia globales del sistema, a pesar del efecto rebalse (trickle-down effect)? He aquí la paradoja de la lucha de David contra Goliat, el dilema del mesías, el conflicto del oprimido consciente de su situación. Un problema generado por causa de una racionalidad incompleta, una cuasirracionalidad económica que excluye la dimensión racional del comportamiento ético inherente en todas las relaciones de mercado (cf. De Sebastián, 2005).

El gasto anual en publicidad es diez veces superior a la cifra que remediaría universalmente el conjunto de necesidades básicas: alimentación adecuada, agua potable, infraestructuras sanitarias y educación básica (PNUD, 1998). Además la Soberanía Alimentaria se ve socavada estructuralmente por un sistema económico que incrementa cada año el presupuesto en armamento mientras ya hay mil millones de personas en el mundo que viven con un euro diario. Se ha calculado que la desigualdad entre ricos y pobres es hoy mucho mayor que en el Egipto de los faraones o que en el Imperio romano. El hecho es que, como señala Eduardo Galeano, “la economía comete atentados que no salen en los diarios: cada minuto mata de hambre a doce niños. En la mayor organización terrorista del mundo, que el poder militar custodia, hay mil millones de hambrientos crónicos y seiscientos millones de gordos”.

La opción ética caracteriza cualquier planteamiento económico, lo cual implica un nivel meta-paradigmático en la Economía, que viene concretado en el concepto de "autogestión". La "economía autogestionaria" constituye esa “estructura económica invariable subyacente” de cualquier paradigma económico que nos planteemos, la praxis sobre la que se asienta el camino hacia la Soberanía Alimentaria.
Elemento esencial de la dimensión ética de la Economía es la Solidaridad, que en nuestros días se orienta hacia el estudio de las causas y condiciones de los empobrecidos en el mundo (el 80% de la población). Por tanto, la Solidaridad como principio económico (Franco y Almeida, 1999) se plantea como reto ponerse a la altura de la complejidad de las relaciones socioeconómicas nacionales e internacionales, erigiéndose como principio rector de todos los procesos de revolución social. Ya que la "Economía" en su origen antropológico, y no meramente etimológico, posee una dimensión ética autogestionaria de la que carece la "crematística" o “dimensión técnica” de la Economía. Este hecho es importante, ya que va a marcar el desarrollo futuro de la Economía como Ciencia (Sen, 1997). La Autogestión Económica constituye una utopía socialista que se caracteriza por la “propiedad común” de los medios de producción, la “planificación democrática” y la “gestión democrática” como ejercicio del poder desde la base. Su axioma fundamental es la igualdad de las personas (Mate, 2004).

Ecuaciones fundamentales del Individualismo neoliberal (1) y del Socialismo autogestionario (2):

Yo = Miedo + Soledad + Violencia.                                                               (1)
Tú = Solidaridad.                                                                                           (2)
Cuando n →∞ Lim (Yo+Tú)n=Lim (Nosotros:conmigo+contigo)=Tú  (3)

Modelos ético-económicos de redistribución alternativa de la renta dado un vector de cantidades similar para cada modelo, neoliberal y solidario (Papeles, 2006):

Gasto Mundial Neoliberal Superfluo (GMNS) = Cosméticos (C) + Helados (H) + +Perfumes (P)  + Alimentos para animales (A)

En resumen:   GMNS = f (C, H, P, A) =
Σ (C, H, P, A)                                 (4)

Gasto Mundial Solidario Vital (GMSV)  = Educación + Agua y Sanidad  + Atención ginecológica + Necesidades básicas nutricionales y sanitarias = Necesidades Básicas

GMSV = f (Necesidades Básicas)                                                                  (5)
Para datos del PNUD (1998) se comprueba: GMNS = GMSV                      (6)
GMSV = (α1)Estupefacientes = (α2)Publicidad = (α3)Militarismo                  (7)
Según datos del PNUD (1998): α1 = 1/10 , α2 = 1/10 , α3 = 1/20

Siguiendo el trabajo de Salazar y Franco (2004b), puede representarse teórica y esquemáticamente el fenómeno de la Globalización (G) como una función básica de 2 dimensiones, la Política (P) y la Económica (E):

 G = f (P, E)                                                                                                   (8)

De manera gráfica podemos ilustrar la contraposición entre los dos sistemas económicos en liza, el Neoliberal y el Solidario. Mientras que la Globalización Neoliberal termina causando Hambre, porque subordina la Política a la Economía; por su parte, la propuesta alternativa es la Globalización Solidaria, la cual invierte los términos de subordinación, y en la que se inserta el desarrollo y puesta en práctica de una Reforma Agraria de alcance mundial, como instrumento básico para el logro de la Soberanía Alimentaria.

“Globalización Neoliberal”  = f (Economía, Política), es decir, GN=f(E,P)       (9)
donde P = g (E)   siendo   g(E):Función Erosiva

“Globalización Solidaria”  = f (Economía, Política), es decir, GS=f(E,P)                      (10)
donde E = g (P)  siendo  g(P):Función Autogestionaria

El crecimiento económico ilimitado, plasmado en movimientos incontrolados de capitales al margen de cualquier mínima legislación internacional, no debe ser la única solución. Por tanto la problemática oscila entre dos opciones estratégicas, la erosiva y la autogestionaria. La primera instaura el gobierno de la Violencia, y la segunda, el de la Paz. La colectividad, y su capacidad de asociación desde la base cobra así un papel relevante para intentar un desarrollo desde dentro, no marcado por pautas internacionales garantes del beneficio de las Multinacionales. Un proceso basado en criterios de equidad y justicia social. Así la Economía Autogestionaria implicaría una dinámica de reestructuración de la distribución de la riqueza mundial (no solo entre países sino también entre clases sociales), de acceso y conservación de la tierra y de los recursos naturales, de fomento de movimientos sociales, de preservación de culturas, de creación de nuevos organismos internacionales y de instituciones que garanticen eficazmente la participación democrática del pueblo y el respeto a los DD.HH. No obstante, ante ambos paradigmas la pregunta común es la misma: ¿con qué velocidad queremos ejercer nuestra libertad? O dicho en términos económicos, se trataría de optar (o no) por una relectura de la teoría económica de la riqueza de las naciones a la luz de la teoría de los sentimientos morales, ¿con qué objetivo? Optar por dicha relectura supone acelerar el proceso de consolidación de la estructura económica invariable subyacente a todo sistema económico[5], la economía autogestionaria. En definita, se plantea un modelo econométrico para determinar la estrategia de adopción intertemporal de la estructura económica autogestionaria, es decir, la primera derivada del modelo de Globalización Neoliberal (GN) con respecto al tiempo (t) es la Globalización Solidaria (GS):

Modelo econométrico de estructura económica autogestionaria: 
δGN/δt = GS           (11)
Siendo el punto de irreversibilidad ético-económica:    t = 2015 

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- Juan Agustín Franco Martínez, Departamento de Estructura Económica, Universidad de Zaragoza
Gran Vía, 2.  50005 – Zaragoza (España)





[1] El carácter artístico no surge hasta la época griega (Romanelli, 1973, pp. 105). Así mismo, la temática de las primeras películas también fue religiosa.

[2] El desarrollo económico local en los países del Sur es favorecido en los países del Norte a través de las redes de Comercio Justo y de Banca Ética (cf. Cáritas, 2003).

[3] En el epígrafe sobre las Multinacionales se retomará nuevamente el tema de las motivaciones del consumo.

[4] Según Botey (2004, pág. 23) la sustitución del problema social de la justicia por el problema moral de la culpa se refleja en sendas lecturas diferentes del Padrenuestro.

[5] En sintonía con el “Índice de poder neoliberal subyacente” de Bowles (1990), y con la idea de sociedad anarquista de E. Reclus (cf. Nettlau, 1978) y de críticos actuales como Chomsky (1995) o Martín Seco (1995).

https://www.alainet.org/es/articulo/125356
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