Impactos y resistencias

Imperialismo, militarización y globalización neoliberal

02/09/2007
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(Presentación de Helga Serrano, integrante de la Red Mundial No Bases, Coalición No Bases Ecuador y ACJ/YMCA Ecuador, en el Foro Social Québec: “Québec – Amériques: quelles solidarités”, 24 de agosto de 2007)

 Amigos y amigas, compañeros y compañeras:
 Bonsoir, je vous remercie pour votre invitation à Montréal, et je suis vraiment heureusse d\' être içi, avec vous c\'est après-midi, ou ce soir, je sais pas.

Les traigo un abrazo y un saludo solidario de Ecuador, de la ACJ-YMCA de Ecuador, de la Coalición No Bases Ecuador y de la Red Mundial No Bases. Estamos aquí hoy con muchos sombreros, pero con un solo corazón que nos une en la solidaridad. Estoy de verdad muy contenta de estar en Montreal, y particularmente en el Foro Social Québec, donde se construyen propuestas y solidaridades. 
 
Quisiera yo compartir con ustedes en este panel cuatro puntos, y desde ya agradezco a los y las intérpretes que posibilitan este encuentro entre nuestras culturas.
 

         El primer punto se refiere a la estrategia de dominación imperialista que se fundamenta en el militarismo y la globalización económica neoliberal.

         En el segundo punto abordaré las luchas de resistencia contra el militarismo y el TLC. 

         En el tercer punto hablaremos de otras luchas y resistencias que tenemos en Ecuador, especialmente con relación a las mineras canadienses que están operando en nuestro país.

         Y, cuarto, veremos qué solidaridad, quelles solidarités, podemos seguir impulsando entre nuestros pueblos.

 
  1. DOMINACIÓN IMPERIALISTA: MILITARIZACIÓN Y GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL
 Para comenzar, es importante destacar que para proteger sus intereses e inversiones militares y comerciales a nivel mundial, Estados Unidos pretende alcanzar el control político global en base a dos estrategias: la militarización global y la globalización capitalista neoliberal. Con esto, las fuerzas militares del imperio actúan como la “policía global”, con el fin de mantener la seguridad del mercado global. Entonces, está claro que por un lado busca mantener el control y la supremacía militar, y por otro el control de los mercados y de los recursos.
 
La presencia militar de Estados Unidos se hace más evidente cuando invade un país, como el caso de Irak en 2003.   Pero también está presente todos los días en las bases militares extranjeras, los ejercicios militares, las escuelas de entrenamiento e incluso en las llamadas “operaciones de paz”.

En la última década, Estados Unidos consolidó su sistema de bases militares en un nuevo sistema global imperial. Según datos del Pentágono, hay más de 735 bases militares estadounidenses en 130 países. Esto constituye una estrategia global de expansión y control de naciones, recursos naturales y seres humanos. Si incluimos los llamados acuerdos de cooperación firmados con países como Ecuador en el caso de la Base ecuatoriana de Manta, el imperio militar contaría con más de 1000 bases estadounidenses en otros países (Chalmers Johnson). 

 Las bases extranjeras tienen cinco misiones:

         mantener la supremacía militar absoluta en el mundo

         interferir comunicaciones

         intentar controlar el mayor número posible de fuentes petroleras

         dar trabajo e ingresos al complejo industrial militar

         asegurar que los militares y sus familias vivan cómodamente.

 Además de las bases militares y otras formas de presencia militar, Estados Unidos cuenta con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, que incluye a los países de Europa.

Estados Unidos requiere tener acceso a y controlar los recursos naturales del mundo: petróleo, gas natural, mineras, agua, recursos forestales. Al mismo tiempo busca proteger los intereses de sus empresas transnacionales.

 Para todo esto, cuenta también con el control sobre organismos internacionales: el G8, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Consejo de Seguridad...en fin.
 
En el fondo, todo esto estos organismos están al servicio de las grandes corporaciones transnacionales que se configuran como un gobierno planetario. En estos organismos, los países del Norte definen qué se debe hacer para proteger los intereses económicos de sus transnacionales. Los poderosos han dividido al mundo en un mapa económico, impulsando un modelo de acumulación que acapara los mercados por medio de las fusiones, adquisiciones, patentes...a costa de los capitales nacionales de menor tamaño. En muchos casos, las acciones de las grandes transnacionales aumentan su valor sin producir riqueza real, que se basa en la especulación financiera. La globalización neoliberal se mantiene debido a la miseria de muchos, y por ello, este modelo es insostenible. No todos podemos vivir con el derroche que se vive en algunos países del Norte. 
 
¿Qué pasa en América Latina y el Caribe?
 
Ahora veamos qué pasa en América Latina y el Caribe. Si recordamos la intervención de Estados Unidos en la región no podemos dejar de mencionar los 75.000 muertos en la guerra de El Salvador, los 200.000 muertos en el Guatemala, cuyos gobiernos recibieron apoyo de Estados Unidos. Igualmente invadió Panamá, utilizó Vieques en Puerto Rico para hacer pruebas con uranio empobrecido y en Panamá realizó experimentos con armas químicas. Ahora vemos como utiliza la base en Guantánamo en Cuba para convertirla en una cárcel donde no hay ley ni justicia.
 
Vemos, entonces, que para mantener su hegemonía en la región, la estrategia del gobierno de Estados Unidos establece nexos económicos, políticos y militares como mecanismos de control. A nivel económico, Estados Unidos busca nuevos mercados para sus compañías transnacionales a través de la firma de los Tratados de Libre Comercio, o TLCs. Esto hace realmente imposible cualquier desarrollo en nuestros países.   A nivel político, Estados Unidos requiere compromisos de las élites locales, y estos se le complica con los nuevos gobiernos que tenemos en América Latina como Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Hugo Chávez en Venezuela. . 
 
Los proyectos de áreas de libre comercio se complementan con el Esquema de Seguridad Cooperativa Hemisférica, que busca que los ejércitos de América Latina adopten como prioritaria la lucha contra las drogas y el terror. Así, los temas de la agenda de Estados Unidos se convierten en prioritarios para la región, cuando en realidad nuestros problemas son la deuda externa, la desigual distribución de la riqueza y las inequidades.
 
En América Latina y el Caribe, Estados Unidos mantiene una compleja red de instalaciones militares y operaciones, que incluyen:
 

         17 sitios con instalaciones de radar, principalmente en Colombia y Perú

         2 bases militares, una en Guantánamo en Cuba y la otra en Soto Cano/Palmerola en Honduras; y

         4 Puestos de Seguridad Cooperativa (Cooperative Security Locations) en Comalapa, El Salvador; Reina Beatriz en Araba; Hato Rey en Curazao; y Manta en Ecuador. Tres Esquinas en Colombia juega un papel fundamental en la implementación del Plan Colombia

La estrategia militar de Estados Unidos se controla desde el Comando Sur con base en Key West, Florida. Según el investigador uruguayo Raúl Zibechi “algunos analistas consideran que el Comando Sur se ha convertido en el principal interlocutor de los gobiernos latinoamericanos y en el articulador de la política exterior y de defensa de Estados Unidos en la región. El Comando Sur tiene más empleados trabajando sobre América Latina que la suma de los Departamentos de Estado, Agricultura, Comercio, Tesoro y Defensa.”

 Esta presencia militar directa en la región se incrementó desde el cierre de la Base Howard en Panamá en 1999. Luego de esto, Estados Unidos instaló cuatro Centros Cooperativos de Avanzada, hoy conocidos como Puestos de Seguridad Cooperativa, que en realidad son bases militares, con el pretexto de la lucha contra las drogas. Pero esto tiene objetivos más allá, que incluyen la migración y el terrorismo.
 
Mediante las bases militares, Estados Unidos controla también las actividades de la guerrilla. En Colombia cuenta con 1600 efectivos entre tropas y contratistas privados que despliegan actividades en el marco del Plan Colombia. Este Plan se puso en marcha principalmente en los departamentos amazónicos de Caquetá y Putumayo y el de Nariño en el Sur, en la frontera con Ecuador. Desde 1999, las agencias estadounidenses comparten inteligencia en “tiempo real” con las Fuerzas Armadas de Colombia. Otro componente fundamental del Plan Colombia se refiere a las aspersiones con glifosato que se han realizado en Colombia y en las áreas de la frontera con Ecuador. Estas aspersiones afectan todo: los huertos familiares, los cultivos, el agua y el ambiente, y, sobre todo, la salud y vida de los pobladores, niños y niñas inocentes. Desde febrero de este año se suspendieron las aspersiones por exigencia del gobierno ecuatoriano, que presentará una demanda en el Tribunal de la Haya para que se compense a los pobladores afectados.
 
En 1999, Estados Unidos firmó un convenio con Ecuador para el uso de la Base de Manta hasta el 2009. Esto se constituyó en un enclave ilegal e ilegítimo de militares estadounidenses que gozan de inmunidad y cuyas acciones vulneran la soberanía nacional. El propio ex-comandante del Puesto de Avanzada de Operaciones de Estados Unidos en la Base de Manta, Javier Delucca, declaró; “La Base de Manta es muy importante dentro del Plan Colombia. Estamos muy bien ubicados para operar en esta área.”
 
Después de siete años de actividades de la Base de Manta se ha comprobado que las principales actividades de los militares estadounidenses están encaminadas al control migratorio y al apoyo logístico de la guerra en Colombia. Desde la instalación de la Base de Manta, se han develado algunos conflictos: aumento de trabajadoras sexuales, desalojo a familias campesinas, el hundimiento de barcos pesqueros, la interdicción de buques con migrantes, las limitaciones a las faenas de pesca por razones de “seguridad” y el riesgo para los poblaciones cercanas a los polígonos de tiro.
 
Esto es solo un espejo de lo que ha ocurrido en otros países donde se han instalado bases militares estadounidenses. Allí se evidencian problemas en relación a la soberanía, la democracia, el desplazamiento de poblaciones indígenas, los peligros ambientales, la afectación a la salud, el crimen y la impunidad, los delitos sexuales y la prostitución 
 
Libre comercio, ¿para quien?
 
Quisiera también referirme brevemente a la otra pata de la estrategia imperial que tiene que ver con los tratados de libre comercio, impulsados al fracasar el intento de formar el Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, gracias a la resistencia de los pueblos y las solidaridades. Con el ALCA, Estados Unidos intentaba mantener la hegemonía económica. Así lo expresó Colin Powel, ex-Secretario de Estado: “Nuestro objetivo con el ALCA es garantizar para las empresas norteamericanas, el control del territorio que va desde el polo Ártico hasta la Antártida y el libre acceso sin ningún obstáculo o dificultad, a nuestros productos, servicios, tecnología y capital en el hemisferio.”
 
Para entender lo que se pretende ahora con los TLCs, es importante reconocer que la globalización neoliberal que estamos viviendo depende de la desregulación progresiva de los mercados, aún a costa de la soberanía de los pueblos. Esta globalización tiene dobles estándares: mientras a los países del mundo mayoritario, o del llamado Sur, nos aplican la receta de la liberalización económica, los países del Norte se reservan para sí las políticas de subsidios agrícolas, la intervención del Estado en auxilio de las grandes empresas, y la práctica del dumping, entre otros.
[1] 
 
En el caso de América Latina y el Caribe, los términos de intercambio se han deteriorado. No es que estamos exportando más ni que hemos mejorado las condiciones de vida. Nos han vendido un cuento que no es verdad. Porque por más que “abramos los mercados”, vemos que no mejora la educación, ni la salud, ni hemos dejado de tener pobreza. La globalización neoliberal no ha sido una respuesta a las necesidades de nuestra región. 
 
Estados Unidos buscó firmar un TLC con Perú, Colombia y Ecuador, en una negociación conjunta. Claro que de negociación no había nada, o casi nada, por cuanto el TLC ya tiene un modelo que se repite en las conversaciones con cada país. En Ecuador, el gobierno de Lucio Gutiérrez y luego el de Alfredo Palacio, conjuntamente con  los empresarios, trataron de vender la idea de que se trataba de una negociación entre iguales. Esto es absolutamente falso, porque solo tenía ventaja para las transnacionales estadounidenses que se beneficiarían por doble:
 

         recibirían todas las ventajas de ser tratados como capital nacional, y

         no podrían ser vigiladas desde el Estado nacional ni sometidas a una jurisdicción nacional en caso de conflictos.

 Los TLC son instrumentos políticos. Así lo ha manifestado el propio Robert Zoellick, ex Secretario de Comercio de EEUU: “los tratados comerciales pueden ser más útiles que el FMI para conseguir que los países en desarrollo hagan reformas.” Y estas reformas, ¿qué implican? Pues, más de lo mismo: 

         privatizaciones de la salud, educación, agua, electricidad etc.

         programas de ajuste para dedicar menos recursos a la inversión social y más para el pago de la deuda

         apertura de la economía

         aceptación de la pérdida de soberanía en los litigios entre transnacionales y los Estados. Y aquí van dos ejemplos: En México, el Estado pagó una millonaria indemnización a una empresa que quiso convertir al pueblo de San Luis de Potosí en un depósito de materiales radioactivos. Y el otro es aquí en Canadá, cuando la empresa Ethyl Corp. de Virginia obligó al gobierno canadiense a renunciar a la legislación que prohibía la venta transfronteriza de su producto MMT, un aditivo para gasolina prohibido en muchos países.

         aceptación de la forma de entender la propiedad intelectual por EEUU en detrimento de la propiedad ancestral de los pueblos indígenas

         compromiso de participar en la denominada “guerra contra el terror” [2]

De esta manera, las políticas públicas NO se definen en función de lo que requería la población del Ecuador, sino de las necesidades de Estados Unidos, mejor dicho, de sus empresas. Dentro de un TLC, no es posible defender la producción local, porque se considera “proteccionismo”, ni los medicamentos genéricos, aunque la gente se muera por falta de dinero para medicinas. La “propiedad intelectual” está por sobre el derecho a la salud.

 Entonces, con el TLC se jugaba la suerte de nuestro país, su soberanía, el futuro de millones de campesinos, de las políticas de salud, de seguridad social, de educación, de reconocimiento a la sabiduría ancestral. La firma del TLC con Estados Unidos implicaba ir contra los preceptos constitucionales y las leyes de nuestro país. Finalmente, el TLC no se firmó con Ecuador debido a la fuerte resistencia, especialmente de la CONAIE, la caducidad del contrato con la petrolera estadounidense OXY por incumplimientos legales y el triunfo de Correa como Presidente.
 

2. RESISTENCIAS  A LA MILITARIZACION Y TLCs

 Ahora vamos a hablar de las resistencias. Para enfrentar la creciente militarización, en Manta en marzo de 2007 se formó la Red Mundial por la Abolición de la Bases Militares Extranjeras, con el fin de desarrollar una estrategia global y local para el cierre de todas las bases militares extranjeras. Se concluyó que si el imperio es global, la resistencia también tiene que ser global. Y esta red se inserta precisamente en el movimiento por la justicia global, que nos une aquí a todos y todas. Estamos en proceso ahora de consolidarnos como red, pero también de articularnos con otras redes y movimientos a nivel mundial. Cerrar una base es golpear la estrategia del imperio, por eso nuestro llamado por la abolición de las bases militares extranjeras en el mundo.
 
La base ideológica y política de la Red No Bases, afirmada en la Declaración Final, constituye un elemento central y unificador que permitirá a la Red avanzar firmemente en su construcción. La Red No Bases se posiciona claramente en el marco de los movimientos que luchan por la justicia, la paz, la auto-determinación de los pueblos y la sustentabilidad ecológica. Reconoce, además, que las bases militares extranjeras constituyen instrumentos de guerra que profundizan la militarización, el colonialismo, la estrategia imperial, el patriarcado y el racismo.
 La Red afirma que las bases militares extranjeras y la infraestructura utilizada para guerras de agresión, violan los derechos humanos, oprimen a los pueblos, particularmente a los pueblos indígenas, los afro-descendientes, las mujeres, las niñas y niños, y destruyen las comunidades y el medio ambiente. Por estas razones, la Red exige la abolición de todas las bases militares extranjeras. Y esto implica cuestionar el militarismo y el eje de construcción de ese sistema de bases, es decir el imperio estadounidense. La Red denuncia la responsabilidad primordial de Estados Unidos en la proliferación de las bases militares extranjeras, al tiempo de reconocer también el rol de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, la Unión Europea y otros países.
 
En América Latina existen también varias resistencias:
 
  • CADA: enfoque salida de las tropas extranjeras de Haití.
  • Foro Social de la Triple Frontera: lucha contra la instalación de fuerzas militares en la frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina, donde existen ricos yacimientos y corrientes de agua.
  • SOA Watch: para que los gobiernos no envíen a sus soldados a “capacitarse” en Fort Benning, Georgia, en lo que antes se conocía como la Escuela de las Américas, donde se enseñaba a torturar y violar los derechos humanos.
  • Guantánamo, ha habido una reacción mundial para denunciar la tortura y la violación de derechos humanos en esta base convertida en una cárcel. Muchas voces dicen: Shut down Guantánamo!
  • Coalición No Bases en Ecuador: exige la no renovación del convenio con Estados Unidos para el uso de la Base de Manta, lo cual estamos hasta ahora logrando. Sin duda, fue muy importante la realización de la Conferencia Mundial por la Abolición de las Bases Militares Extranjeras este año. El Presidente Correa ha asumido el compromiso de no renovar el convenio que vencen el 2009. Ahora estamos exigiendo que en la nueva Constitución conste que “Ecuador es un territorio de paz y que no albergará tropas extranjeras.”
  • ASC: La Alianza Social Continental desarrolló la campaña No ALCA e importantes movilizaciones en el Continente 
  • Foro Social Mundial y Foro Social Américas: fueron importante espacios para realizar varios encuentros de redes para planificar acciones conjuntas frente a los TLC. 
 
Pero además de las protestas, desde los sectores progresistas se desarrollaron varias propuestas que se refieren sobre todo a la integración regional de los pueblos. También hay iniciativas para fortalecer a la Comunidad Andina de Naciones y otros organismos regionales como el MERCOSUR. Con la llegada de Presidentes que buscan un desarrollo más autónomo en el cual se puedan enfrentar las desigualdades, también se está impulsando la Alternativa Bolivariana de las Américas, el Banco del Sur como una alternativa al Banco Mundial, y la Unión de Naciones Sudamericanas, UNASUR, cuya sede será en la Mitad del Mundo, a 11 kilómetros de Quito.
 
  1. OTRAS RESISTENCIAS Y LUCHAS: MINERAS CANADIENSES
 Para entrar en el tercer punto de otras resistencias, quiero primero contarles algo de Ecuador: tiene una población de 13 millones de personas, muy trabajadoras. Y es un pueblo muy solidario. Cuando no hay trabajo, migran a otros países para asegurar los ingresos para sus familias. De allí que las remesas que envían los migrantes al Ecuador constituyen el segundo rubro de ingresos para el país, luego del petróleo.  
 

Ecuador tiene 14 nacionalidades indígenas, diversidad de culturas y 12 idiomas, además del castellano. Ecuador es un país mega diverso,  que alberga miles de aves, plantas y reservas de agua dulce impresionantes. Es este país maravilloso el que estamos defendiendo y protegiendo contra la codicia de las transnacionales.

 Pero Ecuador es también un país de inequidades: de género, generacional, cultural, social. Estamos trabajando para sentar las bases para transformar el Ecuador, para lograr la redistribución de la riqueza, para que el Estado esté al servicio de las mayorías y no de las élites y de los grupos de poder, como ha sido hasta ahora. Por eso estamos impulsando la Asamblea Constituyente, para salir de la larga noche neoliberal.
 
Les cuento esto porque ahora queremos compartir con ustedes un problema que se ha agudizado en los últimos tiempos, y que tiene que ver con Canadá y para el cual requerimos su solidaridad.
 
Quiero hablarles de las compañías mineras canadienses en Ecuador y los daños que están causando. Cuando la Texaco explotó el petróleo en la Amazonía ecuatoriana, y dejó contaminación en los ríos que utilizan las poblaciones indígenas, piscinas llenas de desechos tóxicos, muerte y desazón, quizás no nos comunicamos lo suficientemente rápido para que en Estados Unidos supieran lo que estaba ocurriendo. Ahora no queremos que pase lo mismo con el tema de las mineras, y queremos advertirles de la manera más urgente de la situación para que podamos actuar conjuntamente.
 
El Ministerio de Energía ha otorgado más de 4000 concesiones mineras, que cubren aproximadamente el 20 por ciento de la superficie del Ecuador, lo que incluye áreas de diversidad cultural y ecológica. En casi todos los casos, no se ha consultado a las comunidades, como lo exige la Constitución del Ecuador. Ustedes saben que las empresas canadienses concentran más de la tercera parte de todas sus inversiones mundiales en minería en América Latina y el Caribe.
 
En el sector de Coatachi en la provincia de Imbabura, hay problemas con la minera canadiense Ascendant Copper, a pesar de que el gobierno local ni la mayoría de comunidades la quieren allí.   En la parroquia Victoria del Portete de la provincia de Azuay se encuentra la empresa minera canadiense IAMGOLD. En El Pangui en la provincia de Zamora Chinchipe se encuentra la minera canadiense Ecuacorrientes. En todos estos lugares existen problemas graves para la población.
 
Una de las estrategias de la empresa Ascendant Copper, para fomentar la división de la organización social, es iniciar juicios infundados en contra de líderes y miembros de las comunidades en resistencia, de defensores de derechos humanos y de autoridades locales que apoyan a las comunidades. Ecuacorrientes busca organizaciones para entregarles recursos, como USD 500.000, para programas “comunitarios”, que finalmente dividen a las comunidades.

En la práctica, todas estas actividades mineras generan graves enfrentamientos entre las empresas mineras y las comunidades locales. Los atropellos incluyen la compra ilegal de tierras, la destrucción de ecosistemas, la contaminación, el amedrentamiento a líderes, el uso de grupos armados. 

 La actividad minera no es sinónimo de desarrollo social. Afecta negativamente a las poblaciones, aumenta la pobreza, concentra riqueza, aumenta conflictos armados alrededor de los territorios y divide a las comunidades.
 
La minería industrial es una actividad no sustentable, que genera enormes y permanentes impactos ambientales y sociales. Las comunidades se resisten a los proyectos que destruyen su economía tradicional, sus estructuras organizacionales y sus valores culturales. A esta resistencia y protesta, a veces se responde con la fuerza militar.
 

Ecuador dice “Alto”, no queremos el saqueo de los recursos naturales. Ecuador elige el camino de la sustentabilidad como modelo de desarrollo. Actualmente se está tramitando la Ley de Minería y será la Asamblea Constituyente la que defina sobre el retiro de las concesiones mineras entregadas. 

 4. QUÉ SOLIDARIDAD ENTRE NOSOTROS, Quelles solidarités?

 Entonces, ¿qué solidaridades nos planteamos frente a estos temas? Lo principal es reconocer que no hay salidas individuales al neoliberalismo, a la militarización y al imperialismo. Las salidas son colectivas y organizadas. En esto recuerdo el ejemplo de que en un avión viajan unos pocos en primera clase y el resto en clase económica, si se llega a chocar mueren todos y todas. Esto es lo mismo que pasa con nuestro planeta. O nos salvamos todos o morimos todos. Por eso tenemos que trabajar juntos.
 
Frente a la globalización, quisiéramos ver con mayor fuerza a las organizaciones canadienses interpelando a su gobierno, que forma parte del G-8. Creemos que su voz puede y debe ser escuchada y que esto ayudará a visibilizar las inequidades que la globalización neoliberal produce a nivel mundial. 
 
Frente a la creciente militarización, pedimos que insten a su gobierno a promover en las Naciones Unidas la Abolición de as Bases Militares Extranjeras en el mundo. Creemos que los países que promueven la paz deben dar impulso a estas propuestas. Y también pedimos que se unan a la Red Mundial No Bases, para ampliar nuestra fuerza y nuestra lucha global.
 
Frente al llamado “libre comercio”, creemos que es necesario apoyar los procesos de integración regional.  Si tenemos una voz fuerte como América Latina, donde el eje no sea el comercio, sino el ser humano, podemos impulsar varias integraciones. Así podemos alcanzar relaciones comerciales equitativas, que respeten los procesos de desarrollo de los países del mundo mayoritario.
 
Frente a las mineras, en la carta del “Ensemble pour Éliminer la Pauvreté dans le monde”, las organizaciones señalan que “muchas empresas mineras canadienses han proyectado la imagen de Canadá como un país que se interesa más por las ganancias que por el medio ambiente, el desarrollo de las comunidades locales o los derechos humanos”. Y creemos que hay un reto muy grande aquí, porque resulta que nosotros no queremos a las mineras en Ecuador. Queremos, entonces, alertar aquí que no creemos en la “responsabilidad social” de las mineras. Esto no resuelve los problemas en Ecuador, porque solo lleva a la división de las comunidades, destruye las formas de vida comunitaria de la población y afecta al medio ambiente. 
 

En el tema de cooperación, creemos que es fundamental orientar el apoyo a la formación de sujetos sociales para la transformación profunda. Esto significa organizaciones que puedan aportar a las transformaciones sociales y políticas, para una nueva economía, una nueva política, una nueva civilización donde el ser humano esté en el centro del desarrollo. Esto permitirá analizar, conocer y hacer propuestas que conecten la lucha por la democracia, por la equidad, por los derechos humanos, por construir sociedades multiculturales.

 Otra solidaridad es ubicar los temas que nos afectan en la agenda global: la deuda externa, la militarización, el derecho a la comunicación, el derecho de los migrantes, el derecho al desarrollo, las relaciones comerciales equitativas. En estos temas es importante desarrollar campañas conjuntas, donde confluyamos en agendas comunes. Esto permite ubicar como un mismo problema puede y debe ser enfrentado desde el Norte y el Sur. El trabajo de lobbying y advocacy frente a sus gobiernos es importante para nosotros y nosotras.
 
En las solidaridades, tenemos que seguir construyendo redes y alianzas globales, sur-sur, norte-sur, sur-norte. Por ejemplo, en el caso de Texaco, afecta a la población local en Ecuador, pero se hace un juicio en NY y llegan visitas internacionales, incluso de accionistas, que en Estados Unidos difunden lo que pasa en la Amazonía.
 
Para lograr las verdaderas solidaridades, se requiere mantener un diálogo horizontal y franco entre nosotros, creando nuevas formas de relación horizontales, de cooperación, igualdad y solidaridad.

Es necesario reconocer nuestra diversidad, de culturas, lenguajes y forma de relacionarnos, para que todos y todas podamos hacer escuchar nuestras voces. También es importante que tengamos acceso a todo tipo de recursos. Muchas veces la pobreza estructural impide la participación de valiosos compañeras y compañeros de los países del Sur. Esto debe ser enfrentado conjuntamente para lograr representaciones equitativas en cada espacio.

 Otra solidaridad que es muy importante para nosotros y para ustedes, se refiere a una propuesta muy interesante para no explotar el petróleo existente en el Parque Nacional Yasuní en la Amazonía. Esto tendrá un efecto positivo en la conservación de la biodiversidad, la reducción de emisiones de CO2 y el respeto a los derechos de los pueblos indígenas y su forma de vida. La idea es mantener el petróleo represado en el subsuelo. Pero como obviamente Ecuador necesita recursos, es necesario obtener por lo menos el 50% de los ingresos que se obtendría si se extrae el petróleo. Para esto proponemos contribuciones internacionales. El Estado emitirá bonos por el crudo que permanecerá “in situ” con el compromiso de no extraer el petróleo y proteger e Parque Nacional Yasuní y la población indígena. Estamos hablando de un valor estimado de 5 dólares por barril y reunir USD 350 millones anuales. Esta propuesta tiene que ver con la defensa del medio ambiente y de la soberanía.
 Estamos aquí con igual compromiso, para seguir en la lucha por la justicia global, para que todos y todas tengamos una vida con dignidad, justicia, esperanza y mucha alegría.
 



[1]          Una cooperación alternativa para otro mundo posible, documento firmado por ONGS americanas y europeas en el Foro Social Mundial, Porto Alegre, 2002.

[2]    Cartillas sobre el TLC, Javier Ponce, Quito, 2005.

https://www.alainet.org/es/articulo/122970
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