Apuntes sobre políticas alternativas en América Latina y el Caribe

19/12/2003
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I. Introducción 1. Han quedado atrás dos décadas signados por el fracaso económico para los pueblos, y América Latina atraviesa un momento político de expectativas para el cambio. Así lo atestiguan fenómenos políticos en desarrollo, tal como la continuidad de Cuba luego de la crisis del socialismo a comienzos del 90 y las renovaciones políticas en Venezuela y Brasil. A ello se suman la potencia de la izquierda en El Salvador y Uruguay con posibilidad en ambos casos de ser gobierno desde la próxima renovación presidencial. La situación imprevisible de Argentina completa un cuadro novedoso en la región. Pero también debe consignarse el estado de movilización popular en varios países, especialmente el caso boliviano, donde el movimiento de resistencia gestó instancias electorales con posibilidades y mantiene una fuerte capacidad de interpelación al gobierno. En ese sentido, quizá sea el zapatismo de un paradigma de confrontación desde la autonomía en la lucha por la emancipación. Ha sido creciente en estos últimos años la presencia de la conflictividad callejera y la organicidad de movimientos sociales que buscan visibilidad a sus reclamos. Es un dato de la realidad a mensurar en momentos de crisis de las formas tradicionales de ejercicio de la representación y la participación política. 2. Los años 80 fueron según la CEPAL la década perdida y los 90 aquellos de la aplicación de las recomendaciones del Consenso de Washington, con sus regresivos efectos sobre los pueblos. En los últimos 20 años aumentó la pobreza, el desempleo, el endeudamiento externo, al tiempo que se volcó un volumen importante de inversión externa directa, lo que vendría a demostrar que América Latina y el Caribe constituyeron una zona de interés para la acumulación del capital y la extracción de plusvalor. La apertura económica, las privatizaciones y la mayor subordinación a los centros imperiales, principalmente EEUU y la UE fueron el signo definitorio del periodo. La secuela socio política y cultural más importante fue la destrucción de sujetos para pensar y actuar una alternativa. 3. En los años 90´ se consolidó sobre la región una ofensiva en disputa del capital europeo y estadounidense. Tuvo manifestaciones políticas en las cumbres presidenciales "iberoamericanas" y "americanas". El ALCA define el proyecto de subordinación a la estrategia de EEUU y las clases dominantes en cada uno de los países. El FMI fue el gerente de una estrategia favorable a los acreedores externos y a la condicionalidad favorable a la demanda de liberalización y transnacionalización de la economía latinoamericana y caribeña. Los múltiples acuerdos suscritos con la UE dan cuenta del mantenimiento de fuertes vínculos comerciales y de inversiones de la región con el viejo continente. La OMC fue ámbito de disputas de nuestros países con EEUU y la UE, al tiempo que se materializaron alineamientos diversos con unos y otros de los protagonistas en los debates por la liberalización y contra los subsidios, a la exportación de los europeos, y a la producción en EEUU. 4. La crisis se hizo manifiesta en 1994 en México, inaugurando una secuela devaluacionista que se reiteraría en las crisis de 1999 en Brasil y en 2002 en Argentina. La secuencia de crisis se asoció a otros procesos similares en el mundo para coincidir en un diagnóstico general de crisis y que a principios del Siglo XXI presenta datos elocuentes en los principales países capitalistas desarrollados, tanto en EEUU, como en Europa o Japón. Los países menos expuestos a la crisis, son precisamente aquellos que estuvieron más lejos de las recomendaciones de liberalización, tal como China. La crisis ha puesto en discusión las propias recetas formuladas por la corriente principal en política económica, a tal punto que las principales potencias del capitalismo desarrollado cerrarán el año 2003 con déficit fiscales entre el 4 y el 5% de sus respectivos países, tal como Francia, Alemania o EEUU. 5. Un dato relevante lo constituye la emergencia del sujeto popular en la resistencia a la globalización capitalista. El inicio en Chiapas surge en simultáneo con el comienzo del NAFTA y se proyecta en el encuentro internacional contra el neoliberalismo en la selva Lacandona. La batalla de Seattle y luego la organización en Porto Alegre del FSM en 2001, 2002 y 2003 para proyectarse en la India 2004 le da mayor organicidad a una protesta global contra el capitalismo de época. En la articulación de esta resistencia y las protestas locales es que deben encontrarse los elementos sociales y políticos que definen la nueva situación y potencialidad de América Latina y el Caribe para desarrollar una alternativa social, política y cultural. Un dato relevante lo constituye la extensión del movimiento de resistencia a la globalización neoliberal o capitalista al continente europeo e incluso Asia y Africa. De este modo puede hablarse de un movimiento mundial y de un programa de "altermundialización". Si a fines de los 60 y comienzos de los 70 surgió la ofensiva liberalizadora del gran capital, el cambio de siglo presenta en la escena de la lucha de clases global al movimiento de resistencia. II. La discusión del socialismo o la alternativa social y política 6. A comienzos de los 70 se discutía y se procesaba en la región la posibilidad de una sociedad alternativa, de un proyecto: el socialismo. Era una categoría disputada por fenómenos tan diversos, como la izquierda en armas o proyectos electorales, de los cuáles Cuba por un lado y Chile por el otro eran los más importantes. Al final de la década del 70, Nicaragua daba la razón a las armas, y su tránsito a la validación electoral los encontró derrotados. Luego de la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y en defensa de la capacidad de generar alternativa se convocó en el 90 en Brasil al Foro de partidos y movimientos de izquierda que luego se rebautizaría "Foro de San Pablo", rescatando la potencialidad de la alternativa socialista en su seno. Ya en 1991 se había definido una hegemonía en el interior del Foro que alentaba expectativas en procesos electorales en toda la región. Armas o elecciones seguía generando debates y expectativas en torno a lo alternativo. La desarticulación de la URSS impactó duramente en la potencialidad del socialismo y posibilitó el auge de las tesis "finalistas", entre ellas, el final del socialismo y el triunfo definitivo del capitalismo. Chiapas reavivó por un tiempo el debate sobre los métodos, pero a comienzos del Siglo XXI los interrogantes sobre el socialismo o una sociedad alternativa se comienza a instalar en la agenda de discusión. Es necesario que ese debate se integre a otros similares en otras regiones del planeta y no solo del SUR. La crisis del socialismo, derivada del derrumbe del este de Europa reabrió la perspectiva en discusión de nueva identidad a la alternativa política y forma parte de la discusión actual por darle contenido a la consigna "Otro mundo es posible". Bajo el lema sobreviven y disputan concepciones de reforma social y de transformación revolucionaria del sistema capitalista. 7. El principal desafío para pensar en alternativas es la constitución de sujetos. En sentido global, regional y local. Son ámbitos de articulación inseparables. Valga por ejemplo el impacto global de una lucha localizada como la del pueblo de Chiapas en 1994, o la del argentino a fines de 2001. O desde otro ángulo, todo lo que agregaron a la las luchas globales de Seattle o los encuentros de Porto Alegre a las dinámicas locales de resistencia e impugnación a las políticas hegemónicas "neoliberales". Sin sujeto no hay posibilidad de construcción de un proyecto alternativo. No es posible pensar en la potencialidad de Cuba, Venezuela, Brasil, El Salvador, Uruguay o la Argentina, sin la experiencia de resistencia al proyecto hegemónico sostenido por EEUU y las clases dominantes locales para la región. Durante años, la discusión sobre el sujeto del cambio remitía al papel de los trabajadores y su política de alianzas, con los campesinos en la revolución Rusa de 1917 y con el pueblo para el caso de Cuba en 1959. Los cambios operados en la relación capital trabajo en los últimos años y su secuela de desempleo, baja de los ingresos salariales y flexibilidad laboral ha modificado el panorama social y económico sobre los trabajadores, ya que ahora, la mayoría de los trabajadores son parte del desempleo, el empobrecimiento y la marginación. La explotación capitalista en el siglo XXI asume un nuevo nivel de subsunción del trabajo en el capital. El modo de producción capitalista reemplaza la forma fabril tradicional por 200 años para avanzar con flexibilidad, descentralización y nuevos desarrollos tecnológicos, materias primas y materiales para asegurar rentabilidad y disminución del conflicto con los trabajadores. Es un proceso acompañado con el debilitamiento de la respuesta organizada en sindicatos y por supuesto con la afectación de los partidos que tradicionalmente se asumieron como representación de la clase obrera, tanto los comunistas como los socialistas. El sujeto se extiende a una diversa categoría de la exclusión, como los sin trabajo, sin techo o sin tierra; sin educación o sin salud; pero también a aquellos que demandan desde su perspectiva de género o de minoría, tal caso del movimiento gay, lesbianas y travestis. Se podrá decir que todos los movimientos se subordinan en definitiva a la contradicción esencial sustentada en el ámbito de creación de la riqueza, donde sostenía Marx que se definía la "sociedad civil". Vale la mención, ya que la categoría Sociedad Civil se ha vulgarizado y utilizado en sentido general para identificar al "movimiento social" y al traer a colación la mención de Carlos Marx sobre el tema nos permite remitir el tema del sujeto a la variedad de la complejidad de la sociedad contemporánea, pero también a su radicación esencial en el seno de la subsistente relación de explotación. Claro que al hablar del sujeto, se deben considerar también el tema de las alianzas y ya no alcanza con señalara a campesinos o incluso a la genérica categoría de pueblo. La alianza planteada para definir al sujeto actual para el cambio articula la resistencia de los trabajadores y una diversidad de movimientos que incluye las reivindicaciones de los pueblos originarios, la cuestión de género o de las minorías sexuales, los derechos humanos, y la demanda de vivienda, tierra, hábitat, salud y educación, solo por mencionar los más difundidos. Un problema planteado en la construcción de esta articulación pasa por la falsa separación de la esfera política y la social, sostenida por aquellos que limitan a la "sociedad civil" al territorio de los movimientos sociales y a los partidos a la esfera de la "sociedad política" y el gobierno del Estado. Es una fragmentación de lo social y lo político que vuelve a poner el velo sobre los fundamentos económicos, políticos y culturales del funcionamiento del capitalismo. La base del funcionamiento capitalista está en la explotación, en acuerdo con las formas propias de cada momento del desarrollo, y desde allí emergen las expresiones culturales, sociales y políticas de la dominación. 8. Por eso es que también se necesita de una fuerza social y política que pueda disputar el gobierno del Estado, o incluso la construcción de poder popular al margen del Estado. Es un tema clave en el marco de la crisis de representación política que se vive en la región y en el mundo. Lejos está América Latina de las irrupciones recurrentes de los golpes de estado perpetrados por militares, pero es evidente que existe una fuerte inestabilidad política en la región, donde la imprevisibilidad es una característica que agrega inestabilidad a la perspectiva de desarrollo. Las respuestas que se asumen por parte del movimiento popular son diversas. En la disputa por el gobierno encontramos por lo menos dos situaciones diferenciadas. Una expresada en la realidad brasileña con una experiencia gubernamental construida desde una larga acumulación política sostenida desde fines de los 70, por movimientos de trabajadores y sociales, junto a la construcción partidaria (clásica) articulada en un frente electoral triunfante a fines de 2002. Otra derivada de la situación venezolana donde se construye representación política desde el liderazgo personal y son claras las falencias mediatizadoras entre la dirección del proceso político y la base social. En otro orden, la experiencia zapatista demarca otro aspecto de la fuerza política a desarrollar, centrado en la perspectiva emancipadora y menos orientado a la conquista del poder estatal y más centrado en formas de expresión del poder popular. Sin la simple y fácil asociación, puede considerarse en este plano la acumulación de poder alternativo por la insurgencia colombiana, o del movimiento social en diversos países, por ejemplo el caso de Bolivia y su resistencia a la privatización del agua (Cochabamba) y ahora a la venta del Gas. 9. Son entonces elementos determinantes la tríada: proyecto, sujeto y fuerza política. En la potencialidad transformadora de la región, no siempre ha coincidido la simultaneidad del trípode aludido. Convengamos que no es un problema regional y que tiene validez universal. Pensar en alternativa requiere la convergencia internacional de una dinámica social, política y cultural, hoy en proceso, que resuelva el desafío civilizatorio de construir la tríada. Son presupuestos básicos para pensar algunos lineamientos de política alternativa que se construyen cotidianamente en multiplicidad de resistencias, encuentros de movimientos, políticos e intelectuales, cumbres alternativas y reuniones diversas. Lo que está en cuestión es la lucha por el poder del Estado; la construcción de poder al margen del Estado; las formas de organización para la efectiva disputa por la hegemonía del desarrollo social, a nivel de cada país, regional y mundial; pero también se trata de definir la esfera central de confrontación, que creo debe centrarse en aquello que define a la sociedad civil según Marx: la relación de explotación. III. Lineamientos para una alternativa global 10. La opción definida por la hegemonía capitalista apunta a una convergencia internacional y coloca en el centro el análisis el "sistema mundial", es decir, un mecanismo de acumulación capitalista global, que articula dialécticamente las interconexiones con las economías regionales y nacionales, redefiniéndolas hacia formas de regulación de carácter histórico que son impulsadas por los capitales más concentrados a escala global. De allí que el análisis del sistema mundo no puede descartar las relaciones nacionales y nacionales sino incorporarlas en un esquema de acumulación cuyo escenario fundamental es el mundo. Así, el debate de la alternativa es también global en el sentido apuntado. No puede pensarse en soluciones nacionales o regionales aisladas, sino en la conformación de respuestas populares a la globalización neoliberal que contengan esta complejidad de escenarios y relaciones. Y de aquí surgen dos escenarios posibles de acción directamente relacionados a la conformación y lógica de funcionamiento del "sistema mundial". El primero, en la esfera mundial y el segundo en las esferas regional, pero fundamentalmente nacional. La acción en la esfera mundial implica la necesaria profundización de las luchas globales que se iniciaron con las movilizaciones de Seattle, en 1995, y cuya mayor expresión de organización hoy es el creciente Foro Social Mundial, con próximo escenario en Asia. Ello debe entenderse como la coordinación de lazos políticos, sociales, gremiales, culturales, etc, dirigidos a la organización y crítica a los preceptos fundamentales de la globalización neoliberal y sus estrategias concretas, hoy representadas por la OMC, el G7, el ALCA y otros. Su punto de partida es la concepción alternativa de un sistema mundial así como su accionar es la crítica a las concepciones del neoliberalismo y la práctica política de lucha en contra de sus instancias prácticas, a la vez que debe plantear alternativas viables de escala global. La segunda instancia que enunciamos, de carácter nacional debe articularse con proyección regional y mundial con la perspectiva de que Otro Mundo es Posible. Esta segunda instancia corresponde a la lucha que las organizaciones sociales, políticas, gremiales, culturales, sindicales, religiosas, etc., deben realizar y crecientemente realizan para desarticular y superar las relaciones de clases que sustentan los lazos de dependencia y la globalización neoliberal a nivel de los subsistemas de acumulación capitalista de "sistema mundial", es decir, los estados nacionales. Se trata de las luchas que han venido desarrollándose en diversos países en estos últimos años, y que en el caso de Latinoamérica han modificado la agenda que la política exterior norteamericana y europea reservaban para reciclar y renovar los mecanismos de dependencia económica y política en la región. La articulación entre instancias de lucha nacionales e internacionales es de carácter fundamental, ya que la instalación del neoliberalismo a escala mundial se ha producido en base a una retroalimentación de circunstancias mundiales y locales en base a las necesidades de acumulación del capital transnacionalizado en su fase actual. Pretendemos llamar la atención sobre los límites de programas alternativos de carácter nacional, pero también sobre su papel insustituible como parte de una estrategia de carácter global. América latina es una muestra cabal de la articulación de la deslegitimación a escala mundial del neoliberalismo como ideología hegemónica con las crisis regionales y nacionales y el avance de los movimientos sociales y políticos diversos, que desde la ventana abierta del Foro Social Mundial toman el mundo como escenario de construcción de un mundo nuevo y de inclusión para todos los pueblos. Si se piensa en términos de América Latina y el Caribe, la potencia de proyectos liberadores a nivel de cada país solo pueden tener efectividad si logran articulación regional, tal el caso p.e. del proyecto de moneda única en el cono sur. 11. Si la ofensiva del capital a fines de los 60 y comienzos de los 70 se definió por la "liberalización" y la organización de un conjunto jerárquico de organizaciones tradicionales (FMI, BM) y nuevas (OMC), todo bajo el comando del G7 ó G8 y las mediaciones de variadas iniciativas globales tales como el Foro Económico Mundial (Davos), entonces, la primera definición pasa por impugnar esa agenda y las iniciativas de ellas derivadas, tales como las que surgen de las rondas negociadoras de la OMC; las secuelas derivadas de las negociaciones del endeudamiento externo gerenciado por el FMI/BM; el ALCA y otros acuerdos similares de promoción comercial y de inversiones. El punto de partida para la alternativa es: – No al proyecto de liberalización que empuja el capital transnacional y los principales estados del capitalismo desarrollado, todos asociados a las demandas de las clases dominantes en el resto de los países: No a la OMC; No al ALCA; No al FMI. – Y al mismo tiempo generar condiciones para articular una propuesta alternativa de carácter global, que pueda comenzar por iniciativas globales reivindicadas desde cada país y movimiento. Pueden asumirse en este sentido las diferentes propuestas construidas en cumbres globales de años recientes, desde la reunión de Río en 1992 sobre medio ambiente y desarrollo sustentable, pasando por el encuentro de Copenhague en 1995 sobre el desarrollo social, o en el mismo año sobre la Mujer en Beijing y otras realizadas sobre la alimentación, la educación, la salud, la cultura, el racismo y otros problemas globales. 12. El proceso de liberalización impulsado desde los 70 y potenciado a comienzos del siglo XXI tiene eje en la circulación internacional de capitales. Es un proceso asociado a la criminalización de la actividad económica (fraude, corrupción, etc.), la evasión/elusión impositiva global y el endeudamiento externo de los países. Entonces, poner freno a todo ello implica: – Generar una serie de regulaciones al movimiento internacional de capitales (p.e. impuestos tipo Tobin) y restringir al máximo su movilidad estableciendo controles cambiarios. – Investigar, cercenar y eliminar la economía internacional del delito y la especulación, el tráfico de personas, armas, mercancías; el lavado de dinero, los paraísos fiscales y otras modalidades económicas como el contrabando y mecanismos internacionales de evasión y elusión fiscal que procesan verdaderas mafias globales. – Anular la deuda externa pública de los países empobrecidos (el llamado tercer mundo y el este de Europa). 13. Favorecer mecanismos internacionales para resolver la eliminación de la pobreza y resolver la generación de empleo. – Asegurar el aporte establecido internacionalmente del 0,7% del PBI de ayuda para el desarrollo. Para poco más de 20 países de la OCDE, este porcentaje supera los 150.000 millones de dólares anuales, cuando la cifra destinada para el desarrollo apenas alcanza a un tercio de ese valor. El fondo surgido por este y otros mecanismos para la eliminación de la pobreza y la generación desempleo y el desarrollo (p.e. Tax Tobin) podrán ser administrados por un ámbito a definir en el seno del Foro Social Mundial (FSM) o ámbito similar. Se estima entre 100.000 y 300.000 millones de dólares la recaudación global de un impuesto tipo Tobin. En este aspecto queremos enfatizar la posibilidad concreta de obtener recursos para la lucha contra la pobreza y el desarrollo alternativo. – Establecer impuestos que graven las actividades articuladas de las corporaciones transnacionales y que se apliquen a satisfacer necesidades sociales insatisfechas en acuerdo con las instancias de coordinación del movimiento de resistencia global (P.e. el FSM). Impuestos globales sobre las inversiones y las ganancias combinadas de las transnacionales. – Estimular la organización de cadenas de valor entre emprendimientos asociativos sin fines de lucro de países limítrofes y con capacidad de integrarse globalmente. Es una propuesta que trasciende el accionar de los estados nacionales y se asume como propuesta autónoma del movimiento social. A modo de ejemplo puede citarse la extensión del movimiento de recolectores y recicladores de basura en Argentina y Brasil, los que avanzan en procesos de encadenamiento de valor mediante el tratamiento de la basura. Son procesos que pueden articularse en una escala regional y que pueden contar con apoyaturas oficiales, no solo en materia presupuestaria, sino a través de la cooperación técnica y profesional. Se trata de vincular políticas de Estado con iniciativas del movimiento popular en el marco de la economía social o no lucrativa. 14. Impulsar nuevas funciones a los Estados Nación y a su articulación regional y mundial – Revertir el proceso de privatizaciones de empresas y servicios públicos con orientación en emprendimientos que promuevan el protagonismo popular en la toma de decisiones, articulando los intereses y necesidades de los trabajadores, usuarios y proveedores. A modo de ejemplo puede pensarse en los fondos de pensión y jubilación, que siendo constituidos por los aportes de los trabajadores, estos fondos son administrados por empresas privadas o el propio Estado, siendo posible la administración bajo formas participativas por los propios trabajadores e incluso establecer mecanismos de control estatal. – Instrumentar formas participativas en la toma de decisiones relativa a la colecta y asignación de recursos fiscales nacionales, provinciales o municipales. Las experiencias de presupuesto participativo, p.e. en Porto Alegre, dan muestra de la potencialidad económica, social y cultural de la participación popular en el manejo de los presupuestos públicos. – Asegurar la satisfacción de derechos integrales en materia de alimentación, salud, educación, vivienda y otros vinculados a la defensa del medio ambiente y la calidad de vida. Se trata de eliminar la concepción mercantil que significa el tratamiento de estos derechos humanos como servicios y sometidos a la lógica comercial y liberalizadora del capital, tal como surge de las negociaciones impulsadas por la OMC. – Propender a la cooperación internacional entre los Estados, a nivel regional y global, recuperando la categoría "integración" por sobre la de "mercado común". En ese sentido se puede pensar en políticas conjuntas de explotación de recursos e insumos estratégicos como el petróleo o el agua; el impulso a políticas e iniciativas compartidas tales como monedas regionales o ciudadanías extendidas entre grupos de países; o el aliento a un mayor intercambio cultural y especialmente en el estudio del idioma, especialmente el portugués y el español en América Latina y el Caribe. En este sentido puede ser de utilidad avanzar en la constitución de Parlamentos regionales que fomenten la participación popular en la toma de decisiones, generalizando p.e. mecanismos de democracia semi directa, tales como plebiscitos o consultas populares vinculantes sobre temas estratégicos y que hacen a la calidad de vida de la población. 15. Recuperar la concepción de un Nuevo Orden Mundial. – Nueva arquitectura del sistema financiero mundial y de los mecanismos globales de promoción del comercio, las inversiones y el desarrollo tecnológico. – Establecimiento de un balance de necesidades y capacidades sociales y económicas globales para una integración alternativa al modelo Norte Sur que emerge de la desigual situación mundial actual. – Reorganizar el sistema mundial desterrando el uso de la violencia derivada de la situación hegemónica de una o varias naciones. – Favorecer el libre movimiento de las personas al tiempo que se generen condiciones socio económicas para resolver localmente la satisfacción de necesidades. – Defender el sostenimiento de las condiciones medio ambientales. – Propender a una cultura de la cooperación y solidaridad internacional. IV. A modo de conclusión Los lineamientos que hemos presentado constituyen un primer borrador a completar. Algunos aspectos enunciados y otros ausentes, que es necesario incorporar, son parte de un programa que levanta el movimiento popular de resistencia que lucha por otro mundo posible. Se trata de un movimiento que está construyendo su identidad y propuesta, conteniendo en su seno pluralidad de enfoques y alcances de una resistencia que se presenta ora anti neoliberal, ora anticapitalista y que no siempre articula las dimensiones sociales y políticas. Teniendo en cuenta la ofensiva guerrerista de la potencia hegemónica, la agenda descripta es parte del desafío de la humanidad a comienzos del Siglo XXI. Octubre de 2003 * Julio C. Gambina. Profesor Titular de Economía Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP (adherido a CLACSO). Miembro del Consejo Académico y Director de ATTAC-Argentina. Director del Centro de Estudios de la Federación Judicial Argentina, CEFJA (adherido a CTA). Director del Instituto de la Cooperación, IDELCOOP.
https://www.alainet.org/es/articulo/109006
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