El viejo subdesarrollo está de cumpleaños —65 años de existencia—

20/01/2014
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De un día para otro, cientos de millones de personas fuimos clasificados en la categoría llamada “Subdesarrollo”. El término se dice que ya había sido planteado por Wilfred Benson en 1942 y Arthur Lewis en 1944; pero toda palabra o concepto en estos tiempos para su impacto depende de quién y dónde se pronuncie. Así, que el 20 de enero de 1949 el trigésimo tercer presidente de Estados Unidos Harry S. Truman acuñó la expresión como una especie de continuidad de aquellos calificativos procedentes del período de ‘conquista’ europeo cuando se nos llamó, primitivos, salvajes, cuasi humanos, incultos, bárbaros, incivilizados, inferiores y hasta monos. Con la ‘conquista’ —aunque algunos prefieren decir invasión— se inició un período de ‘progreso’ según el discurso hegemónico de dominación para los países recién ‘descubiertos’. Cinco siglos después, con el presidente Truman se disfrazó la dicotomía civilizados – primitivos por la de desarrollados – subdesarrollados. Con esta nueva denominación aceptada casi de forma inmediata en todas partes del mundo, se han impulsado más de seis décadas del llamado ‘desarrollo para la modernidad’. El ‘desarrollo’ es tan ambiguo, flexible o adaptable que llega a significar cualquier cosa, “desde levantar rascacielos hasta instalar letrinas, […] es un concepto de un vacío descomunal” dice Wolfgang Sachs (1992).
 
Permítanme ser utópico y expresar un poco de indignación ética con respecto a lo que sucede en nuestro país. Para superar aquella denominación impuesta llamada ‘subdesarrollo’ en 1949, a países como Honduras le dijeron que debíamos insertarnos en las sendas del ‘desarrollo’, un concepto pegajoso que alude tanto a la instalación de fogones mejorados como a las artificiales y prohibitivas “Islas Palm” en Dubái; ambos ejemplos son catalogados en el discurso imperante como ‘desarrollo’. Los países latinoamericanos no fueron siempre ‘subdesarrollados’, tampoco pobres, muchos de ellos buscaban por su cuenta su propio destino; de hecho, la palabra pobreza en la antigüedad no siempre fue el opuesto de rico. Majid Rahnema menciona que en muchas culturas del mundo el pobre era aquel quien sufría de “la exclusión de la propia comunidad, el abandono, la debilidad o la humillación pública”, incluso el concepto “pobre” podía aplicarse al dueño de una propiedad libre de impuestos. Para superar las condiciones de ‘subdesarrollo hay que ser desarrollado’ nos dicen frecuentemente, porque este se concibe como una meta a la cual países como Honduras nunca llegarán. Plantearse el ‘desarrollo’ como meta, es realmente aceptar una condición tácita de ‘subdesarrollo’.
 
 
- Jorge H. Orellana P.es Aprendiz de Pensador Independiente
 
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