No hay razones humanitarias, éticas ni jurídicas para conceder el indulto a Fujimori

07/04/2013
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En los últimos días, el indulto a Fujimori ha copado nuevamente la agenda pública.  En esta oportunidad, las razones para declarar improcedente el pedido se han impuesto sobre las que impulsan la concesión de dicha gracia presidencial. El debate de estos días ha dejado claro que -en este momento- no existen razones humanitaria, éticas ni jurídicas para conceder un indulto humanitario al ex Presidente condenado en un proceso justo por el asesinato de 25 personas y la comisión de diversos actos de corrupción.
    
 El artículo 31° de la Resolución Ministerial N° 0162-2010-JUS (norma que regula la concesión de gracias presidenciales, entre ellas el indulto humanitario) establece que sólo se recomendará el indulto por razones humanitarias en los siguientes casos: a) Los que padecen enfermedades terminales, b) Los que padecen enfermedades no terminales graves, que se encuentren en etapa avanzada, progresiva, degenerativa e incurable; y c) Los afectados por trastornos mentales crónicos, irreversibles y degenerativos (en ambos, además, las condiciones carcelarias deben colocar en grave riesgo la vida, salud e integridad del condenado).
    
  De acuerdo con el informe de la Junta Médica Penitenciaria que evaluó a Fujimori, la situación de salud del ex Presidente no calza en ninguno de los supuestos regulados por la disposición legal citada anteriormente.  El informe concluye que no tiene cáncer (“cáncer de lengua oral y displasia recurrente de lengua oral operados sin evidencia actual de enfermedad”) ni ninguna otra enfermedad  grave que fundamente la concesión de un indulto humanitario. La depresión no es fácil de sobrellevar pero -como han referido diversos especialistas- es casi siempre tratable.
    
 Los que impulsan la concesión del indulto saben que no hay razones para conceder dicha gracia presidencial y por ello se han visto en la necesidad de cambiar de estrategia. Han dejado de lado los argumentos y ahora lo quieren a la fuerza. Han pasado del argumento de la enfermedad terminal a razones que no tienen nada que ver con la situación de salud del ex Presidente: el 55% de la población está a favor, Fujimori no es cualquier ciudadano es un ex Presidente, el país está polarizado, “un país a la espera de algo no es conveniente”, entre otros. No piden un derecho, ahora exigen un privilegio.
    
 Para conseguir este privilegio se han enfrascado en la tarea de afirmar y repetir una nueva mentira: Humala no tiene límites para otorgar el indulto y puede conceder esta gracia  legítimamente a quien le dé la gana. Mentira, como la enfermedad terminal. El TC ha señalado en diversas oportunidades que la concesión del indulto está sujeta a límites. “La gracia presidencial deberá ser concedida por motivos humanitarios, en aquellos casos en los que por la especial condición del procesado (por ejemplo, portador de una enfermedad grave e incurable en estado terminal) tornarían inútil una eventual condena (…) la concesión de la gracia presidencial en un caso en el que el que la situación del procesado no sea distinta a la de los demás procesados y no existan razones humanitarias para su concesión, será, además de atentatoria del principio de igualdad, vulneratoria de los fines de las penas (…), fomentando la impunidad en la persecución de conductas que atentan contra bienes constitucionalmente protegidos” (EXP. N.° 4053-2007-PHC/TC). Más claro ni el agua.
    
  El informe de la Comisión de Gracias Presidenciales no es vinculante pero Humala no puede ir más allá de la Constitución. Lo sabe el Presidente y lo saben los que hoy lo presionan para conceder el indulto.
    
 Ningún peruano debería morir en la cárcel. Fujimori tampoco y, para tranquilidad de él y su familia,  según el informe médico de la junta que lo evaluó ello no sucederá por el momento. El Presidente Humala debe tener presente que indultar a Fujimori en estas circunstancias implicaría un grave retroceso en el fortalecimiento de la democracia. La concesión del indulto a Fujimori en estas condiciones no sería más que un vergonzoso mecanismo de impunidad con un saldo de muchos perdedores (la institucionalidad democrática, los familiares de La Cantuta y Barrios Altos, el Estado de Derecho, entre otros) y un solo ganador: el fujimorismo.
    
 Diario La República, Lunes, 08 de abril de 2013
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