Elecciones presidenciales en Ecuador:

Correa y la Revolución Ciudadana quieren ganar en primera vuelta

15/02/2013
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El domingo se vota en Ecuador y el presidente Rafael Correa va por más. No sólo quiere ganar en primera vuelta sino también obtener una mayoría en la Asamblea Nacional. Su objetivo es profundizar la Revolución Ciudadana.
 
Correa es un economista que aún no cumplió los 50 años y gobierna Ecuador desde enero de 2007. Por su sesgo ideológico se ubica en la izquierda del espectro latinoamericano; militan en el mismo espacio que sus colegas de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Dominica, Antigua y Barbuda, y San Vicente y Granadinas, con los que comparte la Alianza Bolivariana de Nuestra América (ALBA). El proceso político que conduce desde el Palacio de Carondelet, en Quito, fue bautizado como Revolución Ciudadana.
 
En duras peleas con las políticas injerencistas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con la Chevron y otras petroleras, y con la prensa monopólica, el presidente pudo adoptar medidas al servicio de su pueblo.
 
Entre otras cosas renegoció los contratos petroleros y de esa forma tuvo ingresos para hacer una importante inversión social y en infraestructura, como carreteras y recuperación del tren. La educación pública recibió importantes partidas y los más humildes empezaron a cobrar un bono mensual de 35 dólares, recientemente aumentado a 50.
 
Esas políticas permitieron disminuir la pobreza del 37,6 por ciento en 2006, al 25,3 por ciento en junio de 2012, según la ministra coordinadora de Política Económica, Jeannette Sánchez. La economía tuvo un rendimiento más que aceptable, porque el PBI creció en promedio 4,3 por ciento anual en estos seis años de correísmo. No sólo sus partidarios sino incluso muchos de quienes no lo son reconocen en el presidente un factor de estabilidad democrática. Este es un aspecto positivo en un país que tuvo tres presidentes en poco tiempo, destituidos sin concluir sus mandatos, como Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.
 
Correa en cambio está completando su primer mandato de seis años y va a disputar el domingo 17 el segundo de cuatro años, luego de haberse reformado la Constitución en 2008. Se podrá estar o no de acuerdo con todo lo actuado y evidentemente muchísima gente sí lo está, según lo que vaticinan las encuestas: se estima un triunfo suyo en primera vuelta con un 50/60 por ciento de votos.
 
Su Alianza lleva el número 35 de lista. El deletreo de esta formación da una idea de su contenido: Patria Altiva i Soberana (PAIS). “Vótenla todita a la 35”, pidió el presidente en las últimas concentraciones. La campaña fue tranquila, a excepción de un acto en Quinindé, provincia de Esmeralda, donde un demente o drogado apuñaló a varios concurrentes, muriendo dos personas, tras lo cual fue detenido.
 
Oposición dividida
 
La campaña electoral comenzó el 4 de enero pasado, para el oficialista PAIS y otras siete agrupaciones de la oposición, que a diferencia de Venezuela donde concurrió agrupada detrás de un solo presidenciable, en Ecuador se dispersó en siete.
 
Diez días más tarde Correa pidió una licencia para poder hacer la campaña, delegando el cargo en el vicepresidente, Lenin Moreno. Desde entonces hasta este jueves, cuando cerró el proselitismo con un acto en una barriada popular de Quito, estuvo de recorrida.
 
Pidió a la población votar “todita la 35” porque en este comicio no sólo está en pugna la fórmula presidencial y el vice sino también los 137 cargos de la unicameral Asamblea Nacional. PAIS tiene actualmente un bloque mayoritario de 58 legisladores, pero necesita diez o más propios para tener mayoría propia. Y esta carencia hizo que durante estos últimos cuatro años hubiera una serie de leyes muy importantes, como la ley de Comunicación, similar a la ley de medios de Argentina, ferozmente resistida en el recinto por la oposición conservadora alimentada por los dueños de medios privados.
 
Esa norma legal así como otros proyectos de reforma agraria, de un Código Ambiental y otras iniciativas del gobierno están demoradas en el parlamento, por los intereses de la oligarquía que se sienten afectados por la Revolución Ciudadana. El domingo puede ser el momento del quiebre de esa obstinada oposición, si es que la mayoría reafirma en las urnas su adhesión al gobierno.
 
Eso es lo que está en juego, más que la disputa presidencial, que parece ganada por Correa. La encuestadora Market señaló que éste encabezaba la intención de voto con el 59,4 por ciento y que en segundo lugar estaba el ex banquero Guillermo Lasso, del Movimiento Creando Oportunidades (CREO), con el 11,6 por ciento.
 
Detrás de él encolumnaban el ex presidente Lucio Gutiérrez, militar retirado, del Partido Sociedad Patriótica, con el 5,3 por ciento; Alberto Acosta, ex aliado de Correa, que concurre por la Coordinadora de las Izquierdas (MDP y Pachakutik), con 3,1 por ciento; el empresario bananero Álvaro Noboa, del derechista Partido Renovador Institucional, con 3,0 por ciento; Mauricio Rodas, del Movimiento Sociedad Unida Más Acción, con 1,4 por ciento; el pastor evangélico Nelson Zavala, del Partido Roldosista Ecuatoriano, donde van como candidatos dos hijos del destituido Bucaram, con el 1,0 por ciento y finalmente Norman Wray, del Movimiento Ruptura, con apenas 0,9. Se votará en las 24 provincias y están en condiciones de ejercer este derecho 11 millones de ciudadanos. Además se eligen cinco diputados del Parlamento Andino (Parlandino).
 
El presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Domingo Paredes, advirtió que existe la intención de desestabilizar los comicios del 17 de febrero y deslegitimizar sus resultados. Será difícil que lo logren, por la abismal diferencia de votos, la labor del CNE y de 320 observadores de la OEA, Unasur, Unión Africana, Liga Árabe y el Parlamento Andino.
 
Ir por más
 
Correa ha declarado que si los resultados electorales lo acompañan piensa profundizar la Revolución Ciudadana. Abriendo el paraguas antes que llueva, la prensa oligárquica ecuatoriana –y su colega “La Nación” de Buenos Aires-, han dicho que esa victoria supondrá nuevos ataques “contra la libertad de prensa”.
 
Esos intereses, así como su entidad rectora, la SIP, están preocupados de que ese triunfo amplio pueda destrabar en el parlamento la Ley de Comunicación. Se trata de una norma democrática y que apenas se mete en el tema contenidos, puntualmente para prevenir la apología de la violencia en horarios de niños y adolescentes. El reciente apuñalamiento y muertes en el acto proselitista de Quinindé, volvió a darle la razón en tal sentido al mandatario.
 
La agencia cubana Prensa Latina, en un despacho del 8 de febrero, informó de los detalles del nuevo programa de gobierno de Correa para 2013-2017, que se llama “Gobernar para profundizar el cambio en Ecuador”. En un reportaje con la agencia, el secretario de Planificación y Desarrollo, Fander Falconí, manifestó que uno de los ejes del programa es “ir hacia el fin de la pobreza, no a una reducción gradual, sino entrar en políticas para su erradicación y alcanzar igualdad social mediante formación de capacidades”. El documento enfatiza la transición hacia un socialismo del Buen Vivir, recalcó el miembro de la Dirección Nacional del Movimiento PAIS, y entre sus puntos sustantivos está “acabar con el Estado burgués y cambiar las formas de producir”.
 
Falconí también incluyó los objetivos de alcanzar la soberanía energética y avanzar hacia una “verdadera Revolución Agraria, en sus dos sentidos: un mejor proceso redistributivo y mejora de la productividad”.
 
En coincidencia con esos postulados, otra dirigente, Paola Pabón, candidata a la Asamblea Nacional, expuso esta lista de prioridades para el nuevo período: ley de Comunicación, reforma agraria, reforma del Código Penal, nuevo Código Ambiental, ley sobre electricidad y reforma del sistema de seguridad social.
 
Por cierto que avanzar en esta dirección supondrá en algunos tramos caminar sobre terreno minado porque los intereses ya afectados y los que nuevos tengan que ceder privilegios a favor de ese rumbo democrático y tercermundista seguramente van a reaccionar. Y pueden hacerlo con violencia. Mucho más si sus opciones electorales han sido derrotadas.
 
Una muestra de ese odio decuplicado a Correa ya se vio en setiembre de 2010, cuando hubo un golpe de Estado motorizado por sectores de la policía y casi acaba en un magnicidio. Ahora aflora otro foco de pataleo y desestabilización de las multinacionales, luego que la norteamericana Chevron acudiera a tribunales internacionales para negarse a pagar una indemnización de 19.000 millones de dólares por contaminación de Texaco (firma que absorbió) en la Amazonía ecuatoriana.
 
La oposición del presidente al Banco Mundial y el FMI, así como su salida del tribunal arbitral del CIADI, que funciona en la órbita del primero, anticipa durísimos conflictos de la nación del general Eloy Alfaro con el imperio. Este y sus aliados internos quieren que Correa termine en la hoguera, como aquel general patriótico y cinco de sus camaradas en 1912.
 
Pero afortunadamente, como dice el mandatario, América Latina vive un cambio de época y en este tiempo a Washington no le resulta tan sencillo mandar por medio de dictadores o presidentes de pacotilla.
 
 
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