“A llorar al cementerio”

24/10/2012
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40 meses de humillación y desprecio bajo el concepto de beneficios humanitarios; es lo que pudiera considerarse el comportamiento de la Asamblea Nacional de Diputados y del presidente Ricardo Martinelli con las medidas impopulares implementadas contra una población sana, buena, pacífica y desprotegida, como lo es la población panameña.
 
Se implementan programas presuntamente benefactores y se hacen aumentos salariales para lograr el beneplácito de los beneficiarios, para lograr de esos ciudadanos adhesión, sumisión y apoyo personal incondicional.
 
Política utilizada por los españoles cuando intercambiaban espejitos por oro. La población aún no aprende a distinguir un líder de un dictador y mucho menos de un tirano.
 
Si a los empresarios de Colón no les interesa la venta de los terrenos de la Zona Libre; si los colonenses rechazan la venta de sus tierras; si la población panameña, de frontera a frontera repudia al que lanzó la frase: “a llorar al cementerio”, así como el exceso de viajes y posiciones encontradas y contradictorias del César de Panamá; entonces, ¿por qué se sigue reprimiendo al pueblo de Colón?
 
Algunos nos preguntan por qué las revueltas en Colón y quién es responsable de ello. Pues bien: Responsable, el Gobierno, pero culpables: Los panameños. Todos los panameños. ¿Por qué? Porque actuamos como islas. Nada nos preocupa hasta cuando nos toca personalmente a cada uno.
 
Parafraseando al pastor luterano alemán Martin Niemöller: Cuando protestaron los maestros nadie los apoyó. Al fin, no somos maestros. Cuando los médicos hicieron huelga la población no los apoyó, porque no somos médicos. Cuando los técnicos de salud exigen aumento salarial, porque ganan menos que un conductor, nadie los apoya, porque no somos técnicos de salud.
 
Cuando los obreros de la construcción o estudiantes protestan o cierran las calles por el alto costo de la vida, nadie los apoya, solo la Policía los reprime.
 
Cuando los aborígenes de “Bocas Del Tuerto” y “Chiriquí Muerto” protestaron contra la “feria de hidroeléctricas”, nadie los apoyó, porque vivimos en ciudades; al final ese era un problema de los indios. Ahora como la Zona Libre está en Colón, el problema es de los colonenses, y no somos negros ni colonenses.
 
Ya tratarán de vender el Canal de Panamá, con todos nosotros dentro, y como no hemos apoyado a los indígenas, negros, médicos, educadores, estudiantes o trabajadores, será demasiado tarde ver lo que pudimos haber hecho todos juntos, por un mejor país. Cuando queramos mirar atrás, ya seremos una lata más de los súper 99. Nadie vende lo que tiene para vivir del aire y quedar pidiendo. El país no se merece una dictadura. Dios te salve, Panamá.
 
Publicado en El Siglo, jueves 25 de octubre de 2012
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