Los Cinco y la piñata de Radio y TV Martí

30/07/2012
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Se han cumplido ya once años desde la injusta condena a los cinco patriotas cubanos. Durante el juicio, que duró 194 días, desde el 27 de noviembre del año 2000 hasta el 8 de junio de 2001, numerosos periodistas de los medios de Miami recibieron dinero del gobierno a través del “U.S. Office of Cuba Broadcasting” que tiene a su cargo a Radio y TV Martí.
 
Contra toda norma ética, el mismo gobierno que juzgaba a los Cinco era el que pagaba a periodistas para alimentar campañas de odio que hacían imposible un juicio justo en la ciudad de Miami. Además, los pagos violaban leyes federales que prohíben la propaganda encubierta (1) dentro del territorio de Estados Unidos.
 
El Comité Nacional por la Libertad de los Cinco ha documentado sólidamente gran parte de estos pagos ilícitos, a pesar de que la agencia oficial de propaganda del gobierno (“Broadcasting Board of Governors”) y su oficina de transmisiones a Cuba (“Office of Cuba Broadcasting”) se han negado obcecadamente a entregar los documentos solicitados  al amparo de la Ley de Libertad de Información (“Freedom of Information Act”). Actualmente existe sobrada evidencia de que un grupo numeroso de periodistas de Miami, a través de la prensa escrita, la radio y la televisión, envenenaron el ambiente del proceso judicial contra los Cinco mientras recibían secretamente fondos federales.
 
Pero la remuneración a los periodistas involucrados no se limitó a los pagos mencionados. Apenas dictadas las sentencias contra los Cinco y en medio del júbilo por haber puesto una vez más al sistema de justicia y a la política exterior  de Estados Unidos al servicio de las pasiones e intereses del sector más reaccionario del exilio, la administración Bush les entregó Radio y TV Martí, con sus 25 millones de dólares de presupuesto para que, como botín de vencedores, como piñata de la infamia, se repartiese entre los campeones del periodismo mediatizado.
 
No se apagaba todavía el eco de las crueles e inconcebiblemente largas condenas contra los Cinco, cuando el presidente George W. Bush nombraba a Salvador Lew, veterano de la propaganda  anticubana en la radiodifusión de Miami,  como Director de la “Office of Cuba Broadcasting”. Lew, a quien considero no obstante un hombre honrado, se vio envuelto en circunstancias que hoy seguramente no serían de su agrado.
 
Lew ocupó el cargo en julio de 2001, a sólo un mes de terminado el juicio. A pesar de ser considerado por muchos como moderado, tal vez por el contraste que se produce entre un hombre con amplia experiencia y dominio del oficio frente al periodismo habitual de vociferación e iracundia de Miami,  de inmediato contrató o en algunos casos renovó los contratos, a más de 20 comunicadores de la línea dura anticastrista, quienes ocuparon los cargos de mayor importancia y salario en Radio y TV Martí, unos como “freelancers” y otros como integrantes fijos de la nómina.
 
El premio mayor lo recibió el Director de Radio Mambí, Armando Pérez Roura, con la retransmisión por la emisora del gobierno de sus programas “Tome Nota” y “La Peña Mambisa”. De Radio Mambí habían salido, en la esfera de la radiodifusión, las manipulaciones más delirantes  y los más furibundos ataques durante el juicio a los Cinco.
 
Del “segundo premio” resultó ganadora Nancy Pérez Crespo, Directora de Nueva Prensa Cubana, agencia de noticias que contribuyó también a envenenar la atmósfera contra Cuba y contra los Cinco. Además de su espacio habitual en WAQI, 710 AM, Crespo recibió media hora en Radio Martí para conducir un show de entrevistas a disidentes dentro de la isla.
 
A Olga Connor, columnista de El Nuevo Herald, incluida entre los diez periodistas denunciados por Corral (2) por recibir ilícitamente fondos federales, le concedieron la dirección de un programa de arte en Radio Martí.
 
Entre los premiados por su línea dura y el éxito logrado con las condenas de los Cinco mencionemos, además, a Santiago Aranegui, comentarista de Radio Mambí, Luis Zúñiga, que pasó de la Fundación Nacional Cubano-Americana al grupo disidente Consejo por la Libertad de Cuba, Pablo Alfonso y Wilfredo Cancio Isla.
 
En pocos meses, debido al exceso de personal contratado, a veces creando duplicidad de funciones, el presupuesto asignado al pago de salarios corría riesgo de agotarse y fue necesario despedir o relegar a cargos inferiores a una buena parte del antiguo personal.
La irrupción vocinglera de los “premiados” no se produjo sin resistencia de la burocracia anterior. En su artículo “El jefe de Radio Martí crea mucha estática”, Elaine De Valle (3) refiere que cuatro mujeres presentaron demandas por discriminación, y cita las quejas de Enrique Patterson quien, “por principio”, no admitía que le rebajasen el salario.
 
Digamos de paso que, a través de su historia y debido precisamente a irregularidades como éstas, por llamarlas de algún modo, Radio y TV Martí han batido récords de investigaciones federales, auditorías, inspecciones, revisión de programaciones, etc.; aunque los violadores nunca han sido sancionados y su agenda ha sido siempre la misma: promover la subversión en Cuba.
 
Entre las “hazañas” realizadas por Radio y TV Martí en esta etapa de su lamentable existencia  se cuenta la edición aviesa de algunos comentarios de Jorge Castañeda, Ministro de Relaciones Exteriores de México durante la administración de Vicente Fox, que hizo creer equivocadamente que el gobierno mexicano ofrecía asilo en su sede diplomática en La Habana a todos los cubanos que deseasen abandonar la isla. La manipulación generó un grave incidente a las puertas de la Embajada en febrero de 2002.
 
Es probable que el temor a la divulgación de este cúmulo de irregularidades  sea la causa principal que determina la renuencia del gobierno a entregar la información solicitada por el Comité por la Libertad de los Cinco, otras instituciones y los abogados de la defensa.
 
Los que en Miami aspiran –y son muchos- a desempeñar un papel relevante en una hipotética Cuba del mañana, valoran altamente la posibilidad de conducir o participar de algún modo en las transmisiones hacia la isla. Es la oportunidad –piensan ellos- de comenzar a ser conocidos donde nadie los conoce (y donde –añadiría yo- nadie tiene interés en conocerlos).
 
Para la ultraderecha de Miami en su conjunto, disfrutar de la dirección de Radio y TV Martí es importante no sólo desde el punto de vista económico sino también porque le permite imponer una programación en armonía con su agenda intolerante y extremista, sin espacios para acercamientos, negociaciones ni diálogos. Por otra parte, al controlar los instrumentos de información y propaganda, sustrae del gobierno de Estados Unidos la capacidad de dictar la política exterior con respecto a Cuba.
 
Lo irónico de esta situación es que las transmisiones de Radio y TV Martí, violatorias de los códigos internacionales, son interceptadas eficazmente en la isla por  técnicos cubanos. De TV Martí se dice que es “la TV que no se ve” y la audiencia de su jimagua radial es prácticamente nula. En términos capitalistas de “costo-beneficio” las transmisiones hacia Cuba constituyen una carga para el contribuyente norteamericano sin resultado alguno. En realidad, no cumplen otra función que no sea la de complacer a la derecha recalcitrante de Miami a cambio del apoyo electoral con su dinero, sus votos y sus trampas.
 
NOTAS:
(1)   La U.S. Government Accountability Office (GAO) define la propaganda encubierta como información que se origina en el gobierno, éste no se la atribuye y se publica desde otras fuentes.
(2)   Oscar Corral: “10 Miami Journalists Take U.S. Pay”, The Miami Herald, Sept. 8, 2006.
(3)   Elaine de Valle: “Radio Marti boss creates lots of static”, The Miami Herald, Mar. 31, 2002.
https://www.alainet.org/es/active/56874
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