Psicología de la represión

05/06/2011
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Cuando en el contexto inmediato observamos que las luchas sociales del país son reprimidas con lujo de sadismo y profundo desprecio por la vida de hombres, mujeres y niños, no podemos menos que salir al encuentro de este fenómeno consultando textos que nos permitan esclarecer los motivos que refrendan tales conductas propias de la instintividad animal y su cacería bestial.
 
Dos serán las vertientes que pueden resolver el enigma del problema de la psicología de la represión en un país como Honduras, determinado ahora por la sucedaneidad de un golpe de estado promovido por Estados Unidos, la empresa privada y los partidos políticos.
 
El pavor que tienen de perder los privilegios de la explotación y el dominio colonial los conduce a   proseguir el proceso de represión continua, el plan de destrucción del movimiento popular hondureño y la necesidad de reforzar la dictadura de clase explotadora a sangre y fuego.
 
El imperio se juega en Honduras su plataforma de seguridad hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. No puede distraerse si siquiera un segundo con este traspatio que constituye el territorio y población hondureños.
 
Una primera vertiente es la ideología que propone la lucha de clases en una sociedad determinada. La segunda vertiente es el uso de la psicología marxista propuesta por Erich Fromm mismas que trataremos de desarrollar brevemente en este trabajo.
 
La lucha de clases en Honduras
 
Los textos clásicos marxistas han insistido siempre que la historia de las sociedades divididas en clases antagónicas, es la historia de la lucha de clases. Este principio debe ser tomado en cuenta para entender a lo largo de la historia de la lucha de clases en Honduras cuáles han sido verdaderamente las contradicciones de clase que determinan el presente y esbozan el futuro nacional.
 
Los opresores y los oprimidos se han enfrentado en la historia nacional siempre, y los vértices de esas confrontaciones son: la resistencia indígena ante los españoles, la lucha de Morazán por organizar un Estado independiente, la huelga del 1954 y la Resistencia ante el golpe de estado de 2009. Es importante señalar que las consecuencias de estos movimientos populares masivos han permitido desviar el curso de la historia.
 
Es el historiador Longino Becerra quien ha establecido con claridad esa lucha histórica, por ejemplo, con respecto al primer momento de la Resistencia Nacional, expresa: “La llegada de los españoles a Honduras significó una brusca ruptura de la formación económica social que tenían nuestros indígenas…La institución que se llama propiedad privada sobre los medios de producción a nuestro país fue introducida durante la conquista española…el polo de clase de la formación económica social que nacía, adquirió la siguiente estructura clasista: colonizadores peninsulares y terratenientes feudales, de un lado; y esclavos negros e indígenas y semi siervos de la tierra, del otro lado. Con esa dualidad antagónica surgía en nuestro país la lucha de clases.”
 
En el siguiente período de la resistencia histórica nacional, la figura de Morazán constituye el emblema de la causa revolucionaria centroamericana. Dice Becerra sobre Morazán: “Por esa razón, es decir, porque Morazán fue un auténtico revolucionario de la época que le tocó vivir, sus principales enemigos fueron los aristócratas criollos, herederos de las relaciones feudales introducidas por los colonialistas peninsulares, y el clero recalcitrante, aliado de los anteriores y de los mismos colonialistas. Aristócratas y curas se unieron en un frente común para dar batalla contra todo lo que tuviera ligeros asomos de independencia y expresara, de algún modo, el ideal vanguardista de aquel tiempo.”
 
Con respecto al otro epítome de la Resistencia Nacional, identificada como Huelga Bananera de 1954, dice Becerra: “El continuismo de Carías, como hemos dicho, significaba, desde el punto de vista económico, la conservación de la estructura del capitalismo dependiente, establecida a partir de la reforma liberal de 1876, y desde el punto de vista político, el mantenimiento en el poder del grupo oligárquico dirigido por los latifundistas semi feudales. El hecho de que en 1949 se haya decidido el cambio del dictador y la sustitución del mismo por Juan Manuel Gálvez, en nada modificó la situación, ya que, si bien Gálvez rompió con el tradicionalismo más crudo para seguir una línea modernizante, propia de la burguesía intermediaria, con ello era imposible que se produjeran cambios sustanciales. A causa de eso, el proletariado hondureño, con sus destacamento entonces más importante: los trabajadores bananeros, asumió la pelea por imponer algunas transformaciones básicas en el país, favorables a sus intereses, pero también de beneficio para todo el pueblo hondureño.
 
El 9 de julio, después de 66 días, terminó la huelga al firmarse un convenio con exiguas concesiones a los trabajadores, basadas en la oferta del 1 de julio, es decir, un incremento salarial de L0.05 a L.0.10 por hora y una gratificación de L 40.00 para los trabajadores que se reincorporaran de inmediato a sus labores. El hambre, la represión policial, las intrigas y la traición lograron, por fin, quebrantar la voluntad de lucha de los obreros. Sin embargo, si bien éstos no obtuvieron de inmediato lo que se proponían, con su acción cambiaron el curso de la historia hondureña. El movimiento obrero fue legalizado, se emitieron nuevas leyes de carácter social y, sobre todo, a raíz de la huelga surgió la posibilidad de un cambio en el esquema de las clases gobernantes…”
 
Estas conclusiones de Becerra son prácticamente la prueba de la afirmación siguiente: “El progreso social no existiría sin la lucha de clases, estableciendo aquí que, por regla general, el desarrollo progresivo de la sociedad se verifica con mayor rapidez cuando la lucha de las clases de los oprimidos contra sus opresores, es intensa y bien organizada” (Víctor Afanasieva, Fundamentos de Filosofía, Editores Mexicanos Unidos, México, 2005, pág. 297 y7 ss).
 
Se debe afirmar que la lucha de clases antagónicas se realiza a través de tres formas esenciales, la lucha económica, la lucha política y la lucha ideológica. Todas ellas complejas y muy escabrosas en el decurso de la historia.
 
El movimiento de Resistencia Nacional, producido por el golpe de Estado del año 2009, es el producto de una agudización extrema de la confrontación y decisión política, económica e ideológica de la burguesía nacional, que bajo los auspicios del imperialismo norteamericano, tomando al ejército como su instrumento de fuerza para desbaratar el empuje de las fuerzas sociales progresistas de Honduras, asestó el golpe de Estado de acuerdo con los manuales que la Oficina Central de Inteligencia yanqui establece para evitar la conquista del poder por parte de la democracia popular.
 
El movimiento de Resistencia Popular que ha surgido expresa actualmente la lucha clasista por la conquista del poder, ahora en manos de la oligarquía hondureña, quien al verse amenazada por la conducción de un gobierno inclinado hacia la independencia, la soberanía y la política de solidaridad social promovió e instaló un golpe de Estado en las esferas del Poder Legislativo, Judicial y ejecutivo, construyendo de esta manera un poder omnímodo, impune y tenebroso.
 
Ante tal situación de franca desajuste de fuerzas coyunturales, el pueblo reunido en derredor del FNRP, ha tenido que luchar sólo con las armas de batalla económica, política e ideológica.
 
En el plano de la lucha económica el pueblo ha presentado en las instancias que corresponden el ajuste al salario mínimo, la rebaja de los precios del combustible, la rebaja de los precios de la canasta básica, y en el plano gremial ha dado la batalla por la defensa del Estatuto del docente y demás beneficios colaterales que se desprenden de este marco legal. Poco a poco el FNRP ha estructurado un movimiento amplio más inclusivo cada vez. La lucha económica ha sido difícil y muy compleja por que hasta el momento las organizaciones políticas no han vislumbrado un plan de general de lucha que incluya un plan nacional de rescate de la economía nacional, cada vez más dependiente de los organismos neoliberales que orillan a los gobiernos a tomar medidas que degradan la soberanía económica, financiera e institucional, ya que cada vez más el gobierno atenta contra aquellas instituciones solventes financieramente hablando y que pertenecen a los gremios profesionales del país con el fin de obtener dinero fresco a fin de enfrentar la poca recuperación por la vía de los impuestos para sufragar el presupuesto nacional y por ende el financiamiento del Estado mismo.
 
En lo concerniente a la lucha política, el FNRP se ha erigido en la vanguardia de los reclamos políticos que se desprenden en primer lugar como consecuencia del golpe de estado.
 
Mientras la clase oligárquica parasitaria del Estado hondureño explota todos los estamentos de la mano de obra, del erario público, y gasta a mansalva las riquezas obtenidas por medio de la corrupción nacional e internacional, al tiempo que goza de los privilegios más injustos con respecto al pago de los impuestos, y vive un mundo de holgura en un mundo holliwoodesco, el pueblo en cambio sufre las consecuencias de la inequidad financiera, económica, monetaria, cambiaria, sufre una vida sin salud, sin educación, sin techo, sin alimento. Así entonces la represión económica contra el pueblo se convierte en una lucha a muerte por la sobrevivencia de los oprimidos en contra de ls opresores. La burguesía no renunciará hoy ni nunca a tanta franquicia, a tanta prerrogativa y a tanta exención y matará si es preciso para sostener esta ventaja, esta alevosía y esta premeditación.
 
El primer punto de la plataforma política es el desmontaje del golpe de estado en los tres poderes políticos de la nación. Por ejemplo la destitución de la Corte Suprema de Justicia por ser cómplices del delito de lesa patria, el destitución del cuerpo de abogados de la Fiscalía General que ha servido como base acusatoria para sustentar el golpe de estado vigente; la destitución de la cúpula militar porque fueron los ejecutores materiales del golpe y prosiguen reprimiendo al pueblo de manera directa y subrepticia con respecto a la política de seguridad nacional que impulsa el desaparecimiento físico de importantes militantes del FNRP asesinados y desaparecidos durante el golpe y el post-golpe.
 
El desmontaje del Tribunal Nacional de Elecciones por constituir esté un aparato gubernamental que protagonizo, organizó y difundió el fraude electoral mediante el cual Porfirio Lobo Sosa asume el poder general de la nación. La reorganización del Tribunal de Cuentas con el propósito de controlar y acusar a los funcionarios corruptos que han saqueado el erario nacional.
 
Y fundamentalmente la exigencia de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente con el objetivo redactar una nueva constitución que introduzca en la ley fundamental de la nación el sentido de la equidad, en todos los planos de la vida social, la justicia en todos los frentes sociales, políticos, económicos y culturales del país. En la nueva constitución, y esta es la cúspide de de la lucha política del pueblo hondureño, no habrá ventajas para la burguesía nacional, no habrá preeminencias y superioridades políticas, porque la ley será igualitaria en todas sus dimensiones. El abuso, la corrupción y el descaro político serán enterradas por medio de una Constitución que ponga a la misma altura a hombres, mujeres y niños para gozar de los derechos humanos correspondientes.
 
Por eso la represión política actual sólo sirve para defender el status quo al cual han llegado por medio de la violencia, el terrorismo y la represión generalizada contra el movimiento popular. El FNRP es precisamente la trinchera perfecta de defensa y ofensiva política en contra de la clase oligárquica desnacionalizante, títere del imperio norteamericano, es una lucha a muerte contra la dictadura oprobiosa que actúa con base en el odio clasista dominante.
 
Parte de esa lucha política y en primer término está el regreso de José Manuel Zelaya expulsado ilegalmente de su patria junto a los compañeros más allegados a su gobierno popular, en el sentido más abierto, es decir que gozaba de la aceptación del pueblo.
 
La lucha ideológica es un por decir así, paradójicamente, la más sutil y la más emblemática de todas las luchas. Cuando el poder fáctico nacional dueño de las industrias educativas, comercios, bancos, financieras, comunicaciones y hasta de las iglesias, incide en el control de la conciencia social del hondureño, el combate a tales manejos de las ideas dictatoriales como sublimidad impuesta en los receptores, se convierte en un campo de batalla sordo, malévolo y maquiavélico, porque es una lucha que no se ve, no se toca, no se palpa, y no se concretiza en objetos que los sentidos puedan percibir para hacerse una idea del monstruo que configura el acto propagandístico, educativo e ideológico.
 
La toma de conciencia de los intereses de clase sólo puede reforzarse si se produce una profunda educación revolucionaria en los receptores mediáticos de un pueblo. Las empresas de la comunicación escrita, oral, televisiva y educativa subsumida por el poder económico y político tienen en sí mismas la capacidad de manipular, desinformar y alienar a todo un conglomerado cuando los intereses de clase oligárquica así lo convengan.
 
En la lucha ideológica es necesario establecer la teoría revolucionaria como contrapeso a la desinformación promovida por los aparatos de comunicación masiva en manos de la burguesía nacional o internacional.
 
Es imprescindible partir de la conciencia social como el conjunto de ideas, teorías y opiniones de los hombres que reflejan no sólo su existencia social si no antes bien su extracción de clase.
 
En el ámbito de la sociedad, campo de batalla de las conciencias de clase contrapuestas o antagónicas, la lucha por el discernimiento ideológico se vuelve multiforme, y complejo.
 
Aquí yacen, subyacen o resaltan las concepciones políticas, jurídicas, morales, artísticas, científicas, filosóficas y religiosas y ellas esgrimidas, en el fuego de la controversia, van adquiriendo diversas formas como cuando el alfarero moldea la arcilla a su antojo, capricho y creatividad.
 
Cada una de estas concepciones de los oprimidos y de los opresores son difundidas a través del campo mediático ahora en la postmodernidad, imprescindible para poder incidir en las masas de hombres y mujeres que luchan por su propia liberación y la liberación general del pueblo.
 
La conciencia entonces así expresa necesariamente su carácter de clase, y ella constituye su ideología.
 
La ideología tiene como fundamento conservar un status quo o combatirlo hasta derribarlo, mediante el conjunto de ideas sobre la realidad del modo de producción en que se produce. 
 
La ideología procede de una extracción de clase determinada y por eso debe ser siempre revisada y analizada desde su contexto histórico concreto, ya que en el decurso de la historia lo que antes fue objeto de combate frontal en el presente podría ser revisada esa confrontación por cuanto asume un carácter coyuntural diferente.
 
La ideología será verdadera para cada grupo o clase social enfrentada antagónicamente, en la medida en que refleja los intereses de su extracción clasista.
 
Un concepto básico en esta exposición es establecer que para que esta relación de explotación se pueda mantener en su forma de status quo es necesario que los aparatos ideológicos fundamentales manipulen a los receptores de los medios masivos de comunicación en derredor de la compraventa indiscriminada de la mercancía y sus ideologemas.
 
Los medios de comunicación masiva o de difusión están caracterizados por su base infraestructural en el plano de empresas que producen una mercancía muy especial denominada ideología que se disfraza transvestidamente como publicidad y propaganda a veces estructurada como información, noticia o simple nota periodística.
 
De este modo se puede colegir que los mensajes y sus imágenes tienen como función convencer desde el punto de vista de los propietarios de los medios de producción.
 
En esta lucha ideológica transmitida cotidianamente como una gota permanente de desinformación crea poco a poco una conciencia social deformada a favor de los intereses oligárquicos y por ello utiliza los caracteres verticales de la comunicación masiva para producir una alienación en la conciencia ingenua del receptor.
 
El bombardeo de que es objeto el receptor mediático produce lo que se denomina una cultura de mercadeo, en la cual toda masa se vuelve un solo pensamiento, una sola conducta.
 
Y así mientras el dueño de la industria o corporación obtiene jugosas ganancias, una plusvalía que le permite proseguir en su rol de clase dominante, va moldeando la conciencia ingenua de los analfabetas políticos o ideológicos.
 
Ante esta particular lucha ideológica se hace necesario abrir canales, organizar más y mejor cualitativamente al pueblo, educarlo en la lucha revolucionaria y establecer medios alternativos de información y educación tal que puedan combatir la mentira ideológica convertida en verdad por los periodistas, locutores, redactores y demás serviles de los dueños que configuran el poder mediático.
 
Quien posee la información posee el poder. Este corolario ideológico del poder sólo se puede combatir mediante una educación propicia e ideológica para producir el cambio político en la población objeto de la guerra mediática.
 
Los artículos, los analistas políticos y los periodistas tarifados por la oligarquía tienen como propósito contra restar la lucha social emprendida por el FNRP.
 
En esta lucha en la cual no se ve al guerrero ni al emisor de los mensajes, la ideología dominante se va asentando en grandes núcleos de la población, sobre todo en el analfabeta funcional y cultural, que se enfrenta a la maquinaria ideológica burguesa sin armas políticas con las cuales defender su integridad y soberanía mediática.
 
En Honduras, donde el poder fáctico constituido por el poder político, económico, mediático y militar constituye un solo cuerpo, el golpe de estado vigente, ante la lucha social del pueblo organizado en derredor del FNRP, ha desatado la mayor represión que se haya conocido en los últimos 60 años de vida política.
 
La represión ha sido siempre el modus vivendi de la oligarquía y sus aliados nacionales e internacionales, y es precisamente la única herramienta con la cual puede sostenerse en el poder general de la nación.
 
Su odio de clase dominante lo ha canalizado a través de medidas militares, policiales, leyes, reglamentos, disposiciones gubernativas, etc. En su afán desmedido por sostener la corrupción, la ilegalidad, la ilegitimidad de un gobierno incapaz, intolerante e ineficiente, el poder fáctico no ha escatimado esfuerzo alguno para reprimir, gastar cantidades exorbitantes de dólares para la compra de los aparatos de represión, en el entendido de que su plan de destruir el movimiento popular finalmente triunfará sobre el pueblo hondureño en lucha por su liberación nacional.
 
El origen de la represión tiene un carácter clasista, un carácter de dominio pleno del Estado, un carácter de explotación lupina en la cual su voracidad debe ser satisfecha a costo de vidas, sangre y lágrimas por parte del pueblo.
 
El asesinato, la persecución, la tortura y el desaparecimiento físico de los miembros del FNRP forman parte del vasto plan de eliminación del movimiento popular campesino, obrero, profesional y gremial.
 
Destruir el eje vertebral del FNRP es el objetivo estratégico y táctico del imperio y sus títeres gubernamentales. Entonces destruir al movimiento docente es el primer orden de ejecución en su disparatada ideología fascista.
 
Al privatizar la educación privatizarán la mente de los niños, privatizarán la única parte libre que pueda poseer un hondureño desde los inicios de su formación ideológica.
 
Es por ello imprescindible para los gobernantes que siguen la política de seguridad nacional destruir el movimiento docente más beligerante que se haya producido en Honduras.
 
Es un objetivo militar destruir a los docentes, es como poner una bomba en el seno mismo de la niñez, en la educación pública, Una bomba ideológica que destruya toda posibilidad de liberación.
 
Aquella frase de que comunista muerto es el mejor comunista es hoy en día el slogan preferido de la cúpula militar quien en realidad dirige las riendas del gobierno de Porfirio Lobo Sosa, quien ha perdido el control civil sobre el decurso del manejo del Estado Nacional.
 
La represión así tiene un origen: el odio de la clase oligárquica contra el pueblo hondureño.
 
Psicología de la represión
 
Erich Fromm fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo de orientación humanista marxista estadounidense de origen alemán.
 
Fue uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX.
 
Fue miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Fráncfort, trabajó en las investigaciones interdisciplinarias de la Escuela de Fráncfort.
 
En los años 40 intentó sintetizar en una sola disciplina el Psicoanálisis y los postulados del Marxismo con el fin de dar respuesta a la relación interdisciplinaria entre psicología y marxismo. Se puede decir que Erich Fromm combina en su teoría sobre la libertad y la destructividad humana, a Freud y a Marx.
 
Por una parte el famoso inventor del Psicoanálisis Sigmund Freud planteaba que el carácter del hombre estaba determinado por la biología, mientras que Carlos Marx proponía que las personas están determinadas por la sociedad, y este último en su alocución expresaba, no es la conciencia social que determina a la sociedad, sino mas bien la sociedad que determina la conciencia social.
 
Para Fromm la libertad es la característica central de la naturaleza humana.
 
Entre otras dimensiones de la naturaleza psicológica, para Fromm el inconsciente social se respira o asimila a través de la misma madre que nos da de mamar durante los primeros meses de vida.
 
Una prueba de lo anterior es que creemos muchas veces que lo que hemos hecho es natural y es la única forma de hacerlo, lo hemos asumido inconscientemente, tenemos una idea de la autoridad y el respeto desde que somos niños cuando se nos ha inculcado que estos son valores colectivos, sociales y que debemos respetarlos y trascenderlos.
 
Pensamos realmente que obramos por nuestros propios juicios cuando en realidad lo único que estamos haciendo es seguir pautas a las que nos acostumbraron nuestros padres.
 
Existen varios modelos de personalidad en la sociedad, por una parte existe la orientación receptiva que consiste en que las personas esperan conseguir lo que necesitan si no lo obtienen de forma inmediata, esperan que se les otorgue más temprano o más tarde, lo que necesitan. Forman parte de aquella frase cristiana: Dios proveerá.
 
Hay también lo que se denomina la orientación explotadora, misma que consiste en conseguir lo que se desea por medio de la explotación de los demás. Es muy común esta conducta en las clases aristócratas y en las oligarquías que no ven otro modo de comportamiento humano si no a través de la dominación de unos sobre otros.
 
La orientación de venta está emparentada con el acto de vender, es decir con el acto de cambiar la mercancía producida por dinero. Los conceptos de familia, trabajo, escuela, ropa, todo es un objeto que se puede intercambiar como mercancía para obtener lo que se desea.
 
Es una personalidad que incentiva la transacción como algo natural para obtener el dividendo que corresponda, en este tipo de conducta los valores morales o éticos no son indispensables, coinciden con la propuesta de Maquiavelo, el fin justifica los medios. Una frase cotidiana los describe: son capaces de vender a su propia madre.
 
Sin embargo existe una personalidad que se denomina productiva y es la más sana por cuanto parte de la responsabilidad y la libertad para construir nuevos senderos.
 
Contrario a esta orientación existe otra denominada orientación acaparadora que se caracteriza por considerar al mundo como una pertenencia, junto con sus objetos y sus individuos.
 
Todo lo que quieren y desean, incluyendo los seres humanos, son objetos de posesión. La clase social que más se identifica con esta personalidad es la burguesía y las oligarquías nacionales o transnacionales.
 
La maldad es una orientación como también lo es la bondad. En tal sentido, para Fromm existen los biófilos y los necrófilos. Los biófilos son amantes de la vida, de la construcción de modelos y utopías en la sociedad tendentes a mejorar la calidad de vida de los seres humanos.
 
Los necrófilos son personalidades que aman la muerte que les sirve de instrumento para satisfacer sus necesidades de explotación y dominio sobre los demás, a quienes consideran siempre sub-humanos, o seres que por su animalidad no merecen la pena vivir.
 
Estos últimos tienen una pasión por todo aquello que significa muerte, destrucción, podredumbre y tendencia enfermiza por el sadismo.
 
Su ideal es transformar lo vivo en no vivo cuando no coincida con su pensamiento que pugna por destruir aquello que se convierte en amenaza para él o para sus principios ya sean ideológicos, religiosos o simplemente no coincidentes con su visión de mundo.
 
Dice Fromm que este tipo de hombres o mujeres, conviven con nosotros y se insertan en las estructuras en donde puedan poner en práctica sus inclinaciones necrófilas.
 
Refiere al momento en que un mercenario norteamericano se enrola en las filas de los “contras” allá en Nicaragua. El periodista le preguntó por qué se había enlistado en tales fuerzas paramilitares, él simplemente expresó: Ya sabes, cuando era niño, me gustaba poner petardos en la parte trasera de pequeños pájaros que había capturado, me gustaba ver como explotaban.
 
Fromm establece que debe existir algún mecanismo genético que les previene de sentir o responder a los afectos. Deben haber tenido una vida llena de frustraciones que la persona finalmente pasa inmersa en la rabia.
 
El mercenario debió haber tenido una madre necrófila incapaz de generar amor entre los hijos y para los hijos. Son individuos que están plenamente conscientes de su maldad y la sostienen como un acto de identidad personal.
 
Existe una estructura psicológica que tiende hacia la destrucción de ser humano, y es precisamente esta dimensión necrofílica la que utilizan las fuerzas imperiales para destruir a los pueblos enemigos de su existencia, es el reverso tenebroso de esta fuerza. La necrofilia surge cuando el hombre se decanta por el egoísmo, y conlleva la soberbia, la codicia, la violencia, el ansia de destruir y el odio a la vida. Es de destacar el magnífico estudio que Fromm hizo, en este libro, de la personalidad de Hitler basándose en esta teoría de la biofilia-necrofilia.
 
Las fuerzas psicológicas del egoísmo, la soberbia, la codicia y la violencia en las personalidades políticas explotadoras producen en la sociedad individuos que están predispuestos a ensayar la necrofilia como instrumento político para destruir enemigos ideológicos o políticos.
 
De acuerdo con la teoría del El egoísmo psicológico la naturaleza humana afirma que la conducta está impulsada por motivaciones auto interesadas o ruines, y niega la existencia de conductas verdaderamente altruistas, esta teoría ha sido defendida en el pasado por Thomas Hobbes, y en nuestra época por Moritz Schlick y otros.
 
Pero, en el caso del egoísta psicológico es que sólo es posible satisfacer nuestro propio ego, nuestros propios intereses, y no importante el ser colectivo, el ser social.
 
Toda represión está caracterizada por el egoísmo, es decir por la imposición de un modelo de ideas y de vida sobre los demás y para poder combatir la visión de mundo de la igualdad es necesario reprimir a los grupos que están en contra de la sociedad egoísta que procura la burguesía, las oligarquías y fundamentalmente los ejércitos que defienden su teoría de la verticalidad dominante.
 
Por eso es necesario recurrir a la represión política porque con ello se evitan, detienen o castigan actuaciones sociales desde el poder por parte de autoridades públicas en manos de la clase dominante y su instrumento de poder represivo,[] que niegan o impiden el ejercicio de los derechos y libertades (expresión, reunión, manifestación, asociación, sindicación) que suelen considerarse propias de los sistemas democráticos o sistemas en donde el poder es igualitario.
 
El egoísmo de clase es convertido en política de Estado, por lo tanto es necesario odiar a quienes promueve el criterio de la verdad, de la igualdad y de la justicia. El egoísmo psicológicamente combinado con el poder político constituye una combinación de enfermiza obsesión que se convierte en psicopatía social.
 
En el texto La mente asesina de David Abrahamsen (Fondo de cultura económica, México, 1993, págs. 17 y ss.), el autor `plantea varias hipótesis que describen la mente del homicida, léase en nuestro caso del represor que conduce a la muerte a los manifestantes, los militantes del FNRP.
 
Empieza Ambrahamnsen diciendo que “El homicidio surge de los deseos de muerte que coexisten con nuestras emociones al servicio de la vida, del mismo modo que el amor y el odio conviven dentro de nosotros. El homicidio, a pesar de nuestra resistencia a admitirlo, es parte de nuestra humanidad y tiene su raíz en emociones humanas. Es este aspecto frágil y cruel de nuestra conducta el que hace a muchos de nosotros más capaces de matar de lo que imaginamos.”
 
Según el autor del texto que comentamos existen tres elementos psicológicos capaces de inclinarnos al homicidio: la frustración, el temor y la depresión. Hay diferentes estadios de homicidas. Por ejemplo está el homicida psicótico el cual se caracteriza por que está completamente divorciado de la realidad contextual. También podemos visualizar al homicida ego-armónico el cual se caracteriza porque es un homicida racional y conscientemente aceptable.
 
Dice Abrahamsen que todos los “asesinos políticos, examinados por mí, tanto los que cometieron el delito como aquellos que no pasaron de la intención o el conato, revelaron ser personas propensas a fantasías intensas y recurrentes de venganza y omnipotencia que los incitaban a traducir en actos sus impulsos vilentos. Muy característico en ellos era su fracaso personal, otra expresión de la falta de confianza en sí mismos, tan frecuente entre los asesinos…Todos los asesinos políticos actuales o potenciales se habían creado en el seno de familias en que prevalecían la pobreza, la hostilidad, las discusiones y las riñas, familias en las que era común la ausencia o la pasividad del padre y el predominio de la madre…sus ambiciones desorbitadas no guardaban proporción con sus verdaderas capacidades intelectuales y emocionales. En el fondo de esta discrepancia yacía siempre una opinión exagerada de sí mismos, reveladora de sentimientos de omnipotencia y afán de demostrar poder” (pp.27 y 28).
 
Habrá que establecer en este trabajo que existen dos dimensiones de la represión, desde la perspectiva del que planifica y administra la represión y del que la ejecuta. Existe en esta perspectiva de la administración el que contrata, dicta órdenes y exige el trabajo de represión que por lo general reside en los altos jefes oficiales de la policía o del comando militar por lo general a cargo de un coronel.
 
Habría que preguntarse si las descripciones del asesino que refiere Abrahamsen son aplicables a jefes de asesinos, o de los miembros de los escuadrones de la muerte.
 
Por lo general los jefes incitan a que se droguen los ejecutores de la represión con el fin de que su trabajo lo realicen con inhibición de los valores morales que todo ser humano con cierta formación educativa posee.
 
 Deberá existir una conexión íntima entre el jefe y el ejecutor de la represión para establecer las instrucciones precisas sobre el tipo de represión que se aplicará incluyendo el asesinato si es posible.
 
Recuérdese que la víctima de la represión no es considerado por el agente represor como un ser humano si no como un sub humano, una animal que no posee derechos, si es humano posee derechos, si es animal no los posee.
 
A ello le llamaremos la animalidad de la represión. El ejecutor de la represión está investido de la más completa impunidad, protección legal y demás otros factores que lo convierten en poseedores del derecho a matar o causar daño a las víctimas.
 
Veamos este relato de una indígena guatemalteca sometida a la represión brutal por parte de los ejecutores de la acción torturadora:
 
"...Recuerdo que ella también tiene de esos aparatos como los que usan los policías que dan descargas eléctricas, lo que recuerdo que aún tiene en su casa en Quiché, entonces ella se sentaba sobre mí y luego me daba descargas eléctricas para ya no moverme, luego de que se quitaba me quedaba toda mareada sin fuerzas".
 
El anterior, es un extracto del relato de Candelaria, una joven, que como muchas otras en su comunidad, se vio obligada a migrar del cantón Tzujil de San Pedro Jocopilas hacia Santa Cruz del Quiché, en el departamento de Quiché, en donde lejos de encontrar una mejor vida, se enfrentó a una serie de vejámenes que le dejaron imborrables cicatrices en su cuerpo y alma.
 
Los capítulos más intensos de los aproximadamente diez años de tortura y maltrato de la joven se sintetizan en 46 de las 189 páginas del libro "Viviendo el sueño de Pigmalión: Historias de racismo en Guatemala", de la lingüista y escritora Guillermina Herrera Peña, quien en la publicación expone otros casos de discriminación y un análisis de ese fenómeno en el país.
 
De acuerdo con la publicación, Candelaria, después de casi una década de estar sometida a la servidumbre de forma continuada en la casa de una familia influyente de Quiché, se atrevió a romper la barrera del silencio para denunciar su situación.
 
Dijo, entre otras cosas, que su "patrona" le había obligado a comer excremento de perro y una toalla femenina ya utilizada, y también le había rociado gas pimienta en los ojos.
 
Pero esos eran solo algunos de los oscuros capítulos de sus días de sometimiento, pues fue víctima de una serie de agresiones diarias y constantes, que acabaron por provocarle serios problemas de salud.
 
Su oído derecho, al parecer, no funcionaba bien porque había recibido una patada que le había causado un daño severo. Además, al momento de escapar del lugar donde estuvo encerrada contra su voluntad, se constató que tenía cicatrices de azotes y quemaduras en todo su cuerpo, que habían sido ocasionadas en repetidas escenas de violencia.
 
Pero el daño emocional era también muy fuerte. La joven, además, había sufrido abusos sexuales y amenazas de muerte en su contra que alcanzaban a sus familiares. En el libro, se explica, que una vez pensó en suicidarse para acabar con su calvario, pero nunca llegó a ese extremo.
 
El origen de los crímenes de odio contra Candelaria tuvieron solo una causa: su condición de mujer indígena, de escasos recursos.
 
El caso fue publicado en varios medios de comunicación, que hicieron trascender la noticia hasta fuera de las fronteras. Por otro lado, el proceso penal contra la agresora se complicó cuando Candelaria dio marcha atrás con la denuncia.”
 
Existe una relación entre la necesidad de ejercer violencia y la asimilación de doctrinas políticas que proclamen el desaparecimiento físico de los reprimidos.
 
Abrahamsen expone en un momento determinado las características predominantes del asesino del siguiente modo:
 
1.    Deseos intensos de venganza y fantasías de realizar hazañas grandiosas que puedan conducir a la abre-acción de sus impulsos hostiles.
 
2.    Soledad, retraimiento, sentimientos de desconfianza, desamparo, temores, insignificancia y subestimación de la propia persona, causados por experiencias sufridas durante la infancia temprana (pre-edípica).
 
3.    Situación familiar sexualmente sobre estimulante por presenciar el niño relaciones sexuales parentales.
 
4.    Tendencia al cambio de identidad. Imagen propia confusa, sugestibilidad, impresionabilidad.
 
5.    Incapacidad para transformar su pesistente egocentrismo y su egolatría (narcisismo primitivo) en elementos integrantes de ideales y conciencia saludables (ideales del ego y elementos del super ego), lo que tiene como resultado dependencia y desprecio por la autoridad no reconocida.
 
6.    Visión de la víctima como una imagen compuesta que incorpora y refleja la propia imagen del criminal.
 
Habitualmente se ve acompañada por violencia, tanto legal como informal. La fuerza del ejemplo de quien sufre esa violencia hace que, por temor, el resto de la sociedad se reprima a sí misma en el ejercicio de la libertad, que queda así anulada para todos.
 
Nace así lo que se denomina la ideología de la represión que se basa en un política del Estado fascista de la segunda mitad del siglo XX.
 
Es el imperio quien ha montado esa visión de control y defensa de su orden mundial injusto, y para ello ha promovido entre los países del tercer mundo y las democracias promovidas por su fuerza, el concepto y política de seguridad nacional.
 
Así nace la seguridad nacional en el contexto del nuevo orden mundial, en donde el imperio integra al concepto de seguridad nacional, antes solo limitado a defensa exterior frente a enemigos reales y potenciales.
 
Actualmente la Seguridad Nacional representa una ampliación modificada en lo concerniente a defensa interior, es decir la defensa del sistema de explotación y democracia como modelo norteamericano para las Américas.
 
Las Fuerzas Armadas ahora se dedican a promover la empresarialidad y la política económica que defiende el mercado capitalista hasta el grado de organizar empresas que compiten con otras en algunos rubros.
 
Pero, su fundamental rol es el de garantizar al Estado y a los gobiernos que no habrá posibilidad de que   grupos irregulares puedan desestabilizar la estructura de poder ya instalada en el país bajo la venia y supervisión del Departamento de Estado y de la Industria Militar Norteamericana; para ello toma las medidas que correspondan ante las fuerzas de izquierda mismas que son tratadas como organizaciones criminales.
 
El papel que asumen las fuerzas armadas se caracteriza por su interlocutoria entre el parlamento o congreso legislativo en concordancia con las políticas del poder ejecutivo. Así se puede notar con lógica simple como el Congreso Nacional y el Poder Judicial junto al Poder Legislativo constituyeron el andamiaje esencial con el cual propinaron el golpe de Estado al Presidente Mel Zelaya.
 
El rol que juegan las fuerzas armadas actualmente es el de presentar análisis de seguridad nacional a los líderes de los poderes políticos en el entendido de que juntos podrán enfrentar y destruir cualquier intento de resquebrajar el sistema político oligárquico nacional e internacional.
 
No se escatiman esfuerzos, finanzas y organizaciones paramilitares, junto a un especial sistema de espionaje y penetración de las organizaciones políticas que son monitoreadas como resultado de la política de Seguridad Nacional.
 
Las fuerzas armadas se   constituyen en inspectores, que monitorean, coordinan, instruyen sobre las acciones militares que se desarrollan para evitar cualquier desvío de organizaciones civiles o de funcionarios que forman parte de la estructura de poder general en el país.
 
La Seguridad Nacional considera a los movimientos de izquierda y análogos como potenciales amenazas a la seguridad política, económica y social del país. Su persecución, espionaje y desaparición física forman parte de las líneas de acción.
 
Aunque en América Central y América Latina en general no existe el terrorismo como el que se suscita en Europa, Medio Oriente y el Asia, las manuales de inteligencia imperial vinculan a las organizaciones de derechos humanos todas como potenciales aliadas de los enemigos del sistema político norteamericano, modelo exclusivo de democracia en el mundo.
 
La política de Seguridad Nacional es integral y por ello está atenta a que ninguna nueva forma de comunismo y otras denominaciones se produzca en países del tercer mundo latinoamericano.
 
Así entonces se hace necesario revalorar y reordenar el sistema republicano neoliberal para mantener siempre el orden y la disciplina política en el ámbito de la coyuntura de las fuerzas en pugna.
 
Se deben propiciar los avances de las nuevas democracias diestras en el manejo de la ideología donde patria y orden moral sean el vértice de los planteamientos de la reorganización del país con leyes que consoliden de una vez para siempre el orden neoliberal global.
 
Se debe plantear siempre en los medios pertenecientes a las familias del poder fáctico que existen en la nación grupos de organizaciones que son enemigas de la paz y la concordia social. Para ello es necesario infiltrar en toda organización informantes que sean capaces de describir el camino y el rol que desempeñan los líderes nacionales políticos pertenecientes a la ideología revolucionaria.
 
Los medios de comunicación y los recursos humanos que allí se empleen deben estar cien por ciento convencidos de que el comunismo internacional es un monstruo de mil cabezas que se debe combatir con todas las armas jurídicas, mediáticas y militares si es preciso.
 
Los medios de comunicación masiva deberán referirse con tonos degradantes a los protagonistas del anti pacifismo, se deben identificar mediáticamente como anarcos populistas que promueven el caos y deberán extender el concepto de forma abarcadora; el público receptor debe estar convencido de que tales ideas son contrarias a la identidad nacional y sobre todo peligrosas para el modo de vida de los hondureños.
 
Por otra parte, la política de Seguridad nacional tiene como objetivo instrumentar técnicas de interrogación y prevención legitimas, a su vez energéticas con auxilio de organismos militares, policiales y de seguridad.
 
Para tales fines desde hace mucho tiempo se utiliza el “Manual de tortura, CIA, 1983” que es un documento ampliamente utilizado en América Latina como manual de referencia por los instructores de la CIA y los Boinas Verdes, cuando se trata de interrogar a los prisiones ilegalmente capturados y sometidos a bestiales prácticas inhumanas de interrogación.
 
En este manual aparecen descritas las prácticas interrogativas ilegales, tales como «descargas eléctricas, marcas calientes con hierros al rojo vivo, ácidos sobre la piel, mutilación con taladros eléctricos, ablación de la lengua y violaciones.” (ver Wipkipedia en internet)
 
El peligro para los practicantes de la política y psicología de la Seguridad Nacional era que los manuales constituían de facto una prueba directa de tales  fechorías y «podían dañar la imagen y credibilidad de los EE.UU. además de poder ser comprometidos seriamente» por cualquier organización de derechos humanos.
 
Dice Wikipedia: “Meses antes, una investigación del Departamento de la Defensa se había interesado en los siete problemáticos manuales que circulaban de manera caótica y que los comprometían en múltiples casos que señalaban abusos, golpes, encarcelamientos abusivos, ejecuciones e inyecciones de serum llamados de la verdad, todo esto desde los años 60.
 
La instrucción que dio Dick Cheney fue de ubicar, encontrar y de destruir todos estos manuales en circulación. La orden fue cumplida en el marco de una «operación conjunta de corrección».
 
En esa época, su programa de contra-insurrección puesto en práctica hacía ya mucho tiempo atrás, había dado sus frutos y sometido gran parte de la América del Sur, eliminando muchos movimientos revolucionarios.
 
Desde el año 1966, los famosos manuales gozaban de una enseñanza prioritaria en la Escuela de las Américas con sede en Panamá, dicho centro se mudó más tarde a Fort Benning (Estado de Georgia, en los EE.UU.).
 
Otra parte se fue a la Academia de Formación en Guerra Política que estaba instalada en Taiwan (China Nacionalista). Durante diez años, las técnicas de interrogación fueron enseñadas a los militares sudamericanos y asiáticos, los cuales llegaron a ser los encargados de efectuar este sucio trabajo de la contra-insurrección.” (Consultar en Wikipedia).
 
Finalmente la política de Seguridad Nacional propone un Estado de tinte gendarme asistido por las fuerzas de seguridad en general coordinadas en amalgama por medio de un consejo superior de seguridad que integre al ministerio de defensa con la policía nacional, provincial, etc.
 
Los principales objetivos de este proceso para las fuerzas armadas de un país cualquiera son convertirse en protectores del orden, la vida y la propiedad privada e incluso el medio ambiente. Se parte del supuesto de entablar acuerdos multilaterales de colaboración e intercambio y beneficio mutuo con aquellas potencias que faciliten la financiación de este modelo político, social y económico.
 
Existe otro texto denominado Acción e ideología (psicología social desde Centroamérica) escrito por Ignacio Martín-Baró, bajo el sello editorial de UCA EDITORES, 13ª reimpresión 2008, quien en su parte 3.2.2., “El contexto social: la lucha de clases”, expresa:*
 
“Esta irreconciabilidad de intereses sociales -burguesía frente a proletariado. En Honduras la represión ha tenido su propia historia que resumimos con base a la propuesta de los cuatro momentos de la resistencia nacional ya descritos al inicio de este trabajo.
 
Veamos la represión en la primera época de Resistencia contra el imperio español.
 
Es siempre el historiador Longino Becerra quien nos ilustra sobre la represión montada por los la corona española en contra de los indígenas. Dice Becerra (Baktun, 1994):
 
“Dos provincias indígenas cercanas a Trujillo se negaron a someterse a los dictados de Cortés. Fueron ellas las de Papayeca y la de Chapagua. A los caciques de Chapagua los hizo capturar el conquistador de México para someterlos, principalmente a tres: Chicohuitl, Poto y Mendereto, a quienes lea obligó exigir a sus propios pueblos que se doblegaran. Pero los caciques de Papayeca fueron tenaces en su resistencia. Cortés informa: “los Papayecas jamás quisieron comparecer, en especial los señores y toda le gente que tenían en los montes consigo, despoblaron sus pueblos.”
 
Ante esta actitud insobornable, dice Becerra, Cortés decidió enviar a capturar a los dos caciques `principales, Pizzacura y Nazatl para someterlos por la fuerza. El primero cedió ante las presiones y contrajo compromiso con los españoles, pero el segundo se mantuvo en su posición. A causa de ello Cortés ordenó que se le formulara un proceso por rebeldía y que se le condenara muerte, lo cual fue ejecutado al pie de la letra, según relata el mismo conquistador” (pp. 48)
 
Según Becerra, Cortés, el 31 de 1526; “hizo proceso contra algunos de estos que se tornaron a alzar y diólos por esclavos y mandó que se herrasen con un hierro”.
 
Otro conquistador de apellido Salcedo desató sobre los indios la más inaudita brutalidad. Verdugo de los indios también fue Andrés de Cereceda quien actuó con espeluznante crueldad según cuenta el mismo Antonio de Herrera, el cronista.
 
El padre Bartolomé de las Casas expresó que los conquistadores Cereceda y Salgado sacaban por barcadas a los indios para venderlos en las islas. Muchos huyeron a las sierras en donde murieron en grandes cantidades.
 
Sobre el genocida Pedro de Alvarado se refiere otro español, de la cual hablaba en estos términos:
 
“porque los pueblos donde pasó (Alvarado) y estaban comarcanos, que diré aquí algunos de ellos es lástima los que los vieron agora pasan por ellos. Talva tenía cuatrocientas casas, y cuando vine a ella hallé 35 hombres…y Cárcamo 500 y tiene 20. Araxagua, 250, e tiene 40. Yopoa, 260 e tiene 30. Lepaera, e tiene ágora setenta u ochenta.”
 
Dice Becerra que “la más importante batalla de clases que tuvo lugar durante la época de la colonia española en nuestro país, fu la organizada y dirigida por el caique Lempira en 1537. El teatro de operaciones es un extenso y áspero territorio, que comprende la mitad del sur del actual departamento de Lempira, en un área aproximada de 500 kilómetros cuadrados. La insurrección la comenzó en la sierra de las Neblinas, llamada Piraera en lengua indígena, donde gobernaba el cacique Etepica, del cual Lempira era lugarteniente.
 
….Como Lempira observó el sacrificio de numerosos caciques de la región, dispuso hacer encarnizada resistencia.”
 
En términos generales la conquista sometió a la población indígena a crueles tormentos, represión misma que arrinconó a los indígenas hasta conducirlos al estado de esclavitud conocidos como la mita, la naboría y la encomienda.
 
La encomienda consistió en la expropiación de la tierra a los indígenas, en su repartimiento como esclavos, mismos que eran entregados a un conquistador. El conquistador velaba por el adoctrinamiento de los indios. Se convirtió a los indígenas en tributarios del rey y de los españoles conquistadores, los indígenas debían pagar en especie: oro, plata, maíz, cacao, gallinas, pescado y otros productos.
 
La naboría consistía en empelar como sirvientes a los indios en las casas de los conquistadores y sus haciendas. La mita por su parte en la entrega de la mano de obra al español para el cultivo de la tierra, la explotación de de las minas, etc.
 
En el proceso de resistencia de la época morazánica, la represión continuó siendo uno de los mecanismos de sometimiento del pueblo hondureño.
 
La nueva clase social surgida por efecto de la lucha de clases en la época colonia fue el siguiente (Becerra, op.cit.):
 
Clase dominante
 
1.    Colonizadores peninsulares
 
2.    Alto clero
 
3.    Criollos aristócratas
 
4.    empleados
 
 
Clase dominada
 
1.    Indios, semi siervos y esclavos negros
 
2.    Artesanos
 
3.    Criollos republicanos
 
4.    Intelectuales independientes
 
Las duras condiciones de vida del régimen colonial para las clases dominadas produjeron después de 300 años un gran descontento entre los pobladores de la nueva España, es decir la América criolla, mestiza e indígena.
 
Es así que a la luz de los acontecimientos de Europa que refieren a la independencia de América, se puede afirmar que los diversos movimientos políticos generados en Francia y España son algunas de las causas internacionales que produjeron combinadas con las causas intra regionales, el movimiento independentista.
 
La primera fue indudablemente la declaratoria de los derechos humanos en Francia: libertad, igualdad y fraternidad. La segunda es está determinada por varios factores que Rodolfo Cardenal explica en su texto Manual de Historia de Centroamérica (Uca Editores, 1996, pág. 196), cuando afirma que hubo fluctuaciones políticas en la corona española y que además disminuyó la presencia monárquica en las colonias a partir del año 1800, a lo que se agrega un vacío de poder que los ayuntamiento en manos de los criollos llenaron en cada país hispanoamericano.
 
En 1808 empezó la guerra contra los franceses, quienes obligaron a abdicar a Fernando VII, fue así que surgieron las juntas regionales, las cuales reclamaron la soberanía para el pueblo español. Este fenómeno produjo la necesidad de establecer un gobierno central y elegir diputados a lo que se llamó Junta Central Suprema y Gubernativa de España, pero, un año más tarde los consejos reales restauraron la regencia en 1810. Esta regencia convocó a las Cortes de Cádiz, hacia 1812 se había proclamado una Constitución. En esas cortes de Cádiz seis provincias de la Audiencia (Chiapas, Guatemala, San salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) por un diputado. Por cierto que los tres representantes escogidos en la Audiencia todos eran comerciantes de Guatemala. En este proceso de independencia hubo contradicciones no antagónicas de clase ya que los terratenientes se enfrentaban a los comerciantes.
 
Las clases sociales en el proceso de independencia se debatían del siguiente modo: los colonizadores españoles, dueños de la riqueza hacendaria y del poder económico nacido de la posesión de la tierra, se anteponían con medidas represivas a las masas de indígenas, mestizos, mulatos y negros. Según Becerra, en el centro de estos polos, se desenvolvía una capa media que estaba conformada por los criollos.
 
Con el proceso de las ideas independentistas, se reprimió a los rebeldes. En Tegucigalpa, el historiador Vallejo expresa que los españoles presionaron a los independentistas de muchas maneras. Por ejemplo se combatía ideológicamente a los libertadores como insurgentes y herejes, que intentaban convertir en caballerizas los templos, degollar a los sacerdotes, corromper a las vírgenes y usar con vileza los vasos sagrados de la iglesia.
 
Becerra explica que los luchadores de la independencia enfrentaron una dura represión por parte de las autoridades coloniales. Tal como ahora las autoridades de la corona se propusieron descabezar el movimiento. Ya en esa época la Constitución de 1812 proponía derechos humanos como referencia para su respeto, pero, en la colonia se les conculcaron.
 
En esta época, el Obispo Casaus de Guatemala jugó un papel importantísimo para el combate represor del movimiento de independencia. Cualquier coincidencia entre Casaus y Andrés Rodríguez, arzobispo de Honduras, en la actualidad, no es mera coincidencia.
 
El obispo Casaus denominaba a los rebeldes: raza de víboras. Y además en sus circulares emitía criterios sobre los textos patrióticos calificándolos de infames, turbulentos, y no solamente eso sino que enviaba a sus sacerdotes fanáticos a que desde los púlpitos acorralaran a los líderes de la rebelión de la independencia.
 
Cuando escuchamos al cardenal Rodríguez emitir criterios defensores del golpe de Estado vigente, sólo nos remitimos a las frases de Casaus, el obispo de Guatemala, cuando decía:
 
“Conspiran sus negras almas contra la majestad soberana de la nación que les ha dado el ser, la religión y la honra, y contra el rey más amado y más digno de amarse”.
 
Los curas se congraciaban con las autoridades peninsulares debido a   las concesiones que obtenían para sus congregaciones, ello les permitía entonces bendecir la represión generalizada contra los rebeldes patriotas.
 
Ahora mismo en Honduras la iglesia comporta de igual manera sus acciones políticas de aquella época, el Cardenal Oscar Andrés Rodríguez en sus homilías siempre dirigidas hacia la élite gobernante dictatorial, condenando el régimen del Presidente Manuel Zelaya Rosales y aupando el golpe de estado y el ascenso del dictador Roberto Micheletti Baín.
 
El reconocido médico, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Dr. Juan Almendárez escribió un texto denominado la Iglesia y el Golpe Militar en el cual exponía lo que sigue:
 
“Tomaré sus homilías (de la iglesia oficial) como eje del discurso para que la comunidad religiosa y no religiosa reflexione y analice críticamente la posición asumida por las jerarquías de las iglesias católicas y evangélicas de Honduras ante el golpe militar.
 
La primera pregunta es: para la jerarquía religiosa, ¿Se ha producido o no un golpe militar en Honduras? ¿Cuál es la verdad de la Iglesia frente al poder golpista? O, ¿La iglesia promueve y justifica el golpe en nombre de la ley y el orden? ¿Cuál es la posición real de la iglesia ante este régimen de facto y de sus propulsores, los poderes fácticos? La primera respuesta la tenemos en los hechos ocurridos: El secuestro de un presidente de la República, por parte de sujetos militares armados hasta los dientes que aterrorizaron la familia y golpearon al mandatario; violaron las leyes, constitucionales desde el momento en que no tuvo derecho a defensa alguna.
 
Sumado a lo anterior el estado de sitio y la suspensión de todas las garantías constitucionales. La persecución de funcionarios y dirigentes; más de doscientos detenidos, heridos, golpeados brutalmente por los cuerpos militares y policiales. Militarización y cierre de empresas radiales y televisoras y otros medios de comunicación y persecución de periodistas que son opositores al golpe. Ante todo lo anterior las iglesias no han condenado el violento hecho.
 
 Ciertamente algunas se han manifestado en público, han participado en las marchas, blanqueadas y perfumadas, han hablado de paz y de diálogo junto a las armas. Han cerrado sus ojos y corazones al dolor de los que han sido brutalmente golpeados, perseguidos.
 
El discurso teológico ha sido similar al discurso golpista. La constitución es Dios. Ambos invitan al diálogo y a la paz sin restituir el orden constitucional. A la constitución rogando y con la culata dando.
 
Ambos responsabilizan al Presidente Zelaya del baño de sangre (que según ellos se puede producir) aun cuando el régimen de facto ya ha ensangrentado al pueblo y sus asesores son partidarios activos de la vieja Doctrina de Seguridad Nacional, que sigue torturando a los que defienden los derechos humanos.
 
…¿Cuál es la verdad sobre el golpe? ¿Quién lo ha producido y para qué se ha producido?
 
El golpe militar se produce porque el poder dominante (oligarquías y burguesías parasitarias del Estado; algunos dueños de medios comunicación y algunas iglesias golpistas, todo ello articulado con las multinacionales, servidores de las concesiones, de quienes imponen las políticas mineras, (Gold Corp, Yamana Gold, American Pacific, mineral de Agalteca) monocultivos de camarón banano, piña, agro combustibles, árboles para la industria de la madera Proclaman y mantienen el golpe militar en nombre de la paz, el diálogo, el respeto a los derechos humanos quienes, en vez de usar las camisas negras fascistas, se visten de uniforme blanco y enarbolan consignas fundamentales como “ley y orden”, discursos xenofóbicos e igualdad de clases igual que lo proclamaba Mussolini; mientras continúan preparando a sus ejércitos…
 
 ¡Qué contraste con la gran desigualdad social de este sistema que mantiene a los hondureños como los “Condenados de la Tierra” en este infierno de injusticias! La justificación de este golpe, tanto en el discurso golpista como en el discurso teológico ha sido la defensa de la Constitución ¡en un país ocupado por las tropas norteamericanas en Palmerola desde la década de los años ochenta! El ejército hondureño siempre ha levantado sus fusiles contra el pueblo y a defendido a las multinacionales y a los intereses norteamericanos”.
 
Por otra parte, este cable fue lo que informó Telesur, el 5 de julio de 2009, sobre el rol de la iglesia ante este fenómeno político casi inaudito:
 
 “El Cardenal Oscar Andrés Rodríguez, en representación de la Iglesia Católica en Honduras, apoyó el golpe de estado y pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA) que entiendan que el gobierno del dictador Roberto Micheletti está conforme a las leyes constitucionales. Miles de manifestantes católicos se manifestaron ante las iglesias a las que concurren habitualmente a misa para manifestarse en contra de la actitud de la jerarquía, pero fueron duramente reprimidos.
 
En un primer momento se desconocía la posición por un pedido que aparentemente había provenido del Vaticano llamando a prudencia, pero la fuerza de los acontecimientos hizo reflotar la parte más triste de la historia católica en el continente. Las iglesias evangélicas, que tienen sus cabeceras en Estados Unidos saludaron la incorporación de los católicos a la coalición golpista”.
 
La iglesia católica, históricamente ha desempeñado, a nivel oficial el papel de bomberos de los movimientos democráticos en Honduras, tal como ahora tratamos de comprobar asertivamente.
 
La represión que ha resistido el pueblo hondureño puede resumirse de la siguiente manera: represión de la libertad de prensa, cierre de canal 36 y radio globo, represión contra los manifestantes durante todo el gobierno del dictador Micheletti, y luego del “Presidente” Porfirio Lobo, represión contra los campesinos en el bajo Aguán y otras regiones del país, acompañada de asesinatos, desapariciones, persecuciones y torturas. Todo ello en detrimento de los derechos humanos inalienables.
 
Así de este modo, interpolando los diferentes momentos de la historia nacional, se puede corroborar que la clase dominante del país ha desarrollado su propia existencia al frente del Estado Nacional mediante la represión continua y el asalto al poder a través de muy diversos métodos de sometimiento social.
 
La represión como expresión de una psicología especial de reducción a su más mínima representatividad a los rebeldes contra su sistema de explotación y dominio total, siempre han sido considerados como desnacionalizados, desarraigados, hombres sin patria, ya que de acuerdo con su psicología de represión, la patria es el territorio poseído y el territorio por poseer, como es el caso en un ejemplo rápido, la presión y represión que ejercen tres terratenientes en la zona del Bajo Aguán en el Departamento de Colón.
 
La muerte es para la clase dominante, aliada con políticos, militares y civiles al servicio de la ideología del terrorismo de Estado, es el castigo primordial de disuasión que se debe emplear, es en la práctica el modus operandi de la oligarquía de todo el continente americano.
 
Por eso, y a modo de finalización de este acercamiento al concepto de represión como psicología vital que sostiene el sistema fascista, neoliberal y psicópata, podemos dejar por sentada la hipótesis de que la sanguinaridad de las fuerzas armadas, el sicariato, y el comportamiento psíquico de la oligarquía forman parte de su ideología de dominación plena sobre la inmensa mayoría del pueblo que en su lucha por la liberación total, aporta la vida como único último recurso de defensa social y política de sus derechos inalienables, derechos humanos que siguen siendo el motor esencial de la sociedad hondureña que pugna por proseguir en la senda de la construcción de la democracia participativa, popular, justa y equitativa en todos los órdenes de su existencia histórica nacional.
 
- Galel Cárdenas, Unión de Escritores y Artistas de Honduras
https://www.alainet.org/es/active/47097
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