El Ecuador de hoy a la luz del pensamiento de Monseñor Proaño
25/10/2010
- Opinión
Es un privilegio estar en este lugar donde Monseñor Proaño actuó como el “obispo de los Indios” y poder participar en el homenaje a este pastor y profeta que he conocido y admirado. Para abordar el tópico elegido empezare por un breve recuerdo del método utilizado por Monseñor Proaño y después abordare la situación del Ecuador, a la luz de su pensamiento.
Ver, juzgar, actuar
En un ensayo sobre el tema, él explicaba así este método: “Ver la realidad en profundidad, analizar preguntándonos las posibles consecuencias…, juzgar esa realidad a la luz de lo que debe ser… asumir compromisos de cambio” (Bellini, 96). Toda su vida de educador se basó en esta metodología, herencia de la JOC (Juventud Obrera Cristiana). Su segundo eje fue la perspectiva de Paulo Freire: “la educación es interaprendizaje… compartir con el campesino, el indígena, el obrero” (ibídem). Se trata de “un proceso de concientización” (Bellini, 99). La liberación de su pueblo fue su preocupación fundamental.
Una lectura actual
Era muy claro para Monseñor Proaño que la situación del país que él conocía era caracterizada por un estado de “pecado social” (Gavilanes del Castillo, 284), es decir la explotación de los trabajadores, entre ellos los indígenas en las haciendas (Gavilanes del Castillo, 285), y la dominación imperial del gran capital, en particular norte-americano (Bellini, 96). Un proceso de liberación era necesario. Como cristiano y obispo, el definía su posición dentro de una teología de la liberación, es decir una lectura de la realidad con los ojos de la fe. Siguiendo el método del ver, juzgar, actuar, podemos abordar la situación actual del Ecuador, especialmente con los eventos del 30 de septiembre pasado.
Después del tiempo de Monseñor Proaño se creó en el Ecuador una situación nueva, iniciada por las resistencias populares y que desembocó sobre avances sociales reales y un proceso de transformación, caracterizado tanto por el mejoramiento de la vida de los más vulnerables de la sociedad, como por la afirmación de la soberanía nacional. La expresión de esta realización fue la Constitución, con orientaciones fundamentales de justicia social, de multinacionalidad y de protección del entorno, de la madre tierra.
La Revolución ciudadana obtuvo logros importantes, lo que explica que fuerzas de la derecha, del interior como del exterior, quieren pararla. Sin embargo, ella es solamente en su inicio y como todo proceso social y político, ella se realiza de manera dialéctica y no linear, es decir con avances y retrocesos, con transformaciones de situaciones socialmente inaceptables y también con la construcción de nuevas contradicciones. Se trata de un camino largo y difícil y no de un paraíso regalado. Por eso, los eventos de septiembre ofrecen la oportunidad de revisitar los objetivos de la Revolución ciudadana, de revisar críticamente los métodos y de redefinir el camino a seguir.
1. Revisar los objetivos
Humanizar el capitalismo es una ilusión, como lo evidencia la multiplicidad de las crisis que vivimos hoy. No se trata solamente de una crisis financiera que además afecta los fundamentos de la economía: el empleo, los precios de los recursos, los intercambios comerciales, sino también de una crisis alimentaria, energética, climática. Todas tienen un origen común, el dogma del mercado capitalista con sus dos principios: la tasa de ganancia y la acumulación del capital como motores de la economía y la ignorancia de las externalidades, es decir lo que no entra en el cálculo económico, los daños ecológicos y sociales, que son pagados por la sociedad o por los individuos, pero no por el capital.
Los discursos que el presidente Rafael Correa pronunció en las Naciones Unidas y en varias universidades son claros en este sentido: construir el “socialismo del siglo XXI” significa cambiar el sistema y no solamente proponer reformas superficiales. Sin embargo, el camino es largo. Es la razón de una reflexión elaborada. Salir de la lógica del capitalismo significa mucho más que la reapropiación de los recursos naturales, aún si es un paso indispensable. Eso significa una reorientación de la economía en función de las necesidades locales (privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio). Exige otra actitud frente a la naturaleza, pasando de la explotación al respeto. Pide una democratización generalizada de todas las relaciones sociales y un Estado participativo. No puede realizarse sin una multiculturalidad, implicando la participación de todas las culturas, saberes, religiones, en el proceso.
El objetivo de la Revolución ciudadana es lo que Monseñor Proaño llamaba la liberación. No se puede transigir sobre los fines. Al contrario, la reflexión debe profundizarlos y las realizaciones concretas deben corresponder a sus cumplimientos. Dentro del pensamiento del obispo de los Indios, eso es una exigencia de los valores del Reino de Dios, la justicia, la igualdad entre los seres humanos, el amor. Sin embargo, el afirmó también que los objetivos no pueden ser “prefabricados” (Bellini, 98), porque todos los seres humanos son actores (Gavilanes del Castillo, 290). Por eso, para él, la educación liberadora era central: “construir una nación nueva con todos sus hijos” (Bellini 172), lo que nos lleva a abordar los medios
2. Revisar críticamente los medios
Es obvio que varios pasos importantes se realizaron en el Ecuador para cumplir con tales objetivos. La Revolución ciudadana tiene una serie impresionante de logros, pero también de fallas y de contradicciones que deben ser analizadas para no perder de vista la construcción de las metas.
Además del diálogo directo con el pueblo no-organizado, como lo afirma Boaventura de Souza Santos, es necesario reanimar y ampliar el diálogo con el pueblo organizado, es decir las organizaciones y los movimientos sociales. En verdad ellos tienen sus debilidades y sus ambigüedades, pero existen con legitimidad y tienen un peso político, que la derecha no ignora. Por eso ella aprovecha de las tensiones internas y de los conflictos con el sector político.
En verdad, los sindicatos tienden a ser corporativistas, es una ley social, pero sin ellos no se elabora una política social. El movimiento indígena, que ha jugado un papel histórico en los últimos años, fue políticamente ingenuo y a veces aún equivocado, pero es portador de valores fundamentales en la lucha anticapitalista y en la construcción del poscapitalismo: el “buen vivir” como definición de la meta de la economía, la madre tierra como simbiosis con la naturaleza, la cultura como factor central de la construcción social. Si varios miembros de las comunidades indígenas se dejaron influir por el neo-liberalismo y si otros adoptaron un discurso que solo mira al pasado, eso corresponde a la realidad de todos los procesos sociales, que nunca son lineares. Sin embargo, en el Ecuador, ningún futuro político libertador puede ser elaborado sin ellos, y menos todavía contra ellos.
Los movimientos ecologistas adoptan fácilmente posiciones exclusivas, porque son conscientes de la catástrofe ambiental que amenaza el planeta, pero sus aportes hoy son esenciales, ya que muchas especies vivas desaparecen, que los glaciales disminuyen rápidamente de tamaño, que el agua y los suelos son contaminados. La contribución política de este sector ha sido de gran valor, como se comprueba en el caso del Yasuní, que ha puesto al Ecuador en la cumbre de la defensa del clima. Intelectuales de izquierda desarrollan a menudo un pensamiento teórico, sin bases sociales y políticamente irresponsable, pero sus análisis son indispensables para evitar las derivas de los procesos sociales y políticos.
Después de los eventos de septiembre del año 2010, será evidentemente difícil establecer un diálogo con los grupos políticos y con la izquierda radical que se unieron de hecho a la tentativa de golpe. A lo mejor se trata de darles el tiempo de reflexionar para reconocer su equivocación política. Sin embargo, con los otros, un mecanismo de contacto es necesario. Despreciarlos o promover organismos paralelos no conduce a la dinámica social popular indispensable para lograr los objetivos
2. La Revolución ciudadana, para ser realmente revolucionaria, no puede tener otras bases que el conjunto de las clases subalternas y todos los grupos sociales que, directa o indirectamente, padecen de la lógica del capitalismo, como las mujeres víctimas de las privatizaciones del agua, de la salud, de la educación o de los indígenas perdiendo sus tierras su autonomía, su cultura. Por eso, un tal proyecto no puede ser llevado por actores que no lo comparten. Los eventos recientes son una oportunidad de marcar más claramente la opción de izquierda. El ensayo de golpe demostró la voluntad destructiva de la derecha y ningún actor político que no es claro sobre los objetivos y la manera de conseguirlos tendría que ser miembro de los órganos claves del Estado. La revolución ciudadana nunca será considerada suya por la derecha, aún con concesiones políticas.
El Estado en construcción no puede ser evidentemente ni el aparato tradicional en manos de la oligarquía o de la burguesía capitalista, ni un medio para una ascensión económica vía la corrupción, pero tampoco puede ser un Estado centralizado (jacobino). La institucionalización de un Estado capaz de ser el instrumento de los objetivos revolucionarios de la revolución ciudadana exige mecanismos de participación política reales. No puede realizarse con la promulgación de leyes con veto y objeciones del Presidente frente a grupos sociales que se sienten ignorados (y a veces agredidos) después de meses de negociación en el congreso. La acumulación de estos casos puede significar un real peligro para el proceso político nacional, especialmente cuando eso implica grupos significativos de estudiantes, maestros, profesores universitarios, indígenas, trabajadores sindicalizados y del sector público. Como lo ha escrito Samir Amin: “Si se deja desarrollar la contradicción entre las instancias populares y el Estado, los avances realizados arriesgan de ser derrotados” (Samir Amin, 2005)
Para afrontar la derecha, no basta aplicar soluciones teoréticamente buenas y políticamente impuestas, sino sumar fuerzas populares en un proceso educador. Eso es la manera de progresar en campos delicados, como la cuestión agraria, la economía solidaria, la democracia participativa, la plurinacionalidad, sin temer los golpes de la derecha. Finalmente la institucionalización del estado pide continuidad en los roles y un estilo presidencial de convergencia de todas las fuerzas de cambio. Según el autor citado, eso significa “reforzar el carácter complementario posible de los avances del pueblo, de la liberación de la nación y de las realizaciones del poder del Estado” (Samir Amin, ibídem).
La transición
Para realizar esta tarea, el concepto de transición es un instrumento útil, porque permite a la vez guardar la radicalidad de los objetivos y aceptar la realidad política. Sin embargo para ser operacional en un proceso de cambio real, hay dos condiciones. En primer lugar, no puede ser una concesión a la derecha, sino un reconocimiento de los límites en el tiempo, de la posibilidad técnica de realización y de la correlación de fuerzas sociales existentes. En segundo lugar, su contenido debe ser el fruto de un diálogo permanente entre las fuerzas sociales (movimientos, pueblo organizado socialmente y políticamente) y el Estado. A título de ejemplo en la política extractiva (petróleo, gas, minerías), donde el Ecuador ha dado un ejemplo histórico (el Yasuní), se debe reconocer los graves daños ecológicos y sociales de esta actividad y al mismo tiempo no se puede pedir al país cesar de un día al otro esta actividad, fuente de ingresos para el Estado. La transición podría definirse en 4 puntos:
(1) reorientar la economía del país en función de las necesidades internas en vez de la exportación extractiva (eso es el largo plazo)
(2) establecer normas estrictas ecológicas (protección del entorno, utilización del agua, etc.) y sociales (derecho de las comunidades, condiciones de trabajo, etc.) (3) pedir el pago del precio de las normas a los consumidores de estos recursos y (4) exigir la elaboración de leyes internacionales para evitar el efecto de “ventajas comparativas”.
El mismo concepto puede ser aplicado a otros sectores de las políticas económicas, sociales y culturales.
Conclusiones
Puede parecer paradójico decirlo, pero el golpe de estado fue un éxito de hecho, a pesar de la falta de estrategia de la derecha. La izquierda está dividida, el descontento social es amplio, Alianza País está cada más identificada con una persona, y el presidente más aislado a pesar de un apoyo masivo de un pueblo que no quiere más ilegalidad. Las Fuerzas armadas, que defendieron la legitimidad del poder, salen como árbitros políticos, lo que no es su papel normal en un Estado de derecho. Todo eso significa un reforzamiento de la derecha.
Sin embargo, esta situación puede ser también una oportunidad de una nueva etapa para la Revolución ciudadana: redefinición de sus objetivos, no como una social-democracia de compromisos, sino como un proyecto critico de la lógica misma del capitalismo, para lograr no el crecimiento, sino el buen vivir; reorientación de sus métodos hacia un proceso popular con bases amplias; institucionalización de un Estado democrático, plurinacional, y participativo.
El pensamiento de Monseñor Proaño en estas perspectivas, tiene un valor importante: sus análisis sociales, sus orientaciones para una sociedad nueva, sus posiciones sobre la participación y finalmente su fe cristiana como fuente de inspiración de una Revolución ciudadana.
- Ponencia en el Primer Encuentro internacional en Homenaje al pensamiento y acción de Monseñor Proaño, Riobamba, 21 de octubre 2010.
Bibliografía
AMIN Samir, La trajectoire du capitalisme historique, (manuscrit) 2005
BELLINI Luciano (compilador) Palabras de Liberación – Discursos y Homelias de Monseñor Leonidas Proaño (1985-1987), Abya Yala, Quito, 2009
GAVILANES del CASTILLO, Luis María, Monseñor Leonidas Proaño y su misión profética-liberadora en la Iglesia de América latina, Quito, sin ed, 1992
https://www.alainet.org/es/active/41843
Del mismo autor
- La Venezuela de hoy y de mañana 24/05/2017
- Encuentros con Fidel 09/01/2017
- Armand Mattelart y la comunicación 16/06/2016
- América latina: el final de un ciclo o el agotamiento del posneoliberalismo 19/04/2016
- La reunión de la Celac en Quito 24/02/2016
- Camilo Torres Restrepo y el Proceso de Paz en Colombia 13/02/2016
- ¿Qué es la empresa minera brasileña Vale do Rio Doce? 19/11/2015
- Camilo Torres recordado en vísperas del cincuenta aniversario de su muerte 13/11/2015
- ¿Hasta dónde ira el pensamiento crítico de la Clacso? 13/11/2015
- L’Équateur de 2015: l’épuisement d’un modèle dans un contexte de crise mondiale 30/09/2015