¡Sí! Queremos abolir la impunidad

15/08/2010
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El ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti puso toda su inteligencia y su destreza política en aras de encubrir los hechos del pasado reciente.  Fueron sus manos y no sólo las del Gral. Medina, entonces Ministro de Defensa, las que guardaron bajo llave las citaciones judiciales a militares acusados de flagrantes violaciones de los Derechos Humanos a la espera de la sanción de la ley de impunidad.  Fue el responsable de  censurar un mensaje televisivo de Sara Méndez en el que pedía ayuda para encontrar a Simón, su hijo desaparecido.  Por todo esto adopta siempre la impostura de paseante distraído y calmo aunque sepa que camina sobre un cementerio clandestino.

En un libro recién editado en Mercedes, el Dr. Gustavo Mora alumbra una idea tan simple como potente: “Muchos compañeros murieron inermes, de diversas formas no humanas, bultos, objetos, números que ellos manejaron a su antojo, cruzados de una impune cruzada. Aún, la reacción, repite el mismo discurso.”

Pues bien, Sanguinetti repite el discurso que pretende justificar sus actos. El joven liberal conservador que flanqueaba al presidente Bordaberry en una fotografía histórica de los 70s. ya es un veterano reaccionario. Su criterio político y moral no puede ni quiere entender que los crímenes de lesa humanidad continúan  siendo universal y absolutamente intolerables. Quienes buscamos la verdad hemos sido perseverantes  en la reconstrucción de los hechos históricos. Nuestra tenacidad se mide en la terquedad con que los cruzados de la amnesia intentan obstaculizar toda investigación. Pero somos dueños de nuestra memoria y de nuestros proyectos. Eso nos hizo hombres y mujeres libres aún en la lucha contra la dictadura, y nos define como militantes por la abolición de lo intolerable.

No pensamos sólo en los delitos políticos del estado uruguayo, en  las víctimas más notorias  como Sara Méndez que logró reencontrar a su hijo o Tota Quinteros que murió sin saber qué fue de su hija, la maestra Elena Quinteros. Las bases sociales que gestaron el autoritarismo y la dictadura cívico-militar fueron exactamente las mismas que realizaron el proyecto económico neoliberal. La represión fue la condición necesaria para llevar a cabo el despojo cometido a la enorme mayoría de los uruguayos. También en este proceso el ex presidente Sanguinetti fue arte y parte. No ha perdido su condición. Nosotros, muy a pesar suyo, pensamos en el pueblo reprimido, expoliado y ultrajado por el orden neoliberal. El botín de los victimarios podría contabilizarse en términos de vidas de nuestro pueblo.

Es en este punto en donde la cuestión de la impunidad adquiere su máxima complejidad estratégica. Decía Mario Benedetti que “no estaría demás que tomaran nota: en la lucha por los derechos humanos no hay punto final. Apenas punto y seguido” (BRECHA, 21 de abril de 1989). Vamos contra el fatalismo y la resignación, “con denuedo y con fe” como decía Benedetti. Queremos derrumbar los muros que Sanguinetti se encargó de edificar para impedir la investigación. La lucha democrática por el conocimiento histórico está asociada al mano a mano, a las redes, al debate,  a la información  y a la educación de los más jóvenes. Estamos ante un desafío ético que condiciona nuestro futuro. El mundo entero observa expectante si el Frente Amplio es capaz de resolverlo.

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