Memorias reveladas

15/06/2009
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En la simbólica fecha del 13 de mayo –conmemoración de la liberación oficial de los esclavos–, el presidente Lula tomó una decisión de inestimable relevancia a favor de la libertad de información y de la verdad histórica: envió al Congreso un proyecto de ley para que se hagan públicos todos los documentos e informaciones concernientes al período de la dictadura militar (1964-1985).

 

 La decisión es consecuencia del meritorio empeño del ministro Paulo Vannuchi, de la Secretaría Especial de los Derechos Humanos, y la ceremonia contó con la significativa presencia de la ministra jefe de la Casa Civil, Dilma Rousseff, y del gobernador de São Paulo, José Serra. Ella, ex-presa política, con la que conviví en la cárcel Tiradentes, en la década de 1970; él, ex-exilado político. Los dos, virtuales candidatos a la presidencia de la República en el 2010.

 

 En tal solemnidad Vannuchi afirmó que la presencia de Dilma y de Serra corroboró el acceso a la verdad histórica como política de Estado -y no sólo de gobierno, sujeta a alternancias electorales. Lula caracterizó el acto como “cambio de página en la historia del Brasil, no para esconder lo que está en el reverso de la página, sino para que la historia sea contada como es o como fue”.

 

 La aprobación del Congreso permitirá que se cree una página en internet y que cualquier persona pueda acceder a los documentos disponibles, lo cual ya sucede con los archivos del SNI, del CSN (Consejo de Seguridad Nacional) y con la mayoría de los DOPS estaduales. El ciudadano podrá incluso enviar al gobierno documentos e informaciones referentes a dicho período. De ese modo se hará luz sobre los años de tinieblas que hicieron víctimas a miles de brasileños(as) con persecuciones, cárceles, torturas, exilio y proscripción, de los que más de 500 fueron asesinados y/o desaparecidos.

 

Falta que las Fuerzas Armadas rompan el silencio en cuanto a su actuación durante los años de plomo. No es justo que la actuación criminal de algunos militares en los DOI-CODI, en las dependencias de los cuarteles y en el combate a la guerrilla del Araguaia sea confundida con el conjunto de la corporación. Nuestras Fuerzas Armadas necesitan seguir el ejemplo de Chile, de Argentina, del Uruguay y de El Salvador, gobernados por dictaduras en la década de 1970 y que no han temido revelar y asumir las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por oficiales, contribuyendo así al fortalecimiento de la democracia. La verdad nos hace libres, dice el Evangelio.

 

La presidencia de la República ha hecho su parte. Se espera que el Legislativo y el Judicial hagan lo que les concierne. Al Congreso transformar en ley, cuanto antes, el proyecto enviado por el presidente Lula. Al Tribunal Supremo Federal juzgar si la ley de amnistía de 1979 hace o no imputables los crímenes cometidos, en nombre del Estado, por los verdugos del régimen militar.

 

 El Brasil inventó una aberración jurídica: tratar de ocultar, por un decreto de "amnistía recíproca", el período de la dictadura. Como si la memoria nacional pudiera eclipsarse por un milagro. Los verdugos permanecen impunes, mientras que las víctimas cargan hasta hoy el doloroso peso de convivir arrastrando daños morales y físicos, de ignorar el paradero de los  desaparecidos y de ver a sus torturadores enorgullecerse despreocupadamente de los males causados.

 

 Mientras sectores de las Fuerzas Armadas insistan en tapar el sol con un dedo, la memoria de las víctimas, como afirmó Walter Benjamin, es impagable. Pasados 60 años, las atrocidades del nazismo continúan sintiéndose a flor de piel. En el Brasil cada víctima procuró dar su contribución: eventos, movilizaciones, efemérides, filmes, miniseries, conferencias, etc. Me incluyo entre los que hacen de la literatura el guardián de la memoria.

 

El próximo mes de junio llegará a las librerías un documento histórico, inédito, que tuvo que esperar 36 años para llegar al público: "Diario de Fernando. En las cárceles de la dictadura militar brasileña". Se trata del diario del hermano dominico Fernando de Brito, escrito a lo largo de los cuatro años (1969-1973) en que fue sometido a torturas y trasladado a diversas mazmorras. No se conoce algo semejante entre las obras publicadas sobre ese período.

 

 En papel de seda, en letras microscópicas, y con el peligro de ser castigado, Fernando anotaba, día a día, lo que veía y vivía. Luego desmontaba un bolígrafo Bic opaco, cortaba por el medio el canutito de la tinta, insertaba allí el diario minuciosamente enrollado y lo volvía a armar. El día de visitas cambiaba el bolígrafo portador del diario por otro idéntico, llevado por uno de los hermanos del convento.

 

 En los últimos tres años he intentado dar un tratamiento literario a las anotaciones. En los episodios relatados, la trayectoria de los religiosos encarcelados se mezcla con la de personajes que hoy son destacadas figuras en la historia brasileña, como Carlos Marighella, Carlos Lamarca, Caio Prado Jr., Apolônio de Carvalho, Paulo Vannuchi, Franklin Martins e Dilma Rousseff, para citar solamente a algunos.

 

 Allí está todo: las torturas, los desaparecimientos, la huelga de hambre de casi 40 días, así como la convivencia entre los prisioneros marcada por momentos de inusitada belleza: las fiestas de Navidad, las noches de cantos, la solidaridad inquebrantable entre ellos.

 

 El “Diario de Fernando” revela la saga de una generación que no se dobló ante la dictadura y a la que el Brasil debe hoy su redemocratización.

 

- Frei Betto es escritor y asesor de movimientos sociales, autor de “Bautismo de sangre”, entre otros libros. 

 

Traducción de J.L.Burguet

 

Copyright 2009 – Frei Betto -  Se prohíbe la reproducción de  este artículo  por cualquier medio, electrónico o impreso, sin  autorización. Agencia Literaria MHP. (mhpal@terra.com.br)

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