Cuando trasciende el municipio
26/06/2008
- Opinión
El 23 de noviembre de este año se celebrarán nuevamente elecciones regionales y locales en la República Bolivariana de Venezuela, es decir, escogencia directa de gobernadores y Alcaldes.
Tradicionalmente estos comicios se caracterizan por la poca afluencia de votantes si se compara con las diferentes consultas electorales presidenciales. ¿Por qué? ¿Será acaso que a la gente no le importa su municipio o su estado? ¿Será que persiste en la mente de los pueblos que sus problemas locales debe resolverlos el poder central? Algo ocurre con estas convocatorias regionales que necesariamente debe llevarnos a la reflexión, porque siempre escuchamos las mismas razones del ausentismo: “La lluvia impidió…” “El sol provocó…” “Por un compromiso imprevisto….” “La escuela cerró antes de las seis y a esa hora llegó un contingente….” “Hay no, voy después, mucha cola….” ¡en fin! Llenaríamos páginas enteras de las miles de respuestas que se dan para justificar lo injustificable. Y esa es la palabra: ¡INJUSTIFICABLE! porque no se entiende que nos importe tanto nuestra comunidad y a la hora de decidir la suerte de todos, podamos quedarnos en casa, impávidos, sin sentir ni una milésima de dolor por ser “ausentes de opinión”. Esta es la principal actitud que debe cambiar para las próximas elecciones de noviembre.
El día 23, Venezuela se enfrentará a dos formas distintas de ver el mundo:
La primera, bajo la fracasada óptica del capitalismo del cual ya hemos palpado sus resultados en todo el planeta, donde matemáticamente hablando, la riqueza se divide entre pocos y la pobreza se multiplica en miles. Aquí mismo en nuestro segmento con casi 10 años que tiene el proceso bolivariano, no se ha erradicado totalmente esa diferencia que se implantó durante más de 50 años y vean ustedes, que aun con todos los esfuerzos a través de más de 25 misiones sociales nacionales y centenares de programas desarrollados existe, aun cuando los índices han disminuido de una forma impresionante. Para refrescar la memoria podemos decir que en 1998 la pobreza extrema se ubicaba en el 42,5% y en el 2007 en 9,4%.
La otra visión es bajo la óptica del socialismo, una vía de transformación puntual que le da poder al pueblo para que participe, decida, controle y actúe en las soluciones inherentes a su espacio y su comunidad.
Esta es la verdad de quienes se van a medir en noviembre: La revolución como posibilidad de profundizar ahora con mayor experiencia, conciencia y fuerza en los procesos de cambio y participación y la contrarrevolución, la cual en medio siglo del pasado reciente no hizo nada a favor del pueblo y quieren volver a lo mismo, porque todos sabemos que si en lo local vuelve la derecha, no habrá participación popular en nada y esto es cierto, para muestra, el botón de estado Miranda donde un solo hombre por 20 años ocupó el poder regional y durante esas dos décadas profundizó ¡sí! la asfixia de cuanto movimiento social luchó por levantarse e incrementó la exclusión. Esto es historia real y quien lo dude, puede estacionarse en la mitad de la autopista Francisco Fajardo y observar las grandes diferencias de un norte y un sur de parroquias, en un mismo municipio. Sur: La Dolorita, Caucagûita, Petare y Mariche= 90% de la población zonal. Norte: Leoncio Martínez (El Marqués, La California, Los Chorros, Los Ruices, etc.) = 10% de la población local.
¿Es posible mejorar un cuadro así? Con el socialismo sí, porque incluye, porque su motor de acción es la participación de todos, a través de una figura que cada día se perfecciona más y avanza dando mejores resultados. Se denomina: Consejos Comunales.
Los Consejos comunales son realmente “el pueblo representando al pueblo y todos trabajando en conjunto” sólo así hay progreso, porque cada quien se convierte en responsable del desarrollo o frenazo de su sector; entonces el municipio trasciende, la gobernación trasciende y las valorizaciones comienzan a transformarse hacia lo colectivo. Pero para que todo esto se cumpla a cabalidad, el socialismo ético, el socialismo de lo real, de lo concreto que enfrenta y resuelve los problemas, debe ocupar los espacios y la única forma es que la gente se exprese.
Hace muchos años en Venezuela se puso de moda una canción que interpretaba Rafael y ya cuestionaba lo que ha sido una realidad; más o menos decía: “dos mujeres del mundo están pariendo a distancia, a una le llevan flores a la otra pan y cebada…una tiene la cuna la otra una caja cuadrada”. Un verbo exacto de las dimensiones del capitalismo y socialismo, vale decir, la historia de los diferentes.
Hoy en lo local, los representantes del socialismo que están en la contienda abanderan tres principios fundamentales para desarrollar la acción: Eficiencia, Participación y Transparencia, no para producir para las empresas sino para mejorar la calidad de vida de todas las comunidades por igual. Esto es posible.
El 23 de noviembre se van a enfrentar dos visiones: La vía hacia la transformación de la sociedad de iguales o el egoísmo, ¡perdón! quise decir el capitalismo. Usted debe decir entre quedarse sentado y esperar que la historia le pase por la acera de enfrente o caminar para ir a construirla.
- Teresa Maniglia es periodista
Tradicionalmente estos comicios se caracterizan por la poca afluencia de votantes si se compara con las diferentes consultas electorales presidenciales. ¿Por qué? ¿Será acaso que a la gente no le importa su municipio o su estado? ¿Será que persiste en la mente de los pueblos que sus problemas locales debe resolverlos el poder central? Algo ocurre con estas convocatorias regionales que necesariamente debe llevarnos a la reflexión, porque siempre escuchamos las mismas razones del ausentismo: “La lluvia impidió…” “El sol provocó…” “Por un compromiso imprevisto….” “La escuela cerró antes de las seis y a esa hora llegó un contingente….” “Hay no, voy después, mucha cola….” ¡en fin! Llenaríamos páginas enteras de las miles de respuestas que se dan para justificar lo injustificable. Y esa es la palabra: ¡INJUSTIFICABLE! porque no se entiende que nos importe tanto nuestra comunidad y a la hora de decidir la suerte de todos, podamos quedarnos en casa, impávidos, sin sentir ni una milésima de dolor por ser “ausentes de opinión”. Esta es la principal actitud que debe cambiar para las próximas elecciones de noviembre.
El día 23, Venezuela se enfrentará a dos formas distintas de ver el mundo:
La primera, bajo la fracasada óptica del capitalismo del cual ya hemos palpado sus resultados en todo el planeta, donde matemáticamente hablando, la riqueza se divide entre pocos y la pobreza se multiplica en miles. Aquí mismo en nuestro segmento con casi 10 años que tiene el proceso bolivariano, no se ha erradicado totalmente esa diferencia que se implantó durante más de 50 años y vean ustedes, que aun con todos los esfuerzos a través de más de 25 misiones sociales nacionales y centenares de programas desarrollados existe, aun cuando los índices han disminuido de una forma impresionante. Para refrescar la memoria podemos decir que en 1998 la pobreza extrema se ubicaba en el 42,5% y en el 2007 en 9,4%.
La otra visión es bajo la óptica del socialismo, una vía de transformación puntual que le da poder al pueblo para que participe, decida, controle y actúe en las soluciones inherentes a su espacio y su comunidad.
Esta es la verdad de quienes se van a medir en noviembre: La revolución como posibilidad de profundizar ahora con mayor experiencia, conciencia y fuerza en los procesos de cambio y participación y la contrarrevolución, la cual en medio siglo del pasado reciente no hizo nada a favor del pueblo y quieren volver a lo mismo, porque todos sabemos que si en lo local vuelve la derecha, no habrá participación popular en nada y esto es cierto, para muestra, el botón de estado Miranda donde un solo hombre por 20 años ocupó el poder regional y durante esas dos décadas profundizó ¡sí! la asfixia de cuanto movimiento social luchó por levantarse e incrementó la exclusión. Esto es historia real y quien lo dude, puede estacionarse en la mitad de la autopista Francisco Fajardo y observar las grandes diferencias de un norte y un sur de parroquias, en un mismo municipio. Sur: La Dolorita, Caucagûita, Petare y Mariche= 90% de la población zonal. Norte: Leoncio Martínez (El Marqués, La California, Los Chorros, Los Ruices, etc.) = 10% de la población local.
¿Es posible mejorar un cuadro así? Con el socialismo sí, porque incluye, porque su motor de acción es la participación de todos, a través de una figura que cada día se perfecciona más y avanza dando mejores resultados. Se denomina: Consejos Comunales.
Los Consejos comunales son realmente “el pueblo representando al pueblo y todos trabajando en conjunto” sólo así hay progreso, porque cada quien se convierte en responsable del desarrollo o frenazo de su sector; entonces el municipio trasciende, la gobernación trasciende y las valorizaciones comienzan a transformarse hacia lo colectivo. Pero para que todo esto se cumpla a cabalidad, el socialismo ético, el socialismo de lo real, de lo concreto que enfrenta y resuelve los problemas, debe ocupar los espacios y la única forma es que la gente se exprese.
Hace muchos años en Venezuela se puso de moda una canción que interpretaba Rafael y ya cuestionaba lo que ha sido una realidad; más o menos decía: “dos mujeres del mundo están pariendo a distancia, a una le llevan flores a la otra pan y cebada…una tiene la cuna la otra una caja cuadrada”. Un verbo exacto de las dimensiones del capitalismo y socialismo, vale decir, la historia de los diferentes.
Hoy en lo local, los representantes del socialismo que están en la contienda abanderan tres principios fundamentales para desarrollar la acción: Eficiencia, Participación y Transparencia, no para producir para las empresas sino para mejorar la calidad de vida de todas las comunidades por igual. Esto es posible.
El 23 de noviembre se van a enfrentar dos visiones: La vía hacia la transformación de la sociedad de iguales o el egoísmo, ¡perdón! quise decir el capitalismo. Usted debe decir entre quedarse sentado y esperar que la historia le pase por la acera de enfrente o caminar para ir a construirla.
- Teresa Maniglia es periodista
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